¡Dios mío! ¡Cuánto dolor!
Hoy se nos ha ido un niña con tan solo cuatro meses. Se llamaba María del Mar, como su madre. Era una niña preciosa. Sus padres la querían con locura. Y ha fallecido, probablemente de muerte súbita. De repente.
María del Mar y Dani, sus padres, están destrozados por el dolor. Y cuantos los conocemos y los queremos, también.
Seguro que esa niña ya está en el cielo, en los brazos amorosos de María Satísima, que la cuidará y la mimará. Dios, que es un Padre bueno, la colmará de ternura.
Pero no hay dolor más grande que perder a un hijo. Esa niña no era hija mía ni pariente. Pero era también un poco mía. Y era un poco de todo el Colegio. Era una de nuestras niñas: era de nuestra familia. Y el Señor se la ha llevado. Seguro que Él tendrá sus motivos y seguro que será para bien de todos, aunque ahora no entendamos nada y el dolor y el sufrimiento nos encoja el corazón.
Ahora solo podemos compartir el dolor de esos padres, llorar con quienes lloran. Y rezar por ellos.
Pero solo rezar no es bastante. María del Mar y Dani tienen otros tres hijos: Dani, Juan Antonio y Cristiano. Esos tres niños vienen a nuestro colegio. Y también son nuestros niños.
Y no hay derecho. La vida se ceba con los más pobres… Esta familia malvive en una casa infrahumana. No tienen trabajo ni el padre ni la madre. Viven de las ayudas de unos y de otros. Pero eso no es vida. Todo el mundo tiene derecho a vivir con dignidad, a tener un trabajo, una casa decente… Esta familia se merece una oportunidad, se merce que alguien les ofrezca un trabajo. Dani y María de Mar se merecen ser tratados con respeto. Y sus hijos se merecen una vida digna y crecer sanos y formarse y crecer y madurar. Y ser felices. Que en la civilizada Europa, que en la España del Estado del Bienestar, haya familias que tengan que vivir así, en la miseria, es para que se nos caiga la cara de vergüenza a todos. A mí, por lo menos, se me cae.
Y no, María del Mar y Dani no son perfectos, no son santos. Yo, tampoco. Ni usted, que me está leyendo ahora. Pero ellos no han tenido ninguna oportunidad. Ninguna. No es cristiano consentir que una familia viva en las condiciones en las que viven esos padres con sus tres hijos. Y si nadie hace nada, tendremos que hacerlo nosotros. No vale mirar hacia otro lado. No vale juzgar ni condenar. No vale. La vida de esa familia también es responsabilidad nuestra, porque esos padres son nuestros hermanos. Y sus hijos son nuestros hijos. Y nosotros no somos mejores que ellos. Y, si no, el que esté libre de pecado, que les tire la primera piedra. Aunque de pedradas ya van bien servidos…
María del Mar, con cuatro meses, ya se ha ido al cielo. Que su partida a la casa del Padre nos mueva el corazón para que sus padres y sus hermano puedan tener una vida mejor. Y Dios nos perdone a todos.
10 comentarios
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Pedro L. Llera
Pues ahora mismo, no se me ocurre cómo... Veremos qué se puede hacer... Lo que más necesitan es trabajo.
Yo no tengo duda de que sobre las dificultades económicas de esta familia, y tantas en España, se está gestando un despertar de la conciencia nacional que acabará dando un vuelco a este Régimen del 78, porque nos han estafado con un sistema de gobierno que no cuida de su propia gente, de los nacionales, mientras se dedica a desenterrar odios del pasado y a robar a manos llenas el dinero de todos. Un sistema de gobierno bajo el que cada vez más personas buenas sufren tanto trae sobre sí una sentencia de muerte que el alma colectiva del pueblo se encargará de dictaminar y ejecutar en el momento oportuno, si Dios quiere muy pronto.
Si en InfoCatólica lo consideráis adecuado podéis facilitar un número de cuenta de la familia de María del Mar, estoy seguro de que muchos de nosotros aportaremos nuestro granito de arena para ayudarla. Un abrazo.
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Pedro L. Llera
Se ha equivocado de post. En el anterior justamente explicaba la diferencia entre dignidad ontológica y dignidad moral. Y exponía los efectos del pecado.
Pero no es este el momento y el lugar. Aquí hablamos de pobre gente y pobres pecadores que necesitan nuestras oraciones y nuestra caridad en un momento trágico. Este es el momento de llorar con quien llora, no de impartir doctrina.
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Pedro L. Llera
Perdone usted. Ayer no estaba yo en condiciones de pensar mucho. El colegio es el Juan Pablo II de Puerto Real (Cádiz)
María del Mar : Quoniam scimus te esse in Christo, ora pro tuis.
María del Mar : Porque sabemos que ya estás con Cristo, ruega por los tuyos. Amén.
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