Jesucristo es Dios

Hay días que casi vale más no levantarse de la cama. Porque empiezo viendo el tuit de esta archiconocida religiosa y ya se me corta la digestión del desayuno. 

¿Cómo que si Jesús «viniera hoy»? Ya, ya… Ya lo sé: se refiere a la segunda venida de Nuestro Señor Jesucristo… Pero es que Cristo no ha subido al cielo y se ha desentendido del mundo y de su Iglesia. Cristo está presente en su Iglesia hasta el final de los tiempos. ¿Cómo que si le gustaría «cómo nos ha quedado la Iglesia que Él fundó»? ¿Acaso la Iglesia es una institución puramente humana? ¿Acaso no es Él la cabeza de la Iglesia y nosotros los miembros de su Cuerpo Místico? ¿Se cree esta religiosa que Cristo fundó la Iglesia y luego se largó y ahí os quedáis: apañáoslas como podáis? ¿No cree en la presencia real de Cristo en la Eucaristía? ¿No cree que Cristo vive y reina por los siglos de los siglos?  Yo no me considero mejor que nadie ni soy nadie para dar lecciones de nada, pero no se puede ir por la vida soltando barbaridades y engañando a la buena gente con falsas doctrinas y errores patentes.

Yo es que alucino… ¿En qué creen estos religiosos? Yo no sé cuál es su doctrina o su fe, pero de lo que estoy seguro es de que no es la fe de la Santa Madre Iglesia; no es la fe de los santos y doctores de la Iglesia ni la fe de los Padres de la Iglesia. ¿Por qué no nos ceñimos a la doctrina de siempre, a la sana doctrina, a la que creyeron los santos que ya gozan de la gloria celestial, y dejamos de buscar novedades?

Pero más tarde, me llega esta otra noticia publicada el El País (subrayados míos):

El nuevo secretario de la Conferencia Episcopal (CEE), el obispo César García Magán, ha dado un giro al discurso que hasta ahora había tenido la Iglesia católica española. Durante la rueda de prensa de este viernes tras la asamblea plenaria de los prelados españoles, el también portavoz ha pedido a la sociedad que no condene los nuevos modelos de familia […] 

Ante las preguntas de los periodistas de cómo valora el anteproyecto de ley de familias, parte del cual ha adelantado esta mañana ABC, y en el que se mencionan 16 tipos diferentes de familia, García Magán ha huido de la postura conservadora eclesiástica que hasta ahora condenaba, entre otros, el matrimonio igualitario. Ha declarado que “en el contexto de una sociedad democrática y plural” la Iglesia tiene el derecho a proponer el modelo de familia que marca el evangelio, pero que eso no significa que condene o excluya a nadie que elija otra opción. “Jesucristo no inventó el matrimonio. El matrimonio ya existía: en el derecho romano, en el derecho griego, en el derecho egipcio, en el derecho israelí… Existía la institución del matrimonio y había otro tipo sociológico de uniones. Jesucristo lo que hace es coger esa institución, que era preexistente a él, y decir que cuando se da entre bautizados es un sacramento. (…) Por lo tanto, los obispos presentamos eso [ese modelo] porque es nuestra posición, respetando las demás y pidiendo también que sea respetada”, ha subrayado el prelado, considerado de línea conservadora.

A lo mejor El País ha sido tendencioso a la hora de reflejar las declaraciones de don Cesar. Vean ustedes el video de la rueda de prensa (alrededor del minuto 40):

A ver… Que Jesucristo no inventó el matrimonio. Vale. Queremos entender que, antes de la encarnación, los hombres y las mujeres ya se casaban. Y que antes de que el Verbo se hiciera hombre, ya había homosexuales. Véase episodio de Sodoma y Gomorra, por ejemplo. Y vean lo que dice el Antiguo Testamento:

Levítico 18:22, «No te echarás con varón como con mujer; es abominación».

Levítico 20:13, «Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre».

Deuteronomio 23:17, «No haya ramera entre las hijas de Israel, ni haya sodomita de entre los hijos de Israel».

Sobre el matrimonio, entre otras cosas, el Catecismo señana lo siguiente:

1602 La sagrada Escritura se abre con el relato de la creación del hombre y de la mujer a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26- 27) y se cierra con la visión de las “bodas del Cordero” (Ap 19,9; cf. Ap 19, 7). De un extremo a otro la Escritura habla del matrimonio y de su “misterio", de su institución y del sentido que Dios le dio, de su origen y de su fin, de sus realizaciones diversas a lo largo de la historia de la salvación, de sus dificultades nacidas del pecado y de su renovación “en el Señor” (1 Co 7,39) todo ello en la perspectiva de la Nueva Alianza de Cristo y de la Iglesia (cf Ef 5,31-32).

El matrimonio en el orden de la creación

1603 "La íntima comunidad de vida y amor conyugal, está fundada por el Creador y provista de leyes propias. […] El mismo Dios […] es el autor del matrimonio” (GS 48,1). La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer, según salieron de la mano del Creador. El matrimonio no es una institución puramente humana a pesar de las numerosas variaciones que ha podido sufrir a lo largo de los siglos en las diferentes culturas, estructuras sociales y actitudes espirituales. Estas diversidades no deben hacer olvidar sus rasgos comunes y permanente. A pesar de que la dignidad de esta institución no se trasluzca siempre con la misma claridad (cf GS 47,2), existe en todas las culturas un cierto sentido de la grandeza de la unión matrimonial. “La salvación de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar” (GS 47,1).

1604 Dios que ha creado al hombre por amor, lo ha llamado también al amor, vocación fundamental e innata de todo ser humano. Porque el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,2), que es Amor (cf 1 Jn 4,8.16). Habiéndolos creado Dios hombre y mujer, el amor mutuo entre ellos se convierte en imagen del amor absoluto e indefectible con que Dios ama al hombre. Este amor es bueno, muy bueno, a los ojos del Creador (cf Gn 1,31). Y este amor que Dios bendice es destinado a ser fecundo y a realizarse en la obra común del cuidado de la creación. «Y los bendijo Dios y les dijo: “Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla"» (Gn 1,28).

1605 La Sagrada escritura afirma que el hombre y la mujer fueron creados el uno para el otro: “No es bueno que el hombre esté solo” (Gn 2, 18). La mujer, “carne de su carne” (cf Gn 2, 23), su igual, la criatura más semejante al hombre mismo, le es dada por Dios como una “auxilio” (cf Gn 2, 18), representando así a Dios que es nuestro “auxilio” (cf Sal 121,2). “Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne” (cf Gn 2,18-25). Que esto significa una unión indefectible de sus dos vidas, el Señor mismo lo muestra recordando cuál fue “en el principio", el plan del Creador (cf Mt 19, 4): “De manera que ya no son dos sino una sola carne” (Mt 19,6).

Dios crea al hombre y a la mujer. El mismo Dios es el autor del matrimonio. La institución del matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer según salieron de la creación. 

¿Pero, entonces, quien dices tú que es Jesús?

Jesús es el hijo de Dios, el Mesías, el Cristo. Es la segunda persona de la Santísima Trinidad. Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre, pero en Cristo no hay más que una sola persona, no humana, sino divina (De fe divina, expresamente definida). 

«En verdad os digo: Antes que Abraham naciese, Yo Soy». (Jn. 8, 58).

«Yo y el Padre somos una sola cosa». (Jn. 10, 30).

Así de bien lo expresa San Juan al principio de su Evangelio:

Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba al principio en Dios.
Todas las cosas fueron hechas por Él, y sin Él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho.
En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz luce en las tinieblas, pero las tinieblas no la abrazaron.

En el momento de la creación, «al principio», el Verbo, el Logos, Cristo, ya existía y estaba en Dios y era Dios. Todas las cosa fueron hechas por Él. Y Él es la Luz de los hombres. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, pero el mundo no lo conoció. 

Recapitulemos:

• El mismo Dios […] es el autor del matrimonio” (GS 48,1). Lo dice el Vaticano II, no yo.
• La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer desde su creación.
• Dios lo creó todo. Y Cristo es Dios y todo fue creado por Él y para Él. Porque Cristo y el Padre son una sola cosa. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, la Santísima Trinidad, son tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Cristo es persona divina: la segunda persona de la Santísima Trinidad. 

En el Concilio de Éfeso (año 431), se condenó el nestorianismo que defendía que en Cristo no solo había dos naturalezas, sino también dos personas perfectamente distintas: la divina y la humana. La Virgen María sería madre de Cristo hombre pero no sería la Madre de Dios. En el Concilio de Éfeso se proclamó la personalidad única y divina de Cristo, bajo dos naturalezas y, por consiguiente, la maternidad divina de María.

Conclusión

Jesús rige la Iglesia y el mundo. No es un Dios que se haya quedado en el cielo a verlas venir y que, cuando vuelva, se vaya a sorprender de lo que hemos hecho nosotros. Dios lo sabe todo y lo gobierna todo y es omnipotente y omnisciente. Y Cristo es la cabeza de su Cuerpo Místico, que es la Iglesia. Lo dice el Catecismo:

792 Cristo “es la Cabeza del Cuerpo que es la Iglesia” (Col 1, 18). Es el Principio de la creación y de la redención. Elevado a la gloria del Padre, “Él es el primero en todo” (Col 1, 18), principalmente en la Iglesia por cuyo medio extiende su reino sobre todas las cosas.

Cristo es Dios.

En el Antiguo Testamento, Dios se presenta a Moisés en la zarza ardiendo:  

Entonces dijo Moisés a Dios: He aquí, si voy a los hijos de Israel, y les digo: «El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros», tal vez me digan: «¿Cuál es su nombre?», ¿qué les responderé? 

Y dijo Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y añadió: Así dirás a los hijos de Israel: «YO SOY me ha enviado a vosotros». (Ex. 3, 13-14).

Y cuando los fariseos le preguntan a Jesús «¿Tú quién eres?», les dijo:

“Vuestro padre Abraham se regocijó esperando ver mi día; y lo vio y se alegró. Por esto los judíos le dijeron: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham naciera, Yo Soy. Entonces tomaron piedras para tirárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.” (Juan 8:56-58)

La violenta respuesta de los judíos al “YO SOY” de Jesús, indica que ellos entendieron claramente lo que Él estaba declarando: Jesús se estaba igualando a Dios al adjudicarse el título de “YO SOY” con el cual Dios se había identificado a Sí mismo en Éxodo 3:14. Por eso lo crucificaron. Para los judíos, Jesús es un blasfemo que se identifica a sí mismo con Dios. 

Y sí, efectivamente, Jesús es Dios. Y todo cuanto existe lo creó Él y existe por Él y para Él. Incluido el matrimonio. Porque antes de la creación, el Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios.

Y todas las formas de matrimonio que no sean la unión de un hombre y una mujer que se comprometen para toda la vida, abiertos a la vida, son pecado. 

2353 La fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio. Es gravemente contraria a la dignidad de las personas y de la sexualidad humana, naturalmente ordenada al bien de los esposos, así como a la generación y educación de los hijos. Además, es un escándalo grave cuando hay de por medio corrupción de menores.

2357 La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.

En una sociedad plural y democrática, la Iglesia tiene que preocuparse por la salvación de las almas. Y en consecuencia, la Iglesia condena cualquier relación de pareja fuera del matrimonio, porque quienes viven como pareja de hecho o los matrimonios entre homosexuales viven en pecado mortal y eso les condena a las penas del infierno, si antes de morir no se arrepienten y se convierten.

En una sociedad democrática y plural, ¿da lo mismo que se condenen tantas almas? «Nosotros presentamos nuestro modelo de familia, pero no condenamos a nadie que elija otra opción». La libertad y el pluralismo democráticos son así. Ese es el concepto liberal de la libertad: somos libres para hacer lo que nos dé la gana, sin ninguna cortapisa moral. Cada uno se autodetermina porque es autónomo y se autolegisla. La libertad liberal no puede estar constreñida por la moral, por la verdad o por Dios. Cada persona elige por sí misma su propio camino para ser feliz y es un fin en sí misma. Y en una sociedad democrática, la moral cristiana es una propuesta más dentro del supermercado del pluralismo, en el que uno puede elegir ser cristiano, comunista, liberal, ecologista, ateo o pagano. Y todo es igual y tiene el mismo valor. Es el relativismo: la dictadura del relativismo. Y decir que la Verdad es Cristo y que la Iglesia es la única religión verdadera, en el ambiente totalitario del relativismo pluralista y democrático en el que vivimos, se considera una afirmación intolerante e intolerable. Y ahí empieza la persecución.

En la Cristiandad, el fin del hombre era Dios: la felicidad era Dios. Y la libertad iba de la mano del bien y de la verdad. La libertad para el mal o para el error no era tal libertad, sino esclavitud, licencia y abuso de la libertad. Entonces, la vida era un camino hacia el cielo en el que convenía no equivocar la ruta para no acabar condenándose por el pecado. Como decía San Ignacio: todo, en tanto en cuanto contribuya al fin para el que he sido creado. Lo que contribuya a mi salvación será bueno y lo que contribuya a mi condenación, será malo.

Pero ahora dicen que ya no hay cielo ni infierno. No hay más allá. Dios ya no pinta nada o, como mucho, es una opción más dentro de una sociedad plural donde cada cual escoge el camino que mejor le viene, sea Dios o el demonio. Da lo mismo: «nosotros no condenamos ni excluimos a nadie. Respetamos todas las opciones: faltaría más».

Estoy seguro de que don César García Magán no es liberal ni relativista. No tengo ninguna duda de que don César profesa la fe católica como Dios manda, que es un buen pastor y que sabe perfectamente que Jesús es Dios. Estoy seguro de que don César sabe distinguir perfectamente el bien del mal y que se preocupa por la salvación de las almas. Y es verdad que una rueda de prensa no es el mejor lugar para entrar en profundidades teológicas, morales o doctrinales. Pero las ruedas de prensa las carga el diablo. Yo le deseo a don César toda clase de éxitos en su recién estrenado cargo de secretario general de la Conferencia Episcopal, entendiendo por éxito, no lo que entiende el mundo, sino la cruz de Cristo, por fidelidad al Señor hasta dar la vida por Él, si fuere preciso.

¿Y Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, aun cuando los haga esperar? Os digo que hará justicia prontamente. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?

Ven, Señor Jesús. No tardes, que perecemos.