Roe vs. Wade
Hoy, festividad del Sagrado Corazón de Jesús y del nacimiento de San Juan Bautista, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha derogado el histórico fallo Roe vs. Wade de 1973, que reconoció el derecho constitucional de la mujer al aborto y lo legalizó en todo el país.
El Liberalismo es así: las mayorías cambian y lo que unos aprueban, otros lo pueden prohibir. Los provida están vendiendo este fallo como una gran victoria. Y lo es. Pero el problema de fondo sigue siendo el mismo: que Occidente ha apostatado. Hemos de apoyar a todos cuantos luchan contra el aborto, contra la eutanasia o contra el adoctrinamiento ideológico de los niños en las escuelas y en todas partes. Claro que sí. Pero no podemos seguir aplaudiendo al Liberalismo y sus constituciones ateas y quejarnos luego de sus consecuencias criminales y abominables.
Como señalaba con toda claridad Pío XI en su Encíclica Quas Primas, el cúmulo de males que hoy padecemos (entre ellos el aborto, la eutanasia, el divorcio, la epidemia de suicidios, etc.) y que ha invadido la tierra como una auténtica pandemia, se debe a que la mayoría de los hombres se han alejado de Jesucristo y de su ley santísima, tanto en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado. Y nunca resplandecerá una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones sigan negando y rechazando el imperio de nuestro Salvador.
Denunciaba contundentemente León XIII, en la Encíclica Libertas Praestantissimum (1888) que el Liberalismo defiende la soberanía de la razón humana que, negando la obediencia debida a la divina y eterna razón y declarándose a sí misma independiente, se convierte en sumo principio, fuente exclusiva y juez único de la verdad. Esta es la pretensión de los referidos seguidores del liberalismo; según ellos no hay en la vida práctica autoridad divina alguna a la que haya que obedecer; cada ciudadano es ley de sí mismo. De aquí nace esa denominada moral independiente, que, apartando a la voluntad, bajo pretexto de libertad, de la observancia de los mandamientos divinos, concede al hombre una licencia ilimitada. Las consecuencias últimas de estas afirmaciones, sobre todo en el orden social, son fáciles de ver. Porque, cuando el hombre se persuade que no tiene sobre sí superior alguno, la conclusión inmediata es colocar la causa eficiente de la comunidad civil y política, no en un principio exterior o superior al hombre, sino en la libre voluntad de cada uno; derivar el poder político de la multitud como de fuente primera. Y así como la razón individual es para el individuo en su vida privada la única norma reguladora de su conducta, de la misma manera la razón colectiva debe ser para todos la única regla normativa en la esfera de la vida pública. De aquí el número como fuerza decisiva y la mayoría como creadora exclusiva del derecho y del deber.
Esa es la verdadera raíz del problema del aborto y de todos los demás males: el liberalismo; la antropolatría que pone en el centro a la persona (humana) y aparta y desprecia a las tres Personas Divinas, a la Santísima Trinidad, y a su Ley Eterna y Universal. Cuando escucho a un católico decir que hay que poner a la persona en el centro, se me ponen los pelos de punta. La raíz de todos los males que nos aquejan es el antropocentrismo. Y no habrá verdadera paz mientras los individuos y las naciones sigan negando el imperio de Dios.
Hoy es un día de alegría para quienes amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Pero no se engañen: el mundo reaccionará violentamente contra esta decisión de prohibir el «derecho al aborto». El mundo apóstata no soporta que los justos denuncien su iniquidad y se revolverá contra nosotros como lo hizo Herodes con Juan, el Bautista: tratará de cortarnos la cabeza. Y no solo lo hicieron con San Juan; hicieron lo mismo con San Juan Fisher, con Santo Tomás Moro y con tantos otros mártires que entregaron sus vidas por fidelidad a Cristo. Nuestro triunfo no pasa sino por la persecución y por la cruz. Y si es necesario, por el martirio. Ojalá, al final de nuestras vidas podamos rezar como San Juan Fisher cuando lo llevaban al patíbulo: «La vida eterna consiste en conocerte a Ti, único Dios verdadero y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra y he cumplido la tarea que Tú me habías confiado».
Que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en el abismo y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre.
¡Viva Cristo Rey!
12 comentarios
https://www.religionenlibertad.com/opinion/819981625/roe-wade-jurisprudencia-arte-menor.html
https://www.religionenlibertad.com/vida_familia/952103994/roe-wade-sentencia-mentiras-manipulacion-lagunas.html
Un saludo.
https://www.lifesitenews.com/news/justice-thomas-revisit-scotus-rulings-on-sodomy-contraception-and-same-sex-marriage/?utm_source=featured&utm_campaign=usa
Con todo, como bien recuerda usted, D. Pedro, no debemos desviarnos del problema de fondo, y que ha expuesto con claridad.
Creo que nada ha sido tan condenado por la Iglesia como el Liberalismo: desde que se empezó a teorizar.
Corresponde a cada uno de nosotros, con la gracia santificante del Espíritu Santo, seguir proclamando el Evangelio.
Por lo demás, si me lo permite, una consideración.
Para mí, el Papa León XIII es uno de los mejores que ha tenido la Iglesia: un regalo del Señor, que, como tantos otros que Él nos da, no siempre lo valoramos ni agradecemos como corresponde. Asistido por el Espíritu Santo, tenía una clarividencia asombrosa e intuyó todo lo que vendría. Impacta la actualidad de sus Encíclicas, como la aquí citada.
Oremos
La duda que a mi me queda con respecto a USA es, ¿Cómo se consolida exactamente lo votado? ¿Quien dice que dentro de X tiempo no se vuelve a dar un giro al tema? Porque entiendo que leyes como tal no se ha aprobado ninguna.
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Pedro L. Llera
El Liberalismo queda perfectamente definido por la cita de León XIII. Significa que cada individuo es autónomo (no depende de nadie: ni de Dios) y se autolegisla (cada uno establece sus propias normas o leyes morales). El Liberalismo va directamente contra Dios y contra la Ley de Dios. El hombre ya no se considera como alguien creado por un Creador, sino que cada uno se crea a sí mismo. El hombre ya no tiene como fin último la gloria de Dios (ir al cielo), sino que ya no hay más allá.
Y para evitar que los intereses de unos individuos choquen contra los de otros, la única solución es el Estado de Derecho; es decir, legislarlo todo. Si yo fumo y a ti te molesta el humo, la mayoría determinará si se puede fumar o no. Y si las mayorías cambian, las leyes también pueden cambiar. Hoy está prohibido fumar y dentro de unos años, ¿quién lo sabe? La opinión pública cambia, las mayorías cambian. Y como no hay ninguna instancia superior al propio hombre, lo que hoy está mal mañana puede estar bien. Esto pasa también con el aborto.
El mismo aborto en sí ya es la exacerbación de la violencia en el mundo, Que tus propios padres te arranquen del vientre de tu madre es la suprema abominación, y que además el Estado lo fomente con sus leyes. Quizás haya alguna atenuante en sus protagonistas por presentar rasgos de psicopatía, presión social machista del entorno, presión institucional...
El contexto del liberalismo es el pandemonium de occidente apóstata, anticristiano y antimariano.
Todos los errores teológicos, filosóficos, científico-ateos-nihilistas que se han desparramado por el mundo han sido generados en el occidente que fue cristiano en su íntima y profunda realidad.
La mayor heregía de los cristianos modernos es separar a María de Cristo, silenciando su Misión de derrotar al demonio mediante el triunfo de Su Corazón Inmaculado en el mundo y llevar a la Conversión a la humanidad. Los que se resistan a responder a su llamado, resisten a Cristo: “Quien rechaza a Mi Madre, a Mí me rechaza” (Mens. de Jesús en S. Nicolás).
El liberalismo y demás extravíos ha quedado desamparados de la verdad, en el páramo desolado del “hombre viejo del pecado” que va a su extinción.
Pues, los recursos materiales con que cuenta el mundo moderno son insuficientes frente al avance indetenible del Reino que crece. Cada día se desgranan los cimientos del primer mundo, del NOM, con que creían contar. Es de observar cómo giran y atropellan buscando rehacer el sistema que se les escapa.
Por eso, es mejor alistarse en las fuerzas de María que combaten junto con las milicias angélicas la batalla final y decisiva.
"Perdón, que alguien me corrija si me equivoco, pero no entiendo la mayor parte del artículo. No entiendo el uso que el autor hace de la palabra "liberalismo".
Hermano: entiendo tu confusión, porque hoy se habla de liberalismo bajo distintas perspectivas (economía, política, educación, incluso la ideología masónica) y a muchos se les escapa la esencia filosófica y teológica del asunto, señalada en el artículo por don Pedro Luis, en la pretensión de establecer como fundamento final de la ideología liberal a una falsa autonomía absoluta del individuo frente a Dios y cualquier autoridad legítima.
Muchos se refieren hoy al 'liberalismo', o se identifican a sí mismos como 'liberales', sobre todo en naciones anglosajonas, poniendo el énfasis simplemente en un régimen socio-político-económico con ejercicio pleno de las 'libertades' del individuo frente a los gobiernos intervencionistas, autoritarios o dictatoriales. Esto, de nuevo, puede llegar a confundirse con un derecho humano inherente a gozar de libertades morales absolutas que derivan en abusos y crímenes que se abren camino en la práctica ante un gobierno, sistema legislativo e instituciones tolerantes y cómplices. Ejemplo de tales abusos (entre muchos otros) son los fraudes financieros, el uso descontrolado de armas y el monstruoso permiso de abortar a los bebés.
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