El Enemigo
Mientras tanto, Saulo, respirando aún amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco. Tenía la intención de encontrar y llevar presos a Jerusalén a todos los que pertenecieran al Camino, fueran hombres o mujeres. En el viaje sucedió que, al acercarse a Damasco, una luz del cielo resplandeció de repente a su alrededor. Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía:
—Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
—¿Quién eres, Señor? —preguntó.
—Yo soy Jesús, a quien tú persigues —le contestó la voz—. Levántate y entra en la ciudad, que allí se te dirá lo que tienes que hacer.
Hechos de los Apóstoles, 9
Cada día percibo a mi alrededor mayor odio a la Iglesia y eso no presagia nada bueno. Cuando ves nubes en el cielo, es fácil barruntar que se acerca la tormenta. De vez en cuando, oigo gritos que piden “¡crucifícalo! ¡crucifícalo!”. Los enemigos de la Iglesia parecen confabularse contra ella. Tres son los enemigos que acechan a la Iglesia en estos albores del siglo XXI: el islamismo yihadista, el pensamiento único apóstata y neopagano y la quinta columna que socaba los cimientos de la Iglesia desde dentro: los herejes de nuestro tiempo.