Educar el Corazón
Algunos apuntes sobre cómo enseñar a amar desde una escuela católica
Ante que nada, a amar se enseña amando. Una escuela católica tiene que ser un espacio donde el amor sea el cimiento de las relaciones entre profesores, alumnos y padres. Los maestros deben amar a sus alumnos de manera similar a como un padre o una madre quiere a sus hijos. Si un profesor no quiere a sus alumnos, podrá ser un buen o un mal instructor; pero no podrá ser verdaderamente un educador.
El amor y la verdad tienen que ir necesariamente de la mano. “No aceptéis nada como verdad que esté privado de amor. Y no aceptéis nada como amor que esté privado de verdad. La una sin el otro se convierten en una mentira destructora”, decía Santa Teresa Benedicta de la Cruz. Una persona tiene que tener palabra y ser auténtica y coherente. Nada degrada más nuestra dignidad que la mentira. Y nada provoca más sufrimiento que el engaño.