No podemos callar
Yo, al menos, no puedo callar. No sé lo que el Señor dispondrá al respecto: si viviré más o menos. Pero sé que más pronto que tarde tendré que rendir cuentas al Señor. Y hay situaciones antes las que no puedo callar.
No podemos callar ante el error y la herejía. No podemos callar ante quien dice que Jesús no era Dios desde que nació hasta que murió. No podemos callar ante quien dice que Jesús era un hombre y nada más, negando la divinidad de Nuestro Señor. No podemos callar ante quienes niegan la existencia del infierno o ante quienes predican que todos se salvan o que el infierno está vacío. Ante la apostasía no cabe el silencio.
No podemos callar ante quienes dice que el concepto de transubstanciación está anticuado y que hay que prescindir de él para poder llegar a la unidad con los luteranos. No podemos callar ante quienes dicen que todos pueden comulgar: protestantes, pecadores impenitentes, ateos…
No podemos callar ante quienes pretenden que la Santísima Virgen María era una mujer como cualquier otra y que mantenía relaciones sexuales como cualquiera. No podemos callar ante quienes ofenden gravemente el honor de nuestra Madre Santísima un día tras otro.
No podemos callar ante quienes afirman que puedes confesarte y comulgar, aunque vivas en adulterio: aunque te hayas divorciado y te hayas vuelto a casar civilmente.
No podemos callar ante quienes promueven el indiferentismo religioso, ante quienes dicen que lo único importante es el “amor” y afirman que Dios quiere que haya diversidad de religiones y que todas ellas conducen a la salvación igualmente.
No podemos callar ante la adoración idolátrica a la Pachamama.
No podemos callar ante quienes quieren cambiar la doctrina moral de la Iglesia, ante quienes quieren bendecir las uniones homosexuales, ante quienes quieren que veamos como buenas las uniones de hecho, ante quienes quieren tirar a la basura Humanae Vitae o Veritatis Splendor.
No podemos callar ante los modernistas que reclaman el sacerdocio femenino o la supresión del celibato obligatorio para los sacerdotes.
No podemos callar ante la situación de la Iglesia mártir de China. Nuestros hermanos chinos prefieren ser mártires antes que doblegarse ante los comunistas. Y la Santa Sede firma acuerdos secretos con los comunistas para que la Iglesia clandestina tenga que plegarse a los dictados de la “Iglesia Patriótica”; o sea, al partido comunista. El mismo partido que destruye templos, derriba cruces, encarcela obispos y obliga a cambiar las imágenes religiosas de las iglesias por las de Xi Jinping y los textos del Evangelio por las proclamas de los comunistas. No podemos callar y dejar al cardenal Zen y a los hermanos católicos chinos solos.
No podemos callar ante los escándalos sexuales protagonizados por tantos sacerdotes, religiosos, obispos y hasta cardenales. No se puede callar ante los perversos, ante los impíos ni ante los encubridores de tanta maldad.
No podemos callar ante una Iglesia juramentada que se somete al globalismo de la ONU y a todas las modas ideológicas del momento.
No podemos. Simplemente, no podemos callar. Ante el error, ante las herejías, no podemos callarnos. Tenemos que combatir el pecado siempre. Y a la vez, tenemos que preocuparnos por el pecador: tenemos que intentar que se arrepientan de sus pecados; tenemos que procurar que se conviertan. Tenemos que rezar mucho por la salvación de sus almas: esa es la verdadera caridad.
Hago mías, con toda humildad y obviamente sin pretender compararme con ella, las palabras de Santa Catalina de Siena:
Ha llegado el momento de llorar y de lamentarse porque la Esposa de Cristo se ve perseguida por sus miembros pérfidos y corrompidos. El cuerpo místico de la santa Iglesia está rodeado por muchos enemigos. Por lo cual ves que aquellos que han sido puestos para que sean columnas y mantenedores de la santa Iglesia se han vuelto sus perseguidores con la tiniebla de la herejía. No hay pues que dormir, sino derrotarlos con la vigilia, las lágrimas, los sudores; y con dolorosos y amorosos deseos, con humilde y continua oración.
¿Por qué guardáis silencio? Este silencio es la perdición del mundo. Yo os pido que obréis de modo que el día en que la Suprema Verdad os juzgue no tenga que deciros estas duras palabras: “Maldito seas, tú que no has dicho nada”. ¡Ah, basta de silencio!, clamad con cien mil lenguas. La Esposa de Cristo ha perdido su color (Lam 4, 1), porque hay quien chupa su sangre, que es la sangre de Cristo, que, dada gratuitamente, es robada por la soberbia, negando el honor debido a Dios y dándoselo a sí mismo.
¿Por qué guardáis silencio? No se puede ni se debe guardar silencio. Yo, al menos, no puedo. Reviente vuestro corazón y vuestra alma al ver tantas ofensas a Dios. Si amaseis a Dios no temerías cobardemente, sino que con audacia y corazón valiente reprenderías los errores y no callaríais ni haríais la vista gorda. Todos tendremos que rendir cuentas de nuestras palabras, de nuestros silencios y de nuestros hechos.
¡Basta de silencio!
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SERMÓN 260 San Agustín:
Exhortación a dar testimonio de la Verdad1
1. Cuando los bienaventurados apóstoles comenzaron a hacer prodigios y curaciones en el nombre de Cristo, los judíos, llenos de cólera, les prohibieron hablar en el nombre de quien los había elegido y les había concedido ser como eran.
Pero ellos les respondieron: Juzgad vosotros si es justo ante Dios obedeceros a vosotros antes que a él; no podemos callar lo que hemos visto y oído2. Se declararon testigos de Cristo; a los que en nuestra lengua llamamos testigos, en griego se les denomina mártires. Así pues, al decir: No podemos callar lo que hemos visto y oído, desatendieron la prohibición de unos hombres para obtener la bendición de Dios. Ellos vieron y oyeron; y nosotros, ¿qué? También nosotros debemos predicar. Pero nada hemos visto. Prediquemos, por tanto, lo que hemos oído, puesto que dice el Apóstol: La fe viene por la escucha, y la escucha por la palabra de Cristo3. A Cristo el Señor lo vieron en la carne los habitantes de Judea, pero no los gentiles; y, sin embargo, los que no lo vieron, oyeron y creyeron, mientras que quienes lo vieron lo despreciaron y le dieron muerte. Nosotros, pues, estábamos destinados a oír, no a ver; la visión es algo que nos está reservado, de modo que al fin del mundo veremos lo que ahora creemos. El mismo Señor nos veía de antemano a nosotros cuando decía por el profeta: El pueblo que no conocí me sirvió. Aquel al que conocí me opuso resistencia; aquel al que no conocí me sirvió4. ¿A qué se debe que te sirviera el pueblo que no conociste, es decir, al que no mostraste la presencia de tu carne, a cuyos ojos no presentaste tus cicatrices después de la resurrección? ¿A qué se debe el que te sirviera? Sigue leyendo y escucharás: Me obedeció con la obediencia de la escucha5.
2. Decid también vosotros: «No podemos callar lo que oímos y no anunciar a Cristo, el Señor». Que cada cual lo anuncie donde pueda, y será un mártir. Se da a veces que un hombre no sufre persecución pero teme verse avergonzado. Le acontece, por ejemplo, hallarse en un banquete con paganos, y se avergüenza de proclamarse cristiano. Si tanto teme a su compañero de mesa, ¿cómo podrá despreciar al perseguidor? Anunciad a Cristo donde podáis, a quien podáis y cuando podáis. Se os pide la fe, no la elocuencia; hable en vosotros la fe, y será Cristo quien hable. Pues, si tenéis fe, Cristo habita en vosotros. Habéis escuchado el salmo: Creí, y por eso hablé6. No pudo creer y quedarse callado. Es ingrato para con quien le llena a él el que no da; todos deben dar de aquello de lo que han sido llenados. En él nace una fuente tal que conoce el manar, pero no el secarse: Se originará en él una fuente de agua que salta hasta la vida eterna7. Le anunciáis con seguridad, porque de la fuente de la verdad no mana la mentira; lo que tenéis en la lengua lo habéis recibido. Si quisierais decir algo personal vuestro, seríais mentirosos. Lo dice el mismo salmo: Yo dije en mi arrobamiento: Todo hombre es mentiroso. ¿Qué significa que Todo hombre es mentiroso?8 Todo Adán es mentiroso. Despójate de Adán y revístete de Cristo, y dejarás de ser mentiroso. Baste a vuestra caridad lo dicho, puesto que aún hay mucho que hacer.
1 Hch 4,19-20 2 Hch 4,19-20 3 Rm 10,17 4 Sal 17,45 5 Sal 17,45
6 Sal 115,10 7 Jn 4,14 8 Sal 115,11
1) El general suscitado por la deriva de las jerarquías que dispersan a las ovejas haciendo afirmaciones contra Doctrina y bastardeando la liturgia.
2) El particular, según dónde esté situado cada uno. Habrá lugares en los que todavía haya sacerdotes tradicionales y esas personas tienen al menos el consuelo de poder ir a la Santa Misa o recibir los Sacramentos como Dios manda; en otros sitios, en cambio, los fieles están sometidos a todo tipo de sacerdotes desnortados y sin fe.
3) El de la Iglesia de la persecución, que en estos momentos sufre la presión de gobiernos impíos y no tiene el consuelo de Roma. Los católicos chinos son un ejemplo de eso.
Esto se parece mucho a la Iglesia del Final de los Tiempos, en la que habrá una Iglesia de resistencia al mal exterior y, tal vez de manera más acusada que nunca, al interior.
En una época así lo mejor es agruparse, si es posible, para que haya más de dos reunidos en su nombre. Hay que buscar a otros católicos que vean la situación y estén dispuestos a combatirla aunque sea solo a modo de resistencia.
Me viene a la memoria el P. Carlos Winkel (alemán, uno entre tantos) que han dado lo mejor se su vida por acercar a los pobres a Jesucristo en tierras paraguayas. Un verdadero pastor.
Esa época ya es historia, y puede que no vuelva nunca más.
Ahora los laicos necesitamos tener una plataforma que nos permita manifestarnos y al mismo tiempo denunciar y reclamar. Si actuamos solos tendremos pocas posibilidades de impactar en la sociedad.
Así como los políticos que ya no representan al pueblo (por más que nos lo repitan en cada elección presidencial) nuestros sacerdotes y obispos ya no son cercanos al pueblo, "no nos representan", como si la jerarquía formara parte de una Iglesia distinta de los laicos. O como si ya no hubiera una estrecha relación entre sacerdotes y fieles.
Unámonos en oración constante, que el Señor nos guíe a los fieles que nos sentimos sin pastor.
Aquí los únicos que no han callado han sido los tres ermitaños de Escocia que han dicho la verdad sobre este papa, su doctrina y sus prácticas, y les ha caído una excomunión la pasada Nochebuena como un piano de cola. Y como saben que sólo dicen verdad no se sienten afectados por la brutal sanción y siguen siendo amigos de Dios.
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Pedro L. Llera
Este es el documento de los ermitaños excomulgados:
http://www.trumpeteer.co.uk/the-declaration/4594595263
https://gloria.tv/post/9X88UcYnNp6M3eaYz69CYuNqc
La contundencia en la denuncia de la situación en la Iglesia no puede estar reñida con la sensatez.
Como ves, no te callamos. Te respondemos.
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Pedro L. Llera
Estoy contigo, Palas. Yo tampoco me voy de la Iglesia Católica de ninguna manera. Que se vayan los herejes y los apóstatas.
Hoy 17 saldrá en LifeSiteNews un reporte de Maike Hickson sobre los hermitaños de Westray (Escocia), que incluye una Carta abierta dirigida a los mismos hermitaños de parte de algunos de los firmantes de la Correctio filialis y de la Carta abierta a los obispos de la Iglesia católica (sobre las herejías de Bergoglio), para exhortarlos a corrigir algunas de sus afirmaciones equivocadas, sobre todo aquella donde "rompen la comunión con la Santa Sede" (con la cual, como bien dice Luis Fernando, de hecho se autoexcomulgan). Ojalás accedieran a corregirse, para que pueda tramitarse la revocación de la excomunión.
Saludos cordiales en Cristo, Claudio Pierantoni
Trento es irrepetible porque es dogmático y definitivo.
Además ser hereje no es para cualquiera, tiene que conocer mucho para hacer una proposición fundada que vulnere la Doctrina, las estupideces no son herejías.
El documento de los ermitaños que originó la excomunión del Obispo dice:
"We who are watchmen for the Church, who must speak from the watch tower of Truth, have no option but to withdraw our obedience from Pope Francis and sever communion with the Holy See(xxi) . We do this with great fear and trepidation, but we cannot take part in the Pope’s sin. This is not an act of schism, nor is it an act of defiance, it is an act of real prudence; for no-one in their right mind would stay in a burning building, nor would they silently go down with the sinking ship. They would try to save not only themselves, but warn others and help them to safety."
Según la traducción del sistema diría:
"Aunque no tenemos ninguna importancia, para quienes están interesados en los ermitaños que se atreven a hablar, no podemos guardar silencio por temor a condenar no solo nuestras propias almas, sino las almas de innumerables personas (xxii) .
Los que somos guardianes de la Iglesia, que debemos hablar desde la torre de vigilancia de la Verdad, no tenemos más opción que retirar nuestra obediencia al Papa Francisco y cortar la comunión con la Santa Sede (xxi) .
Hacemos esto con gran temor y temor, pero no podemos participar en el pecado del Papa.
Esto no es un acto de cisma, ni es un acto de desafío, es un acto de prudencia real; porque nadie en su sano juicio se quedaría en un edificio en llamas, ni bajarían silenciosamente con el barco que se hunde. Intentarían salvarse no solo a sí mismos, sino también advertir a los demás y ayudarlos a ponerse a salvo(xxiv) ".
Ahora visto desde el Derecho, dice el 751:
a) Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma;
b) apostasía es el rechazo total de la fe cristiana;
c) cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos.
Resultaría del texto ermitaño aplicable la figura del cisma.
Lo que es esencial para que exista cisma es negar al Papa su autoridad sobre la Iglesia.
El clásico Cisma es el denominado de Oriente año 1054:
El Papa como Obispo de Roma pedía tener autoridad sobre toda la cristiandad que incluía los cuatro patriarcas importantes de Oriente (Roma vs. Constantinopla, una disputa de manual).
Una discrepancia sobre lo que viene a ser "la sagrada tradición apostólica" y "las santas escrituras".
Los patriarcas y primados sostenían que el Obispo de Roma podía ser un "primero entre sus iguales" o "Primus inter pares", dejando a la voluntad de Jesucristo la primacía infalible en toda la Iglesia y negaban toda estructura piramidal sobre las Iglesias hermanas.
Las diferencias existentes entre ambas ciudades contenía entre otras cosas las diferencias de rito e idioma, unos hablaban griego y otros latín y era raro encontrar quien hablara ambos, es simple no se entendían entre ellos mismos.
El rito se sigue del patriarcado; era obvia la diferencia para el cristiano. Un laico sirio, griego o egipcio no podía dejar de notar que un obispo o sacerdote latino itinerante celebraba los Sagrados Misterios de un modo que era muy extraño y que lo etiquetaba a él como un extranjero.
En Occidente, el rito romano se impuso sobre los demás. y en Oriente el rito bizantino también.
Así tenemos el germen de dos unidades, Oriental y Occidental.
Hubo además una causa Teológica del símbolo, diferenciales:
Controversia filioque
Constantinopla: Sostiene que el Espíritu Santo procede del Padre. Roma: Sostiene que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (Filioque).
Se presentan además en la actualidad otra serie de discrepancias, pero que no parece hayan tenido que ver con el Cisma.
El Cisma de Oriente es la discusión sobre la existencia de la Autoridad de Roma, del Obispo de Roma sobre los demás, es la definición de Cisma del Canon.
Si a la situación le agregamos la Infalibilidad y su aplicación ecuménica es difícil advertir que pese a los esfuerzos humanos se llegue a la unidad.
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