Sálvanos, Dios del Universo
Dice el profeta Isaías:
Mirad al Señor, que cuartea la tierra y la resquebraja, devasta la superficie y dispersa a sus habitantes. Queda rajada la tierra, despojada del todo, porque el Señor ha pronunciado esta palabra.
Languidece y descaece la tierra, desfallece y descaece el orbe, desfallece la altura y el suelo de la tierra, empecatada bajo sus habitantes que violaron la ley, quebrantaron los mandamientos, rescindieron el pacto perpetuo. Por eso, la maldición se ceba en la tierra y lo pagan sus habitantes; por eso se consumen los habitantes del orbe y quedan hombres contados.
Languidece el mosto, desfallece la vid, gime el corazón alegre.
¡Qué dolor, qué dolor, pobre de mí!
El Señor es el Rey del Cielo y de la Tierra. Todo el poder es de Dios que creó todo cuanto existe. Nuestro Dios es el Señor del orbe: también del clima. Si se cuartea la tierra es porque Él lo permite. El Señor castiga a los pecadores y desbarata los plantes de los malvados. Si la tierra queda devastada, es porque el Señor lo consiente. Todo lo hizo el Señor. Todo lo hizo para su gloria. Pero el pecado del hombre lo mancha todo, lo estropea todo. ¡Qué dolor! Los traidores traman el mal, creen que pueden derrotar a Dios. Pero Dios desbarata los planes de los malvados. La tierra languidece y decae, ensuciada por los pecados de los malvados.
¡Dejad de asesinar niños inocentes, malditos! La sangre de los niños abortados clama justicia. Promovéis la fornicación y los pecados nefandos. Os refociláis en el cieno de vuestras bajas pasiones. Mentís, engañáis, usáis el nombre de Dios en vano… Convertíos todas las naciones. Consagraos al Corazón de Jesús todos los pueblos. Cumplid los mandatos del Señor. Reconoced, naciones unidas, la realeza de Cristo, la soberanía de nuestro Dios. Porque no hay otro Dios en el Cielo ni en la Tierra; no hay otro Salvador que Jesucristo, no hay otro Señor que Cristo, muerto y resucitado. Dejad de pecar. No ofendáis más a Cristo. Haced penitencia. Arrodillaos ante el Señor que viene.
San Juan de la Cruz. Del tratado Subida al monte Carmelo (Libro 2, cap. 22, núms. 3-4)
Dios nos ha hablado en Cristo
La principal causa por la cual en la ley antigua eran lícitas las preguntas que se hacían a Dios, y convenía que los profetas y sacerdotes quisiesen visiones y revelaciones de Dios, era porque entonces no estaba aún fundada la fe ni establecida la ley evangélica; y así, era menester que preguntasen a Dios y que él hablase, ahora por palabras, ahora por visiones y revelaciones, ahora en figuras y semejanzas, ahora en otras muchas maneras de significaciones. Porque todo lo que respondía y hablaba y obraba y revelaba eran misterios de nuestra fe y cosas tocantes a ella o enderezadas a ella. Pero ya que está fundada la fe en Cristo y manifiesta la ley evangélica en esta era de gracia, no hay para qué preguntarle de aquella manera, ni para qué él hable ya ni responda como entonces.
Porque en darnos, como nos dio, a su Hijo – que es una Palabra suya, que no tiene otra – todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar.
Y éste es el sentido de aquella autoridad, con que san Pablo quiere inducir a los hebreos a que se aparten de aquellos modos primeros y tratos con Dios de la ley de Moisés, y pongan los ojos en Cristo solamente, diciendo: Lo que antiguamente habló Dios en los profetas a nuestros padres de muchos modos y maneras, ahora a la postre, en estos días, nos lo ha hablado en el Hijo, todo de una vez.
En lo cual da a entender el Apóstol, que Dios ha quedado ya como mudo, y no tiene más que hablar, porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en Él todo, dándonos el todo, que es su Hijo.
Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios o querer alguna visión o revelación; no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra cosa o novedad. Porque le podría responder Dios de esta manera: “Si te tengo ya hablado todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra cosa que te pueda revelar o responder que sea más que eso, pon los ojos sólo en Él; porque en Él te lo tengo puesto todo y dicho y revelado, y hallarás en él aún más de lo que pides y deseas.
Porque desde el día que bajé con mi espíritu sobre Él en el monte Tabor, diciendo: Éste es mi amado Hijo en que me he complacido; a Él oíd, ya alcé yo la mano de todas esas maneras de enseñanzas y respuestas, y se la di a Él; oídle a Él, porque yo no tengo más fe que revelar, más cosas que manifestar. Que si antes hablaba, era prometiéndoos a Cristo; y si me preguntaban, eran las preguntas encaminadas a la petición y esperanza de Cristo, en que habían de hallar todo bien, como ahora lo da a entender toda la doctrina de los evangelistas y apóstoles.”
Modernistas, herejes abominables: os autoproclamáis profetas. Decís hablar en nombre de Dios y mentís, malditos. Dios no se contradice: no dice hoy una cosa y mañana otra. La revelación de Dios es Cristo. Los modernistas agraviáis a Dios en busca de novedades. Queréis enmendarle la plana a nuestro Creador y Señor: predicáis que el pecado es virtud y la virtud ofensa o delito de odio.
Insultáis al Verbo de Dios: ¡A Cristo! ¿Por qué queréis novedades, necios? Poned los ojos en Cristo. Oídle a Él. No hay más fe que revelar, más cosas que manifestar. Todo ha sido dicho en Cristo Jesús, muerto y resucitado.
Convertíos, arrepentíos de vuestros pecados. Soberbios, mirad la humildad de María, mirad la humildad del niño acostado en el pesebre; mirad la humildad de Cristo, colgado en la Cruz.
Cristo es la Verdad revelada de Dios. No hay otra. Escuchadlo a Él. ¡A Él! ¡No al demonio!
Estoy maravillado de que os hayáis alejado tan pronto del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Pero si aun nosotros o un ángel del cielo os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica un evangelio diferente del que habéis recibido, sea anatema.
Gálatas 1, 6-9
¡Conversión y penitencia!
¡Sálvanos, Dios nuestro!
El Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque Él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque Él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que Él guía.
Señor, ven en nuestro auxilio. Date prisa en socorrernos.
10 comentarios
Y efectivamente, el asesinato de no nacidos es capital en toda esta afrenta a Dios. El afrentar el asesinato de niños no nacidos rezando el Rosario en los abortorios es clave para entender que es lo que está pasando, la dimensión nauseabunda de esta gigantesca mentira. El rezo del Rosario en los abortorios para salvar a los niños, y a quienes los asesinan de su condenación eterna, te pone en el lugar y con quién te permite ver de verdad lo que está pasando en la tierra: te pone en el Huerto de los Olivos con Cristo: líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo especialmente la más necesitadas de tu misericordia.
A primera Alianza hecha por Dios Padre con el hombre, por medio de Moisés , siguió la segunda, hecha por Dios Hijo.
Pero les nacieron ramas espurias a las Alianzas: los fariseos a la Primera y los modernistas a la Segunda. Ambos se sienten con autoridad de corregir a Dios, la llamada "tradición oral" y el "Jesús histórico" son sus herramientas favoritas.
Por desgracia no se sienten profetas, sino dioses que saben mas que Dios.... y lo corrigen.
Un saludo señor Llera
Los profetas antiguos traían fragmentos de la Palabra. Ahora es tiempo de profundizar en el conocimiento de lo ya revelado: unos buscan y traen nuevos significados, otros los analizan y separan lo ortodoxo de la herejía; con esto el Magisterio va levantando el edificio, y la Iglesia y la humanidad continúan avanzado hacia Dios, penosamente.
Estamos en tiempo de cosecha. Se han planteado muchas novedades, y toca separar grano de paja, ortodoxia de herejía.
Clsro que la virgen nunca dijo que fuera corredentora, pero sí la proclamó la Iglesia y, también la Iglesia, proclamó el dogma de que era inmaculada, en 1.854, creo que fué el Papa Pio IX. Pero si para el Papa Francisco son tonteras....en fin. A mí, ésto me ha dolido. Un saludo.
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