Iniciar procesos, aceptar conflictos... y tener paciencia
El tiempo es superior al espacio. Hoy nos dicen que lo importante es iniciar procesos y darles el tiempo necesario para que esos procesos lleguen a su culminación. Hay que tener paciencia, aceptar los conflictos y hacerse cargo de ellos.
Y quien inicia un proceso sabe cómo debe terminar.
Se inicia el proceso: sínodo de la familia. Y al final se aprueba, con mucho discernimiento y mucha retórica vacía, la comunión de los divorciados vueltos a casar y se publica Amoris Laetitia, que, efectivamente, provocó y sigue provocando un conflicto considerable. Pero demos tiempo al tiempo… La novedad y el error irán calando entre los fieles, muchos de ellos divorciados o en situaciones irregulares y todo el mundo acabará por aceptar que comulguen divorciados, parejas de hecho o incluso homosexuales practicantes, casados o promiscuos, al grito de «¡quién es nadie para negarme a mí la comunión!» o «lo único importante es el amor», entendiendo por amor el vivir en público pecado mortal, que ya es el colmo.
Se inicia el proceso, se alcanzan las conclusiones, que ya tenían previstas de antemano; le echan el muerto al Espíritu Santo, que según estos les ha hablado claramente en el Sínodo, entendido éste como el nuevo Sinaí, el lugar de la nueva revelación, y aquí paz y después gloria.
Y a Santo Tomás Moro o a San Juan Bautista que perdieron ambos literalmente la cabeza por denunciar el adulterio y la fornicación, que les vayan dando por fascistas intolerantes.