Cristo es Rey
Dios ha querido que vivamos justamente en este momento de la historia de la humanidad y de la Iglesia. Demos gracias a Dios. Él nos ha elegido para ser sus testigos, para ser luz en estos momentos de oscuridad en los que parece que el pecado está triunfando sobre la santidad. Pero eso es solo una apariencia. No es la verdad. La verdad es que Cristo es el Rey de la Historia, es el Rey del Universo, es la Cabeza de la Iglesia.
No vacile vuestra fe. Parece que la barca de la Iglesia se hunde en medio de una terrorífica tormenta en mitad de la noche. Parece que el Señor duerme. Pero Él no ha abandonado la barca. Y basta con que el Señor lo ordene para que recobremos la paz y vuelva la luz. No hay nada que temer.
Hoy celebramos la solemnidad de Cristo Rey. Y en esta fiesta quiero recomendarles la lectura del artículo de Cristina de Magistris, publicado en la versión española de Correspondencia Romana, titulado “Sínodo del Amazonas: lo han destronado”.
Allí se explica extraordinariamente bien que el Reino de Dios no tiene su origen en este mundo pero está en este mundo. El reino de Cristo es eterno e indefectible. El poder de Cristo no depende de los criterios de las mayorías; el poder de Cristo “no está sujeto a las vicisitudes comunes a todos los reinos que tienen sus raíces en la tierra, sino que, al descender del cielo, su reino es eterno e inmutable”. Cristo tiene el poder absoluto sobre todas las cosas creadas, porque todo fue creado por Él y para Él.
Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él.
Colosenses 1, 16
«Cristo no sólo debe ser adorado en cuanto Dios por los ángeles y por los hombres, sino que, además, los unos y los otros están sujetos a su imperio y le deben obedecer»
II Corintios, 4
Por esto, misericordiosamente investidos de este ministerio, no desfallecemos. Antes bien, hemos repudiado el silencio vergonzosono procediendo con astucia, ni falseando la Palabra de Dios; al contrario, mediante la manifestación de la verdad nos recomendamos a nosotros mismos a toda conciencia humana delante de Dios. Y si todavía nuestro Evangelio está velado, lo está para los que se pierden, para los incrédulos, cuyo entendimiento cegó el dios de este mundo para impedir que vean brillar el resplandor del Evangelio de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios. No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús. Pues el mismo Dios que dijo: De las tinieblas brille la luz, ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo. Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros. Atribulados en todo, mas no aplastados; perplejos, mas no desesperados; perseguidos, mas no abandonados; derribados, mas no aniquilados. Llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes el morir de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Pues, aunque vivimos, nos vemos continuamente entregados a la muerte por causa de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De modo que la muerte actúa en nosotros, mas en vosotros la vida. Pero teniendo aquel espíritu de fe conforme a lo que está escrito: Creí, por eso hablé, también nosotros creemos, y por eso hablamos, sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús, también nos resucitará con Jesús y nos presentará ante él juntamente con vosotros. Y todo esto, para vuestro bien a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios. Por eso no desfallecemos. Aun cuando nuestro hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se va renovando de día en día. En efecto, la leve tribulación de un momento nos produce, sobre toda medida, un pesado caudal de gloria eterna, a cuantos no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las cosas visibles son pasajeras, mas las invisibles son eternas.
Hoy abunda tanto la cizaña que parece que no hay trigo. Pero el trigo está. Entre tanto pecado, el Reino de Dios está presente en medio de este mundo. Llegará el momento de la siega. Y entonces el Señor mandará separar el trigo de la cizaña.
Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo y a los que hacen iniquidad y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos para oír, que oiga.
¡Viva Cristo Rey!
7 comentarios
¡Viva Cristo Rey! La hora de la prueba se acerca.
Feliz Año Litúrgico nuevo 2019 2020 Ciclo A Año par. San Mateo lo escribe para probar que Jesucristo es el Mesías en el que su cumplen todas las profesías, todas en forma definitiva e irrevisable. Viene justo para sostener que nuestra Fe es la verdadera y que no hay que esperar modificaciones ya que toda está "cumplido".
Sí, por supuesto que sí.
Y es la orquesta y los cantantes,
Los viejos, y principiantes.
Es los músicos en pleno.
El virtuoso al piano,
y la dotada soprano,
Es la corista en la sombra.
El violinista del solo,
y el que golpea el tambor,
con un ligero temblor.
Es el que sopla el trombón,
con la fuerza de su aliento
En plena concentración.
Es el humilde flautista,
la bella violonchelista,
y el viejo clarinetista
Y el que toca los platillos,
dando la nota final
al concierto universal.
Es todos y cada uno,
de los músicos y artistas.
Ninguno se queda fuera,
todos están en su lista:
del director al flautista,
unidos en la armonía,
de la hermosa sinfonía
que llamamos universo,
Todos son el mismo verso.
_/\_
-Mi reino no es de este mundo.- Dijo Jesús ante el prefecto Pilatos
Lógico, este reino es un reino de pecado y pecadores cuya vida es oscuridad y de muerte continua.
Cristo es rey de su infinito reino que es la infinita dimensión -cielo- de infinita Luz iluminada y de infinita Vida poblada
Cristo no es rey de la historia del Hombre que nace, vive y muere en consecuencia de su pecado original.
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