Ideologías
Dice el Diccionario de la RAEL que una ideología es el conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.
Sin embargo, en un sentido más estricto, todos entendemos por ideologías al conjunto de ideas que caracterizan a un determinado grupo político. Las ideologías dominantes hoy en día nacen todas ellas a partir de la Revolución Liberal. Y de un modo u otro, las demás ideologías son hijas más o menos bastardas del Liberalismo.
El Liberalismo parte de la autonomía del ser humano. El hombre es libre y cada uno decide qué hacer con su vida o cómo buscar su felicidad. Cada hombre se dicta sus propias leyes morales y se rige por sus propios principios, sin admitir ningún tipo de coacción por parte de nadie: ni siquiera de Dios. Ahora bien, lo que para uno está bien puede estar mal para otro.
¿Cómo organizamos la sociedad para evitar los choques de intereses permanentes entre individuos y colectivos? Mediante el Estado de Derecho: mediante las leyes aprobadas en los parlamentos por las mayorías. La estadística se convierte así en la última instancia de legalidad y de moralidad. Dice Kant que una sociedad llena de demonios funcionaría bien siempre y cuando se cumplieran las leyes positivas aprobadas por la mayoría.
El liberal niega la obediencia debida a Dios y a su Ley Eterna y determina que cada ciudadano es ley de sí mismo. De esa ideología de inspiración claramente luciferina («non serviam») provienen todos los males que hoy nos aquejan.
Los primeros que empezaron la persecución religiosa en el siglo XIX fueron los liberales que incautaron los bienes de la Iglesia, quemaron templos y asesinaron curas, monjas y frailes, por ser enemigos de la libertad y de la Revolución.
El climax del liberalismo es la Ideología de Género, que eleva la propia voluntad, por disparatada o absurda que sea, a categoría de ley. Cada uno se autodetermina y decide cuál es su opción «de género» favorita en cada momento. Los deseos del hombre se vuelven así realidad y sin necesidad de genios ni de lámparas: puedo ser lo que yo quiera ser. Sin límites. Sin cortapisas. Mis deseos se imponen a la realidad misma, a la biología, a la ciencia, al sentido común… La ideología de género es el último escalón que le faltaba por subir al Liberalismo más feroz.
El Nacionalismo no es sino la ideología liberal aderezada con el sentimentalismo romántico: ese amor exaltado a la propia tierra. La nación se convierte en un ídolo, en un falso dios, al que hay que obedecer y adorar ciegamente, justificando incluso la violencia y los actos terroristas en su nombre.
El nacionalismo se puede confundir con el patriotismo. Pero no es lo mismo. El patriota ama su tierra sin despreciar ni menoscabar a las demás patrias. El nacionalismo suele hacer precisamente lo contrario: dividir a la sociedad bajo un paraguas chovinista y supremacista. Un paraguas pequeño en los que no todos encuentran cobijo. Vemos pues que el nacionalismo es excluyente. El patriotismo sin embargo es incluyente, no necesita enemigos. El patriotismo une, el nacionalismo desune. Decía Charles de Gaulle que el «patriotismo es cuando el amor por tu propio pueblo es lo primero; nacionalismo, cuando el odio por los demás pueblos es lo primero».
El comunismo y el anarquismo parten del mismo concepto de persona que los liberales. Parten de la autonomía de la persona respecto a Dios. Pero ahora le añadimos otros ingredientes: la lucha de clases, el odio a Dios y a la Iglesia y a todos los que se les oponen de una u otra manera.
La dialéctica marxista explica la historia y la sociedad como la lucha permanente entre ricos y pobres, explotadores y explotados. El odio es el motor de la Historia. Y la solución al conflicto pasa por la violencia y la toma del poder para establecer una dictadura del proletariado: partido único; prohibición de otras ideologías y partidos, tildados de burgueses y contrarrevolucionarios; control absoluto de la sociedad y represión de toda disidencia.
Los comunistas y anarquistas continuaron en el siglo XX la persecución contra los católicos en España que habían iniciado los liberales en el XIX. Quemaron iglesias e imágenes religiosas (llegaron a fusilar, y luego a dinamitar, la imagen del Sagrado Corazón del Cerro de los Ángeles). Asesinaron a obispos, religiosos, curas y seglares por el mero hecho de ser católicos. El odio a Dios alcanzó en España en los años 30 del siglo pasado cotas de sadismo y de maldad inimaginables.
Como reacción al peligro comunista, surgen en Europa en los años 20 y 30 las ideologías de extrema derecha: el Fascismo y el Nazismo.
El Fascismo es un nacionalismo extremo, totalitario y antiliberal. El fascista rinde culto al líder, a las banderas y a los uniformes. El amor desmedido a la patria y el culto al líder convierten al Fascismo en una ideología idolátrica con elementos neopaganos. Dios no es lo más importante, ni mucho menos, para un fascista, lo es la Patria, el uniforme, la bandera, el partido y, sobre todo, el Caudillo. Violentos e intolerantes, también se caracterizan por el odio a sus enemigos, que son todos aquellos que no piensan como ellos, a los que consideran traidores a la patria.
El Nazismo, similar al Fascismo, le añade el factor racista, mucho más acusado que en el Fascismo (aunque los fascistas también son racistas y xenófobos). La superioridad de la raza aria y la necesidad de aumentar su espacio vital llevaron a los nazis a invadir toda Europa y a perseguir a judíos, gitanos, comunistas, etc.
El Nazismo bebe de las ideas de Nietzsche y asume su concepto de superhombre: el hombre que está por encima del bien y del mal y que determina por sí mismo sus leyes morales (lo mismo que los liberales, dicho sea de paso), al margen de la moral cristiana, a la que combaten y califican de moral de esclavos. A los débiles hay que eliminarlos para mejorar la raza y aumentar la gloria del Imperio. El Nazismo tiene aspectos darwinistas y malthusianos dentro de su ideología perversa y asesina.
Obviamente, el Fascismo, el Nazismo y el Comunismo fueron ideologías condenadas por la Iglesia, como antes lo había sido igualmente el Liberalismo. Cualquier ideología que no ponga a Dios y a su Ley Eterna y Universal como cimiento de la sociedad, que no reconozca la soberanía de Cristo, debe ser combatida y rechazada.
Después de la II Guerra Mundial, en Europa se alternan en el poder democristianos y socialdemócratas.
La Socialdemocracia fue un invento de los Estado Unidos para hacer frente a la amenaza comunista en plena Guerra Fría. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial la socialdemocracia europea abandonó completamente el marxismo y elaboró una «visión diferente de las relaciones entre capitalismo y socialismo»,centrando su propuesta en «una mayor intervención estatal en los procesos de redistribución que en los de producción, de forma que una política fiscal progresiva permita consolidar eficazmente la red asistencial que configura el Estado de bienestar» (dándose pues así la ruptura definitiva de la socialdemocracia con el marxismo en general).
El momento decisivo se produjo en 1959 cuando el Partido Socialdemócrata Alemán abandonó formalmente el marxismo, renunciando a «proclamar últimas verdades», e identificando completamente socialismo y democracia. Así el SPD se propuso crear un «nuevo orden económico y social» conforme con «los valores fundamentales del pensamiento socialista» —«la libertad, la justicia, la solidaridad y la mutua obligación derivada de la común solidaridad»— y que no se consideraba incompatible con la economía de mercado y la propiedad privada.
La Democracia Cristiana fue el invento de Maritain, apoyado por Pablo VI, para tratar de adaptar y conjugar la doctrina social de la Iglesia con la democracia liberal. Pretende conjugar la democracia con los principios filosóficos cristianos: la primacía de lo moral, la dignidad de la persona o la primacía del bien común y de la justicia social. Los democristianos colocan a la persona en el centro, principio y fin de toda acción política, tanto en su dimensión espiritual como material. El liberalismo y la democracia cristiana son antropocéntricas; diría que son verdaderas antropolatrías.
Pero para un católico, la persona, el hombre, no puede ser el centro. En el centro tienen que estar las Tres Personas Divinas, que son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: la Santísima Trinidad. El único centro, el único Señor, es Cristo. Dios es el principio y el fin. Cristo es el Rey, es Señor de la vida personal y social. Los males que hoy padecemos (entre ellos el aborto, la eutanasia, el divorcio, la epidemia de suicidios, etc.) y que han invadido la tierra como una auténtica pandemia, se deben a que la mayoría de los hombres se han alejado de Jesucristo y de su ley santísima, tanto en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado. Y nunca resplandecerá una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones sigan negando y rechazando el imperio de nuestro Salvador.
El liberalismo parte de la soberanía del hombre y no de la soberanía de Dios. Según la doctrina católica, la soberanía en la comunidad política, quienquiera que sea su titular, debe estar sometida jurídicamente al orden moral (a la soberanía de Dios). De modo que la instancia suprema, jurídicamente operativa, esté por encima de lo que es legítimamente variable. Es necesario que el sistema mismo sea moral, es decir, que esté constituido de tal forma que no sea legítimo dentro de él atentar contra la ley moral universal; es decir, contra la Ley de Dios. El Liberalismo, en cambio, va directamente contra Dios y contra la Ley de Dios. El hombre ya no se considera como alguien creado por un Creador, sino que cada uno se crea a sí mismo. El hombre ya no tiene como fin último la gloria de Dios (ir al cielo), sino que ya no hay un más allá: solo pura inmanencia. Así que el paraíso democristiano y el socialdemócrata coinciden, básicamente, en el Estado del Bienestar.
Los católicos liberales y los democristianos viven en una permanente contradicción: aprueban el árbol y reprueban los frutos. Aprueban el sistema permisivo liberal que acepta los designios de las mayorías y luego se quejan y condenan sus consecuencias: divorcio, aborto, leyes educativas adoctrinadoras, eutanasia, leyes de género y lgtbi…
«No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas» (Lc. 6, 43-44).
De un árbol malvado, no se pueden esperar frutos de santidad. De un sistema perverso e impío solo se pueden esperar leyes inicuas.
Todas las ideologías alejan y apartan de Dios: odian a Dios. Y sin Dios, lo que queda es el infierno. Nada bueno nos pueden ofrecer las ideologías. Así que yo, personalmente, no tengo más ideología que la doctrina perenne de la Santa Madre Iglesia. Mi único Credo es el de la Iglesia. No creo en partidismos ni en sectarismos, sino en la Comunión de los Santos. Mi única ley es la Caridad y mi único Señor es Jesucristo. Así que ni soy liberal, ni nacionalista, ni comunista, ni anarquista, ni fascista, ni nazi, ni socialdemócrata ni democristiano… Soy solo católico: ni más ni menos. Así que ya lo saben… De Cristo: solo de Cristo. Y de nadie más. Eso me da la libertad de los hijos de Dios.
Nada sin Dios.
19 comentarios
Le envío el enlace a un artículo muy interesante que a mí me abrió los ojos en este tema, pues antes también pensaba en el mismo sentido que se expresa usted:
https://panampost.com/emmanuel-rincon/2020/04/13/fascismo-extrema-izquierda/
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Pedro L. Llera
Los límites entre la extrema derecha y la extrema izquierda siempre son borrosos. De hecho, Mussolini militó en el Partido Socialista Italiano. Y el Nazismo es el Partido Nacional Socialista también.
Como bien expresa usted, dado que del Liberalismo surge todas las demás ideologías, es lógico que la Iglesia la haya condenado sistemáticamente desde el principio.
Sobre “las extremas”, al final no deja de ser algo estéril el adjetivo que se les quiera dar: son nefastas en cualquier caso; además, “derecha” e “izquierda” nada me dicen, salvo para orientarme en un espacio físico.
Al no votar, algunos me califican de “anarquista”: absurdo. También, que con mi abstención favorezco “a unos o a otros”. Lo cual, aparte de ser muy discutible en términos matemáticos, me trae sin cuidado. En conciencia no puedo votar a nadie. Punto.
Soy (o lo intento, con mis limitaciones) como usted muy bien describe al final.
Oremos
¡Buen artículo Pedro!
Pareciera que la paz será definitiva y perfecta cuando el Señor Jesús sea el único Rey, lo que lleva a la idea de un Reino monárquico. Pero su Reino no es (todavía) de este mundo sino del futuro.
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Pedro L. Llera
Cristo reina. Cristo es Rey. Él vive y reina (ayer, hoy y siempre), por los siglos de los siglos.
Base falsa si las hay, e insostenible. Ni siquiera es difícil darse cuenta de que esa autonomía es una burda quimera, pero claro, apartándose de Dios, termina el hombre por apartarse de la razón y la realidad mismas.
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Pedro L. Llera
Nuestra vida está en manos de Dios. El Universo, el Planeta, todo está en manos de Dios. Nada ocurre sin que Dios lo quiera o lo permita. Y hasta de los peores acontecimientos, es capaz Dios se sacar algo bueno.
Creer que mi vida depende de mí o que el futuro del planeta está en nuestras manos implica un ejercicio de soberbia absolutamente luciferina.
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Pedro L. Llera
Primero, muchísimas gracias por sus bendiciones. Con ellas me siento más que pagado.
Encíclica contra el fascismo:
Non abbiamo bisogno, de Pío XI en 1931.
Encíclica contre el Nazismo:
Mit Brennender Sorge (14 de marzo de 1937) | PIUS XI
Encíclica contre el Comunismo:
Divini Redemptoris (19 de marzo de 1937) | PIUS XI
Discutir sobre ideologías y formas de gobierno es una quimera.
Acaba por circunscribirse a una especie de esclavitud de la moda y el tiempo, lo que en ese momento pegue fuerte y si hace 30 años algo estaba mal ahora está bien y al revés.
Ocurre que lo absoluto,la verdad y la eternidad no se rigen por esos parámetros tan relativistas.
Lo esencial. Aunque se diga que el nacionalismo, el hitlerismo, el fascismo u otros "itsmos" son contrarios a la razón, lo cierto es que son hijos de la Ilustración. La cual proclama la autonomía total del ser humano, sin que esté subordinado a otra instancia superior.
Inicialmente se dice que el hombre ha de seguir a la razón y a su conciencia, pero si éstas no son encarnación o medida de alguien o de algo trascendente, al final el hombre no tiene más guía que sí mismo. Y su libérrima voluntad.
Ahora, en medios sedicentes católicos, se está poniendo de moda tachar de "ideología" los escritos o acciones de aquéllos que denuncian las estructuras de pecado que se han ido instalando en la sociedad. "Son unos ideólogos que buscan provecho político", dicen.
Hace "ideología" el obispo que, de acuerdo a la legislación de la Iglesía, prohibe comulgar a políticos declaradamente pro-aborto e ideología de género (Mons. Cordileone); hacen "ideología" los movimientos pro-vida americanos (ver nota deplorable de la Academia Pontificia para la Vida sobre la reciente sentencia del TS americano); es un "ideólogo" el que denuncia repetidamente las aberraciones cometidas en ámbitos clericales o por los partidos de derechas afines a la Jerarquía eclesial (JM de Prada), etc. etc.
Se trata de una manipulación del lenguaje al estilo estructuralista más puro.
Que Dios te bendiga y te guarde junto a tu querida familia, en tu nuevo destino.
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Pedro L. Llera
No me queda claro su comentario.
¿Cree usted que busco algún provecho denunciando las ideologías?
De ser así, ¿qué tipo de provecho se supone que busco?
2. El Socialismo es hijo del Liberalismo.
3. Según en qué pilares se apoye cada ideología es una u otra.
4. Es necesario recordar que hay 2 tipos de Liberalismo: el que es liberal de Dios, civil y/o eclesial, o el que es liberal del Estado, economía de mercado.
5. Todos son ideologías menos el liberalismo de economía, pues es tan real que afecta a un mercado racional.
6. Toda ficción de las ideologías son nefastas por la comunidad humana.
7. La ideología llamada de derechas no es ideología mientras no se retire de la realidad. Esto es, no existe la derecha sino la realidad o hechos que se dan objetivamente. Luego hay quien dice ser de derechas y es en realidad un liberal de Dios o de izquierdas según derivado del Socialismo.
2. A lo que le respondí: un hecho histórico no es una idea.
3. Y además, le dije, que es un hecho histórico el que Dios se haya hecho hombre.
4. Por lo que, concluí, que todas las religiones son ideologías excepto la judeo-cristiana porque la fe católica se basa en hechos históricos, no en ideas que sólo están en la mente de las personas.
Justamente Mit Brennender Sorge contiene una sentencia muy clara:
DOCTRINA Y ORDEN MORAL
"34. Sobre la fe en Dios, genuina y pura, se funda la moralidad del género humano. Todos los intentos de separar la doctrina del orden moral de la base granítica de la fe, para reconstruirla sobre la arena movediza de normas humanas, conducen, pronto o tarde, a los individuos y a las naciones a la decadencia moral. El necio que dice en su corazón: No hay Dios, se encamina a la corrupción moral (Sal 13[14],1). Y estos necios, que presumen separar la moral de la religión, constituyen hoy legión."
Esa afirmación terminante aplica hoy y seguirá vigente siempre.
- San Juan -
Epístola Universal
- Sta. Teresa de Ávila -
Moradas séptimas
1. Me parece que el apellido de Maritain está mal escrito. (Agrega una "e")
2. ¿Dónde queda la llamada teología de la liberación? (En Latinoamérica tiene gran difusión)
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