Los Bárbaros Modernos II
Cuando la filosofía se aparta de Dios, pierde el juicio y deja de ser capaz de distinguir el bien y el mal. La filosofía moderna proclama nuevas éticas sin Dios y acaba justificando la eugenesia, las esterilizaciones, el aborto, el infanticidio, la eutanasia y toda clase de aberraciones. Uno de los gurús de la nueva filosofía, probablemente el filósofo más influyente de los últimos años, es Peter Singer. Les invito a leer un par de entrevistas que aparecen en medios de comunicación españoles:
Peter Singer: “La pandemia ha demostrado que no todas las vidas valen lo mismo”
-¿Cree que sus tesis se están viendo reforzadas?
-Al menos queda demostrado que cuando llega el momento de la verdad y hay que tomar decisiones, la mayor parte de la gente tratará de salvar las vidas de los que pueden sobrevivir más tiempo y en mejores condiciones. En el fondo, si nos sentimos presionados la mayoría echará mano del utilitarismo y no de conceptos relacionados con la santidad de la vida humana. Todo eso está bien cuando no te ves en la tesitura de hacer un juicio definitivo, pero no es verdad que todas las vidas valgan lo mismo. Y no tiene sentido tirar una moneda al aire para decidir si quien vive es el de 40 o el de 80 años.
Singer defiende la necesidad del triaje: del deber de decidir, en caso de necesidad, quién puede seguir viviendo y quién no. No todas las vidas tienen el mismo valor y, desde luego, la vida humana no es sagrada (ahí está la cuestión).
Vegetarios y Veganos, por Peter Singer
XLSemanal. Acláreme, ¿qué diferencia hay entre un vegetariano, un vegano y, lo que usted llama, el omnívoro consciente?
Peter Singer. Un vegano no come ningún producto animal; es decir, ni carne, ni pescado, ni huevos, ni leche ni queso. Un vegetariano no come carne ni pescado. Un omnívoro consciente come todo lo que ha sido producido de un modo humano y sostenible. Pero, claro, ¡dónde ponemos el listón de “humano” y “sostenible”…!
Tampoco está de más leer algún artículo del propio Singer:
El dominio del hombre
Laudato si ha recibido considerable atención de los medios de comunicación, la mayoría centrada en su llamamiento inquebrantable en pro de la adopción de medidas contra el cambio climático. Es apropiado, porque reviste la máxima importancia que el dirigente de 1.200 millones de católicos romanos del mundo haya declarado inequívocamente que los estudios científicos atribuyen “la mayor parte del calentamiento planetario” en los últimos decenios a los gases que provocan el efecto invernadero, “cuyas emisiones se deben principalmente a la actividad humana”.
¿El Dios del sufrimiento?
Vivimos en un mundo creado por un dios todopoderoso, omnisciente y absolutamente bueno? Los cristianos así lo creen. No obstante, todos los días nos enfrentamos a un motivo poderoso para dudarlo: en el mundo hay mucho dolor y sufrimiento. Si Dios es omnisciente, sabe cuánto sufrimiento hay. Si es todopoderoso, podría haber creado un mundo sin tanto dolor, y lo habría hecho si fuera absolutamente bueno.
Singer considera que todos los seres humanos tenemos los mismos derechos, lo que lo lleva a rechazar que se asigne una importancia diferente a los intereses de los individuos con base en, por ejemplo, ciertas características biológicas como el sexo o el color de la piel. Por lo tanto, la consideración desigual de intereses basada en la especie de los individuos debe ser rechazada en tanto constituye una forma más de discriminación —especismo—, tan carente de justificación como el racismo o el sexismo. Concluye que la igual consideración de intereses debe ser extendida más allá de la especie humana, incluyendo a todos los seres sintientes, humanos y no humanos.
Afirma Peter Singer que la negación de los derechos del animal configura un especismo paralelo al racismo, pues la negación de derechos por el mero hecho de pertenecer a otra especie o por tener alas no es muy diferente de hacerlo por el color de la piel. Si bien el animal tiene menor inteligencia que el humano, no puede negarse que hay humanos sin inteligencia o con inteligencia menor que la del animal y nada autoriza a tratarlos con crueldad o a experimentar sobre ellos. La segunda idea que podemos encontrar en Liberación animal también es compartida por la mayoría de la gente y consiste en que siempre que esté a nuestro alcance debemos actuar con objeto de prevenir o reducir el sufrimiento, independientemente de quién lo sufra. De este modo, las mismas razones que tenemos para prevenir y reducir los daños que sufren los seres humanos son también razones para prevenir y reducir los daños que padecen los animales de otras especies. En la práctica, esto implica adoptar el veganismo, rechazando participar de todas aquellas actividades que generan sufrimiento a los otros animales, y trabajar activamente por la abolición de toda forma de explotación animal.
La Filosofía Vegana
Veamos qué piensan los veganos. Porque ser vegano es mucho más que un postureo de moda; es mucho más que una cuestión dietética. Hay toda una filosofía detrás. Una filosofía que le da la vuelta a la tortilla: antes para tener la consideración de persona debías ser un ser racional, autónomo, libre, con capacidad de autodeterminación y responsable de tus actos. De ese modo, no todos los seres humanos eran considerados personas. Singer ya consideró que no había diferencia entre el ser humano y el resto de los animales, sobre todo entre el ser humano y el resto de los mamíferos. Para los veganos, todos los seres que tienen un sistema nervioso – los seres sintientes – son personas y, por lo tanto, son fines en sí mismos y no medios para unos fines (alimentación, vestido, etc.). Veamos a continuación la cosmovisión de la filosofía de los veganos.
El bienestarismo de Peter Singer y sus seguidores se define como la doctrina, creencia o postura según la cual el ser humano debe evitar o reducir el sufrimiento de los animales durante su manejo y gestión.
Pero el bienestarismo contempla a los animales como objetos que existen para servirnos y perpetúa su estatus legal como esclavos. Un bienestarista no defiende que un animal deba tener derecho a la vida, a la integridad física o a la libertad. Este matiz resulta trascendental para entender la diferencia entre el bienestarismo —utilitarismo aplicado a animales— y el veganismo. Asimismo, se vuelve esencial para entender por qué mucha gente, autodenominada animalista, condena determinadas formas de explotación animal, pero avala otras según el trato que recibe el animal o el beneficio que obtiene el ser humano.
Los veganos defienden los derechos de los animales. Un vegano ve a los animales como sujetos que sienten, que padecen y que merecen el mismo respeto que los seres humanos. Si nos quitamos el velo del antropocentrismo, dicen, podríamos reconocer que los demás animales deberían ser reconocidos primero a nivel individual y luego social como personas, personas no humanas, con un igual valor inherente.
Sólo las personas tenemos valor inherente, valor moral o valor intrínseco. Este se refiere a tener conciencia de que uno existe, de lo que nos rodea y de hacer valoraciones respecto a ello, es decir, tener deseos, emociones y voluntad. Estas características sólo las poseemos los seres con sistema nervioso activo (seres sintientes), y tanto los animales humanos como los demás animales con sistema nervioso activo pueden tener estas experiencias subjetivas, por tanto, existen personas humanas y personas no humanas. Pero todo ser sintiente debería ser considerado como persona. Debemos darnos cuenta de que los demás animales no humanos intrínsecamente desean ser libres, buscan la felicidad, evitan el daño, buscan conservar su integridad física, quieren un lugar donde vivir y disfrutar del fruto de su esfuerzo, es decir, vivir de forma autónoma, ya que esto está a la vista, si los observamos objetivamente, lejos del sesgo antropocentrista. Al menos los mamíferos, aves, peces, algunos moluscos e incluso insectos poseen consciencia.
Si no se requiere ningún otro requerimiento biológico más que ser sintiente, y derivado lógicamente de ello se deba respetar a los sujetos que cuenten con valor inherente, dado que no son meras cosas carentes de intereses, emociones y voluntad, sino seres a quienes les importa su propia existencia; entonces no tiene sentido apelar a que deba haber mayor o menor consideración hacia unos sujetos que a otros, apelando a criterios irrelevantes moralmente como la inteligencia, memoria, tamaño o complejidad del cerebro o del sistema nervioso. De hecho, el tamaño del cerebro ni siquiera tiene una relación determinante en la inteligencia y ninguna en la sintiencia.
Por lo tanto, si los animales son personas, hay que reconocerle sus derechos.
Gary Francione, el abolicionismo y los derechos animales
El enfoque abolicionista rechaza el uso de todos animales no humanos como recursos (explotación) para la satisfacción de cualesquiera fines humanos. La base doctrinal para este rechazo se fundamenta en el hecho de que todos los humanos tienen el derecho fundamental y pre-legal de no ser tratados como recursos para terceros. Éste es el derecho que rige la exclusión de la esclavitud de seres humanos. Poseer un valor intrínseco significa que el sujeto merece respeto porque valora su propia existencia aunque nadie más lo haga o hiciere.
Este fundamento continuaría siendo válido para el caso de los demás animales debido a que éstos también valoran su propia existencia según podemos observar empíricamente. Si los animales importan moralmente, no podemos tratarlos como si fuesen recursos y estamos obligados a reconocerles el derecho a no ser propiedad para excluirlos de nuestra explotación.
Los sujetos humanos y no humanos, son fines en sí mismos y nunca un mero medio, lo que está estudiado mediante la teleología. Basándonos en la axiología, y en el principio de identidad, si un sujeto es un ser capaz de autovalorarse, entonces tiene valor intrínseco, no meramente instrumental, por lo que es un fin en sí mismo para sí mismo. Para que un ser sea persona tiene que ser sintiente, es decir, contar con un sistema nervioso funcional que le permita tener percepciones de lo que le sucede (conciencia), lo que significa interpretar a su propia manera el mundo y así mismo. La sintiencia a su vez hace que se tengan intereses, emociones, sentimientos y voluntad.
El veganismo está basado en la deontología, que es la rama de la Filosofía que estudia la cuestión de los deberes. Entonces partiendo de la axiología, la deontología implica que tenemos deberes directos para con aquellos seres que son fines en sí mismos, es decir, aquellos que tienen un valor intrínseco (valor inherente). Sobre esto se fundamenta la razón por la que no debemos explotar animales, y que cuentan con el derecho absoluto de no ser propiedad.
El veganismo debe ser la base moral mínima que guíe el comportamiento humano para poder llegar a ser justos con otros animales. El veganismo es la única respuesta racional a la idea de que los animales tienen un valor moral.
El problema no se debe a que exista gente dedicada a la crianza, hacinamiento y asesinato de animales no humanos; sino al consumo por parte de los habitantes humanos. Dicho consumo valida la explotación animal e impide un reconocimiento de derechos.
La solución pasa en primer lugar por reducir la demanda. Para ello, debemos promover el veganismo como base ética que permita a los agentes morales (humanos con plenas capacidades) comprender la inmoralidad de la explotación animal.
Ejemplos de explotación donde no siempre se puede apreciar sufrimiento evidente es la zoofilia, donde incluso uno de los referentes de muchos bienestaristas, Peter Singer, avala el acto siempre y que no se le cause sufrimiento a la persona no humana. Otro ejemplo es el mascotismo, donde los animales no humanos pueden no manifestar sufrimiento alguno al ser domesticados y mimados, a pesar de estar siendo utilizados para fines ajenos a contra su dignidad como sujetos, como es el caso cuando los utilizan como si fuesen peluches, antropomorfizándolos con vestimentas para causar gracia y entretener a sus dueños; en esos momentos no se aprecia sufrimiento alguno evidente.
Existen las zooterapias donde no suele haber daño físico ni emocional evidente en los animales no humanos. En fin, la “creatividad” no vegana (manifestada normalmente mediante el antropocentrismo) es capaz de generar “N” formas de escabullirse para seguir explotando animales sin ser censurados por la mayoría no vegana debido a que no se aprecie sufrimiento.
El explotar animales no humanos no está mal porque al frustrar intereses se les cause sufrimiento, sino porque el acto mismo representa que tratamos a ese sujeto como si fuese un objeto, como una mera herramienta para fines ajenos a la dignidad del sujeto en cuestión, y todo ello va en contra de su dignidad, a su derecho a no ser propiedad ni mero recurso de otros.
Para los veganos, en definitiva, Peter Singer es un pringado que solo se preocupa por el bienestar de los animales pero sigue considerándolos como cosas de las que los humanos podemos disponer para su explotación. Sigue considerando a los animales como medios para un fin: para nuestra alimentación, para vestirnos, calzarnos, etc. Para los veganos, los animales son seres sintientes que son fines en sí mismos y no simples medios. Por lo tanto, la ganadería, la pesca, la caza, el mascotismo, la zooterapia, la zoofilia, la apicultura, el uso de pieles animales para ropa o calzado; la explotación de la leche o de los huevos, son todas ellas formas de explotación animal que habría que prohibir.
Desde una ética sensocentrista como la de los veganos, hay que reconocerles una virtud: que no admiten en aborto a partir del momento en que el feto tiene sensibilidad y conciencia; o sea, un sistema nervioso. Después de leer las barbaridades de Peter Singer y compañía, no deja de ser un alivio. Los veganos nos dejan sin chuletones, sin pescado, sin pieles, sin zapatos de piel, sin huevos, sin queso, sin leche, etc. Pero al menos, estos no quieren matar niños inocentes. Algo es algo.
No obstante, los veganos admiten el aborto por violación, el aborto eugenésico (si el feto tiene alguna enfermedad congénita); el aborto para salvar la vida de la madre en caso de peligro, etc.
La Tierra como una Nave Espacial o una Casa Común
Los seres humanos somos solo animales. Es más, para algunos ecologistas, los seres humanos somos como un virus peligroso que está poniendo en peligro con su actividad industrial y la sobreexplotación de los recursos naturales el futuro del planeta. La contaminación de la atmósfera y de los océanos, la ganadería, el empleo de combustibles fósiles para el transporte y la calefacción están poniendo en peligro la vida sobre la tierra. Somos una enfermedad para la Madre Tierra. Y como todo está conectado con todo, la actividad económica del ser humanos es un peligro para la vida del resto de los seres vivos del planeta Tierra.
No hay recursos naturales para mantener y alimentar a seis mil millones de habitantes del planeta. Hay que reducir la población. Cada hijo que tenemos consume agua y genera una huella de carbono sobre el planeta. Por lo tanto, tener pocos hijos (solo uno o dos como mucho) es un imperativo moral de cara a la sostenibilidad del planeta.
Vuelven, así los planteamientos malthusianos y darwinistas. El transhumanismo no es sino un paso más en la idea eugenésica y darwinista que postula que solo los mejor dotados, los más evolucionados, tendrán derecho a la vida. Y los seres inferiores deben perecer. Sobra al menos la mitad de la población mundial. Y las pandemias, las guerras y las hambrunas pueden ser medios eficaces para diezmar la población a escala planetaria. Los más pobres deben perecer. Los lisiados, los retrasados mentales, los tarados, los locos, los deformes, deben perecer. ¿Qué sentido tiene que vivan? ¿Para qué prolongar su sufrimiento y el de sus familias? ¿Para qué gastar recursos en su salud o en atender su dependencia?
El más importante de los teóricos de esta corriente ambientalista, Paul Ehrlich, autor de dos libros clásicos, La bomba P y Población, recursos y medio ambiente, y principal defensor de la concepción de que los problemas ecológicos se deben al crecimiento demográfico, se muestra partidario, con alguna reserva, de las propuestas para el control poblacional contenidas en la obra Famine, 1975!: America’s decision: Who will survive? de William y Paul Paddock y que, sintéticamente, consisten en propugnar que la actitud de los países desarrollados en relación a los problemas del Tercer Mundo debe consistir en aplicar el concepto de triaje, tomado de la medicina militar napoleónica: los países del Tercer Mundo deberían ser clasificados en tres categorías, en la primera de las cuales estarían aquellos en que cualquier ayuda no les serviría de nada, en el segundo los que con ayuda podrían llegar a una situación de autosuficiencia, y en tercer lugar aquellos que fácilmente pueden sobreponerse a su situación. Otro colega de Ehrlich, Garret Hardin, destacado medioambientalista, elaboró otra propuesta aún más explícita denominada “ética del bote salvavidas":
“Cada nación rica –dice Hardin– equivale, metafóricamente hablando, a un bote salvavidas tripulado por gentes relativamente acomodadas, mientras que los pobres del mundo se encuentran embarcados en otras lanchas mucho más abarrotadas. Por así decirlo, los pobres caen continuamente de sus embarcaciones al agua y, durante cierto tiempo, nadan en la esperanza de ser salvados por un bote rico y de beneficiarse así de los “bienes” que este último transporta a bordo. ¿Que deben hacer los pasajeros de una embarcación rica?; éste es el problema central de la ‘ética del bote salvavidas’.”
Mejor que dar alimentos a los países pobres, lo cual contribuiría a que siguieran teniendo cada vez más hijos y aumentando el número de pobres, lo que los ricos deben hacer es procurarles medios anticonceptivos, condicionar las ayudas al desarrollo a la aprobación de legislación abortista y dar cada vez mayores derechos a la mujer: cuantos más derechos tengan las mujeres, menos hijos tendrán. Cuantas más mujeres se incorporen al mercado laboral, menos tiempo tendrán para atender y educar hijos; cuanto más acceso tengan a los anticonceptivos, menos hijos tendrán; cuanto más fácil y seguro sea el acceso a lo que llaman “salud reproductiva” (al aborto o a la esterilización), menos hijos nacerán. A fin de cuentas, la familia y los hijos son un estorbo para el desarrollo de la carrera profesional de la mujer y para disfrutar de la vida. El feminismo radical y la ideología de género fomentan relaciones estériles que contribuyen a la disminución de la población global. Para salvar al planeta hay que dejar de tener hijos y para ello hay que destruir la familia tradicional y fomentar nuevas formas de relaciones que no traigan más hijos al mundo.
El caso es disminuir significativamente el número de habitantes de nuestro planta y para ello puede valer todo: propagación de pandemias, empobrecimiento de la población para desencadenar hambrunas mortíferas, provocar guerras mundiales destructivas… Por la cabeza de estos bárbaros, de estos nuevos paganos, de estos impíos enemigos de Dios puede pasar cualquier barbaridad por cruel o inhumana que nos pueda parecer.
No es demasiado difícil encontrar una cierta filiación intelectual entre tales ideas y las de los primeros eugenistas: de la “degeneración” de la “raza” por causa de la multiplicación de los débiles, se ha pasado a los problemas medioambientales causados por la explosión demográfica que amenazan a la Humanidad. De los problemas de la “raza” se ha pasado a los problemas de la población del globo; de la “degeneración racial” a la “degradación del medio ambiente". Podría decirse que entre los eugenistas la variable independiente era la “raza", mientras que entre los ambientalistas neomalthusianos es la “población". En otro sentido podría decirse también que mientras los eugenistas asignaban a la idea de “raza” un cierto contenido clasista en el seno de los respectivos marcos nacionales, los ambientalistas sitúan el análisis de los problemas poblacionales en el marco global de las relaciones Norte/Sur, países ricos/países pobres. Es la adecuación de un cierto esquema mental a las nuevas condiciones de la “nave espacial Tierra", como la denominó el economista Boulding.
Tal forma de plantear la cuestión es seguramente forzado, pero en todo caso contribuye a poner de manifiesto la continuidad de una línea de pensamiento que presenta conexiones entre eugenismo y ambientalismo, una línea que se puede rastrear en documentos ecologistas realmente importantes. Tal es el caso del más significativo de ellos, El Manifiesto para la supervivencia, elaborado por un grupo de redactores de la revista británica The Ecologist, encabezados por su editor Edward Goldsmith.
El Manifiesto fue publicado en 1972, unos meses antes de la aparición de La Humanidad en la encrucijada, el informe elaborado por el equipo de los Meadows para el Club de Roma, obra con la que tiene evidente parentesco. Es un texto de corte típicamente neomalthusiano, donde la población tiene el principal papel causal.
La importancia del mismo viene dada porque, a diferencia de otros trabajos parecidos, no se limita a denunciar los males de la sociedad industrial -en este caso la británica- sino que hace una propuesta detallada de organización de una sociedad ecológica y representa, si no el manifiesto fundacional del movimiento ecologista sí al menos el más importante de sus panfletos programáticos.
En lo que se refiere a la población su propuesta es radical: reducción del número de habitantes a la mitad, para lo cual plantea un conjunto de estrictas medidas de control demográfico, entre las cuales se encuentran «un conjunto de restricciones socio-económicas eficaces a la par que humanas» y la «terminación de toda inmigración». El énfasis sobre el problema poblacional y las conclusiones implícitas que conlleva su modelo de «sociedad sostenible» es tal, que algunos científicos ecologistas de renombre que no comparten los presupuestos neomalthusianos consideraron que «tal manera de ver deja el concepto ecológico abierto a, digamos, un uso fascista», afirmación en la que desde luego no hay que ver una mera descalificación.
Lo que dio, sin embargo, mayor repercusión al Manifiesto fue las adhesiones que recibió, 37 en total, de los más distinguidos científicos de diferentes disciplinas del Reino Unido, entre ellos tres Premios Nobel, y entre los que predominan biólogos y genetistas; lo son, por ejemplo, los mencionados Premios Nobel: Macfarlane Burnet, Peter Medawar y James Watson. Junto a estos nombres cabe destacar a Julian Huxley, del que ya se ha hablado, y el economista Erza Mishan, cuya influencia en el Manifiesto es evidente.
Macfarlane Burnet, Premio Nobel de Medicina en 1960 por sus trabajos de microbiología, es autor de un libro publicado en 1970, pero cuyo borrador original data de 1947, titulado El mamífero dominante, en el que se abordan en clave estrictamente biológica la mayor parte de los temas del Manifiesto y de la literatura ecologista posterior. Pero a diferencia de ésta, que suele soslayar la temática genética, Burnet la aborda abiertamente. Su actitud al respecto es declaradamente eugenista, lo cual tiene la virtud de explicitar claramente qué hay detrás y cuáles son las consecuencias de ciertos supuestos poblacionales. En su libro, en el capítulo significativamente titulado “La ética de un biólogo", pueden leerse cosas de este tipo:
«En una sociedad sana cabe esperar que se llegue a diagnosticar, desde el mismo momento del nacimiento, cualquier defecto importante de tipo bioquímico o cromosomático. Después de una confirmación independiente de la diagnosis, aquellos para los que no haya ninguna posibilidad de una vida tolerable serán eliminados tan discretamente como ahora se hace con los que padecen alguna anormalidad anatómica grave. Actualmente, cualquier forma de matar, ya sea un niño deforme o a un enfermo de cáncer en sus últimos momentos, es legalmente asesinato; así pues, será necesario un largo proceso de educación pública antes de que se adopte cualquier política de este tipo.»
Y al tratar de las dificultades genéticas que pueden surgir como resultado de una baja natalidad:
«Hay dos posibilidades que vale la pena considerar. La primera es aumentar la variedad de genes humanos disponibles aumentando el número de cruzamientos interraciales. La segunda, llevar a cabo estudios muy extensos y prolongados sobre los aspectos médicos de la herencia humana, incluidos los defectos relativamente pequeños que hemos mencionado. […] Es posible que, sobre la base de tales estudios a largo plazo, se pueda iniciar un programa para minimizar la deterioración genética. Este programa quizá tome la forma de una tabla de incentivos a la vista de los cuales las parejas, de acuerdo con sus posibilidades genéticas, decidirían tener los 0, 1, 2, 3 ó 4 hijos que el Estado o sus expertos considerasen más apropiados para mantener la calidad genética.»
Posteriormente, en 1978, Burnet publicó otra obra aún más explícita titulada Endurance of life. The implications of genetics for human life donde reconoce las simpatías por Galton, disculpa las medidas raciales de Hitler, se muestra partidario de medidas de selección entre individuos “inferiores” y “superiores” con el recurso a la ingeniería genética, la neurocirugía y la castración, y termina proponiendo, como forma de evitar la catástrofe para la humanidad, la constitución de una meritocracia de sabios detentadores del poder, en un planteamiento muy parecido al de Alexis Carrel cuando en los años 30 proponía la sustitución de la «democracia» por la «biocracia».
Cabría señalar finalmente algunas características de ámbito muy general compartidas por el eugenismo y el ecologismo. Estas son:
Catastrofismo: ecologismo y eugenismo tienen una visión catastrófica del futuro de la Humanidad. Degradación racial o empobrecimiento del pool genético en un caso; degradación ambiental y catástrofes naturales inducidas por la acción antrópica sobre el medio en otra.
Cientifismo: La ciencia, concretamente la biología, como instrumento crítico que al mismo tiempo señala el modelo de sociedad deseable en el futuro y la línea de actuación práctica en el porvenir. En los casos extremos la biología se presenta como el único conocimiento que puede garantizar la supervivencia humana.
Conclusiones
El P. Santiago Martin y el movimiento pro-vida no se han enterado todavía de que los fetos o los niños recién nacidos, para la filosofía dominante, que es la de Peter Singer y compañía, no son personas: no piensan, no son autónomos, no son autoconscientes. Hay seres humanos que no tienen autoconciencia, como los embriones, niños y dementes. Los seres humanos que no son personas (es decir, aquéllos sin autoconciencia) son iguales a los animales, por lo que no gozan de derechos. Un embrión, una persona mentalmente discapacitada, un niño anencefálico son biológicamente seres humanos, porque han sido engendrados por un óvulo y un espermatozoide humanos. Pero no son personas ni sujetos de derechos. Desde el punto de vista moral, el aborto y el infanticidio tienen el mismo valor. Si el aborto es lícito, el infanticidio también lo es. Para Singer, el infanticidio debería ser legal con tres condiciones: gravedad de la enfermedad física o psíquica del recién nacido, plazo de un mes después del nacimiento para su práctica y consentimiento de los padres. De hecho, en Estados Unidos ya se está empezando a legalizar el infanticidio.
La esterilización de personas genéticamente defectuosas es preferible al aborto (hay que mejorar la especie y evitar que las taras se transmitan a las nuevas generaciones). El aborto es mejor que el infanticidio porque después de que hayan nacido ya da pena matarlos porque apetece abrazarlos y besarlos. Pero el infanticidio es mejor que la eutanasia. La eutanasia también es moral y contribuye a eliminar a todas aquellas personas cuya vida no merece la pena ser vivida: dementes, enfermos incurables, ancianos, etc. Sus vidas son patéticas y además, desde el punto de vista del utilitarismo, suponen un gasto insostenible y un dolor innecesario a sus familias.
Escuchemos de nuevo a Ernst Haeckel:
«Sin embargo, me pregunto qué provecho obtiene la humanidad permitiendo que miles de inválidos, sordomudos, cretinos, etc., sobre los que gravan enfermedades incurables y hereditarias [que por tanto transmitirán a su descendencia, incrementando exponencialmente el número de tarados] sean artificialmente sostenidos y criados hasta edad avanzada. ¿Qué provecho sacan esas mismas miserables criaturas de su vida? ¿No sería acaso mejor y más racional terminar desde el inicio mismo con esas vidas que arrastran una inevitable miseria?»
Una sociedad sin Dios, apóstata, degenera en barbarie, crueldad inhumana y bestialidad. Recapitulemos:
- Los embriones y fetos humanos, los dementes, los bebés recién nacidos y los niños pequeños; los enfermos en estado de coma,… no son personas ni sujetos morales de ningún derecho. Por lo tanto, pueden ser asesinados.
- Solo los mejores sobreviven. Los débiles deben perecer. Promovamos la eugenesia y establezcamos estándares de calidad para que solo los mejor dotados, por su físico o su inteligencia, puedan vivir.
- Los recursos alimenticios son limitados y se genera una competencia por los individuos; así, solo unos cuantos sobreviven y estos son los que se reproducen. Así se regula la población.
- La sociedad no debe poner trabas al desarrollo en su seno de la selección natural. Debemos ayudar a que los débiles mueran.
- Ya desde el siglo XIX, la Liga Monista de Ernst Haeckel proponía que la política debería fomentar «la higiene de la raza y la eugénica (medidas para asegurar la descendencia sana), la reforma sexual y la protección de la madre, el feminismo, la reforma agraria, la reforma escolar (petición de la escuela única y de la escuela del trabajo, de una instrucción moral, no confesional, por lo menos para los niños disidentes), el fomento del movimiento de apartamiento de la Iglesia, la abolición del juramento religioso, la separación de la Iglesia y el Estado, el movimiento pacifista, el idioma internacional, el derecho a la eutanasia (la muerte sin dolor de los incurables), etc.». ¿No es este el programa político de hoy?
- El aborto, la eutanasia y el infanticidio han de ser legalizados y promovidos para mejorar la especie y eliminar a los individuos débiles y defectuosos. Conviene esterilizar a quienes tienen algún defecto genético para que no transmitan sus taras a las generaciones posteriores.
- El hombre se ha endiosado y no admite ninguna autoridad por encima de él mismo. Dios ha muerto.
- Y si Dios no existe, el hombre es un animal más. La vida humana ya no es sagrada. Los seres con sistema nervioso activo (seres sintientes) y todos los seres sintientes son personas, fines en sí mismos. Todos los animales desean ser libres, buscan la felicidad, evitan el daño, buscan conservar su integridad física, quieren un lugar donde vivir y disfrutar del fruto de su esfuerzo, es decir, vivir de forma autónoma.
- Por lo tanto, todos los animales deben ser sujetos de derechos, igual sean humanos que no humanos.
En definitiva, aborto, infanticidio, eutanasia, esterilizaciones, ingeniería genética, castraciones, eugenesia, disminución de la población, animalización del ser humano; triaje para determinar quiénes pueden vivir y quiénes no… Este es el resultado de una filosofía apóstata, atea y enemiga de Dios. La oscuridad se extiende sobre la tierra. «Winter is coming» y la bruja blanca se ha nombrado reina de Narnia. Siempre es invierno. Pero el verdadero Rey volverá.
El combate entre la Luz y las tinieblas continúa. Dios vive. Cristo vive. Él ha de venir a juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin. Satanás y sus secuaces serán condenados al fuego eterno y entonces será el rechinar de dientes. Cristo ha resucitado. Verdaderamente ha resucitado. Y la Luz triunfará sobre el mal, sobre la oscuridad del mal, de la injusticia y de la muerte.
La filosofía moderna -satánica, luciferina- será derrotada. Y llegará un día en que de la ONU y sus agencias no quedarán ni sus cimientos y el Foro de Davos será condenado como se merece. Y los Objetivos del Milenio y la Agenda 2030 serán objeto de oprobio y de vergüenza para la humanidad. Y las universidades deberán ser refundadas sobre los escombros de las ideologías y las filosofías asesinas y perniciosas que han venido propiciando y difundiendo al menos en el último siglo.
La verdad triunfará sobre las mentiras de la filosofía moderna. El bien triunfará sobre el mal. La justicia triunfará sobre la arbitrariedad y la iniquidad. La caridad triunfará sobre el odio; la vida, sobre la muerte; la humildad de los siervos de Dios, sobre la soberbia del hombre endiosado. Cristo es la Verdad. Cristo es el Señor y el Dador de Vida. Cristo reina. Cristo impera. La Cruz derrotará a los impíos.
¡Viva Cristo Rey!
Páginas de referencia:
De la eugenesia al ecologismo, Vicente Casals Costa
¡Derechos animales ya!
Abolición, no regulación
(Pongo los enlaces con caracteres bien grandes para que se vean bien)
32 comentarios
Identificar filosofía actual con las paranoias, desvaríos, distopías y propuestas filonazis de Peter Singer y Ernst Haeckel no es serio.
Todo el que conozca la filosofía que se está haciendo los últimos treinta años sabe que lo que se.escribe, piensa e investiga no tiene nada que ver con estos dos "pensadores".
Al plantear como pensamiento mundial lo que no deja de ser las ideas de dos radicales sin poso ni reconocimiento académico, entramos en un catastrofismo muy lejano a la realidad.
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Pedro L. Llera
Solo algunas preguntas:
¿Ha leído la nueva ley de protección animal aprobada recientemente en España (el concepto de ser sintiente ya ha entrado en nuestra legislación)?
¿Ha leído la agenda 2030 y sus objetivos de reducir el consumo de carne de vacuno? ¿Y las propuestas del Foro de Davos?
¿Ha visto, leído o escuchado el discurso ecologista: sostenibilidad, cambio climático antropogénico, etc.?
Eso de que no tienen reconocimiento académico lo dirá usted. Pero toda la ideología progre woke está basada en estas filosofías.
Que un médico se encuentre en una situación que le obligue al triaje es terrible. El especismo y el animalismo son ideologías extremas. Los animales nunca pueden tener derechos humanos, pero merecen nuestro respeto, pues también son capaces de sufrir y ser afectivos, pues de lo contrario quienes nos degradamos somos nosotros. La lealtad de un perro es ejemplar. Francisco es muy poco amigo de mascotas. No conviene convertir una mascota en un ser humano o casi, pero tampoco se pueden olvidar sus muchos beneficios, especialmente para niños, personas mayores o enfermos.
Uno de los últimos artículos publicados por la revista británica «Journal of Medical Ethics» ha desatado la caja de los truenos después de que el editor de la publicación y director del Centro de Práctica Éticas de Oxford, Julian Savulescu, justificara una información a favor del infanticidio.
En la noticia, los académicos Francesca Minerva y Alberto Giublini, de Universidad de Bolonia y Milán, aseguran que los recién nacidos son «moralmente irrelevantes» por lo que son sus padres e incluso los doctores quienes deberían decidir si un bebé sigue viviendo o no, en el caso de que no sean deseado o haya nacido con alguna discapacidad.
El artículo titulado «Aborto después de nacer: ¿Por qué el bebé debería vivir», Minerva y Giublini aseveran que acabar con la vida de un neonato es igual que abortar.
Los neonazis mienten también en lo de la selección. Que mucho personal sanitario tuviera depresiones, ansiedad y malestar por no poder atender a todos durante este tiempo de covid, que los familiares lloraran la pérdida de sus seres queridos a mares, precisamente quiere decir que todavía para muchos todas las vidas valen exactamente lo mismo. Todas. Por eso tanto dolor. Si mi hijo y yo no pudiéramos ser atendidos los dos por lo que fuera, por una situación totalmente atípica y extrema, yo daría la vida por él. Pero no porque mi vida valga menos. Ese señor a mí no me va a quitar mi dignidad de criatura de Dios y de mujer por mucho que se esfuerce.
El Dios cristiano (el único que existe, Dios a secas) es el Dios del Amor, de la misericordia, el Dios de la purificación, de la vida eterna tras esa purificación (esa purificación conlleva un sufrimiento, pero lleno de sentido divino y de plenitud). Si no lo entiende es su problema. Entonces tarde o temprano verá al Dios de la justicia, el mismo, el que se muestra a quienes se niegan a sumergirse en su Misericordia y se sumergen en el Mal. Y ya lo entenderá. Lo entenderá a la primera.
Saludos cordiales a todos.
Y siendo esto una realidad, ¿Cómo puede ser que estas élites hayan tratado de salvar la vida de todo el mundo durante la "pandemia" con protocolos "médicos" extraordinarios y con productos inyectados cohercitivamente, con tanta dedicación y esmero? Bueno, pensar esto es incoherente, y muestra un punto de ingenuidad alarmante. Estas élites satánicas solamente han tratado de implementar su agenda malthusiana, al estilo Gates "Si hacemos bien el trabajo, podemos reducir la población en un 10 - 15 por ciento mediante vacunas obligatorias para toda la población mundial".
Esperar algo bueno de estas élites ha sido una muestra de la disonancia cognitiva que padece la población, debido al engaño sistemático, adoctrinamiento y propaganda recibida en los últimos 200 años.
La ridiculez y la memez a la que se puede llegar no tedrá limites como está ocurriendo con los progres, woke, Singer y demás perturbados. No por parecer originales, dejan de ser seres muy poco inteligentes aunque se cubran de un manto de cultos, modernos etc.
El rechinar de dientes se anticipa en esta tierra. Los que se niegan al sufrimiento purificador, tienen un sufrimiento peor que es el de estar lejos de Dios y de lo que les conviene. Me intentaron captar unas personas demoníacas que ni sabía que existieran, y es horrible cómo viven. Captan a través de hedonismo, de consumismo, de éxito, de cosas mundanas. Pero no tardan en mostrar su verdadero rostro. En seguida van a lo siguiente, a destrozar. Viven de destrozar personas y vidas. De arrastrar al Mal llenándoles de mal. Eso no hace a nadie feliz.
Lo que necesitan los pobres es a Dios. De María a Jesús Redentor, de Jesús al Cielo. El que tome su cruz y le siga, irá hacia el Padre, a través del Hijo. Si podemos proveerles de cosas materiales necesarias, también, estupendo, en ello también está el rostro de Dios. La anticoncepción, tal y como la entienden los neopaganos, no es una necesidad. Y como aventuró un Papa, ha traído esclavitud sexual femenina (por ende masculina también) y otros males. En el Génesis tenemos la respuesta. Incluso antes de que Cristo instaurara el matrimonio para toda la vida, ya estaba ahí la esencia de lo que debíamos hacer. La apertura a la vida está desde el comienzo, hasta el final.
Que Dios nos guíe.
Me llamo Adrián y soy el autor de la página web «¡Derechos Animales ya!». Tal como permite la licencia de mi contenido, cualquiera es libre de utilizar el contenido de mi blog para cualquier propósito.
No obstante, siento verdadera tristeza de que el autor de este artículo haya copiado hasta la negrita de varios ensayos míos para unirlo con textos de otros autores y crear un refrito incoherente con que, supuestamente, lanzar un argumento cristiano contra el veganismo y los Derechos Animales.
Cabe señalar que para refutar una postura se requiere analizarla con entendimiento. Que aquí aparezcan distintos textos remezclados, y que se contradicen entre sí, de poco sirve para debatir cualquier tema.
Yo estudié en un colegio católico y unas de las mejores enseñanzas que recibí de pequeño fue la de no hablar sobre algo sin disponer primero de conocimientos sobre el asunto tratado.
Observo demasiados comentarios con afirmaciones improcedentes, clamaciones al cielo y otros ejemplos de visceralidad carente de lógica. Así pues, quisiera hacer unas ligeras aclaraciones:
1. Los veganos no somos una secta satánica. No nos referimos a satán ni nos posicionamos con él.
2. El veganismo no se refiere al aborto en ningún caso porque sólo está definido en cuanto a nuestras acciones para con los animales. Que un vegano defienda o esté en contra del aborto es tan irrelevante para veganismo como si está a favor o en contra del capitalismo.
3. Los animales no tienen por qué cumplir obligaciones para tener derechos, al igual que tampoco cumplen obligaciones los niños y adultos con trastornos graves y discapacidades. Un derecho es simplemente la protección de un interés. Los animales poseen intereses inalienables (vida, libertad e integridad) porque, como nosotros, poseen células nerviosas. Dichos intereses los lleva a defender su vida y a no querer estar encerrados. Esto es un hecho observable, verificable, objetivo e innegable.
Los derechos *no* dependen de las obligaciones. Ustedes parecen sostener una visión decimonómica del Derecho basado en el contractualismo, aquel que sostenía que ni niños ni ancianos merecían protección ni respeto si no eran capaces de defenderse por sí mismos. Resulta irónico cómo alguien cristiano pueda, sin darse cuenta, hacer apología del darwinismo social (base del racismo contemporáneo y, a la postre, del nazismo) por tal de negar los Derechos Animales.
El objetivo de los veganos es que los animales sean reconocidos legalmente como sujetos de derecho. Esto no invalida, contradice ni menoscaba al ser humano de ninguna forma. Afirmar eso nos recuerda, muy tristemente, cuando había humanos hace siglo y medio que alegaban que otorgarles derechos a la gente negra significaba un menoscabo a la dignidad de la gente blanca.
El único menoscabo que supone el reconocimiento de los Derechos Animales es el de disponer de ellos para violentarlos, coaccionarlos y de tratarlos como simples objetos que existan para servirnos. Es esta pérdida de poder, similar al del antiguo esclavista sureño, la que, de forma eufemística, se intenta presentar cual si fuese una afrenta a la dignidad humana.
Si la dignidad humana reside, entre otras cosas, en su facultad de diferenciar el bien y del mal, ¿cómo se puede acaso justificar el asesinato sistemático de millones de animales al día por simple placer e indiferencia?
Los humanos no explotamos a los animales porque lo necesitemos sino porque *podemos*. Es decir, los humanos somos más poderosos que los animales tanto como otros pueblos de la antigüedad lo fueron para reducir a otros a la esclavitud. ¿Justificarían ustedes esos hechos si todavía se produjeran en la actualidad?
No necesitamos comer carne, no necesitamos encerrarlos en zoológicos, no necesitamos divertirnos torturando a un toro en una plaza ni necesitamos el 99% de los daños que se causa a los animales a diario.
En cambio, cuando los veganos señalamos esta realidad científica, histórica e innegable, sólo recibimos odios sordos y ataques sin fundamentos por los supuestos creyentes del creador universal. Y yo me pregunto: ¿Cuál es vuestro dios: Él o satán?
Para quienes deseen profundizar en la historia del veganismo y sus fundamentos filosóficos y legales, le recomiendo este ensayo que escribí:
https://derechosanimalesya.org/que-es-el-veganismo/
Un saludo cordial.
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Pedro L. Llera
Definición de Blog, según el Diccionario de la RAE:
blog
Del ingl. blog.
1. m. Sitio web que incluye, a modo de diario personal de su autor o autores, contenidos de su interés (en este caso de mi interés), actualizados con frecuencia y a menudo comentados por los lectores.
1.- Un blog no es una revista científica, en la que se deban llenar los textos con notas a pie de página, entrecomillados y bibliografía.
Un blog, como el mío, es una especie de diario personal en el que el autor pone contenidos de su interés.
2.- Efectivamente, tiene usted razón: he copiado y pegado contenidos de su página web y de otras varias. El post es un refrito de contenidos tomados de distintas fuentes. Y esos textos han sido copiados y pegados porque eran de mi interés y para justificar la falta de juicio de la filosofía moderna.
Parece que le moleste que le copie sus contenidos, pero a la vez me reprocha que no sé nada sobre los veganos. Ahí hay una contradicción lógica por su parte. No hay plagio, sino divulgación: yo no gano nada por mis posts. No hay beneficio económico ni académico ni nada de nada. Divulgo y critico sus ideas y las de otros. Y además, al final de post, cito las fuentes y pongo los enlaces para que quien quiera saber más pueda leer directamente lo que yo leí antes. Y su página está enlazada en mi post. No me atribuyo a mí nada. Copio lo que me ha parecido interesante y lo comparto con quienes lean mi blog, por si a ellos les interesa. Y les digo: mirad, lo he tomado de aquí y de allá. ¿Dónde está el problema?
3.- Efectivamente, yo no sabía nada sobre Peter Singer ni sobre la filosofía de los veganos. Por eso, para no hablar de lo que no sé, les copio literalmente lo que ustedes escriben, dando por hecho que son ustedes los que saben de lo que hablan. Así no me podrán reprochar que manipulo ni que invento. Transcribo literalmente lo que ustedes escriben en sus páginas web.
4.- Lo que no le gusta a usted es que les critique, que les cuestione... Mala suerte. Yo leo sus argumentos y soy libre para ponerlos en solfa. Si nuestros antepasado que vivían en las cavernas hubieran sido veganos, hoy usted y yo no estaríamos aquí discutiendo sobre filosofía. El hombre se alimentó y se vistió desde hace millones de años gracias a los animales. Siempre hemos sido recolectores, cazadores y pescadores. Y si no lo hubiéramos sido, habríamos desaparecido como especie.
La agricultura y la ganadería se conocen desde el neolítico y son el origen de la civilización. Ahora ustedes pretenden acabar con la ganadería, la caza, la pesca; con los productos lácteos, con los huevos, con las pieles, con el calzado de piel, etc. Si triunfaran sus tesis, moriríamos de hambre y millones de personas (humanas) se quedarían sin trabajo y en la ruina.
Los veganos son urbanitas burgueses, hijos de papá, que pueden permitirse el lujo de darse aires de superioridad moral sobre el resto de los mortales porque nunca han pasado hambre en su vida ni saben lo que es pasar necesidad ni han pisado un pueblo nunca jamás. Así, ustedes deprecian, juzgan y condenan a ganaderos, pescadores, productores y consumidores de huevos, leche y sus derivados; a quienes se ponen zapatos de piel o un abrigo de pieles. Y se creen superiores. Pues a mí me parecen ustedes unos niños bonitos que ignoran lo duro que es vivir siendo ganadero o pescador.
5.- Respecto a su punto 2: «El veganismo no se refiere al aborto en ningún caso porque sólo está definido en cuanto a nuestras acciones para con los animales. Que un vegano defienda o esté en contra del aborto es tan irrelevante para veganismo...»
Yo he leído que ustedes respetan la vida de todo animal con sistema nervioso central. Y en alguno de los textos o videos de los veganos he visto que algunos defienden el aborto pero solo hasta el momento en que la ciencia establece que el feto tiene ya formado un sistema nervioso. Si a usted solo le importan los animales... Algo me falla. ¿No habíamos quedado en que el hombre es un animal como los demás? ¿Sólo le importa a usted el sufrimiento de los animales y no la de un ser humano indefenso? No me conteste. Sólo le hago ver una cierta contradicción en su discurso. Porque el feto es un ser sintiente también... Luego deberíamos protegerlo...
Yo no soy filósofo ni teólogo. Soy un católico de a pie. Un hombre libre que lee, piensa y escribe con criterio propio: se llama pensamiento crítico. Si les gusta, bien; si no le gusta, peor para usted. Yo no le he faltado al respeto ni le he hecho ningún daño, así que no se sienta usted triste: no sufra y sea feliz.
Por cierto, no voy a iniciar con este comentario ningún tipo de polémica con usted ni con los veganos en general ni con los seguidores de Peter Singer ni con nadie. Los comentarios de mi blog los modero yo y no voy a dar paso a ningún tipo de polémica ni controversia. ¿Por qué? Fácil; porque es mi blog. Le publico este comentario por cortesía. Pero nada más.
[22]Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría,
[23]nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles;
[24]mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
[25]Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres.
[26]¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza.
[27]Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte.
[28]Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo que es.
[29]Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios.
El nivel de estultucia de su "argumentación" promoviendo los "derechos de los animales" requiere de un psiquiatra o bien de un exorcista.
Increíble su consejo a quienes quieran "profundizar".
Las perversiones intelectuales como la suya no tienen fundamento filosófico.
Ahí el "quid". Algo que se presenta como una ética, y para lo cual el aborto es un tema indiferente, es algo profundamente aberrante en lo humano y específicamente, es anticristiano.
Saludos cordiales.
Me perdí el eslabón entre tener células nerviosas y tener intereses inalienables.
Muy inalienables no deben ser esos intereses, desde que la diosa Naturaleza les ordena que se mastiquen mutuamente en diversas circunstancias.
Es evidente que los animales irracionales no son veganos. Bueno, al menos los carnívoros.
El antropocentrismo consiste básicamente en hablar en contra del antropocentrismo, cosa que sólo los ántropos pueden hacer.
Como siempre y más que nunca: en fin.
Saludos cordiales.
De aquí se sigue una ecuación negro = chimpancé que justamente, podría ser calificada de "racista".
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
2. El bárbaro moderno es el anticristiano, es el que ha nacido dentro de la sociedad cristiana, no viene de fuera.
3. El bárbaro anticristiano anticipa al Anticristo y forma parte de la gran apostasía.
4. El bárbaro anticristiano rechaza la ley legal cristiana, rechaza la ley positiva sujeta a la Iglesia Católica, rechaza la ley natural y rechaza la ley divina. En definitiva, rechaza a Dios y Su Cristo, a Su Iglesia y a la Cristiandad.
5. El bárbaro anticristiano es hijo de la oscuridad, por lo que fomenta la oscuridad.
6. La barbarie anticristiana se fundamenta en la ideología del engaño, no en la espada, para atrapar a las almas en la red de muerte eterna.
7. El Maligno hace esclavos del pecado mediante una "felicidad" insatisfecha que necesita de constante novedad mundana. Un ejemplo es el "derecho de los animales" que solo es una ideología de engaño para poner al ser humano igual que a un animal. Cada vez que me encuentro a alguien que dice que los animales son inteligentes y libres ya observo en la selva de la ideología del engaño en que nada, y, además, de forma convencida que ante incluso los hechos científicos nada tienen que hacer contra su cerrazón y prejuicio establecido. Los animales no pueden tener derechos, es otra mentira más, porque no saben lo que es un derecho: ¿alguien ha visto a algún animal reclamando un derecho? Un animal no es inteligente para saber lo que es un derecho, quien lo reclama sí lo es. Un animal no es libre, pues no tiene libertad de elección de un derecho u otro. Y no es ningún argumento el poseer células para tener derechos, pues todo cuanto acontece en la materia tiene su actividad por alguna fuerza del universo, y el derecho no tiene actividad por ninguna fuerza del universo sino que es algo derivado de una actividad más allá de la materia del ser humano.
2. La racionalidad, la búsqueda de Verdad, Bien y Belleza, es precisamente donde se muestra la forma de actuar peculiar del ser humano que no tiene ningún otro animal sino el Hombre. ¿Alguien sabe de algún animal que busque algo intangible y tenga el deseo de conocerlo?
3. Ningún animal indica tener una necesidad de conocer, incluso lo abstracto, ni la necesidad de encontrar belleza y orden; nosotros sí. Y ningún animal tiene libertad para escoger responsablemente lo que hace ¿Derecho de los animales? El animal no busca un bien conocido de antemano, ni estudia posibles alternativas de proceder, sino que actúa por una programación instintiva que no es modificable por una decisión individual. El animal hace lo que hace y no puede hacer otra cosa; el Hombre en cambio es humano precisamente por ser responsable. Sin responsabilidad no podría haber ninguna estructura en la sociedad: se pueden dar leyes para los dueños de los perros, pero no para los
perros. Y lo mismo se puede decir de cualquier otro animal. Si no se les puede dar leyes es porque no son libres ni sujetos de derechos y deberes.
4. El vegano es un ser humano, no es un simple animal, y es responsable de lo que hace a sabiendas de que perjudicará su salud en el transcurrir del tiempo por una dieta insuficiente. Todavía no he visto a ningún vegano respetar los derechos de una sanguijuela, de los mosquitos, de las ratas, de las cucarachas, de los ratones, de los piojos, etc. Y me pregunto que harán con el dilema de si su perro está infectado de pulgas si lo dejan con las pulgas o las matan; o si un gato caza y se come al ratón si mata al gato porque nunca va a respetar la vida del ratón; etc.
Si San Francisco se privaba a veces o siempre, no sé, de comer carne, no lo hacía por los animales, sino para ofrecer a Dios el sacrificio del ayuno y para ayudar al control de sus propias pasiones.
De hecho, considerar el ayuno de carne como un sacrificio en el cual se prescinde de algo en sí mismo bueno, por amor a Dios, es lo contrario del animalismo, porque en la teología del ayuno de carne se presupone que comer carne es algo bueno.
En efecto, no se ofrece un sacrificio a Dios privándose de algo malo, eso no entra en el rubro de los sacrificios, sino en el de la práctica de los Mandamientos.
Y ninguno de los Diez Mandamientos prohíbe comer carne.
Saludos cordiales.
Buenos detalles acerca de los bárbaros modernos. Se comprende porqué el mundo va a la deriva con semejantes cerebros de la incoherencia; son miseria humana, hojarasca de un pretendido pensamiento irracional.
La lista de los bárbaros, "de los necios es infinita", lo diga el Eclesiastés 1, 15, o lo diga Cicerón. No entro en la polémica de los biblistas del Vat. II contra la versión de San Jerónimo, porque sea quien sea que lo diga, ES VERDAD.
Es de bárbaros la incoherencia: defender la Liturgia, el Rosario, la Tradición, la Teología, la Patrística, la Escritura, las Apariciones y Mensajes de la Virgen, y a su vez negar que el Papa Francisco sea el Papa, o afirmar que lo es Benedicto XVI, o que hay dos Papas.
Es de bárbaros despachar las Palabras de María como si silbara el viento: “La Iglesia no puede dar todos los días Mensajes de la Virgen”, como si dijera:”tengo demasiadas ocupaciones, audiencias y papeles para atender las ocurrencias de la Madre del Señor”, según un obispo argentino, hoy emérito, tomista y tradicionalista.
Es de bárbaros permanecer en la barbarie sin advertirla.
Los bárbaros de hoy no ven cernirse sobre ellos las espadas de San Pedro y de San Pablo que vio Atila en los aires sobre su cabeza.
Bárbaros son los científicos, técnicos, profesionales y demás robots del sistema.
Bárbaros son los que jamás traspasan los lindes del campamento moderno, ni contemplan más horizonte que el que los circunda.
Más bárbaros aún son los que se creen “civilizados”, conforman la moderna “civilización”.
Pese a ellos, viene un Mundo Nuevo traído por la Aurora de María, Luz de la Gloria de Cristo que se manifiesta de modo creciente en vista a la Parusía.
“Días gloriosos os esperan, en Mí os regocijáis, amados hijos Míos” (Jesús, San Nicolás –Argentina. 17-11-1983); “Causa de la Aurora más resplandeciente es el Señor. Yo haré que la veais” (Mens. de la Virgen, S. Nicolás).
Los bárbaros se autodestruyen, se extinguen necesariamente, es la ley de la muerte introducida por el pecado (cf Rom 5, 12).
Trabajemos por edificar un mundo nuevo desde sus fundamentos (Pío XII).
Qué habrá hecho en el cielo el glorioso San Francisco de Asís para sufrir que, desde los primeros actos escandalosos organizados en Asís por Juan Pablo II en 1986, su dulcísimo nombre (adoptado por Bergoglio) y el de su ciudad natal hayan quedado asociados al modernismo ¡y ahora a los veganos!
Hay sin embargo publicada en italiano una respuesta adecuada:
Guido Vignelli, «San Francesco antimoderno», ed. Fede Cultura, 2009.
Para refutar la falsificación modernista del santo de Asís.
Antes deseo felicitar a Dn. Pedro por el excelente criterio de elección del asunto para estos dos artículos.
No hay alternativa. Los bárbaros modernos son el residuo de la descomposición del “hombre viejo del pecado” que necesariamente ha entrado en el tiempo de su extinción.
No sorprende, entonces, que desvaríen y se contradigan. Si los animales tienen derecho a comerse unos a otros, el hombre tiene derecho de comerlos a todos.
Si la cuestión gira en torno al “sentir”, todos los seres a su modo “sienten” si son beneficiados o dañados. Porque todos participan por semejanza de la Vida divina. Todos experimentan a su modo la tendencia al bien, a realizar el plan de Dios Creador, a pronunciar el discurso divino confiado a cada ser por el Logos en el momento de crearlos y luego por la permanencia en el ser, es decir, en el existir.
A causa del pecado original fue dislocada la armonía original (cf. Rom 5), por eso el hombre recurrió con el permiso divino a usar de los animales para proveer a sus necesidades.
Es doloroso el deber recurrir a los animales en nuestro beneficio, cuando violentamos su dignidad y su bien natural. San Francisco de Asís nos enseñó que las cosas son hermanas nuestras, y San Juan de la Cruz escuchaba “lo que cada una de las cosas dice lo que ellas son en Dios, y lo que Dios es en cada una de ellas” (El Cántico Espiritual).
Todo va a cambiar cuando se manifieste en nosotros nuestro “hombre nuevo”, cuando reasuma su señorío de gobierno de la Creación. Cuando la Señora Vestida de Sol, la Virgen, pise la cabeza del dragón mediante el Poder que Cristo le ha otorgado.
Cuando se piensa en el mundo que hoy nos rodea, en el que vivimos insertos, o por lo menos afectados, vemos que se bambolea en medio de la historia y de los mundos como un adefesio cósmico, un fantasma irreal, un antro desparramado por el infierno, o una generación demente de autómatas y suicidas.
Ni una gran parte del clero y fieles católicos caen fuera de esta observación del caos.
No cabe una meditación indulgente ante esta tragedia de la Iglesia y de la humanidad.
Pero sí se impone una reflexión de esperanza que nos promete el advenimiento de una restauración de la cristiandad en una medida no conocida jamás. La Victoria de Cristo por Mediación de María es un hecho verdad de Fe.
Todo el cúmulo de males que nos amenazan se diluyen como niebla ante el Sol del Nuevo Día. No porque no existan, no porque no vayan a ser aniquilados bajo el poder de las divisiones y conflictos, de las crisis económicas y políticas, de la hambruna y de las pestes, del odio asesino y suicida de las armas nucleares, sino porque la cloaca del infierno, por grande que sea la ciénaga que provoca, es nada frente a la presencia de un Mundo de orden superior, como lo es el ORDEN DE LA GLORIA respecto a los órdenes de la naturaleza y de la gracia.
Esta es la cuasi infinita desproporción de la barbarie frente al Mundo Nuevo que viene. La ínfima condición del “hombre viejo del pecado” en el que ha transcurrido la historia de los milenios hasta el presente, a pesar de lo mucho que ha hecho por designio divino como siervos de la gleba del pecado, sus cosechas y patrimonio reunido son manojos de paja, y si se quiere, caminos enripiados, que han ayudado a vivir a la cristiandad y a la humanidad en espera que Cristo enviara a Su Madre a iluminar la Iglesia, la humanidad y el universo con el nuevo Día de su Aurora.
Cuando pasamos de la primera infancia al uso de razón, poco y nada permanece en la memoria de lo vivido. Algo semejante ocurre al pasar al orden de la gloria. El cual, no obstante exceder nuestra actual inteligencia y voluntad, permite ser siquiera auscultado como Misterio, como auscultamos los Misterios de la Fe.
Es bueno, por lo tanto, tener conciencia de que los males presente no son absolutos, sino relativos y transitorios, que estamos llamados a “buscar primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se nos dará por añadidura”, aún cuando haya escuchado hoy la Homilía de un buen sacerdote que contraponía el Reino de Dios con Cristo, diciendo que el Reino es sólo un ente, que nosotros ¡no buscamos el Reino sino al Rey!, como si el Rey no nos hubiera dictado el Padrenuestro: “vénganos el tu Reino”. Así están las cosas.
La barbarie pasará, cuesta aceptarlo porque nos arrastra, estamos sumidos en ella, mas la conversión nos saca de las tinieblas y “nos lleva a su Luz admirable” (I Pedro 2, 9).
Hay santos que emplean su herencia en auxilio de los más necesitados, San Roque, por ejemplo, pero San Francisco la rechazó y se desnudó delante de todos para dejar claro que sin nada se iba. En esa situación no podía dar de comer a nadie. Después se puso a reconstruir la ermita de San Damián, con lo cual dejó bastante claro que fue cristocéntrico puesto que lo primero que hizo fue poner en pie la Casa de Dios.
Un estado de pobreza extremo hace que uno se convierta en pobre y, si se convierte en pobre, poca ayuda material puede dar. Para eso hay que buscar a otros santos como San Juan de Dios, San Pedro Claver o Santa Teresa de Calcuta, pero San Francisco de Asís no entra en esa clasificación.
En la vida de San Francisco no aparecen estas obras de Misericordia sino solo las espirituales. Es un santo tan espiritual que dudosamente puede ser comprendido en la actualidad. Tratar de hacer de él una especie de Padre Ángel, un vegano, un animalista u otras falsas "virtudes" es perder el tiempo, mintiendo además.
Él adoraba al Padre en la Creación, al Hijo en la Salvación y al Espíritu Santo en el Amor, y nunca pasó de ahí. Tampoco fue un misionero, en el sentido clásico del término, como si lo fue San Francisco Javier.
Lo que hizo es renovar la Iglesia apostando fuerte por el cristocentrismo, del que llevó los estigmas, como San Pío de Pietrelcina, y haciendo de su vida una adoración a la Trinidad Santísima. Otra cosa es que la orden que fundó apostara después por los pobres.
No violentamos ninguna dignidad de los animales. Dice Génesis 9, 1 -4:
"Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra. El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados. Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo."
Dios no nos pone en ocasión de violentar ninguna dignidad. La dignidad es algo que deriva de la naturaleza racional, de la que los animales carecen.
El problema con el animalismo es claro: si los animales son personas, las personas son animales, y si tener dignidad y derechos es compatible con ser asado a la parrilla o ser materia prima para chorizos y morcillas, entonces estamos arreglados.
Saludos cordiales.
En el mundo pacífico de los veganos tampoco los animales salvajes dan buen ejemplo.
El tener reservas de animales es tan cruel como matarlos porque los animales salvajes tienen el "derecho" de moverse por dónde les plazca y los perros el de morder, ladrar o ser antipáticos. Como esas características no nos benefician ¿qué hacemos? antropoformizarlos haciéndolos semejantes a nosotros mismos y robándoles su verdadera naturaleza.
El concepto de otridad, que se aplicó a los humanos desconocidos utilizando universales de conducta para entendernos, es imposible de aplicar a los animales porque no hay ningún universal común excepto que somos animales todos, pero si digo todos no me estoy refiriendo a los mamíferos sino a todos, incluyendo a las pulgas y a los mosquitos.
“Todo ha sido asumido en Cristo” (Col 1, 17), por lo cual todas las cosas le pertenecen como parte de su Reino, sacras y dignísimas, que “esperan con ansias la manifestación de los hijos de Dios, pues las creaturas están sujetas a la vanidad, no de grado, sino por razón de quien las sujeta, con la esperanza de que también ellas serán libertadas de la servidumbre de la corrupción para participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios” (Rom 8, 19-21).
“Por el pecado entró la muerte” (Rom 5, 2). “Habitará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito, y comerán juntos el becerro y el león…y el león como el buey comerán paja. No habrá ya mas daño ni destrucción en todo mi monte santo, porque estará llena la tierra del conocimiento de Yavé” (Is 11, 6-9).
De modo que la “armonía primitiva será restablecida” (cf Pío XII) y la “cosificación” de las cosas para hacer con ellas lo que a nuestra naturaleza caída se le ocurra, como si las cosas no padecieran nuestra violencia, y experimentaran dolor según su modo propio, al extremo que se las profana, siendo sacras; se las ignora, irradiando sabiduría del logos; se las esclaviza por el pecado, siendo santas y asumidas por Cristo en Él; toda esta malversación ignorante de la Creación, habrá de concluir cuando de manifieste en nosotros el “hombre nuevo” nacido en Cristo, esto es, nuestra condición de “hijos de Dios” (l.c.).
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