Reflexiones sobre el aborto, el infanticidio y la eutanasia en Peter Singer

Hoy se ha celebrado una manifestación multitudinaria en Madrid contra el aborto. Hace unos días el Tribunal Supremo Norteamericano derogaba el derecho al aborto en los Estados Unidos.

Pero si quieren ustedes conocer y comprender el pensamiento del progresismo moderno sobre los temas de bioética, tienen ustedes que leer el artículo Reflexiones sobre el aborto, el infanticidio y la eutanasia en Peter Singer (pinchen en «Download full-text PDF») del doctor Leopoldo José Prieto López, profesor de la Universidad Francisco de Vitoria. Si pinchan en el enlace que hay en el título del artículo, podrán descargar el PDF y leerlo con tranquilidad. Les garantizo que no tiene desperdicio, que es sencillo de leer y que resulta sumamente revelador para entender en qué mundo vivimos y qué piensan los progresistas, profundamente anticristianos y neopaganos e inmorales hasta la náusea. Sobre todo, si tenemos en cuenta que Singer es uno de los gurús más influyentes en el progresismo globalista que nos domina. 

Yo solo voy a hacer un resumen lo más breve posible del artículo del doctor Prieto, con algún comentario de cosecha propia. Pero les acosejo ir directamente a la fuente.


Para Singer, «todos los animales son iguales». Amparado en esta esencial igualdad, Singer rechaza el llamado principio de la santidad o sacralidad de la vida humana. Como el mismo autor se pregunta: «¿Por qué la vida humana habría de tener un valor especial?».

Y digo yo: empezamos diciendo que todos los animales son iguales y acabamos tratando al ser humano peor que a las bestias.

Singer distingue entre ser humano y persona, afirmando que no a todo ser humano (como miembro de la especie Homo Sapiens) le corresponde la dignidad de ser persona, mientras que ciertos animales no humanos, sobre todo los grandes simios, serían personas. «Los dos sentidos de “ser humano”, es decir, el biológico y moral, se solapan, pero no coinciden. El embrión, el feto en los últimos estadios, el niño intelectualmente discapacitado en grado profundo, incluso el recién nacido, todos son indiscutiblemente miembros de la especie Homo Sapiens, pero ninguno de ellos es autoconsciente», o, lo que es igual, ninguno de ellos es persona.

El principal argumento contra el aborto se expresa en el siguiente silogismo:

1. Premisa mayor: es malo matar a un ser humano inocente; 2. premisa menor: un feto humano es un ser humano inocente; 3. conclusión: luego es malo matar a un feto humano.

Según Singrer, tanto conservadores como liberales concuerdan en la premisa mayor. Sin embargo, los segundos impugnan la premisa menor, dado que, en su opinión, el feto humano no es un ser humano. Por tanto, en lo esencial, la polémica sobre el aborto se limita a determinar si el feto es o no un ser humano; más en concreto, en la determinación de cuándo comienza la vida humana. Ahora bien, como reconoce el propio Singer, bajo este aspecto «es difícil minar la posición conservadora», dada la continuidad interrumpida entre el óvulo fecundado y el niño recién nacido. El conservador, seguro de la superioridad de su tesis, desafía al liberal a que señale en qué estadio de este proceso gradual se produce el paso de una vida no humana a una vida humana que pudiera ser utilizado como límite moral para la justificación del aborto. En el caso de no encontrarse un límite de discontinuidad, habría de adoptarse una de las dos siguientes opciones: o bien elevar el estatuto del embrión al del niño (lo que implica la posición de condena rotunda del aborto) o bien rebajar el estatuto del niño al del embrión (lo que implicaría la aceptación del infanticidio y la derogación de la premisa mayor). Ante este callejón sin salida los partidarios del aborto vacilan y buscan otro tipo de argumentos (indirectos).

Pero ahora analicemos brevemente los intentos realizados por los defensores del aborto para demostrar la discontinuidad entre la vida no humana y la vida humana del embrión, lo que desmentiría nuestra premisa menor, y consiguientemente, la ilicitud del aborto. El intento de esta demostración se reduce a determinar un momento en el cual se halle un límite moralmente significativo para la diferenciación entre el óvulo fecundado y el niño recién nacido. Los candidatos propuestos para ocupar el momento de la diferenciación son los cuatro siguientes: el nacimiento, la viabilidad (fuera del claustro materno), el comienzo del movimiento y el comienzo de la conciencia.

1. El nacimiento. Difícilmente podrá sostenerse que el nacimiento es el momento en el cual algo hasta entonces no humano comienza a ser humano. Singer afirma, con razón, que el nacimiento es la frontera de la visibilidad, y que por tanto coincide con nuestros sentimientos, pues «nos conmueve menos la destrucción de un feto que nunca hemos visto que la muerte de un ser que todos pueden ver, oír y abrazar». Pero es claro que el nacimiento no puede ser el momento de la humanización de algo hasta entonces no humano. En realidad, el embrión o el feto no cambian de naturaleza por hallarse dentro o fuera del cuerpo de la madre. El nacimiento no cambia más que la ubicación. Admitir lo contrario implicaría que el cambio de lugar opera una transformación en la naturaleza del feto, lo cual es absurdo. El argumento del nacimiento, pues, apela a los sentimientos, a la vez que desafía a la lógica.

2. La viabilidad. Si el momento del nacimiento no opera una transformación esencial en el feto (de no humano a humano), tampoco parece que la pueda operar el momento de la viabilidad. La viabilidad del feto en nuestros días depende mucho más del desarrollo de la técnica de la pediatría que de la capacidad del feto de sobrevivir por sí mismo fuera de su ámbito natural. Establecer de tal modo el momento de la viabilidad como límite de la licitud del aborto conduciría a absurdos como autorizar el aborto en lugares técnicamente atrasados (donde el feto no resultaría viable) y rechazarlo en lugares donde hay técnicas de pediatría avanzada (donde es viable).

3. La movilidad. Ni el nacimiento ni la viabilidad comportan una diferencia en el proceso de desarrollo del embrión y del feto que pueda tener relevancia moral en la cuestión sobre la licitud del aborto. Menos aún parece serlo el momento de la movilidad del feto en el seno de la madre, sobre todo porque se trata del movimiento que la madre puede percibir y no del movimiento mismo del embrión o del feto. El feto está vivo y se mueve antes de que la madre perciba sus movimientos. Y desde luego ni la capacidad para el movimiento físico ni su incapacidad confieren o deniegan a nadie el derecho a seguir viviendo.

4. La conciencia. Un último criterio de posible discontinuidad en el desarrollo del embrión ha sido rastreado en el momento de adquisición de la conciencia. Pero los partidarios del aborto (que son los obligados, por la carga de la prueba, a demostrar la existencia de un momento de transformación de algo no humano en algo humano) han abandonado este argumento, porque les parece poco generoso en el tiempo disponible para abortar. El criterio del inicio de la conciencia podría postular la licitud del aborto sólo hasta la séptima semana de la fecundación del óvulo, momento en el que al parecer comienza la actividad cerebral del embrión y con ella la posibilidad de sentir dolor.

Recusados, pues, los cuatro candidatos propuestos por los defensores del aborto a favor de un límite temporal entre lo no humano y lo humano, hay que considerar fracasado el intento liberal –en expresión de Singer– de desmentir la validez de la segunda premisa (es decir, que el feto humano es un ser humano). De este modo –es el propio Peter Singer quien lo afirma– el conservador se asienta sobre tierra firme cuando insiste en que el desarrollo desde el embrión hasta el niño es un proceso progresivo sin interrupciones

Aún así, aunque se admita que el feto es un ser humano (dado que no se ha podido demostrar lo contrario), el aborto puede ser despenalizado. Los argumentos aducidos han sido varios.

1. Argumento sociológico. Se dice que las leyes punitivas del aborto no erradican su práctica, sino que la hacen clandestina, con el consiguiente riesgo para la salud y la vida de la mujer. Este argumento sociológico pretende ser una demostración de la inoportunidad de las leyes punitivas del aborto y no tanto una razón contra la idea de que el aborto es malo. Frente a la maldad intrínseca de causar la muerte a un ser humano inocente, las condiciones sociales de aplicabilidad de las leyes punitivas del aborto y las condiciones procesales de su perseguibilidad no pueden alterar la naturaleza gravemente ilícita de tal tipo de conducta. Una acción de tal modo inmoral como es el aborto no puede ser ni moralmente justificada ni legalmente admitida apelando a razones sociales.

2. Argumento del orden público. Sentando inicialmente la premisa de que la práctica del aborto es una cuestión que atañe únicamente a la moralidad privada, algunos han pretendido que ésta debería escapar a la jurisdicción de las leyes, cuya misión no es custodiar la moralidad de las personas, sino velar por el mantenimiento del orden público y de las condiciones indispensables para la vida en común. Se trata, de nuevo, como se ve con facilidad, de un argumento sobre la ley, no sobre la moralidad del aborto. El argumento, que puede llamarse del rechazo de los crímenes sin víctimas, se suele aplicar a delitos como la prostitución, el juego, el consumo de drogas, etc. Entre estas conductas querría incluirse el aborto. Se dice en tal sentido que ningún grupo social debe intentar forzar a los demás a hacer propia una determinada concepción moral y que en una sociedad pluralista se debe dejar en manos de la mujer interesada la decisión sobre la prosecución o la interrupción del embarazo. Ahora bien, pretender que el aborto es un crimen sin víctima es una falacia que ni siquiera convence a los que la proponen. 

3. Argumento feminista. En ambientes feministas es frecuente oír que la mujer tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que le plazca. Es el tercer y último argumento indirecto. Tampoco niega este argumento que el feto sea un ser humano. Se trata de que, aun siéndolo, se debe preferir la libre decisión de la mujer a la vida del embrión. La cuestión en el fondo no es difícil de dilucidar: el feto está en el cuerpo de la madre, pero no forma parte de él. Únicamente está albergado en él. De manera que tampoco este argumento, bastante pobre, puede justificar que, a pesar de todo, el aborto sea admisible.

Vuelvo a meter baza yo: aquí está en juego, otra vez, el concepto de persona. Si una persona es un ser racional y autónomo, el feto no es persona; pero la mujer sí. En consecuencia, el feto no tiene derechos porque no es persona. Y es la mujer quien tiene derecho, desde su autonomía como persona, a deshacerse de su hijo o a seguir adelante con el embarazo. 

Singer acepta sin dificultad la premisa menor, pero rechaza la mayor. En otras palabras: acepta sin dificultad que «un feto humano es un ser humano inocente»; pero no tiene reparos en rechazar el argumento de que «es malo matar a un ser humano inocente». Es indiscutible en su opinión que el feto es un ser humano, pero es perfectamente discutible que «sea malo matar a todo ser humano». Más aún, no es sólo discutible, es falso. Ya lo sabíamos, en realidad. Negando el principio de la sacralidad de la vida humana, no hay dificultad en negar igualmente que, como dice la premisa mayor de nuestro razonamiento, «es malo matar a un ser humano». Ambas negaciones son una misma cosa. 

Repitamos: no se trata –según Singer– de negar que el feto sea un ser humano, pues es innegable que lo es. Se trata de que, aunque sea un ser humano, no por ello tiene un derecho incondicionado a la vida. En definitiva, matar a un ser humano no es malo en todo caso. Por el contrario, como cree Singer, hay casos en que hacerlo puede ser, si no bueno, al menos correcto: embarazos no deseados, por medio del aborto; nacimientos de niños con graves patologías físicas o psíquicas, por medio del infanticidio; vidas que carecen de la calidad mínima para merecer ser vividas, por medio de la eutanasia: he aquí tres casos en que es correcto matar a un ser humano

La vida de un embrión humano no tiene más valor –dice Singer– que la de un animal no humano con un nivel similar de racionalidad. Singer no aclara nunca qué entiende por racionalidad de los animales. Se limita únicamente a remitir a tratadistas que intentan probar que los animales poseen capacidades racionales. Dejamos ahora de lado la cuestión de la racionalidad de los animales. En cualquier caso, Singer cree que, puesto que el embrión humano no es persona (según lo anteriormente dicho), no tiene el mismo derecho a la vida que los animales no humanos racionales (que para nuestro autor suelen coincidir con los mamíferos). Ahora bien, lo que se dice del embrión en relación con el aborto, se aplica igualmente al recién nacido en relación con el infanticidio y al discapacitado mental profundo en relación con la eutanasia.

Para nuestro autor, un niño recién nacido no es persona, porque no es racional ni autoconsciente. Pero si el feto humano no tiene derecho a la vida porque no es persona, tampoco la tiene el recién nacido porque, siguiendo tal criterio de personalidad, tampoco lo es. «La vida de un recién nacido es de menor valor para él que la vida de un cerdo, un perro o un chimpancé lo es para el animal no humano», nos dice Singer con su característico estilo. De hecho, desde el punto de vista moral, hay una sustancial identidad entre aborto e infanticidio. Como ya sabemos, el nacimiento no es más que el cambio de lugar del feto. Y un cambio de lugar no puede hacer que sea ilícito lo que antes de tal cambio era supuestamente lícito. Si el aborto es lícito, el infanticidio lo es también. No es la colocación del feto lo que determina la inmoralidad de aborto e infanticidio, sino la posesión o carencia de la personalidad. Singer se adelanta a asegurar que no pretende declarar la impunidad de cualquier desalmado o psicópata que quiera matar niños recién nacidos. Naturalmente, las condiciones dentro de las que el infanticidio podría ser legal, serían establecidas rigurosamente. 

En opinión de Peter Singer, deberían ser tres condiciones para el infanticidio: gravedad de la enfermedad física o psíquica del recién nacido, plazo de un mes posterior al nacimiento para su práctica y consentimiento de los padres. 

Así pues, el embrión, el feto y el recién nacido no son personas porque carecen de conciencia. Pero éste también es el caso de los enfermos mentales profundos. Luego tampoco ellos son personas. Ahora bien, ¿qué diferencia hay entre quitar la vida a los primeros antes, o hasta un mes después, del nacimiento que quitársela a aquellos enfermos incurables en un estado avanzado de su vida? Desde luego ninguna diferencia esencial. Si el lugar (dentro o fuera del claustro materno) no es criterio válido para determinar la ilicitud de aborto e infanticidio, el tiempo tampoco debe serlo en la práctica de la eutanasia en los casos de seres humanos que, aunque adultos, no poseen el ejercicio de las facultades de las que, según Singer, depende la personalidad. Naturalmente en estos casos de patologías mentales graves la lógica materialista abogaría por tomar la decisión de quitar la vida en el momento mismo del nacimiento (o antes si fuera posible) y no posponerla inútilmente. Según esta mentalidad, lo más acertado sería en realidad –como siempre ha postulado la eugenesia– la decisión de impedir la procreación a aquellos seres humanos transmisores de tan triste enfermedad. En términos de filosofía utilitarista y de minimización del dolor, la esterilización es preferible al aborto, así como el aborto es preferible al infanticidio y el infanticidio a la eutanasia. Es importante notar que se trata siempre de un mismo iter. Intervenir evitando o eliminando la vida del ser humano que no es persona no debe plantear problemas morales si ello se realiza en una forma indolora. 


Conclusiones propias:

Esto es lo que pasa cuando se niega la sacralidad de la vida humana. Este es el progresismo de quienes defienden el aborto, la eutanasia y hasta el infanticidio; por no hablar de la eugenesia o la esterilización de los que no pasen el control de calidad.

La lógica del materialismo ateo es implacable, cruel, desalmada, inhumana, bárbara, incivilizada, atroz.

El concepto de «persona» ya no nos vale. Hay que volver al Génesis:

 Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra.

Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó.

Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»

Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento.

Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento.» Y así fue.

Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardecío y amaneció: día sexto.

Dios crea hombres y mujeres a su imagen y semejanza: seres humanos. Nuestra vida es sagrada porque somos creado por Dios y para Dios. Y es Dios mismo quien infunde en nosotros el alma inmortal que nos hace ser los que somos: únicos, distintos, insustituibles. 

Toda vida humana es digna porque es obra de Dios. Y da igual la edad o el estado de salud o la autonomía personal. Aunque estés en una silla de ruedas o parapléjico, tu vida es igual de digna y de valiosa. Un anciano no es un estorbo: es un hombre sabio por su experiencia, digno de respeto y de beneración por su familia y por toda la sociedad. No es un trasto viejo que no sirve para nada y que es mejor quitarse de en medio. La utilidad o la rentabilidad no son los criterios que dan o quitan dignidad a los seres humanos, sino el ser imagen y semejanza de Dios. Y si están bautizados, el ser hijos de Dios y templos del Espíritu Santo, nada más y nada menos. 

Hay que acabar de una vez con el concepto kantiano de persona como ser racional y autónomo, que solo es aplicable al ser humano adulto y sano y que excluye a los no nacidos, a los enfermos, a los ancianos que han perdido su autonomía o a los enfermos mentales.

Hay que acabar con las filosofías diabólicas que consideran que un cerdo tiene más dignidad que un recién nacido y que se preocupan más del bienestar animal que de la vida de los seres humanos en fase de gestación. 

Hay que acabar con las filosofías que dicen que todo ser sintiente es una persona y que tenemos que reconocerle derechos, como hacen los veganos, porque todas las hierbas y los frutos de los árboles y todos los animales de la tierra y las aves del cielo y los peces del mar nos han sido dados por Dios para que comamos. Y vio Dios que todo era bueno.

Quieren acabar con la Civilización Cristiana a toda costa y ello pasa por impugnar la sacralidad de la vida humana. Llevan siglos intentándolo desde fuera y desde dentro de la propia Iglesia. Se trata de la guerra entre las dos ciudades que describía San Agustín: 

Dos amores fundaron, pues, dos ciudades, a saber: el amor propio hasta el desprecio de Dios, la terrena; y el amor de Dios hasta el desprecio de sí propio, la celestial. La primera se gloría en sí misma, y la segunda, en Dios, porque aquélla busca la gloria de los hombres, y ésta tiene por máxima gloria a Dios, testigo de su conciencia. Aquélla se engríe en su gloria […]. En aquélla, sus príncipes y las naciones avasalladas se ven bajo el yugo de la concupiscencia de dominio, y en ésta sirven en mutua caridad, los gobernantes aconsejando y los súbditos obedeciendo. Aquélla ama su propia fuerza en sus potentados, y ésta dice a su Dios: A ti he de amarte, Señor, que eres mi fortaleza (Sal 17,2). Por eso, en aquélla, sus sabios, que viven según el hombre, no han buscado más que o los bienes del cuerpo, o los del alma, o los de ambos […]. Creyéndose sabios, es decir, engallados en su propia sabiduría a exigencias de su soberbia, se hicieron necios […]. En ésta, en cambio, no hay sabiduría humana, sino piedad, que funda el culto legítimo al Dios verdadero, en espera de un premio en la sociedad de los santos, de hombres y ángeles, con el fin de que Dios sea todo en todas las cosas (1 Cor. 15,28).

Los filósofos modernos, como Peter Singer, cegados por la soberbia, se vuelven necios. Pero estos necios son peligrosos y quieren destruirnos a toda costa. Desprecian a Dios y pretenden destruir al hombre y todo rastro de civilización.

Pero los impíos no han conseguido destruir la Iglesia ni lo conseguirán. Porque de Dios es la Historia y el poder del infierno no prevalecerá. Cristo vence, Cristo Reina, Cristo Impera. De Dios es el poder y la gloria por los siglos de los siglos.

¡Viva Cristo Rey!

11 comentarios

  
Franco
Hay un pequeño detallito que Singer se olvida, y queda de manifiesto en esto:
"Naturalmente, las condiciones dentro de las que el infanticidio podría ser legal, serían establecidas rigurosamente."
Y es que eso de "establecidas rigurosamente" es algo que los progres nunca han podido hacer. Todo proceso relativo al aborto y la eutanasia ha acabado en una pendiente resbaladiza. En Bélgica, por ejemplo, la eutanasia ya se les fue de las manos. Pero no es eso a lo que voy, sino a que la propia lógica de Singer puede (y de seguro lo haría si mucha más gente empieza a pensar como él) acabar en su propia pendiente resbaladiza. ¿Cómo demuestra él que es malo matar a un adulto sano y "útil"? O también, ¿por qué la falta de autonomía debería limitarse a lo biológico, y no incluir lo social? Supongamos que así sucediera, y luego Singer se queda sin trabajo y se vuelve una carga para la sociedad, ¿qué dignidad alegaría tener para no ser eliminado?
26/06/22 11:55 PM
  
Néstor
Brillante, todos los animales son iguales pero no todos los seres humanos son iguales. Avísenle a Orwell que se quedó corto.

Saludos cordiales.
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Pedro L. Llera
Claro... Hay seres humanos que son personas (autónomas y autoconscientes) y seres humanos que no son personas (fetos, niños, locos, enfermos en coma, etc.). Y los seres que nos son personas se pueden asesinar sin escrúpulos, porque no son sujetos de ningún derecho.
Un horror. Los sabios de este mundo se vuelven necios cuando reniegan de Dios.
26/06/22 11:58 PM
  
Juan Mariner
Los satánicos necesitan un filósofo de cabecera que les provea de argumentos (falaces) para justificar su maldad y su misantropía.

En el progresismo y conservadurismo lamec...ista no hay medias tintas, ya es casualidad: divorcio, destrucción de la familia, aborto provocado, gaymonio, eutanasia activa, homosexualismo, transexualismo... Compran el pack entero siempre (unos más pronto y otros más tarde); ya es casualidad que piensen sin matices ni reservas, los lamec... detectan rápido el ideario de sus amos..
27/06/22 10:24 AM
  
Un despistado
Hombre, ahora ya solo queda dar el siguiente paso y es señalar quien metió la filosofía personalista en los seminarios y en todos los institutos sobre la familia. Esta es una de las consecuencias de apartarse del tomismo. Perdón , me he equivocado de página. En infocatólica no se toca a Juan Pablo II, ni a Benedicto, ni a ...Todo empezó con Francisco. ¿Acaso no es el personalismo y el concepto de persona lo que alimenta todas estas manifestaciones provida? Me entristece porque en esta página (me refiero a infocatólica) que tanta gente lee, les parece que son unos guerreros de la Verdad y sólo defienden la tradición a medias. Se quedan a mitad de camino.
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Pedro L. Llera
Yo no me aparto del tomismo. Quienes se aparten, allá ellos...
27/06/22 10:45 AM
  
Franco
Un despistado, sin duda que lo es, porque yo en los años que llevo leyendo IC vi muchas veces críticas a Juan Pablo II y Benedicto XVI, y numerosísimos artículos acerca de los más remotos orígenes de las infamias actuales. A menos que haya otra web llamada InfoCatólica y yo no me haya enterado.
27/06/22 3:07 PM
  
Maria M.
Sin duda este señor está convencido de lo que dice. Sus razonamientos son muy parecidos a los de alguien completamente pragmático, frio, calculador y carente de vida espiritual, por lo tanto no puede creer en la sacralidad del hombre. Yo nunca podría seguir las ideas de un señor, (por muy inteligente y poderoso que fuera), si tuviera los atributos que arriba menciono.....No me fiaría....Está claro que tampoco cree en la Sacralidad de la vida....menudo personaje, altamente tóxico y según veo, también altamente contagioso, peor que el Covid....SOS
27/06/22 4:57 PM
  
Miguel
Excelente artículo que por "reductio ad absurdum" demuestra la falsedad de las proposiciones progres. La Verdad revelada es creíble no solo por Fe sino por Lógica. Hay que seguir dando la batalla cultural y desmontando falsedades.
Me ha resultado muy útil.
Enhorabuena!!!!
27/06/22 5:49 PM
  
Joselu
Peter Singer es conocido por ser autor de un libro "Liberación Animal " que publicó en los años 70, y que pasa por ser el "catecismo " del movimiento animalista. Es un filosofo de la corriente utilitarista. Y sus ideas, en efecto, llevan a dividir al ser humano, no por razas, ni por origen social o geográfico, sino por capacidad. Habría algo así como prepersonas, fetos y niños, personas y postpersonas, ancianos con discapacidad y personas que por enfermedad o accidente pierden las capacidades de las personas. Sólo estas últimas tienen derecho a la vida. Y, efectivamente, como muy bien dice, personajes como éste son los "progres". Propugnan que un animal en perfectas condiciones puede tener más derecho a vivir que un niño recién nacido o que un anciano con demencia senil. Es uno de los máximos representantes de la cultura de la muerte.
28/06/22 8:41 PM
  
Franco
No, María M., la cosa no va por ahí. Es un error atribuirle moralidad a los rasgos del temperamento. Sin ir más lejos, a mí se me podrían atribuir los tres primeros adjetivos que has mencionado, y nunca he tenido un pelo de ateo.
28/06/22 10:28 PM
  
Jorge Alberto
Excelente resumen. "Esto es lo que pasa cuando se niega la sacralidad de la vida humana". Esto es lo que pasa cuando el alma se vuelve impía. Y así está escrito sobre los impíos:

I Timoteo 1,8-11
[8]Sí, ya sabemos que la Ley es buena, con tal que se la tome como ley,
[9]teniendo bien presente que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los prevaricadores y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreligiosos y profanadores, para los parricidas y matricidas, para los asesinos,
[10]adúlteros, homosexuales, traficantes de seres humanos, mentirosos, perjuros y para todo lo que se opone a la sana doctrina,
[11]según el Evangelio de la gloria de Dios bienaventurado, que se me ha confiado.


II Pedro 2,5-6
[5]si no perdonó [Dios] al antiguo mundo, aunque preservó a Noé, heraldo de la justicia, y a otros siete, cuando hizo venir el diluvio sobre un mundo de impíos;
[6]si condenó a la destrucción las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a cenizas, poniéndolas como ejemplo para los que en el futuro vivirían impíamente...
29/06/22 1:17 AM
  
Jorge Cantu
Maria M.:

"Sin duda este señor está convencido de lo que dice. Sus razonamientos son muy parecidos a los de alguien completamente pragmático, frio, calculador y carente de vida espiritual, por lo tanto no puede creer en la sacralidad del hombre".

Como una especie de robot o un demonio, indiferentes al destino y sufrimiento humano.
03/07/22 5:23 AM

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