Por el Reinado Social de Cristo
Hay dos cosmovisiones, dos maneras de entender la vida y el hombre, que se oponen absolutamente entre sí. Para los católicos, en el centro está Dios. Para los liberales, en el centro está el hombre.
La cosmovisión católica
Dios es el único Señor. Cristo es el Rey del Universo y de la Historia: el único Salvador. Cristo ha derrotado con su muerte y su resurrección el poder del pecado y de la muerte. Cristo nos salva porque Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Y la gracia de Dios nos permite liberarnos de nuestros pecados mediante los sacramentos: primero el bautismo y después la penitencia. Cristo derramó su sangre y se sacrificó. El Señor recibió el castigo que nosotros nos merecemos por nuestros pecados. Él murió para que nosotros tuviéramos vida eterna, siempre que lo sigamos a Él y no al Demonio.
Sólo Cristo nos salva. Nadie más. Por nuestros primeros padres entró el pecado y la muerte en el mundo. Por Cristo, el pecado y la muerte han sido derrotados para siempre. Por eso es urgente que nos arrepintamos de nuestros pecados y hagamos penitencia para que el Señor tenga compasión de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
La cosmovisión cristiana entiende la vida como un combate contra el pecado en el que somos auxiliados por la gracia de Dios y que solo termina más allá de la muerte. Por eso conviene vivir en gracia de Dios y estar siempre preparados porque el día y la hora nadie la sabe.
El Reinado social de Cristo implica que los gobernantes deben procurar el bien común, cumpliendo y procurando que todos cumplan los mandamientos de la Ley de Dios. Todas las leyes deben promover el bien y combatir el mal; buscar la justicia y la paz. El gobernante debe tener la caridad como fin primordial y también como medio para alcanzar ese fin. El gobierno debería procurar la gloria de Dios y la santidad del pueblo; el bienestar material de todos en este mundo y la salvación de las almas en el otro.
Cosmovisión liberal
En cambio, la cosmovisión liberal prescinde de Dios y de los mandamientos. Así lo explica León XIII en su Encíclica Libertas:
12. El naturalismo o racionalismo en la filosofía coincide con el liberalismo en la moral y en la política, pues los seguidores del liberalismo aplican a la moral y a la práctica de la vida los mismos principios que establecen los defensores del naturalismo. Ahora bien: el principio fundamental de todo el racionalismo es la soberanía de la razón humana, que, negando la obediencia debida a la divina y eterna razón y declarándose a sí misma independiente, se convierte en sumo principio, fuente exclusiva y juez único de la verdad. Esta es la pretensión de los referidos seguidores del liberalismo; según ellos no hay en la vida práctica autoridad divina alguna a la que haya que obedecer; cada ciudadano es ley de sí mismo. De aquí nace esa denominada moral independiente, que, apartando a la voluntad, bajo pretexto de libertad, de la observancia de los mandamientos divinos, concede al hombre una licencia ilimitada. Las consecuencias últimas de estas afirmaciones, sobre todo en el orden social, son fáciles de ver. Porque, cuando el hombre se persuade que no tiene sobre si superior alguno, la conclusión inmediata es colocar la causa eficiente de la comunidad civil y política no en un principio exterior o superior al hombre, sino en la libre voluntad de cada uno; derivar el poder político de la multitud como de fuente primera. Y así como la razón individual es para el individuo en su vida privada la única norma reguladora de su conducta, de la misma manera la razón colectiva debe ser para todos la única regla normativa en la esfera de la vida pública. De aquí el número como fuerza decisiva y la mayoría como creadora exclusiva del derecho y del deber.
[…] si el juicio sobre la verdad y el bien queda exclusivamente en manos de la razón humana abandonada a sí sola, desaparece toda diferencia objetiva entre el bien y el mal; el vicio y la virtud no se distinguen ya en el orden de la realidad, sino solamente en el juicio subjetivo de cada individuo; será lícito cuanto agrade, y establecida una moral impotente para refrenar y calmar las pasiones desordenadas del alma, quedará espontáneamente abierta la puerta a toda clase de corrupciones. En cuanto a la vida pública, el poder de mandar queda separado de su verdadero origen natural, del cual recibe toda la eficacia realizadora del bien común; y la ley, reguladora de lo que hay que hacer y lo que hay que evitar, queda abandonada al capricho de una mayoría numérica, verdadero plano inclinado que lleva a la tiranía.
Y por ese tobogán hacia la tiranía estamos deslizándonos… Si la mayoría considera que está bien el aborto o la eutanasia, se aprueba una ley que conviertan la crueldad inhumana en virtud y sanseacabó. No nos olvidemos de que Hitler llegó al poder democráticamente y sus leyes antisemitas eran legítimas legalmente, aunque fueran monstruosas moralmente.
Cuando el hombre se aparta de Dios, su vida es desgraciada. Cuando un pueblo prescinde de Dios y legisla contra Dios o al margen de Dios, se pierde la paz y la justicia y la nación acaba siendo un infierno, cruel, bárbaro e inhumano. Siempre que el hombre se aleja de Dios, el resultado es el infierno. Donde no reina Dios, no reina la caridad: reina el pecado, el mal, la injusticia, la anarquía, la violencia…
Arrepentimiento y conversión
Nos toca predicar el arrepentimiento y la conversión. Solo en la medida en que todos vivamos en gracia de Dios, el mundo será más justo, más humano y habitable. Pero si vivimos en pecado mortal, no nos extrañemos de que proliferen las violaciones, la corrupción, los divorcios, los abortos, las mentiras, las blasfemias; el abandono y la soledad de los ancianos, los asesinatos y malos tratos a mujeres y niños… Y así un largo etcétera de calamidades que acarrean sufrimiento, dolor y muerte; injusticias y explotación de los más débiles. El Reino de Dios y el Infierno no están solo más allá. También están aquí entre nosotros. San John Henry Newman, en el Sermón «El mundo invisible», señala:
¿Le es difícil a la fe admitir las palabras de la Escritura que se refieren a nuestras relaciones con un mundo superior a nosotros?… Este mundo espiritual está presente aunque es invisible; es ya presente, no sólo futuro, y no nos es distante. No está por encima del cielo ni más allá del sepulcro; está presente ahora y aquí: «El reino de Dios está dentro de nosotros». Es san Pablo que habla de él: «No nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve. Lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es eterno» (2C 4,18)…
Así es el reino de Dios escondido; y de la misma manera que ahora está escondido, de esta misma manera será revelado en el momento oportuno. Los hombres creen ser los amos del mundo y que pueden hacer de él lo que quieran. Creen ser sus propietarios y poseer un poder sobre su curso… Pero este mundo está habitado por los sencillos de Cristo a quienes desprecian y por sus ángeles en quienes no creen. Éstos son los que tomarán posesión de él cuando se manifestarán. Por ahora «todas las cosas» aparentemente «continúan tal como eran desde el principio de la creación» y los que se burlan de él preguntan: ¿Dónde queda la promesa de su venida?» (2P 3,4). Pero en el tiempo señalado habrá una «manifestación de los hijos de Dios» y los santos escondidos «brillarán como el sol en el Reino de su Padre» (Rm 8,19; Mt 13,43).
La aparición de los ángeles a los pastores fue de manera súbita: «De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial» (Lc 2,13). Inmediatamente antes la noche era igual a otra noche cualquiera –los pastores vigilaban sus rebaños- y observaban el curso de la noche: las estrellas seguían su curso; era medianoche; de ninguna manera esperaban semejante cosa cuando se les apareció el ángel. Así son el poder y la fuerza escondida en las cosas visibles. Se manifiestan cuando Dios lo quiere.
«No tienes aquí domicilio permanente» (Hb 13,14). Dondequiera que estuvieres, serás «extraño y peregrino» (Hb 11,13), y no tendrás nunca reposo, si no estuvieres íntimamente unido a Cristo. Volvamos a Dios. Vivamos el mandamiento del amor. Aborrezcamos el pecado y la mentira; arrodillémonos ante Cristo para que perdone nuestros pecados y nos dé la gracia que necesitamos para vivir con la dignidad de los hijos de Dios y algún día podamos disfrutar de la contemplación beatífica en el Cielo.
Así lo enseña el Catecismo:
1020 El cristiano que une su propia muerte a la de Jesús ve la muerte como una ida hacia Él y la entrada en la vida eterna. Cuando la Iglesia dice por última vez las palabras de perdón de la absolución de Cristo sobre el cristiano moribundo, lo sella por última vez con una unción fortificante y le da a Cristo en el viático como alimento para el viaje. Le habla entonces con una dulce seguridad:
«Alma cristiana, al salir de este mundo, marcha en el nombre de Dios Padre Todopoderoso, que te creó, en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que murió por ti, en el nombre del Espíritu Santo, que sobre ti descendió. Entra en el lugar de la paz y que tu morada esté junto a Dios en Sión, la ciudad santa, con Santa María Virgen, Madre de Dios, con san José y todos los ángeles y santos […] Te entrego a Dios, y, como criatura suya, te pongo en sus manos, pues es tu Hacedor, que te formó del polvo de la tierra. Y al dejar esta vida, salgan a tu encuentro la Virgen María y todos los ángeles y santos […] Que puedas contemplar cara a cara a tu Redentor» (Rito de la Unción de Enfermos y de su cuidado pastoral, Orden de recomendación de moribundos, 146-147).
1021 La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc 23, 43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) hablan de un último destino del alma (cf. Mt 16, 26) que puede ser diferente para unos y para otros.
1022 Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (cf. Concilio de Lyon II: DS 856; Concilio de Florencia: DS 1304; Concilio de Trento: DS 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (cf. Concilio de Lyon II: DS 857; Juan XXII: DS 991; Benedicto XII: DS 1000-1001; Concilio de Florencia: DS 1305), bien para condenarse inmediatamente para siempre (cf. Concilio de Lyon II: DS 858; Benedicto XII: DS 1002; Concilio de Florencia: DS 1306).
Rechacemos el pecado y vivamos en gracia de Dios para que, por la gracia de Dios, podamos ser perfectos como nuestro Padre Celestial es Perfecto. Nosotros solos no podemos liberarnos de la esclavitud del pecado: necesitamos la gracia de Dios, que recibimos sobre todo por los sacramentos. Sin Dios no podemos hacer nada. Pero todo lo podemos en Aquel que nos conforta. Al final, el Inmaculado Corazón de María reinará y nuestra Madre Santísima pisará la cabeza de la Serpiente.
¿Pero qué es el pecado?
Dice el Catecismo:
1849 El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Ha sido definido como “una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna”.
¿Y cuál es la ley eterna?
La ley eterna es el Decálogo: son los Mandamientos de la Ley de Dios. Es faltar al amor para con Dios y para con el prójimo. “Quien ama a Dios guarda sus mandamientos”.
Juan 14:21
El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él.
Juan 14:23
Jesús respondió, y le dijo: Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada.
Juan 15:10
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
1 Juan 2:3
Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus mandamientos.
1 Juan 5:2,3
En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos y sus mandamientos no son gravosos.
Estos son los Mandamientos (del Catecismo de la Iglesia Católca):
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AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS
1º Amarás a Dios sobre todas las cosas.
a) “Adorarás al Señor, tu Dios.”
Dios es un ser constante, inmutable, siempre el mismo, fiel, perfectamente justo. De ahí se sigue que nosotros debemos necesariamente aceptar sus Palabras y tener en Él una fe y una confianza completas. Él es todopoderoso, clemente, infinitamente inclinado a hacer el bien.
b) “A Él solo darás culto.”
Adorar a Dios es reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Señor y Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso. Adorar a Dios es reconocer, con respeto y sumisión absolutos, la “nada de la criatura”, que sólo existe por Dios. Adorar a Dios es alabarlo, exaltarle y humillarse a sí mismo, como hace María en el Magníficat, confesando con gratitud que Él ha hecho grandes cosas y que su nombre es santo.
El primer mandamiento prohíbe honrar a dioses distintos del Único Señor que se ha revelado a su pueblo. Proscribe la superstición y la irreligión. El primer mandamiento condena el politeísmo. Exige al hombre no creer en otros dioses que el Dios verdadero. Y no venerar otras divinidades que al único Dios. La Escritura recuerda constantemente este rechazo de los “ídolos […] oro y plata, obra de las manos de los hombres”, que “tienen boca y no hablan, ojos y no ven”. Estos ídolos vanos hacen vano al que les da culto: “Como ellos serán los que los hacen, cuantos en ellos ponen su confianza” (Sal 115, 4-5.8; cf. Is 44, 9-20; Jr 10, 1-16; Dn 14, 1-30; Ba 6; Sb 13, 1-15,19). Dios, por el contrario, es el “Dios vivo” (Jos 3, 10; Sal 42, 3, etc.), que da vida e interviene en la historia.
La idolatría, el ateísmo, las supersticiones, el sincretismo y el indiferentismo religioso; el culto al cuerpo; la búsqueda desenfrenada de riquezas y placeres; la vanidad y la soberbia… Todos ellos son pecados contra el primer mandamiento.
2º No tomarás el Nombre de Dios en vano.
El fiel cristiano debe dar testimonio del nombre del Señor confesando su fe sin ceder al temor. El segundo mandamiento prohíbe abusar del nombre de Dios, es decir, todo uso inconveniente del nombre de Dios, de Jesucristo, de la Virgen María y de todos los santos.
La blasfemia se opone directamente al segundo mandamiento. Consiste en proferir contra Dios —interior o exteriormente— palabras de odio, de reproche, de desafío; en injuriar a Dios, faltarle al respeto en las expresiones, en abusar del nombre de Dios.
El segundo mandamiento prohíbe el juramento en falso. Hacer juramento o jurar es tomar a Dios por testigo de lo que se afirma. Como Creador y Señor, Dios es la norma de toda verdad. La palabra humana está de acuerdo o en oposición con Dios que es la Verdad misma. El juramento, cuando es veraz y legítimo, pone de relieve la relación de la palabra humana con la verdad de Dios. El falso juramento invoca a Dios como testigo de una mentira.
3º Santificarás las fiestas.
La celebración del domingo cumple la prescripción moral, inscrita en el corazón del hombre, de “dar a Dios un culto exterior, visible, público y regular bajo el signo de su bondad universal hacia los hombres. El domingo y las demás fiestas de precepto los fieles tienen obligación de participar en la misa.
La Eucaristía del domingo fundamenta y confirma toda la práctica cristiana. Por eso los fieles están obligados a participar en la Eucaristía los días de precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio (cf CIC can. 1245). Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave.
La participación en la celebración común de la Eucaristía dominical es un testimonio de pertenencia y de fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Los fieles proclaman así su comunión en la fe y la caridad. Testimonian a la vez la santidad de Dios y su esperanza de la salvación. Se reconfortan mutuamente, guiados por el Espíritu Santo.
En el respeto de la libertad religiosa y del bien común de todos, los cristianos deben esforzarse por obtener el reconocimiento de los domingos y días de fiesta de la Iglesia como días festivos legales. Deben dar a todos un ejemplo público de oración, de respeto y de alegría, y defender sus tradiciones como una contribución preciosa a la vida espiritual de la sociedad humana.
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AMARÁS AL PRÓJIMO COMO A TI MISMO
4º Honrarás a tu padre y a tu madre.
El cuarto mandamiento se dirige expresamente a los hijos en sus relaciones con sus padres, porque esta relación es la más universal. Se refiere también a las relaciones de parentesco con los miembros del grupo familiar. Exige que se dé honor, afecto y reconocimiento a los abuelos y antepasados. Finalmente se extiende a los deberes de los alumnos respecto a los maestros, de los empleados respecto a los patronos, de los subordinados respecto a sus jefes, de los ciudadanos respecto a su patria, a los que la administran o la gobiernan.
Este mandamiento implica y sobrentiende los deberes de los padres, tutores, maestros, jefes, magistrados, gobernantes, de todos los que ejercen una autoridad sobre otros o sobre una comunidad de personas.
La comunidad conyugal está establecida sobre el consentimiento de los esposos. El matrimonio y la familia están ordenados al bien de los esposos y a la procreación y educación de los hijos. El amor de los esposos y la generación de los hijos establecen entre los miembros de una familia relaciones personales y responsabilidades primordiales.
Un hombre y una mujer unidos en matrimonio forman con sus hijos una familia. Esta disposición es anterior a todo reconocimiento por la autoridad pública; se impone a ella. Se la considerará como la referencia normal en función de la cual deben ser apreciadas las diversas formas de parentesco.
5º No matarás.
La vida humana ha de ser tenida como sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente.
a) Legítima defensa
La legítima defensa de las personas y las sociedades no es una excepción a la prohibición de la muerte del inocente que constituye el homicidio voluntario. El amor a sí mismo constituye un principio fundamental de la moralidad. Es, por tanto, legítimo hacer respetar el propio derecho a la vida. El que defiende su vida no es culpable de homicidio, incluso cuando se ve obligado a asestar a su agresor un golpe mortal
b) Aborto
La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida. Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral.
c) Eutanasia
Aquellos cuya vida se encuentra disminuida o debilitada tienen derecho a un respeto especial. Las personas enfermas o disminuidas deben ser atendidas para que lleven una vida tan normal como sea posible. Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable. Por tanto, una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se puede haber caído de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de rechazar y excluir siempre.
d) El suicidio
Cada cual es responsable de su vida delante de Dios que se la ha dado. Él sigue siendo su soberano Dueño. Nosotros estamos obligados a recibirla con gratitud y a conservarla para su honor y para la salvación de nuestras almas. Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado. No disponemos de ella.
El suicidio contradice la inclinación natural del ser humano a conservar y perpetuar su vida. Es gravemente contrario al justo amor de sí mismo. Ofende también al amor del prójimo porque rompe injustamente los lazos de solidaridad con las sociedades familiar, nacional y humana con las cuales estamos obligados. El suicidio es contrario al amor del Dios vivo.
Trastornos psíquicos graves, la angustia, o el temor grave de la prueba, del sufrimiento o de la tortura, pueden disminuir la responsabilidad del suicida.
e) El escándalo
El escándalo es la actitud o el comportamiento que induce a otro a hacer el mal. El que escandaliza se convierte en tentador de su prójimo. Atenta contra la virtud y el derecho; puede ocasionar a su hermano la muerte espiritual. El escándalo constituye una falta grave si, por acción u omisión, arrastra deliberadamente a otro a una falta grave.
El escándalo adquiere una gravedad particular según la autoridad de quienes lo causan o la debilidad de quienes lo padecen. Inspiró a nuestro Señor esta maldición: “Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar” (Mt 18, 6; cf 1 Co 8, 10-13). El escándalo es grave cuando es causado por quienes, por naturaleza o por función, están obligados a enseñar y educar a otros.
f) El cuidado de la salud
La moral exige el respeto de la vida corporal, pero no hace de ella un valor absoluto. Se opone a una concepción neopagana que tiende a promover el culto del cuerpo, a sacrificar todo a él, a idolatrar la perfección física y el éxito deportivo. Semejante concepción, por la selección que opera entre los fuertes y los débiles, puede conducir a la perversión de las relaciones humanas.
El uso de la droga inflige muy graves daños a la salud y a la vida humana. Fuera de los casos en que se recurre a ello por prescripciones estrictamente terapéuticas, es una falta grave. La producción clandestina y el tráfico de drogas son prácticas escandalosas; constituyen una cooperación directa, porque incitan a ellas, a prácticas gravemente contrarias a la ley moral.
g) El respeto a la dignidad de la persona y la investigación científica.
Las investigaciones o experimentos en el ser humano no pueden legitimar actos que en sí mismos son contrarios a la dignidad de las personas y a la ley moral. El eventual consentimiento de los sujetos no justifica tales actos. La experimentación en el ser humano no es moralmente legítima si hace correr riesgos desproporcionados o evitables a la vida o a la integridad física o psíquica del sujeto. La experimentación en seres humanos no es conforme a la dignidad de la persona si, por añadidura, se hace sin el consentimiento consciente del sujeto o de quienes tienen derecho sobre él.
h) La guerra justa
Se han de considerar con rigor las condiciones estrictas de una legítima defensa mediante la fuerza militar. La gravedad de semejante decisión somete a esta a condiciones rigurosas de legitimidad moral. Es preciso a la vez:
— Que el daño causado por el agresor a la nación o a la comunidad de las naciones sea duradero, grave y cierto.
— Que todos los demás medios para poner fin a la agresión hayan resultado impracticables o ineficaces.
— Que se reúnan las condiciones serias de éxito.
— Que el empleo de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que se pretende eliminar. El poder de los medios modernos de destrucción obliga a una prudencia extrema en la apreciación de esta condición.
Estos son los elementos tradicionales enumerados en la doctrina llamada de la “guerra justa”. La apreciación de estas condiciones de legitimidad moral pertenece al juicio prudente de quienes están a cargo del bien común.
6º No cometerás actos impuros.
Cada uno de los dos sexos es, con una dignidad igual, aunque de manera distinta, imagen del poder y de la ternura de Dios. La unión del hombre y de la mujer en el matrimonio es una manera de imitar en la carne la generosidad y la fecundidad del Creador.
La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado.
- La lujuria es un deseo o un goce desordenados del placer venéreo. El placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de unión.
- Por masturbación se ha de entender la excitación voluntaria de los órganos genitales a fin de obtener un placer venéreo. “Tanto el Magisterio de la Iglesia, de acuerdo con una tradición constante, como el sentido moral de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado”. “El uso deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice a su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine”. Así, el goce sexual es buscado aquí al margen de “la relación sexual requerida por el orden moral; aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero”. Para emitir un juicio justo acerca de la responsabilidad moral de los sujetos y para orientar la acción pastoral, ha de tenerse en cuenta la inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, el estado de angustia u otros factores psíquicos o sociales que pueden atenuar o tal vez reducir al mínimo la culpabilidad moral.
- La fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio. Es gravemente contraria a la dignidad de las personas y de la sexualidad humana, naturalmente ordenada al bien de los esposos, así como a la generación y educación de los hijos. Además, es un escándalo grave cuando hay de por medio corrupción de menores.
- La pornografía consiste en sacar de la intimidad de los protagonistas actos sexuales, reales o simulados, para exhibirlos ante terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la producción y la distribución de material pornográfico.
- La prostitución atenta contra la dignidad de la persona que se prostituye, puesto que queda reducida al placer venéreo que se saca de ella. El que paga peca gravemente contra sí mismo: quebranta la castidad a la que lo comprometió su bautismo y mancha su cuerpo, templo del Espíritu Santo (cf 1 Co 6, 15-20). La prostitución constituye una lacra social.
- La violación es forzar o agredir con violencia la intimidad sexual de una persona. Atenta contra la justicia y la caridad. La violación lesiona profundamente el derecho de cada uno al respeto, a la libertad, a la integridad física y moral. Produce un daño grave que puede marcar a la víctima para toda la vida. Es siempre un acto intrínsecamente malo. Más grave todavía es la violación cometida por parte de los padres (cf. incesto) o de educadores con los niños que les están confiados.
- La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.
El matrimonio constituye una “íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias”. Esta comunidad “se establece con la alianza del matrimonio, es decir, con un consentimiento personal e irrevocable” (GS 48, 1). Los dos se dan definitiva y totalmente el uno al otro. Ya no son dos, ahora forman una sola carne. La alianza contraída libremente por los esposos les impone la obligación de mantenerla una e indisoluble (cf CIC can. 1056). “Lo que Dios unió […], no lo separe el hombre” (Mc 10, 9; cf Mt 19, 1-12; 1 Co 7, 10-11).
La fidelidad expresa la constancia en el mantenimiento de la palabra dada. Dios es fiel. El sacramento del Matrimonio hace entrar al hombre y la mujer en el misterio de la fidelidad de Cristo para con su Iglesia. Por la castidad conyugal dan testimonio de este misterio ante el mundo.
- El adulterio es una injusticia. El que lo comete falta a sus compromisos. Lesiona el signo de la Alianza que es el vínculo matrimonial. Quebranta el derecho del otro cónyuge y atenta contra la institución del matrimonio, violando el contrato que le da origen. Compromete el bien de la generación humana y de los hijos, que necesitan la unión estable de los padres.
- El divorcio es una ofensa grave a la ley natural. Pretende romper el contrato, aceptado libremente por los esposos, de vivir juntos hasta la muerte. El divorcio atenta contra la Alianza de salvación de la cual el matrimonio sacramental es un signo. El hecho de contraer una nueva unión, aunque reconocida por la ley civil, aumenta la gravedad de la ruptura: el cónyuge casado de nuevo se halla entonces en situación de adulterio público y permanente:
- «No es lícito al varón, una vez separado de su esposa, tomar otra; ni a una mujer repudiada por su marido, ser tomada por otro como esposa» (San Basilio Magno, Moralia, regula 73).
- Incesto es la relación carnal entre parientes dentro de los grados en que está prohibido el matrimonio (cf Lv 18, 7-20). San Pablo condena esta falta particularmente grave: “Se oye hablar de que hay inmoralidad entre vosotros […] hasta el punto de que uno de vosotros vive con la mujer de su padre. […] En nombre del Señor Jesús […] sea entregado ese individuo a Satanás para destrucción de la carne…” (1 Co 5, 1.4-5). El incesto corrompe las relaciones familiares y representa una regresión a la animalidad.
- Se puede equiparar al incesto los abusos sexuales perpetrados por adultos en niños o adolescentes confiados a su guarda. Entonces esta falta adquiere una mayor gravedad por atentar escandalosamente contra la integridad física y moral de los jóvenes que quedarán así marcados para toda la vida, y por ser una violación de la responsabilidad educativa.
- Hay unión libre cuando el hombre y la mujer se niegan a dar forma jurídica y pública a una unión que implica la intimidad sexual. La expresión en sí misma es engañosa: ¿qué puede significar una unión en la que las personas no se comprometen entre sí y testimonian con ello una falta de confianza en el otro, en sí mismo, o en el porvenir? Esta expresión abarca situaciones distintas: concubinato, rechazo del matrimonio en cuanto tal, incapacidad de unirse mediante compromisos a largo plazo (cf FC 81). Todas estas situaciones ofenden la dignidad del matrimonio; destruyen la idea misma de la familia; debilitan el sentido de la fidelidad. Son contrarias a la ley moral: el acto sexual debe tener lugar exclusivamente en el matrimonio; fuera de éste constituye siempre un pecado grave y excluye de la comunión sacramental.
7º No robarás.
El séptimo mandamiento prohíbe tomar o retener el bien del prójimo injustamente y perjudicar de cualquier manera al prójimo en sus bienes. Prescribe la justicia y la caridad en la gestión de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo de los hombres. Con miras al bien común exige el respeto del destino universal de los bienes y del derecho de propiedad privada. La vida cristiana se esfuerza por ordenar a Dios y a la caridad fraterna los bienes de este mundo.
El séptimo mandamiento prohíbe el robo, es decir, la usurpación del bien ajeno contra la voluntad razonable de su dueño. No hay robo si el consentimiento puede ser presumido o si el rechazo es contrario a la razón y al destino universal de los bienes. Es el caso de la necesidad urgente y evidente en que el único medio de remediar las necesidades inmediatas y esenciales (alimento, vivienda, vestido…) es disponer y usar de los bienes ajenos.
Toda forma de tomar o retener injustamente el bien ajeno, aunque no contradiga las disposiciones de la ley civil, es contraria al séptimo mandamiento. Así, retener deliberadamente bienes prestados u objetos perdidos, defraudar en el ejercicio del comercio (cf Dt 25, 13-16), pagar salarios injustos (cf Dt 24,14-15; St 5,4), elevar los precios especulando con la ignorancia o la necesidad ajenas (cf Am 8, 4-6).
Son también moralmente ilícitos, la especulación mediante la cual se pretende hacer variar artificialmente la valoración de los bienes con el fin de obtener un beneficio en detrimento ajeno; la corrupción mediante la cual se vicia el juicio de los que deben tomar decisiones conforme a derecho; la apropiación y el uso privados de los bienes sociales de una empresa; los trabajos mal hechos, el fraude fiscal, la falsificación de cheques y facturas, los gastos excesivos, el despilfarro. Infligir voluntariamente un daño a las propiedades privadas o públicas es contrario a la ley moral y exige reparación.
Las promesas deben ser cumplidas, y los contratos rigurosamente observados en la medida en que el compromiso adquirido es moralmente justo.
El séptimo mandamiento proscribe los actos o empresas que, por una u otra razón, egoísta o ideológica, mercantil o totalitaria, conducen a esclavizar seres humanos, a menospreciar su dignidad personal, a comprarlos, a venderlos y a cambiarlos como mercancía.
El séptimo mandamiento exige el respeto de la integridad de la creación. Los animales, como las plantas y los seres inanimados, están naturalmente destinados al bien común de la humanidad pasada, presente y futura (cf Gn 1, 28-31). El uso de los recursos minerales, vegetales y animales del universo no puede ser separado del respeto a las exigencias morales. El dominio concedido por el Creador al hombre sobre los seres inanimados y los seres vivos no es absoluto; está regulado por el cuidado de la calidad de la vida del prójimo incluyendo la de las generaciones venideras; exige un respeto religioso de la integridad de la creación.
El acceso al trabajo y a la profesión debe estar abierto a todos sin discriminación injusta, a hombres y mujeres, sanos y disminuidos, autóctonos e inmigrados. Habida consideración de las circunstancias, la sociedad debe, por su parte, ayudar a los ciudadanos a procurarse un trabajo y un empleo.
El salario justo es el fruto legítimo del trabajo. Negarlo o retenerlo puede constituir una grave injusticia (cf Lv 19, 13; Dt 24, 14-15; St 5, 4). Para determinar la justa remuneración se han de tener en cuenta a la vez las necesidades y las contribuciones de cada uno. “El trabajo debe ser remunerado de tal modo que se den al hombre posibilidades de que él y los suyos vivan dignamente su vida material, social, cultural y espiritual, teniendo en cuenta la tarea y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común” (GS 67, 2). El acuerdo de las partes no basta para justificar moralmente la cuantía del salario.
La huelga es moralmente legítima cuando constituye un recurso inevitable, si no necesario para obtener un beneficio proporcionado.
Dios bendice a los que ayudan a los pobres y reprueba a los que se niegan a hacerlo: “A quien te pide da, al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda” (Mt 5, 42). “Gratis lo recibisteis, dadlo gratis” (Mt 10, 8). Jesucristo reconocerá a sus elegidos en lo que hayan hecho por los pobres (cf Mt 25, 31-36). La buena nueva “anunciada a los pobres” (Mt 11, 5; Lc 4, 18)) es el signo de la presencia de Cristo.
“El amor de la Iglesia por los pobres […] pertenece a su constante tradición” (CA 57). Está inspirado en el Evangelio de las bienaventuranzas (cf Lc 6, 20-22), en la pobreza de Jesús (cf Mt 8, 20), y en su atención a los pobres (cf Mc 12, 41-44). El amor a los pobres es también uno de los motivos del deber de trabajar, con el fin de “hacer partícipe al que se halle en necesidad” (Ef 4, 28). No abarca sólo la pobreza material, sino también las numerosas formas de pobreza cultural y religiosa (cf CA 57).
El amor a los pobres es incompatible con el amor desordenado de las riquezas o su uso egoísta. San Juan Crisóstomo lo recuerda vigorosamente: “No hacer participar a los pobres de los propios bienes es robarles y quitarles la vida; […] lo que poseemos no son bienes nuestros, sino los suyos” (In Lazarum, concio 2, 6). Es preciso “satisfacer ante todo las exigencias de la justicia, de modo que no se ofrezca como ayuda de caridad lo que ya se debe a título de justicia”.
8º No dirás falso testimonio ni mentirás.
El octavo mandamiento prohíbe falsear la verdad en las relaciones con el prójimo. El discípulo de Cristo acepta “vivir en la verdad”, es decir, en la simplicidad de una vida conforme al ejemplo del Señor y permaneciendo en su Verdad. “Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos conforme a la verdad” (1 Jn 1, 6).
El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte. El mártir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrina cristiana. Soporta la muerte mediante un acto de fortaleza.
Falso testimonio y perjurio. Una afirmación contraria a la verdad posee una gravedad particular cuando se hace públicamente. Ante un tribunal viene a ser un falso testimonio (cf Pr 19, 9). Cuando es pronunciada bajo juramento se trata de perjurio. Estas maneras de obrar contribuyen a condenar a un inocente, a disculpar a un culpable o a aumentar la sanción en que ha incurrido el acusado (cf Pr 18, 5); comprometen gravemente el ejercicio de la justicia y la equidad de la sentencia pronunciada por los jueces.
El respeto de la reputación de las personas prohíbe toda actitud y toda palabra susceptibles de causarles un daño injusto (cf CIC can. 220). Se hace culpable:
— de juicio temerario el que, incluso tácitamente, admite como verdadero, sin tener para ello fundamento suficiente, un defecto moral en el prójimo;
— de maledicencia el que, sin razón objetivamente válida, manifiesta los defectos y las faltas de otros a personas que los ignoran (cf Si 21, 28);
— de calumnia el que, mediante palabras contrarias a la verdad, daña la reputación de otros y da ocasión a juicios falsos respecto a ellos.
Para evitar el juicio temerario, cada uno debe interpretar, en cuanto sea posible, en un sentido favorable los pensamientos, palabras y acciones de su prójimo
Debe proscribirse toda palabra o actitud que, por halago, adulación o complacencia, alienta y confirma a otro en la malicia de sus actos y en la perversidad de su conducta. La adulación es una falta grave si se hace cómplice de vicios o pecados graves. El deseo de prestar un servicio o la amistad no justifica una doblez del lenguaje. La adulación es un pecado venial cuando sólo desea hacerse grato, evitar un mal, remediar una necesidad u obtener ventajas legítimas.
“La mentira consiste en decir falsedad con intención de engañar” (San Agustín, De mendacio, 4, 5). El Señor denuncia en la mentira una obra diabólica: “Vuestro padre es el diablo […] porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira” (Jn 8, 44).
La mentira es la ofensa más directa contra la verdad. Mentir es hablar u obrar contra la verdad para inducir a error. Lesionando la relación del hombre con la verdad y con el prójimo, la mentira ofende el vínculo fundamental del hombre y de su palabra con el Señor. La mentira, por ser una violación de la virtud de la veracidad, es una verdadera violencia hecha a los demás. Atenta contra ellos en su capacidad de conocer, que es la condición de todo juicio y de toda decisión. Contiene en germen la división de los espíritus y todos los males que ésta suscita. La mentira es funesta para toda sociedad: socava la confianza entre los hombres y rompe el tejido de las relaciones sociales.
Toda falta cometida contra la justicia y la verdad entraña el deber de reparación, aunque su autor haya sido perdonado. Cuando es imposible reparar un daño públicamente, es preciso hacerlo en secreto; si el que ha sufrido un perjuicio no puede ser indemnizado directamente, es preciso darle satisfacción moralmente, en nombre de la caridad. Este deber de reparación se refiere también a las faltas cometidas contra la reputación del prójimo. Esta reparación, moral y a veces material, debe apreciarse según la medida del daño causado. Obliga en conciencia.
9º No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
El noveno mandamiento prohíbe la concupiscencia de la carne. El corazón es la sede de la personalidad moral: “de dentro del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones” (Mt 15, 19). La lucha contra la concupiscencia de la carne pasa por la purificación del corazón: «Mantente en la simplicidad y en la inocencia, y serás como los niños pequeños que ignoran la perversidad que destruye la vida de los hombres» (Hermas, Pastor 27, 1 [mandatum 2, 1]).
El Bautismo confiere al que lo recibe la gracia de la purificación de todos los pecados. Pero el bautizado debe seguir luchando contra la concupiscencia de la carne y los apetitos desordenados. Con la gracia de Dios lo consigue
— mediante la virtud y el don de la castidad, pues la castidad permite amar con un corazón recto e indiviso;
— mediante la pureza de intención, que consiste en buscar el fin verdadero del hombre: con una mirada limpia el bautizado se afana por encontrar y realizar en todo la voluntad de Dios (cf Rm 12, 2; Col 1, 10);
— mediante la pureza de la mirada exterior e interior; mediante la disciplina de los sentidos y la imaginación; mediante el rechazo de toda complacencia en los pensamientos impuros que inclinan a apartarse del camino de los mandamientos divinos: “la vista despierta la pasión de los insensatos” (Sb 15, 5);
— mediante la oración.
Existe un pudor de los sentimientos como también un pudor del cuerpo. Este pudor rechaza, por ejemplo, los exhibicionismos del cuerpo humano propios de cierta publicidad o las incitaciones de algunos medios de comunicación a hacer pública toda confidencia íntima. El pudor inspira una manera de vivir que permite resistir a las solicitaciones de la moda y a la presión de las ideologías dominantes.
10º No codiciarás los bienes ajenos.
El décimo mandamiento prohíbe la avaricia y el deseo de una apropiación inmoderada de los bienes terrenos. Prohíbe el deseo desordenado nacido de la pasión inmoderada de las riquezas y de su poder. Prohíbe también el deseo de cometer una injusticia mediante la cual se dañaría al prójimo en sus bienes temporales.
El décimo mandamiento exige que se destierre del corazón humano la envidia. La envidia es un pecado capital. Manifiesta la tristeza experimentada ante el bien del prójimo y el deseo desordenado de poseerlo, aunque sea en forma indebida.
El Señor se lamenta de los ricos porque encuentran su consuelo en la abundancia de bienes (cf Lc 6, 24). “El orgulloso busca el poder terreno, mientras el pobre en espíritu busca el Reino de los cielos” (San Agustín, De sermone Domini in monte, 1, 1, 3). El abandono en la providencia del Padre del cielo libera de la inquietud por el mañana (cf Mt 6, 25-34). La confianza en Dios dispone a la bienaventuranza de los pobres: ellos verán a Dios.
El deseo de la felicidad verdadera aparta al hombre del apego desordenado a los bienes de este mundo, y tendrá su plenitud en la visión y la bienaventuranza de Dios. “La promesa [de ver a Dios] supera toda felicidad […] En la Escritura, ver es poseer […]. El que ve a Dios obtiene todos los bienes que se pueden concebir” (San Gregorio de Nisa, De beatitudinibus, oratio 6).
Corresponde, por tanto, al pueblo santo luchar, con la gracia de lo alto, para obtener los bienes que Dios promete. Para poseer y contemplar a Dios, los fieles cristianos mortifican sus concupiscencias y, con la ayuda de Dios, vencen las seducciones del placer y del poder.
54 comentarios
Creo que hay un cierto grado de caricaturización del liberalismo en la cita de León XIII que usted difunde y que sostienen una y otra vez algunos católicos, como usted.
La razón (al menos en lo que tiene que ver con lo ético y con la ciencia social y empírica), no puede en ningún caso desatenderse de lo real, so pena de estrellarse y destruirse a si misma. La razón no es locura, sino todo lo contrario, cordura. Que el ser humano alcance la mayoría de edad y que decida pensar por si mismo, abandonando cualquier pretensión de una supuesta autoridad divina, no quiere decir que puede pensar lo que se le de le gana sobre la estructura de lo real.
El liberalismo clásico depuró de cualquier vestigio religioso o teológico, el análisis racional de lo real en el ser humano, pero descubrió que independientemente de su génesis, hay un orden, una estructura dada que la razón descubre. Y esa estructura no es otra que la que nos hace personas: la libertad, la voluntad y la razón. Estas tres cualidades dotan a la persona de dignidad, puesto que la hacen únicas, irrepetibles y dueñas de ellas mismas y es esa dignidad de donde brotan los derechos del individuo. En la esfera pública, hacer ver como que la mayoría puede con todo sin importar la realidad, contradice flagrantemente los hechos de una sociedad que se ha vuelto cada vez menos salvaje y más respetuosa de el ser humano y eso salta a la vista, aunque algunos lo quieran negar. Por eso es que en el liberalismo clásico, los derechos del hombre se erigen al mismo tiempo como los límites de la democracia o de cualquier otra forma de gobierno. Ni la mayoría, ni ningún tirano, puede hacer lo que se le de la gana puesto que los derechos del hombre imponen la frontera de la que no pueden salirse. Pero es precisamente esa estructura la que nos debe hacer respetar la esfera privada de las personas, cuándo se refiere a su proyecto de vida y el desarrollo de su personalidad. Allí, ni el estado ni la iglesia deben meterse, pues hacerlo es menoscabar a la persona en su estructura esencial.
Por otro lado, el aborto es un caso límite en donde la frontera entre el concepto de persona y de lo individual vs lo comunitario, sigue siendo parte del debate, sin embargo, utilizar este hecho para configurar un hombre de paja apocalíptico de la sociedad moderna occidental, es más un argumento de carácter emocional que algo que concuerde con los hechos.
Gracias.
Tú lo has dicho. Así, en bastantes cosas más.
El liberal de este tipo reconocía unos límites e incluso en su libro " La traición de la libertad. seis enemigos de la libertad humana" aparecen como enemigos de la libertad tanto Rousseau como de Maistre. Todo eso ya ha pasado, el liberal creyó poder poner puertas al campo pero la realidad lo ha superado.
Hay muchos casos límites hoy día, tantos que condicionan la sociedad entera: el aborto, el LGTBI, la eutanasia...Los más agudos ya se están dando cuenta de que muchas de las cosas que cargábamos a los sempiternos enemigos de la libertad, los malos de libro-es decir, los nazis-ya las estamos haciendo nosotros.
En Religión en Libertad venía el caso de una doctora abortista americana,Kathi Aultman, hija de un oficial que liberó campos de la muerte, que siempre se había preguntado cómo era posible que los médicos nazis colaboraran con aquello hasta que se dio cuenta de que ella estaba haciendo lo mismo desguazando fetos.
La conducta de un individuo que se jugaba la vida por salvar judíos fue llamada por los sociólogos "prosocial and altruistic behavior", en otras palabras el perfil psicológico los llamó "salvadores"; hoy en día el mismo perfil lo dan los antiabortistas activos como Marie Claire Bissonnette, que tienen que vérselas con leyes muy restrictivas de sus actuaciones.
La eugenesia ha sido sustituida por el aborto preventivo de enfermedades, cada vez nacen menos niños con síndrome de Dawn, y la eutanasia en los países que está implantada no está controlada: lo mismo matan al que lo solicita como toman determinaciones por una persona afectada desamparada y sin familia, eso no contando con que el estado pase por encima de los derechos de los padres.
El estado se está tomando ya unas competencias que rozan con el totalitarismo.
La comparación del aborto con el Holocausto molesta, pero es exactamente lo mismo: la degradación de un ser humano para poder eliminarlo impunemente. La demagogia actual no tiene nada que envidiar a la de Goebbels, aquel consiguió que Alemania viera a los judíos como subhumanos y todo Occidente ha conseguido que se vean a los fetos como lo mismo. El paralelismo está ahí, si sumamos a eso la eutanasia y los vientres de alquiler, que son legales en algunos países, ya tenemos el cuadro completo.
Que tú lo veas distinto se debe a que estás sumergido en esta sociedad como los alemanes lo estuvieron en la suya y ambos casos se necesita salirse del marco establecido para tomar posiciones objetivas.
Pero Chris Aubert sabe de qué habla cuando compara ambos horrores, porque su padre vivió uno y dos de sus hijos murieron en el otro... y él pagó para que los mataran".
El padre de Chris Aubert sobrevivió al Holocausto porque tocaba el violín y eso divertía a los nazis, pero sus hijos no podían tocar nada...todavía y eso les condenó a muerte, pero no por los nazis sino por sus propios padres.
Todo el que niega a alguien su condición de humano, que es previa a su eliminación, produce un genocidio. No se puede matar a colectivos si se mantiene la idea de que son seres humanos, rota esa barrera se puede hacer sin remordimientos. Ahora, mantener que un feto o un cigoto no son humanos es una idea arriesgada que ya se ha visto puede mantenerse también en el caso de que se trate de un nacido, todo consiste en fabricar argumentos y repetirlos hasta que convenzan.
"Para matarlos , era preciso declarar: los kulaks no son seres humanos. Sí, igual que cuando los alemanes decían que los judíos no eran seres humanos. Lo mismo dijeron Lenin y Stalin: los kulaks no son seres humanos. Pero, ¡es mentira! ¡Hombres! ¡Eran hombres! Eso es lo que empecé a entender, ¡Todos eran hombres!"
Vasili Grossman. "Todo Fluye" Galaxia Gutenberg, pag, 169
Como se ve el procedimiento de un genocidio siempre es el mismo: la negación de la humanidad de un grupo que tiene características humanas que se diluyen por la demagogia hasta conseguir cambiar el punto de vista de la gente y entonces no tienen salvación.
El aborto cumple con todas las características.
Muy interesante el texto también de Don Pedro.
Abrazo en Cristo.
El punto de vista liberal es historicista y, por lo tanto, de él se deduce un perfeccionamiento continuo del ser humano, pero los cristianos no vemos las cosas así. Por eso ellos creen que se van superando etapas y la sociedad es mejor en 2019 que en 1525, pero Jesucristo no habla de sociedades sino de hombres y la posibilidad de que un hombre sea un seguidor de Cristo en cualquier época de la historia es la misma.
Por eso, y llevando ya 20 siglos y pico de nuestra era, las comparaciones son inevitables porque, lo mismo que no puedes cerrar los ojos ante lo dicho en estos siglos por miles de pensadores, tampoco puedes cerrar los ojos a los hechos históricos.
Los nazis tienen que ver con este post lo mismo que los liberales o los comunistas, pero dejarlos a todos atrás como si no hubieran existido es peligroso porque podemos estar repitiendo errores creyendo que son errores nuevos. Por mucho que reneguemos de nuestros padres no dejan de ser nuestros padres.
Es como si me dices que Franco murió en 1975 pero se ha convertido en rabiosa actualidad por mor de los que quieren revivir el pasado.
Yo también le preguntaría a Pedro Sánchez qué tiene que ver Franco con la España de 2019 con otros problemas distintos, pero para él, que es tan progresista, cuando quiere el pasado se vuelve actual, lo que indica que ni siquiera los progres pueden desembarazarse fácilmente del pasado.
No estamos haciendo cosas distintas, estamos haciendo las mismas cosas pretendiendo ser progres y cambiando un enemigo por otro.
Los niños no nacidos son vistos como extraños y enemigos por los mismos que los engendraron y esa idea ya ha sido puesta en la práctica anteriormente con otros colectivos.
Ya sé que a ti no te gusta la palabra genocidio pero, tanto si usas esa palabra como si no, lo que hay es lo hay, y los zapatos son iguales en todos los países aunque cada lengua los llame de manera diferente.
El Reino de Cristo sobre la tierra tiene la dificultad de que, no solo tendría que ser llevado a cabo por cristianos, sino, además, por buenos cristianos porque ha habido sociedades que, llamándose cristianas, no cumplían con la Ley de Dios. Pero, aún así estamos obligados a intentarlo porque las otras opciones son todas malas.
Y a esto se le llama ir mejorando, sin referencias morales y sin honor.
"En la esfera pública, hacer ver como que la mayoría puede con todo sin importar la realidad, contradice flagrantemente los hechos de una sociedad que se ha vuelto cada vez menos salvaje y más respetuosa de el ser humano y eso salta a la vista, aunque algunos lo quieran negar."
¿Está hablando en serio?
No creen que vivamos en un mundo perfecto pero sí que vamos hacia eso porque el avance de la técnica y de la ciencia lo confunden con el avance moral.
Lo primero, es que si el liberalismo clásico no puede ser traído a colación en la actualidad, tampoco se deberían traer las críticas al mismo, como lo hace Don pedro al traer la carta de León XIII, pues es claro que a ese liberalismo es al que el papa se refería.
Lo segundo, es que en mi opinión ese liberalismo clásico sigue vigente en varios sentidos no solo políticos sino también culturales, por ejemplo los derechos humanos como evolución del iusnaturalismo ilustrado, la libertad como valor en la sociedad occidental y la democracia liberal, que con crisis y todo, es una clara heredera de los padres liberales.
Ahora bien, a mi me asombra tu forma peculiar de reduccionismo que aplicas a la historia, desconociendo categorías como la de estructura y nivelando todo a lo coyuntural. Ya se te ha convertido un mantra aquello de los nazis, de la eugenesia, del aborto, etc, etc.
Me atribuyes falta de objetividad, pero precisamente afirmas sobre ti "que los cristianos no vemos las cosas así", dejando claro el sesgo cognitivo que aplicas al analizar la realidad.
Dentro del proceso histórico las ideas se demoran bastante en permear las culturas y aun así, la historia es multicausal, es imposible reducirla a una causa simple y en ella se imbrican multiplicidad de condiciones objetivas como de intenciones subjetivas. Las ideas liberales fueron implantándose poco a poco en la sociedad occidental, con avances y retrocesos, como todo. Siempre ha habido guerra y barbarie, pero el desarrollo tecnológico fruto de la revolución industrial llevaron esa barbarie a niveles nunca antes vistos en las dos guerras mundiales. Sin embargo el ser humano después de ellas ha tenido la oportunidad de afianzar más las idas liberales, es por eso que hoy vivimos en una época regida por los derechos humanos, el derecho internacional y la democracia. Ahora mira, sobre el aborto, un tema muy algido en este portal y sobre el que no quiero herir susceptibilidades o faltar al respeto. Solo diré, que existe un debate RACIONAL sobre el asunto, que tiene una enorme cantidad de posiciones y matices, sobre las que podemos estar de acuerdo o no, pero frente a las que tenemos que argumentar y rebatir. Que el mundo objetivamente este mejor hoy que antes no significa que sea un paraíso, ese es otro reduccionismo que a algunos les cuesta no realizar.
Por ejemplo: el repunte de los nacionalismos que se dio después de la IGM se está volviendo a dar hoy, pero no exactamente igual porque estamos en 2019, no en 1918. La postguerra en aquel momento trajo la destrucción de tres imperios: el alemán, el austrohúngaro y el otomano; en este momento no hay imperios (a no ser que consideremos como tal al Norteamericano), así que lo que se destruirán serán las naciones.
Pero claro que hablo en serio, o acaso en las sociedades liberales: ¿todavía hay apartheid? o ¿Segregación racial estatal en los USA?, ¿Existe la esclavitud? ¿son los niños puestos ha trabajar en condiciones inhumanas? ¿es considerada la mujer como una menor de edad, prohibiéndole el sufragio y la participación en la vida pública? ¿hay educación universal? ¿sistemas de salud?, ¿acaso no existen los debidos procesos judiciales? ............................................
Vivimos en un mundo inundado de noticias desastrosas que terminan por dejarnos la percepción de que todo está peor. pero no es así, aunque nos cueste creerlo, todo está mejor, lo que obviamente no quiere decir que todo está perfecto.
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Pedro L. Llera
No estaría de más que repasara los mandamientos... Si hacemos un examen de conciencia ese mundo maravillosos que pinta usted puede que se venga abajo.
Los debates son racionales o no dependiendo de los intereses, existe una razón práctica que consigue racionalizar cualquier cosa, hasta el LGTBI. La defensa del aborto no es racional, está fundamentada exclusivamente en que una mujer tiene derecho a deshacerse de lo que le estorba y no importa cómo se llame lo que le estorba, en la misma medida que otros estorbos históricos tampoco importaron.
Me estás diciendo que las matanzas hechas en el pasado eran irracionales y el aborto es racional, pero hubo cantidad de filósofos que apoyaron aquellas matanzas "irracionales" y cantidad de ellos que no apoyarían tus tesis. Por ejemplo, el filósofo que tengo a mi lado, percibe un aumento de la irracionalidad galopante y la capacidad de razonamiento en las personas, cada vez más dadas a argumentos sensibleros, se está deteriorando. Eso es patente solo para el que lo quiera ver.
En cuanto al liberalismo, se ve que es tu corriente preferida, pero en este momento, y después de la Caída del Telón de Acero y el abandono de la tesis principal del marxismo, la lucha de clases, se ha formado un mix bastante sorprendente. Porque ¿qué es Pablo Iglesias, un liberal, un marxista o un híbrido? ¿No me dirás que un marxista va a ser el vicepresidente de una democracia liberal?
D. Pedro: No va a repasar los mandamientos porque no le sirven, pero para sustituirlos solo tiene utopías.
Que alguien escriba esta afirmacion, significa que es alguien que vive fuera de la realidad. o sea, un Ideologo.
El término historicismo lo trajo usted al debate y no se a cuenta de que. "Los historiadores profesionales no suelen ser tan optimistas, en general tienden a opinar que si se vuelven a dar una conjunción de factores parecidos se repetirá la situación, modificada". Eso es precisamente lo que NO HACEN LOS HISTORIADORES, Clase de primer semestre en la universidad, "Los métodos de la historia" Cardoso, Ciro.
Lo que cite son unos poquísimos ejemplos de porque hoy estamos mejor que antes, son hechos evidentes e innegables. Si usted lo quiere calificar de utopías allá usted, la locura es un patrimonio personal. Las investigaciones demuestran que estamos mejor, no solo en términos de derechos humanos y democracia, sino a nivel macroeconómico y de violencia (por más que se aterre uno con esto).
No reconozco los mandamientos como criterios para evaluar la realidad, porque no provienen de la razón sino de la revelación, la cual no acepto.
No he hablado de la irracionalidad o racionalidad de las matanzas, no se de donde saca eso. Usted acierta cuando habla de la racionalidad práctica. Infortunadamente en casi todo tenemos que aplicarla. La racionalidad práctica consiste en términos sencillos, en que para la mayor parte de las cosas no podemos aducir demostraciones algorítmicas frente a las cuales no queda sino acomodarse (2+2= 4) sino que debemos decidir cuál de distintas opciones escogemos, para lo que es necesario argumentar con base en principios racionales y en la mejor información disponible. La argumentación es una prolongación de la racionalidad humana. Todo el sistema jurídico occidental se basa en esto y por eso se habla del famoso "más allá de toda duda razonable". Gústele o no le guste a usted, el debate político, el debate de la guerra justa, el debate jurídico, el debate ético y filosófico (dentro del cual está la licitud del aborto) cae en esa esfera de la razón práctica y va a seguir así, aunque usted se enoje y descalifique todo lo que se oponga a sus tesis, máxime cuándo en ellas, aduce doctrinas reveladas que no todo el mundo comparte.
En fin por respeto a Don Pedro, no puedo seguir extendiéndome en los argumentos. Mi blog se llama Razón Ilustrada. Mi nombre Gustavo Adolfo Sandoval.
Gracias a Don Pedro como siempre por permitirme debatir. Me despido.
El disentir de otro no es locura, si la persona que disiente lo hace en un lenguaje razonable y yo he utilizado esa clase de lenguaje.
"No reconozco los mandamientos como criterios para evaluar la realidad, porque no provienen de la razón sino de la revelación, la cual no acepto". Es usted muy dueño de no aceptar la revelación, millones de personas no lo hacen, pero va a tener problemas si intenta derivar la moral de la razón porque son dos cosas distintas, quizás no para Platón, pero un liberal no puede aceptar tampoco a Platón por lo que lo tiene muy mal para la formulación de criterios morales, para un liberal lo único claro es la Libertad, pero la libertad no es una virtud ni nunca lo ha sido.
Modélico artículo, parece un pequeño compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, conozco y consulto con frecuencia el Compendio y el Catecismo Mayor, en lo sucesivo tendré en tercer lugar tu extenso artículo, el cual enviaré a mis amigos.
El Señor te bendiga y te guarde.
Hubiera sido más sencillo si se hubiera limitado a decir que todo el artículo del Profesor Llera se puede resumir en el punto 2105 del Catecismo de la Iglesia Católica de 1997.
Es decir, usted ha redactado mal y yo he bailado los números lo que provoca gran confusión. Pero yo no metería en ese asunto ni a Guillermo de Occam ni a Isaac Newton porque no veo lo que pintan aquí dos personas que formularon principios científicos. El punto 2105 del Catecismo puede ser la médula espinal de la Doctrina Católica en cuanto al Reinado Social de Cristo, tal como explica el Profesor Llera,
Siempre me han gustado sus comentarios, son bastante enjundiosos, denotan un gran conocimiento filosófico y teológico, e incluso he detectado su humildad al ceder en la defensa de algún tema ciertamente dudoso.
Permiteme sugerirle que debería colaborar con el serio portal de InfoCatólica, al menos en el Blog de nuestros lectores.
Paz y bien en el Señor.
Una de las labores de los cristianos en el mundo es saber para qué son buenos, en eso se notan que son cristianos porque los demás no lo saben. Un gran número de católicos cabales, con los que lamentablemente hoy no contamos, son más importantes que un católico prominente pero han de permanecer anónimos como parte de los cimientos y no de la cúpula.
No serviría de nada que existiera Miguel Ángel si su arte no conmoviera al que no puede pintar como él. Es más importante un pequeño número de pintores y músicos y una gran multitud que disfrute de su arte que al revés.
En realidad las democracias se fundaron contando con gente de este tipo cuyo voto anónimo fuera cualificado, pero han hecho todo lo posible para que pasara al revés fomentando el egoísmo personal y el engaño (alteración de currículos, títulos falsos, etc...) con tal de destacar a costa de lo que sea. Si se entiende bien la religión católica no debe pasar lo mismo con nosotros. Que Dios le acompañe.
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Pedro L. Llea
No, no. Está usted completamente equivocado. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Indíquime donde estoy equivocado
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Pedro L. Llera
Una teocracia, como su propio nombre indica, es un gobierno en el que el poder político y religioso es el mismo: Irán. Allí los líderes religiosos son también los líderes políticos. La política y la religión están mezcladas o son una misma cosa.
Yo no quiero que gobiernen los obispos o los curas. No están para eso. Deben gobernar los seglares o los laicos (como usted prefiera). Otra cosa distinta es que, sea cual sea la forma de organización del Estado, los gobernantes busquen el bien común y la felicidad de su pueblo. Y para eso los políticos deberían cumplir la ley moral universal y procurar que todos los ciudadanos la cumplieran. Esa ley moral universal y eterna se resume en amar a Dios y amar al prójimo como a ti mismo. Por eso en el post hago una síntesis de los mandamientos: ahí tiene usted la ley moral, la ley de Dios.
Y le aseguro que todos seríamos bastante más felices y las cosas irían bastane mejor si todos nos esforzáramos por cumplir esa ley moral.
No es lo mismo teocracia que teocentrismo.
Si todos vivieramos en gracia de Dios, otro gallo nos cantaría. Hay que procurar combatir siempre el pecado: el mal, las injusticias, los abusos, la corrupción...
Y para eso debemos pedir la ayuda de la gracia de Dios: llevar todas las cosas a Cristo para santificar la vida personal y social. Ahí está la clave de lo que yo propongo.
Porque entre 1535 y 1630, aproximadamente, todos los que negaron al monarca de turno la dignidad de Jefe Supremo de la Iglesia de Inglaterra murieron, aunque gritaran que sí le reconocían como rey, cosa que la mayoría de ellos hicieron como se puede comprobar por el más famoso de los alegatos: "El alarde de Campion".
Un acta semejante no se conoce ni en Rusia, famosa por su cesaropapismo. Después de esa fecha el castigo se cambió por la pérdida de los bienes, la deslocalización forzosa, la pérdida de derechos, etc... y la cosa no se normalizó hasta 1829.
Es decir que la "teocracia" no ha impedido nunca que los británicos fueran considerados demócratas, salvo en la consideración de Jenkins, supongo, porque resulta que tal cosa jamás ocurrió en ningún país católico.
El Alarde de Campion
(A los Muy Honorables Lores del Consejo Privado de Su Majestad)
Muy Honorables:
Considerando que he venido desde Alemania y Bohemia, enviado por mis superiores, y me he aventurado en este noble reino que es mi muy querida patria por la sola gloria de Dios y el bien de las almas, he considerado que en este ambiente de sospecha, vigilancia e inquietud he de ser detenido tarde o temprano y apartado de mi meta. Por lo que, en previsión de las circunstancias, y en la incertidumbre de lo que haya de ser de mí cuando Dios entregue mi cuerpo a la eventualidad de la prisión, he creído necesario hacer disponible este escrito, con el deseo de que Sus Señorías lo tengan en su conocimiento, para así saber de mi causa. Obrando de este modo, confío en que les facilitaré en parte su trabajo, pues lo que de otra manera hubiesen buscado ejercitando sus pesquisas, ahora queda expuesto ante ustedes en confesión sin ambages. Y para que todo el propósito esté en orden y pueda así ser mejor comprendido y recordado, lo resumiré en nueve puntos o artículos, desvelando mi empresa directa, fiable y resueltamente.
1. Confieso ser, aún indigno, sacerdote de la Iglesia Católica, y es por gran misericordia de Dios que hace ocho años hice mis votos en la Compañía de Jesús. Es por estas causas que me encuentro ligado por la obediencia y he abandonado todo interés o posibilidad de riquezas, honores, placeres y felicidades según el mundo.
2. Siguiendo la indicación de nuestro Propósito General, que es para mi oráculo de Cristo y garantía del Cielo, hice mi viaje de Praga a Roma (donde reside dicho Propósito General), y después de Roma a Inglaterra, viaje que hubiese hecho a cualquier otro lugar del mundo cristiano o del mundo pagano de habérseme asignado así.
3. Mi misión consiste en predicar el Evangelio, administrar los Sacramentos, instruir a los sencillos, convertir a los pecadores y luchar contra los errores de doctrina: en resumen, generar alarma espiritual contra la suciedad del pecado y el orgullo de la ignorancia, con los que ahora muchos de mis compatriotas son engañados.
4. Jamás he tenido el propósito-que además prohibieron totalmente los padres que me enviaron-de ocuparme de cualquier punto que tenga que ver con la Administración o la política de este reino, en la consideración que no pertenecen y de las que gozosamente me abstengo, haciendo reserva de mis pensamientos.
5. Por la gloria de Dios, y con toda humildad, me atrevo a pedirles tres tipos de audiencias públicas: la primera ante sus muy honorables Lores, en la que hablaré de religión en cuanto atiende al bien común; la segunda, a la que concedo más relevancia, ante los Doctores y Maestros y hombres selectos de Oxford y de Cambridge, a los que me propongo conducir a la fe de nuestra Iglesia Católica por innumerables pruebas de Escrituras, Concilios, Patrística, Historia y razón moral y natural; la tercera audiencia ante la justicia espiritual y temporal, en la que justificaré la fe por el sentido común de las leyes que aún se aplican.
6. Me resistiría con gusto a escribir cualquier declaración que sonara a alarde o reto, especialmente por vivir a modo a modo de hombre muerto al mundo, con voluntad de abandonar mi cabeza ante cualquier pie y besar por donde pisa. Pero es tanta mi confianza en la Majestad de Cristo Rey, y tanto mi reposo en la gracia en su favor, y tanta mi seguridad en esta pelea, y tanta fortaleza tienen mis pruebas, que sé del modo más perfecto que ni un solo protestante, ni todos los protestantes juntos, ni cualquiera de las sectas de nuestros enemigos (es decir, de quienes predican en púlpitos para introducirnos en su reino de sofistas y hombres sin formar), ninguno de estos, ya digo, puede sostener victoriosamente sus teorías en un debate. Quisiera, con toda mi humildad y buena disposición, enfrentarme con todos ellos, pues mejor los recibiré cuanto más preparados vengan.
7. Y pues el Señor se ha complacido en adornar a la Reina mi Señora con notables dones de naturaleza, saber y formación, confío por completo en que-si su Majestad se personara con buen propósito en la segunda de las audiencias mencionadas en el quinto punto de este escrito, o bien accediera a escuchar algunos sermones-un sencillo tratamiento de las cuestiones controvertidas bien pudiera conducir, con el celo de la verdad y el amor de su pueblo que su Majestad posee, a suprimir algunos actos de gobierno perjudiciales para el Reino y favorecer un trato más justo para nosotros los perseguidos.
8. No dudo que el Consejo de su Majestad, dotado de saber y de toda discreción en los más importantes casos, cuando tengan presentes estas cuestiones de religión expuestas con fidelidad a la realidad, apreciará en su justa medida las sustanciosas razones que conforman nuestra fe católica, la debilidad de la razón que, por desmayo del tiempo, se ha hecho prevalecer contra nosotros: en última instancia, confiamos en que el Consejo, tanto por las almas de sus integrantes como por los miles de almas que dependen de su acción, logre abandonar sus errores. Se alzan a diario hacia el cielo las manos inocentes de estos estudiantes ingleses cuya memoria nunca ha de morir; estudiantes que, del otro lado del mar, están determinados a no rendirse nunca, haciendo acopio de virtud y conocimiento con el objetivo de ganaros para el cielo o morir por vuestras picas. Y, en lo que respecta a nuestra Compañía, habéis de saber que hemos formado una liga-todos los jesuitas del mundo, cuya sucesión y muchedumbre ha de sobrepasar todas las costumbres de Inglaterra- para llevar alegremente la cruz que pensáis colocar sobre nuestros hombros y para no desesperar nunca de vuestra conversión mientras tengamos un hombre para disfrutar con vuestro cadalso de Tyburn o para ser sometido a vuestros tormentos o consumido en vuestras prisiones. El coste está previsto, la empresa ha comenzado; es de Dios y no puede resistirse. Así como la fe arraigó, así debe restaurarse.
9. Si mis ofertas de explicación son rechazadas y mis esfuerzos no tienen consecuencia y yo, tras recorrer cientos de millas por vuestro bien, retribuido con dureza, no tengo más que decir, y encomiendo vuestras conciencias y la mía a Dios Todopoderoso, el Escrutador de los Corazones, para que nos envíe Su Gracia y nos ponga de acuerdo antes del día de la satisfacción, de modo que al fin podamos ser amigos en el Cielo, donde toda injuria será olvidada.
(Fuente: Evelyn Waugh “Edmund Campion” Homolegens “Biografías breves) Apéndice I)
La de 1829, que concedía a los católicos el derecho a pertenecer al Parlamento y a acudir a las Universidades, fue aprobada en primera instancia por los Lores, pero no por los comunes, y costó lo suyo que pasara los trámites. Hasta entonces los católicos no fueron ciudadanos de pleno derecho...por traidores. Pero eso, naturalmente, salva a la Gran Bretaña del pecado de ejecutar herejes. ¿En Gran Bretaña? ¡Por Dios!
Esto pasó durante los siglos XVI, XVII y XVIII, y, en algún momento dejó de pasar porque no creo que la Reina Victoria se metiera en berenjenales teológicos. Para saber la evolución del anglicanismo en todos sus pasos tendría que ser una historiadora especialista en este periodo y no lo soy, ni creo que los haya en España, razón por la cual nos han metido todas las mentiras que han querido hasta el presente.
Ni siquiera los Monarcas Absolutistas Franceses o el Zar de Rusia hacían algo semejante porque no hay precedentes que ningún cardenal o Patriarca preguntara a sus Majestades si Jesucristo estaba o no presente en la Eucaristía, pero en Inglaterra sí.
El aborto es un hecho, no un "argumento emocional", 1200 millones de asesinatos de niños producidos en veinte años no son emociones, sino hechos. Porque si razonamos como usted, liberal, racionalista, la Alemania de Hitler podría responderle que el holocausto fue "un caso límite ...frontera entre la persona-individual vs. lo comunitario". No hay más razones que justifiquen el asesinato de un no nacido que las que presentaron en defensa del holocausto.
Es el mismo planteamiento que se hace con la eutanasia que también será un "derecho", pero no obligatoria, mientras potentes demagogos trabajan para que los ancianos decidan no ser una carga, para que el sufrimiento sea peor que la muerte, etc...de modo y manera que algo que empieza siendo optativo acabe por considerarse un deber.
Es decir las democracias esperan conseguir con este método lo mismo que los estados totalitarios consiguieron con la imposición legal.
Ahora bien, si hubiese comunidades, como los cristianos o los musulmanes, que se destacaran por no abortar o no querer la eutanasia vendría la repulsa social y el hostigamiento a esas comunidades que no desean beneficiarse de esos "derechos".
Lea bien. No estoy negando el hecho del aborto. Estoy diciendo que utilizar el aborto como el lunar que oculta las coss positivas del mundo moderno no está bien. Por eso hablo de utilizar este hecho (el del aborto) para crear un honbre de paja, porque parece que para algunos todo se quedó alli, en el aborto y la eutanasia, y no reconocen ningún logro del mundo moderno occidental forjado en gran medida por el liberalismo. Negar esos logros y convertir al mundo occidental en un monstruo apocaliptico, es a mi modo de ver un producto consciente de un sesgo cognitivo, causado por un dogmastismo que adecua la realidad a una idea. Ese es el caso de toda religión que se basa en la fe en una revelación y no en la evidencia empírica.
Ahora a Palas Atenea.
No habia querido responder porque ya me habia despedido.
Primero, respecto a el historiador Timothy Snyder, quiero decirle que lo que usted hace aqui es una clara falacia de autoridad, que un reputado historiador o científico o lo que sea, haga algo, no lo hace correcto. Ya conocemos más de un especialista que se ha equivocado en llevar su especialidad más allá de lo debido. Ni la historia predice, ni el historiador es un juez del pasado. No existe en la historia leyes extrapolables. En varias ocasiones he escuchado aquello de que se repiten ciertas condiciones sociales, económicas y políticas que anteriormente produjeron ciertos resultados y que por lo tanto un resultado muy parecido debería efectuarse, y en todas se falló. Hay una diferencia entre la erudicción histórica y la historiografia. Y usted puede estar dentro de la primera categoría pero no en la segunda. La historiografia desaconseja, todo esfuerxo por extraer lecciones puntuales en la predicción de fenómenos similares. Esa es la realidad.
Palas, usted dice: "Es usted muy dueño de no aceptar la revelación, millones de personas no lo hacen, pero va a tener problemas si intenta derivar la moral de la razón"
El fundamento de un ética racional no esta en la libertad sino en la persona y su dignidad. Todo el iusnaturalismo racionalista habla sobre eso. No se equivoque, la filosofía no se acabo con platón.
Ahora bien, yo dije:
1. Que el aborto es una debate racional y lo sustenté desde el concepto de razón práctica que usted introdujo. Es desde la razón práctica que se genera toda la teoría de la argumentación moderna como una manera de extender los límites de lo que se considera racional.
2. Que es un debate actual y un caso "límite", en torno a precisamente el concepto de persona. Lo es.
3. Que también es un debate entre lo individual y lo comunitario. Aqui concedo que el término comunitario que utilice no fue afortunado. Me referia a la colisión entre el derecho de la mujer y el derecho del niño. O mejor dicho, que la individualidad de la mujer quedase suboirdinada a la comunidad madre-hijo.
No voy a tomar posición en relación con el aborto aqui en infocatólica, pues es algo que no he definido del todo y aunque estuviera a favor del aborto, no lo defendería aqui, porque hasta allá no sería capaz de ir en este portal que me abre sus puertas generosamente. En algún momento lo estudiare a fondo y estructurare mi posición en mi popio blog.
Por otro lado, usted dice:
"Es el mismo planteamiento que se hace con la eutanasia que también será un "derecho", pero no obligatoria, mientras potentes demagogos trabajan para que los ancianos decidan no ser una carga, para que el sufrimiento sea peor que la muerte, etc...de modo y manera que algo que empieza siendo optativo acabe por considerarse un deber".
Bueno eso es a lo menos la falacia de la pendiente resbaladiza. Ese es el tipo de argumento retadatario típico del que se opone a algo nuevo que además no tiene asidero en la realidad, es una clara exageración y es más un prejuicio que cualquier otra cosa. Que las mujeres no pueden votar porque van a ser manipuladas por sus maridos, que la homosexualidad va terminar acabando con la especie humana. etc, etc.Son ejemplos de esta forma de razonar. Mejor dicho usted tiene una clara aptitud novelezca y lo que dice puede enmarcarse en el mismo rango de las profecias de nostradamus.
La eutanasia hasta ahora, es un derecho que constituye un porcentaje bajisimo del total de muertes, para que usted venga a hablar de la presión inconmensurable de potentes demagogos para que la gente se la haga y que pronto se convertira en un deber por los intereses obscuros de la democracia. Eso que usted hace si es demagogia pura. A veces la peor demagogía es la que se disfraza en largos discursos disfrazados de erudicción.
El asesinato no se puede despenalizar por la misma razón que el aborto: porque está mal.
Sea cual sea el número de suicidios asistidos o eutanasia activa si se despenaliza será mayor y, además provocará cambios de conducta en las personas como el no saber cómo actuar ante un suicida, abortar un suicidio llamando a la ambulancia o a la policia carece de sentido en la actualidad porque el cambio de actitud ante la posibilidad de que cada uno regule la duración de su vida, quieras que no, ya está en el aire.
Usted dice:
"El que propone algo nuevo siempre se beneficia del hecho de que sus consecuencias futuras solo serán demostrables a posteriori, por lo que le es muy fácil la defensa, pero esa es una postura que permite legalizar cualquier cosa".
Primero que todo la que se metió a predecir juicios a posteriori fue usted, nadie más.
Segundo, defender un derecho no es una licencia para legalizar cualquier cosa. Oiga: ¿usted no se cansa de simplificar y retorcer las cosas?. Un derecho individual es un derecho individual, no es un delito y tampoco depende de las estadísticas. Lo que no quiere decir que el derecho individual sea absoluto, que no tenga condiciones en su ejercicio o que no tenga límites. ¡Por favor! basta de ese reduccionismo excesivo que termina por poner todo en términos de blanco o negro. La realidad no es así tan simple, hay muchos matices y muchas formas de regular los derechos en función del bien común sin desconocer lo que le pertenece al individuo.
Usted dice: "El asesinato no se puede despenalizar por la misma razón que el aborto: porque está mal".
Una vez más usted desconoce que en esto existe un debate (no es lo mismo asesinato que aborto) y en un circulo vicioso, da por sentado una posición como la verdadera (la suya y la de los católicos) cuando en realidad es algo que hay que "probar" y en ese probar no son suficientes argumentos de tipo religioso pues vivimos en una sociedad que es diversa en cuanto a sus opiniones y su fe.
No me quedare callado más, por cada interpelación que me haga o me hagan, daré una respuesta. Aquí nos quedaremos hasta que Don Pedro de permiso.
Gracias
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Pedro L. Llera
Hay dos cosmologías incompatibles y absolutamente antitéticas: la cristiana católica y la liberal. Usted habla de derechos. Nosotros hablamos de obediencia a Dios y a sus mandamientos. Ustedes se creen los dueños y señores del bien y del mal. Nosotros somos siervos de Dios. Y los mandamientos no son opiniones ni los hemos inventado nosotros: forman parte de la Verdad Revelada.
Los liberales legislan contra Dios o al margen de Dios. Porque para ellos Dios no pinta nada. No existe. Y si existe, no tiene nada que decir.
Los que amamos a Dios nos agarramos a la cruz de Cristo y rezamos: ven, Señor, no tardes.
Si el tal debate existe de facto ya se ha fallado a favor de la tesis abortista porque en casi todos los países occidentales, y en otros que no lo son tanto, el aborto está legalizado. La legalización del aborto cierra el debate porque nadie legaliza algo que reconoce que es de dudosa moralidad.
La simulación de que el asunto se está debatiendo lo único que indica es que no las tienen todas consigo, sean sinceros y digan de una vez que el aborto se ha legalizado porque no hay más que una persona, que es la mujer, y algo que no tiene nombre y por lo tanto es subcionable, aspirable, estrujable y desechable.
No hay debate, no finja.
Que se quede callado o no es cuestión suya: usted ha entrado y usted sale. Denos al menos la misma oportunidad a los demás por mor de su liberalidad, porque esperar entrar en un blog y encontrar el silencio por respuesta para la satisfacción propia de que nadie contesta porque sus argumentos son irrebatibles es la satisfacción de un niño.
"En relación al término cinismo, Sloterdijk deja claro en muchos lugares que usa el cambio de consonantes etimológicas (de 'c' a 'q', es decir, cinismo/quinismo; en alemán 'z' a 'k', kynismus/zynismus) para reforzar su tesis básica: el antiguo cinismo (quinismo) representa en cierto sentido una antítesis de la idealista Academia griega de Platón y la válvula de escape del pueblo desposeído, dando lugar a otro cinismo en las eras industrial y posindustrial modernas, que justifica todo acto humano en términos prácticamente mercantiles. Sloterdijk hace repaso del fenómeno considerado en sus fundamentos filosóficos, psicológicos y sociales, en relación a los cuales los términos "insolencia" y "vergüenza" revisten nuevos significados. Según el filósofo alemán, las aspiraciones de la vieja Ilustración del siglo XVIII han sido traicionadas y pervertidas. En las "Consideraciones previas" aparece la definición del autor: «El cinismo es la falsa conciencia ilustrada. Es la moderna conciencia infeliz sobre la que la Ilustración ha trabajado tanto con éxito como en vano» (pág. 40). A lo largo de toda la obra Sloterdijk menciona in extenso a filósofos de su predilección como Theodor W. Adorno, Ernst Bloch, Walter Benjamin, Friedrich Nietzsche, Martin Heidegger y en especial el cínico Diógenes de Sínope, además de otros muchos".
Es decir ya tenemos la razón pura, la práctica y la cínica-a saber cuántas más podríamos sacar-y, naturalmente, cada debate que se establezca tendrá que utilizar uno de esos modelos, porque no es posible establecer un diálogo con tres tipos de razones a la vez.
La mayor parte de los católicos defienden sus posturas desde el punto de vista de la filosofía tomista y el que les contradice utiliza otro modelo y si algún católico les rebate con su mismo lenguaje ya no les gusta porque los católicos, supuestamente, seguimos siendo católicos por ignorancia.
Si se justifica todo "en términos prácticamente mercantiles", según la tesis de este señor, evidentemente estamos en otra fase, pero si usted es un ilustrado ya ve que también han sido "superados" y la opinión del autor sobre ustedes. La supuesta supremacía de la Ilustración ha muerto y solo tiene doscientos y pico años.
Y de hecho una ojeada y hojeada a las librerías indica claramente que la crítica a la Ilustración y al Liberalismo ya no son tabú para nadie, porque no vienen de los cristianos sino de los hijos de los ilustrados que reniegan de ellos, como los hijos de los cristianos se volvieron antes ilustrados y atacaron la fe de sus padres, y como los hijos de los burgueses-léase Adorno-se volvieron comunistas.
Pues, mire, a pesar de eso hay quién conserva la Fe y yo soy una de esas persona porque ya está más que demostrado que la moral no depende de la razón: o deriva de Dios y sus Mandamientos o no hay moral.
Si según usted, no existe un debate y todo está consumado en cuanto al aborto, entonces los esfuerzos de las agrupaciones Provida por buscar mayorías y por luchar para que se retrotraigan las legislaciones proaborto, son esfuerzos inútiles y además tontos. Mejor dicho según usted, apague y vamonos, los programas radiales, de televisión, los vídeos, los libros, blogs, tratados, manuales ando razones del porque no debe haber aborto, todo es una estupidez, porque usted de un solo trazo en su comentario, acabó el debate. ¿en que mundo vive usted?.
A diferencia de usted que escribe largos y largos monólogos, aburriendo a más de uno, a mi si me da pena monopolizar los comentarios de cualquier blog. No me niego al debate y lo que escribo aquí y en cualquier parte lo hago precisamente para eso, para debatir. Pero creo que el debate debe tener un límite por respeto a los demás y al anfitrión. Me retiro porque considero que lo planteado en el debate ha sido suficiente para exponer los puntos de vista, no porque quiero el silencio como respuesta.
Ahora bien, seguir extendiendo el debate con largos discursos, largas diatribas y exposiciones pseudoeruditas, al contrario de lo que me adjudica a mi, no es la satisfacción de un niño, sino la satisfacción de alguien que no tiene quien le escuche, ni le ponga atención.
Usted dice:
"Los que amamos a Dios nos agarramos a la cruz de Cristo y rezamos: ven, Señor, no tardes".
Se lo respeto de todo corazón. De todos modos siempre creo que las personas tienen derecho a mirar las dos versiones.
Gracias.
Si se habla de leyes injustas que se trata de derrocar, es porque la materia de las mismas es cuestionada y en ese caso el debate es vigente. Y lo de aburridor, pues como usted dice, hay cosas que no son relativas, sino que en este caso, son objetivamente aburridoras. Ese es el caso.
"La hipérbole es una figura retórica o literaria que consiste en aumentar o disminuir de manera excesiva un aspecto, característica o propiedad de aquello de lo que se habla. No obstante, en un sentido general, se denomina como hipérbole la exageración en sí de alguna cosa."
Algunos dicen que la literalidad es un defecto infantil por lo que en los niños se comprende, pero que uno llegue a viejo con ese defecto, eso si es el colmo. Lo siento, trataré de comprender.
Usted supone demasiadas cosas sobre los demás, a mi jamás se me hubiera ocurrido darle la definición de nada. Eso se llama ir de sobrado. Así entró y así sale: dando lecciones. No trate de comprender, usted es un sabio y la obligación de los demás es comprenderle a usted. Para usted el punto de vista del Sr. Llera es el obcecado y trivial punto de vista religioso y, por lo tanto, no tiene dos versiones sino solo la suya. Habla como si entendiera el punto de vista de un cristiano pero no lo entiende, por lo tanto los dos puntos de vista son falsos, tanto en el caso del bloguero-cosa que él reconoce-como en el suyo, que no lo puede reconocer porque perjudicaría su pretendido liberalismo abierto a cualquier interpretación. Usted no ha hecho el menor esfuerzo para entender lo que aquí se dice, ha entrado con otro punto de vista intentando forzar que el cristiano vea las cosas como usted sencillamente porque cree que es más listo. Y está seguro que el ser liberal tiene un efecto positivo sobre el cociente de inteligencia y que la ciencia lo probará algún día, si es que no lo ha probado ya. Espero sus noticias al respecto ¿dispone de la estadística?
Deduje que no sabia qué era una hipérbole, porque cuando utilicé la expresión "objetivamente aburridoras", era obviamente que ese recurso retórico era el que estaba utilizando y usted después quiso refutar con aquello de que el aburrimiento era algo subjetivo, lo que muestra que tomo las cosas literalmente.
Pero mire Palas, yo me hago la pregunta ¿Cómo hemos llegado usted y yo hasta este punto?
Fíjese que lo que usted dice de mi en su último comentario es exactamente lo que pienso de usted.
Y lo peor es que usted misma se convenció de que rebatió todo desde los mismos argumentos del oponente, cuando si mira objetivamente no rebatió nada, la mayor parte de sus comentarios solo responden unas pocas cosas de lo que se le responde. Ojalá usted se atuviera estrictamente a los argumentos, pero usa expresiones como:
"Que tú lo veas distinto se debe a que estás sumergido en esta sociedad como los alemanes lo estuvieron en la suya y ambos casos se necesita salirse del marco establecido para tomar posiciones objetivas."
O esta otra: " No va a repasar los mandamientos porque no le sirven, pero para sustituirlos solo tiene utopías.".
Si eso son lecciones de humildad suyas, pues no creo que sean muy pertinentes. Como quien dice que fácil es deslegitimar la posición del otro y dar por sentado la propia y después acusar al otro de creerse dueño de la verdad. Desde allí para mi, ya comenzó un tira y tira realmente innecesario que traté de parar al retirarme en un inicio.
MIre Palas, desde mi punto de vista esto no vale la pena, la verdad, hace rato se volvió una lucha de egos.
No se si me crea o no, pero le ofrezco sinceramente disculpas a usted a Don pedro y a los participantes si los ofendí o molesté.
Y desde mi aburrimiento subjetivo, pasó a seguir estudiando y seguir profundizando otros temas.
Un saludo y gracias.
Muchos dirigentes han intentado imponerlo:
Ej: Francisco Franco en España (nacionalcatolicismo), António de Oliveira Salazar en Portugal, Maurice Duplessis en Quebec, Engelbert Dollfuss en Austria, Josef Tiso en Eslovaquia, Ante Pavelić y los ustachas en Croacia, la Guardia de Hierro en Rumania, los rexistas en Bélgica y el gobierno del mariscal Pétain en la Francia de Vichy (apoyado por Monseñor Marcel Lefvbre, fundador de la SSPX)
Pero Jesús dijo: “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí” (Juan,18:36).
Es solo mi opinión, claro.
Un saludo 👋🏻 y gracias
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