No seáis insensatos...
Me había propuesto no escribir nada estas vacaciones. Había terminado el trimestre realmente agotado y me proponía pasar unos días de descanso lo más desconectado posible. Pero no hay manera… No puede pasar uno ni una semana sin sobresaltos.
Primero me llega la noticia de que el obispo de Oporto va y, en una entrevista en un periódico, niega la virginidad “física” de María y, en la mejor versión de la herejía modernista, empieza a hablar de metáforas y símbolos. Estoy de las metáforas y de los símbolos de los modernistas hasta los mismísimos. Y que un obispo cuestione abiertamente el dogma de la virginidad de María me parece intolerable. Somos muchos los que ya estamos hasta las narices de que un día sí y otro también aparezcan jerarcas de la Iglesia reinterpretando los dogmas a su gusto. Si no tienen la fe de la Iglesia, ya saben lo que tienen que hacer: irse y buscar un trabajo, como todo hijo de vecino, y dejarnos en paz a los que queremos mantener la fe de la Iglesia, en comunión con todos los santos. Y si no, que busquen amparo en la Iglesia Anglicana o en la Luterana, que allí hay cabida para todos los símbolos y las metáforas que les dé la gana a todos los herejes del mundo.
Pero no acabó ahí la cosa. Y se lió aún más gorda… El Papa Francisco, en la Audiencia General del viernes, 21 de diciembre, dijo lo siguiente en su discurso:
Allora, chi è felice nel presepe? La Madonna e San Giuseppe sono pieni di gioia: guardano il Bambino Gesù e sono felici perché, dopo mille preoccupazioni, hanno accolto questo Regalo di Dio, con tanta fede e tanto amore. Sono “straripanti” di santità e quindi di gioia. E voi mi direte: per forza! Sono la Madonna e San Giuseppe! Sì, ma non pensiamo che per loro sia stato facile: santi non si nasce, si diventa, e questo vale anche per loro.
Traduzco:
“Entonces, ¿quién está feliz en el pesebre? Nuestra Señora y San José están llenos de alegría: miran al Niño Jesús y están felices porque, después de mil preocupaciones, han aceptado este don de Dios, con tanta fe y tanto amor. Están “rebosando” de santidad y, por lo tanto, de alegría. Y me dirás: ¡pues claro! ¡Son la Virgen y San José! Sí, pero no creamos que haya sido fácil para ellos: los santos no nacen, se hacen, y esto también es cierto para ellos”.
Las negritas son mías. El texto completo del discurso del Papa puede leerse en la página Web del Vaticano aquí. No se trata de una improvisación. Alguien escribió ese texto. Y el Papa lo leyó.
¿Quiso el Santo Padre cuestionar o echar por tierra el dogma de la Inmaculada Concepción de María? Algunos piensan que sí, que se trata de una blasfemia y una herejía intolerable. Pero hacer juicios de intenciones no es decente, no resulta moralmente aceptable; y no seré yo quien juzgue o condene al Papa: ¡Pobre de mí! ¿Quién soy yo?
San Juan Pablo II, en la Audiencia General del 15 de mayo de 1996 decía lo siguiente (los subrayados siguen siendo míos) sobre la santidad de la Virgen María desde el primer instante de su concepción:
1. En María, llena de gracia, la Iglesia ha reconocido a la “toda santa, libre de toda mancha de pecado, (…) enriquecida desde el primer instante de su concepción con una resplandeciente santidad del todo singular” (Lumen gentium, 56).
Este reconocimiento requirió un largo itinerario de reflexión doctrinal, que llevó a la proclamación solemne del dogma de la Inmaculada Concepción.
El término “hecha llena de gracia” que el ángel aplica a María en la Anunciación se refiere al excepcional favor divino concedido a la joven de Nazaret con vistas a la maternidad anunciada, pero indica más directamente el efecto de la gracia divina en María, pues fue colmada, de forma íntima y estable, por la gracia divina y, por tanto, santificada. El calificativo “llena de gracia” tiene un significado densísimo, que el Espíritu Santo ha impulsado siempre a la Iglesia a profundizar.
2. En la catequesis anterior puse de relieve que en el saludo del ángel la expresión llena de gracia equivale prácticamente a un nombre: es el nombre de María a los ojos de Dios. Según la costumbre semítica, el nombre expresa la realidad de las personas y de las cosas a que se refiere. Por consiguiente, el título llena de gracia manifiesta la dimensión más profunda de la personalidad de la joven de Nazaret: de tal manera estaba colmada de gracia y era objeto del favor divino, que podía ser definida por esta predilección especial.
El Concilio recuerda que a esa verdad aludían los Padres de la Iglesia cuando llamaban a María la toda santa, afirmando al mismo tiempo que era “una criatura nueva, creada y formada por el Espíritu Santo” (Lumen gentium, 56).
La gracia, entendida en su sentido de gracia santificante que lleva a cabo la santidad personal, realizó en María la nueva creación, haciéndola plenamente conforme al proyecto de Dios.
3. Así, la reflexión doctrinal ha podido atribuir a María una perfección de santidad que, para ser completa, debía abarcar necesariamente el origen de su vida.
A esta pureza original parece que se refería un obispo de Palestina, que vivió entre los años 550 y 650, Theoteknos de Livias. Presentando a María como “santa y toda hermosa", “pura y sin mancha", alude a su nacimiento con estas palabras: “Nace como los querubines la que está formada por una arcilla pura e inmaculada” (Panegírico para la fiesta de la Asunción, 5-6).
Esta última expresión, recordando la creación del primer hombre, formado por una arcilla no manchada por el pecado, atribuye al nacimiento de María las mismas características: también el origen de la Virgen fue puro e inmaculado, es decir, sin ningún pecado. Además, la comparación con los querubines reafirma la excelencia de la santidad que caracterizó la vida de María ya desde el inicio de su existencia.
Esta es la fe milenaria de la Iglesia. Esta es mi fe. Y doy por hecho que esta es la fe del Papa Francisco. Si bien es cierto que alguna expresión de ese discurso digamos que no fue muy afortunada, al menos desde mi punto de vista. Porque, efectivamente, María fue concebida santa desde el inicio de su existencia, desde el origen mismo de su vida. Y esto no es una opinión: es un dogma de la Iglesia Católica. Y ningún obispo tiene autoridad para cambiar la fe de la Iglesia: ni siquiera el Papa.
Ante el texto de la Audiencia del Santo Padre Francisco, algunos se echaron las manos a la cabeza y se rasgaron las vestiduras. Y mi muro de Facebook se llenó de imprecaciones y de toda clase de acusaciones:
- Denunciad en Infocatolica la enorme blasfemia de Francisco el pasado viernes…
- Pedro, por Dios. ¿A qué esperáis?
- Pedro, tenéis que reaccionar.
- A denunciar don Pedro, porque se nota la estrategia bien calculada desde el Vaticano contra nuestra Santa Madre. Hace días Francisco, ayer un obispo alemán y otro de Portugal. Van por la Inmaculada Concepción.
De este modo, se nos animaba a denunciar y poco menos que a llamar hereje al Papa. Como si yo fuera el inquisidor general e InfoCatólica tuviera el poder de juzgar o condenar nada menos que al Papa. ¿Estamos locos o qué? Y además se nos acusa de un pecado de omisión… En la Iglesia hay miles de obispos y cientos de cardenales. Son ellos quienes tienen la responsabilidad de velar por la integridad de la fe de la Iglesia: no yo. Yo me conformo con intentar vivir la fe y tratar de transmitirla a quienes tienen la paciencia de leerme o de escucharme… Pero no soy sacerdote ni obispo ni cardenal. Cada cual tiene su responsabilidad en la Iglesia. Yo soy como la uña del dedo meñique: una insignificancia dentro de la Iglesia. No sirvo para nada. No valgo nada. No tengo autoridad alguna, salvo la de dirigir un colegio católico insignificante y pequeñito en un pueblo pequeñito e insignificante (aunque para mí no haya mejor colegio en todo el mundo ni pueblo mejor en todo el universo). Pero yo no soy el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ni formo parte de ningún dicasterio ni de ninguna Academia Pontificia ni nada de nada. ¿Quién soy yo para corregir a nadie (y mucho menos al Papa)? ¿Si todo el Colegio Cardenalicio calla y los obispos no dicen nada, voy a hacerlo yo? ¿Acaso sé yo más teología que los teólogos o tengo más autoridad que un obispo? ¿Cómo voy a hacer yo un juicio de intenciones sobre por qué el Santo Padre dijo lo que dijo? El Señor es el único que puede leer los corazones, el único que nos juzgará a todos. Y siempre debemos estar más dispuestos a salvar la proposición del prójimo que a condenarla.
Si yo me pusiera a hacer juicios sobre el Papa sería un insensato, un presuntuoso y un soberbio. Dios me libre. Seamos serios: pongámonos en el hipotético caso de que yo me lanzara de manera desaforada a condenar al Santo Padre, ¿cuánto duraría yo en InfoCatólica? ¿Cuánto duraría dirigiendo el Colegio Católico que tengo encomendado si llegara a volverme loco condenando a obispos, papas y cardenales? Si hiciera tal cosa, estaría condenando a mi familia a la miseria: ¿os dais cuenta de lo que pedís? ¿Qué ganaría inmolándome? ¿Y qué ganaríais vosotros si yo me quedara sin pan y sin voz? Y no se trata de cobardía, sino de prudencia y de inteligencia. Estoy convencido de que los gilipollas no van al cielo (precisamente por gilipollas). Y ya hay bastantes en el mundo como para que yo pase a engrosar esa interminable lista de tontos del culo que pululan por el planeta. Alguien señalaba con mucho acierto que si los gilipollas volaran, no veríamos la luz del sol. Pues eso…
Si llega el momento del martirio, Dios quiera que me mantenga fiel hasta el final. Pero seguramente ese martirio será por defender la fe y por defender al Papa: no por apostatar ni por renegar del Papa, que me guste más o me guste menos, es mi Papa y es el único que tengo.
Dios no nos pide que seamos necios, fatuos o presuntuosos. Dios nos quiere santos. Yo intento serlo en mi trabajo, en mi familia, escribiendo en mi blog… Y no lo consigo… Lo conseguirá Dios con su gracia a pesar de mi debilidad, porque si Él ha puesto ese deseo de santidad en mi corazón, seguro que me concederá la gracia para alcanzar algún día esa meta: “en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman” (Rm 8,28). Dios lo puede todo: esa es mi esperanza, porque yo nada valgo…
Recemos por el Santo Padre, por los obispos y los sacerdotes, que no son im-pecables: son pecadores como lo somos cada uno de nosotros. Recemos por la Santa Madre Iglesia. Nuestra vida y la Iglesia están en manos de Dios, que son las mejores manos. Los caminos de Dios no son nuestros caminos. El Señor sabrá por qué la Iglesia tiene que pasar por estos momentos de oscuridad y tribulación. Pero Él es la Luz Verdadera. Él es nuestra esperanza. Cristo vive. Confiad en Él. Convirtámonos todos a Él. Recemos más por la Iglesia, por el Papa, por los Obispos y por los sacerdotes. Y mantengámonos firmes en la fe, en comunión con todos los santos. A nosotros nos toca rezar: no juzgar ni condenar. De eso ya se encargará Nuestro Señor Jesucristo.
Cuanto peor veamos que estén las cosas, más tenemos que rezar. En medio de la noche del pecado, brilla la estrella de Belén. Alegraos: está cerca nuestra liberación.
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Siempre Virgen María, la Madre de Dios, la Inmaculada Concepción asunta al cielo!
50 comentarios
Tal vez todo lo que está ocurriendo esté poniendo a prueba nuestra confianza en Dios.
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Pedro L. Llera
Gracias, David, maestro. El honor es mío.
Por tanto, decir esto...:
¡Son la Virgen y San José! Sí, pero no creamos que haya sido fácil para ellos: los santos no nacen, se hacen, y esto también es cierto para ellos
... es decir que María no nació santa. Y eso se concilia muy mal con el dogma de la Inmaculada Concepción.
No se entiende que no se entienda.
No se si hoy estoy de acuerdo con todo lo que expone.
Debo decir que no me he enterado de las palabras de Francisco hasta hoy. Del Obispo de Oporto :si. Las palabras de este último son tan burdas y vulgares que literalmente "" no merecen ni darles paso en nuestro pensamiento", el mismo se degrada y se pone en evidencia. Nuestra Señora está muy por encima de estas execrables declaraciones. A mí sólo me sale decirle que la quiero.
A este obispo ya lo han corregido su propios fieles. Tendría tb que serlo por sus superiores.
Francisco es diferente. Así lo veo yo. Efectivamente no Le corresponde a Vd., ni a nadie juzgar sus intenciones, por ser quien es y porque no somos nadie para juzgar las intenciones de nadie. Dios es el único que conoce el fondo de nuestros corazones.
Más el Papa es un hermano en la fe. Puede equivocarse, y si o hace TIENE DERECHO a ser corregido. Hablo de derecho, no de deber que tb lo es. Todos debemos agradecer que se nos corrija cuando cometemos un error grave,hasta los santos se equivocaban, eran hombres y Francisco también lo es.
Evidentemente existe otros más cercanos, o que por su cargos estarían obligados a ello. Más si callan, es de justicia callar los demás?.
Pienso que no.
Un saludo.
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Pedro L. Llera
La corrección está hecha... ¿No lo ha leído? Y he puesto una larga cita de Juan Pablo II para ello, con enlace y todo al texto completo del Papa Santo...
Y tras esa cita, escribo:
"María fue concebida santa desde el inicio de su existencia, desde el origen mismo de su vida. Y esto no es una opinión: es un dogma de la Iglesia Católica. Y ningún obispo tiene autoridad para cambiar la fe de la Iglesia: ni siquiera el Papa".
Puede que a Francisco le queden un par de años de gobierno de la Iglesia, pero estoy convencido de que la prueba por la que atraviesa la Iglesia no se termina ahí sino que implica a su sucesor. Tratemos de confiarnos enteramente al Señor y Su paz, porque si no esto será insufrible. Un abrazo a todos.
María NO PECÓ. María NACIÓ SANTA. Fue SIEMPRE SANTA. Fue KEJARITOMENE, el nombre con la que le saludó el arcángel. Esa es la fe de la Iglesia. Punto final.
Si la posibilidad de apartarse del bien perteneciera a la esencia y a la perfección de la libertad, entonces Dios, Jesucristo, los ángeles y los bienaventurados, todos los cuales carecen de ese poder, o no serían libres o, al menos, no lo serían con la misma perfección que el hombre en estado de prueba e imperfección.
El Doctor Angélico se ha ocupado con frecuencia de esta cuestión, y de sus exposiciones se puede concluir que la posibilidad de pecar no es una libertad, sino una esclavitud.
¿Ve usted?
Lo que nos duele a los lectores de Infocatolica es el que un portal tan serio ocultara esta última salida de tono, contra un dogma tan fundamental, de Francisco/ Bergoglio.
Es un hecho gravísimo esas palabras. Estamos más que hartos. ¿Por qué lo ocultó Infocatolica? Descorazona. Y mucho.
Usted es uno más, y al menos sacó el tema al verse demandado en representación del portal. Estamos en la gran apostasía. Toca posicionarse. No se puede nadar y guardar la ropa. ¿Da vértigo? Sí. Pero mirar para otro lado o hacernos los locos cuando se juega con la Madre de Dios...eso sí es una gran insensatez para un hijo de Dios y de María.
Dios nos asista y nos conceda la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
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Pedro L. Llera
Solo un matiz, pero importante: yo no represento al portal. No formo parte de la dirección dé InfoCatólica, que tiene su director, su consejo y su editor.
http://www.infocatolica.com/blog/reforma.php/1810210958-title
No hace falta que les diga que no es este el lugar para debatir sobre esa línea editorial.
La Santísima Virgen María nació santa, "llena de gracia" según San Gabriel Arcángel. O "concebida sin mácula", según dogma de la Santa Iglesia.
A esto el papa Francisco I lo sabe. Así como sabe que los católicos lo sabemos y que una gran parte, además, lo creemos devotamente.
Sin embargo, el papa Francisco I ha dicho que la Ssma. Virgen no nació santa, sino que se hizo santa.
Y lo publicó en la página web del Vaticano y allí lo mantiene, a pesar de la polvareda que esto está levantando. Porque es evidente que si la Ssma. Virgen María se hizo santa, es que no nació santa. No hay otra posibilidad.
Resumiendo: sabemos por dogma que la Ssma. Virgen María nació santa, pero Francisco I dice que no nació santa.
Entonces, aquí hay una contradicción a resolver, hay algo que no cierra, algo que está desordenado.
En todo lo dicho he tratado de evitar cualquier resquicio que diese lugar a polémica, que no sé si lo logré, pero al menos lo he intentado.
Llegados a este punto, bajo a la arena de la acción concreta y me pregunto si ante este desorden en el magisterio ordinario, cabría hacer algo más que lo que muchos hacemos, a saber rezar por las intenciones del papa, que muchas veces no quedan claras pero que estamos obligados a suponer que son buenas.
Algo más que meramente señalar esa contradicción, ese desorden, lo cual va de suyo porque se nos presenta diáfanamente ante la razón que Dios nos ha dado para discernir.
Estoy de acuerdo contigo, Pedro, en que hay cosas que no podemos ni debemos hacer, como por ejemplo juzgar intenciones o condenar ¡¡nosotros precisamente!! al papa.
Supuesto y aceptado ésto, ¿sólo queda agua y ajo ante el menoscabo que representa ese desorden contra la altísima dignidad de nuestra Madre del Cielo?
¿Podremos decir que somos buenos hijos suyos si a esto lo dejamos pasar?
Estamos librando una batalla, no sé si es la final, pero es terrible el embate.
Pienso que nuestra gran prueba es ser conscientes de que la Iglesia es de Cristo y el no permitirá que la destruyan.
A Él sus enemigos le vieron morir en la cruz masacrado y despreciado, pero el resucitó con toda su gloria. Hay que aguantar firmes en la fe. Cristo duerme en su barquila, pero no dejará que se pierdan ninguno de los suyos.
No se trata de juzgar las intenciones, sino de deducir en qué cree. Y eso podemos constatarlo no con un texto aislado, sino junto a sus antecedentes, que hablan de una convicción cuanto menos heterodoxa: María es una mujer como cualquier otra, que pensaba en casarse y formar una familia, que se enfadó y llamó mentiroso a Dios en el Calvario, que es distinta a la de las apariciones, que no es la recadera de nuestras peticiones, etc.
Ya son demasiadas gotas de herejía en labios de quien debería confirmar y no escandalizar en la fe. Podemos juzgar y debemos hacerlo, para saber dónde está la verdad y dónde el engaño.
Y sobre no ser gilipollas, que en su caso es perfectamente comprensible, me parece que es precisamente con lo que se justifican en sus adentros los Cardenales mudos.
El hecho de que ¡ni uno sólo! haya salido a la palestra, hace preguntarse muchas cosas, como por ejemplo si no tienen tiempo para dedicarse a defender el honor de nuestra Madre.
Otra razón para publicar este artículo es para que quede constancia de que a los laicos y a la dirección de Infocatólica sí nos preocupan y angustian estas cosas.
Dices que hay que salvar la proposición del otro, como por cierto nos aconsejaba San Ignacio de Loyola. Yo mismo lo hago. Estoy bastante formado en la fe. He leído mucha teología desde hace años. Y opino, como Luis Fernando, que decir que la Virgen no nació santa no es una proposición salvable. Es clara contra el dogma. Porque si la Virgen no nació santa no era Inmaculada. Es ontológicamente imposible. Y si no era Inmaculada, tenía pecado original. Y si tenía pecado original, Cristo no se hubiera encarnado en Ella. Por consecuencia, ello nos lleva, por pura necesidad y lógica, a que Cristo no era Hijo de Dios. Fíjate si la herejía es grande.
Dices que si los obispos y sacerdotes no corrigen a Francisco tampoco lo harás tú. Ahí me decepcionas. Entonces, ¿si tu sacerdote cae en un grave error en una homilía tú te callas o vas a la Sacristía a hacerle ver su error, como no-s pide San Pablo y en aras del mantenimiento de la sana doctrina, por amor a tus hermanos, menos formados? ¿Te hubieras callado cuando la herejía arriana asolaba el mundo porque casi todos los obispos cayeron en ella? No. Eso no es católico. No hemos recibido un espíritu de esclavitud o de cobardía sino de Hijos de Dios para defender siempre la Verdad, caiga quien caiga. Y así lo han hecho muchos seglares durante la historia de la Iglesia, corrigiendo a sus pastores cuando perseveraban con pertinacia en el error. Porque no es la primera, ni la segunda ni la tercera afrenta de Francisco a la Inmaculada. Recuerda el canon 212.2 del CDC, que expresa que los fieles tienen el derecho, Y A VECES INCLUSO EL DEBER, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestar a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores y habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas. Es pues, para mí y creo que para ti también, conociendo los hechos y el magisterio de la Iglesia, corregir a Francisco.
Los católicos se quitan el sombrero, no la cabeza. Dices que no se pueden juzgar intenciones. Pero si un pastor dice que la Virgen era una chica normal que buscaba casarse, que pensaba que el ángel Gabriel le había engañado cuando vio a su hijo en la Cruz, si dijo que la Virgen no era una santita que impetraba misericordia al Padre, si dice que Cristo se hizo el tonto (scemo), si dice que Cristo tenía sangre pagana en sus venas (dejando caer que la sangre de Cristo provenía de la genealogía de San José), si publica en las Actae apostolocae sedis que la única interpretación posible de Amoris Laetitia es la de que los adúlteros pueden comulgar viviendo more uxorio, si le dijo a su amigo homosexual Yayo Grassi y a su pareja que siguieran así, si dijo que la Santísima Trinidad se pelea entre sí en la intimidad, y decenas de barbaridades más (que tengo anotadas).... ¿tenemos que hacernos los tontos o ver que detrás de todo ello no hay un simple error o falta de formación sino una deliberada táctica herética? Y, por tanto, ¿no debemos levantar la voz para defender a Cristo, la Virgen y el magisterio?
Porque si los obispos callan deben hablar las piedras (tú y yo). Y porque al que más se le dio, más se le pedirá.
Y, por cierto, esa sarta de adjetivos contra nosotros, creo que, por caridad, sobraba.
Con todo mi respeto. Un fuerte abrazo.
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Pedro L. Llera
1.- No sé si has leído el artículo, pero yo he señalado el error y lo he corregido con la santa doctrina de la Iglesia y creo que he dejado claro el tema. El dogma de la Inmaculada Concepción no se toca. Escribo: "María fue concebida santa desde el inicio de su existencia, desde el origen mismo de su vida. Y esto no es una opinión: es un dogma de la Iglesia Católica. Y ningún obispo tiene autoridad para cambiar la fe de la Iglesia: ni siquiera el Papa". Incluso he citado un largo texto de Juan Pablo II para poner luz sobre el tema y he puesto el enlace al texto completo.
2.- Yo no tengo "conocimiento, competencia ni prestigio" para juzgar al Santo Padre. Y mucho menos para condenarlo. Eso les corresponde a otros - obispos y cardenales - que, al menos públicamente, callan. Yo ya he hablado públicamente sobre este tema más que ellos, aunque yo sea la oveja y ellos sean los pastores.
3.- "Sarta de adjetivos contra nosotros": ¿cuáles?
"Si yo me pusiera a hacer juicios sobre el Papa sería un insensato, un presuntuoso y un soberbio". No estoy insultando a nadie con estos adjetivos. Me refiero a mí mismo, si en un caso hipotético me pusiera a condenar al Papa.
"Y no se trata de cobardía, sino de prudencia y de inteligencia. Estoy convencido de que los gilipollas no van al cielo (precisamente por gilipollas)". Aquí confronto la prudencia con la estupidez. Tampoco estoy insultando a nadie. Señalo un hecho: que hay muchos gilipollas por el mundo, que es algo fácilmente constatable empíricamente. Tampoco sé por qué tendrías tú (o cualquier otro lector) que darte por aludido...
"Dios no nos pide que seamos necios, fatuos o presuntuosos": me parece evidente que Dios no nos pide tal cosa. Tampoco entiendo que esta afirmación pueda ser ofensiva hacia nadie.
4.- El Santo Papa no está libre de pecado, como no lo estamos ni tú ni yo ni nadie. Por eso debemos rezar por él y por la salvación de su alma:
"Y mantengámonos firmes en la fe, en comunión con todos los santos. A nosotros nos toca rezar: no juzgar ni condenar. De eso ya se encargará Nuestro Señor Jesucristo". Este es mi criterio. Si el tuyo es otro distinto del mío, allá tú. Si tú quieres condenar y juzgar al Papa Francisco, es tu decisión. Pero la mía es otra. Cada uno elige su camino.
Non si puó dire "si diventa", perché la Madonna É sine labe concepta
Sin duda que eso exige que la herejía esté dicha con la suficiente claridad como para no depender demasiado de nuestras interpretaciones, y ante todo, que sea una verdadera herejía y no simplemente algo que nos suena mal.
En cuanto al tema concreto, dice San Juan Pablo II en una catequesis del 15 de Mayo de 1996:
"Esta última expresión, recordando la creación del primer hombre, formado por una arcilla no manchada por el pecado, atribuye al nacimiento de María las mismas características: también el origen de la Virgen fue puro e inmaculado, es decir, sin ningún pecado. Además, la comparación con los querubines reafirma la excelencia de la santidad que caracterizó la vida de María ya desde el inicio de su existencia.
La afirmación de Theoteknos marca una etapa significativa de la reflexión teológica sobre el misterio de la Madre del Señor. Los Padres griegos y orientales habían admitido una purificación realizada por la gracia en María tanto antes de la Encarnación (san Gregorio Nacianceno, Oratio 38, 16) como en el momento mismo de la Encarnación (san Efrén, Javeriano de Gabala y Santiago de Sarug). Theoteknos de Livias parece exigir para María una pureza absoluta ya desde el inicio de su vida. En efecto, la mujer que estaba destinada a convertirse en Madre del Salvador no podía menos de tener un origen perfectamente santo, sin mancha alguna.
(...)
"De este modo, la reflexión eclesial ha recibido y explicitado el sentido auténtico del título llena de gracia, que el ángel atribuye a la Virgen santa. María está llena de gracia santificante, y lo está desde el primer momento de su existencia. Esta gracia, según la carta a los Efesios (Ef 1, 6), es otorgada en Cristo a todos los creyentes. La santidad original de María constituye el modelo insuperable del don y de la difusión de la gracia de Cristo en el mundo."
Saludos cordiales.
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Pedro L. Llera
Gracias, Néstor. Hemos coincidido en la cita de la Audiencia General de San Juan Pablo II del 15 de mayo del 1996. Está el enlace en mi artículo.
La elección de noticias y la forma de darlas también forma parte de la línea editorial. Pero los blogs no son el lugar para debatir sobre esa línea. Si a alguien no le gusta, que escriba al director o al editor, aunque habiendo tanta variedad de medios de comunicación religiosos en la red, no sé qué necesidad hay de querer que seamos como otros y/o distintos a como somos. En todo caso, ni Pedro ni yo estamos para dar explicaciones ni debatir con lectores sobre lo que se publica o deja de publicar en InfoCatólica. Yo intervine para aclarar una primera duda pero no a debatir. Fin a cualquier otro comentario sobre este asunto.
¿Es ortodoxo o herético decir que María no nació santa?
No nos venga con lo que Francisco dijo hace no sé cuantos meses o años. Se trata de lo que dijo hace unos días. Explique usted cómo puede ser inmaculada y a la vez no santa. Venga, busque textos de padres de la Iglesia, santos, doctores, concilios y papas para justificar esas palabras de Francisco.
Su estrategia de defensa de lo indefendible no cuela. Esto es como si mañana Francisco dice que Jesucristo no es Dios, nosotros nos quejamos de ello, y nos viene usted con una homilía en Santa Marta de febrero del 2017 en la que el Papa dijo que Cristo es Dios.
Si aprecia usted al Papa, deje de defenderle de esa manera. Queda peor.
Es claro que si fue santa desde su concepción, no pudo volverse santa. Para ello tendría que haber sido originalmente no santa, y el texto habla de la "santidad original" de María.
"De este modo, la reflexión eclesial ha recibido y explicitado el sentido auténtico del título llena de gracia, que el ángel atribuye a la Virgen santa. María está llena de gracia santificante, y lo está desde el primer momento de su existencia. Esta gracia, según la carta a los Efesios (Ef 1, 6), es otorgada en Cristo a todos los creyentes. La santidad original de María constituye el modelo insuperable del don y de la difusión de la gracia de Cristo en el mundo."
Saludos cordiales.
—Pues es un fiel que parece que tiene la Fe más clara.
«¿Si todo el Colegio Cardenalicio calla y los obispos no dicen nada, voy a hacerlo yo?»
—Pues alguien tiene que hacerlo, digo yo: va en ello la salvación de muchas personas. Y cuanto más influyente se sea, más responsabilidad se tiene.
«¿Acaso sé yo más teología que los teólogos...»
—Pues parece que sí, viendo y oyendo lo que está viendo y oyendo. No hace falta un doctorado en Matemáticas para denunciar como fantoche al doctor en Matemáticas que afirme que 2+2=5.
«...o tengo más autoridad que un obispo?»
Que un obispo, no; que un obispo _hereje_, sí. Un hereje puede mantener su potestas, pero ha perdido completamente la auctoritas.
«¿Cómo voy a hacer yo un juicio de intenciones sobre por qué el Santo Padre dijo lo que dijo? El Señor es el único que puede leer los corazones, el único que nos juzgará a todos. Y siempre debemos estar más dispuestos a salvar la proposición del prójimo que a condenarla.»
—¿Y quién le está pidiendo que haga un juicio de intenciones? Lo único que juzga es un hecho objetivo: si una afirmación es herética o no. No puede juzgar a un Papa —no en el sentido jurídico del término—, pero sí puede resistirse y defenderse de él si va contra la Fe. Creo que fue Bellarmino el que puso el símil con un príncipe enemigo, injusto o criminal: no puede deponerlo ni ejecutarlo, pero en defensa propia o del prójimo es lícito desobedecerlo, resistirlo o hasta matarlo, como en la guerra. No se le juzga: se le combate. Ah, y hacer una valoración de intenciones (que no «juicio») puede ser necesaria para barruntar la estrategia del enemigo y poderla contrarrestarla.
«Pero yo no soy el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ni formo parte de ningún dicasterio ni de ninguna Academia Pontificia ni nada de nada.»
—Ni que la Iglesia se limitara a los dicasterios y congregaciones. Somos todos los bautizados en comunión con el Papa (éste y todos los precedentes), la universalidad de la Iglesia Católica es en el tiempo también. Por otro lado, poco se ha comentado sobre el actual prefecto y Francisco en cuanto al punto «reformado» del Catecismo sobre la pena capital, caballo de Troya por su «popularidad» y «corrección política»: es formalmente herético (profesión de Fe exigida a los Valdenses, Denz. 425 «De potestate saeculari asserimus, quod sine peccato mortali potest iudicium sanguinis exercere, dummodo ad inferendum vindictan non odio, sed iudicio, non incaute, sed consulte prodedat» «De la potestad secular afirmamos que sin pecado mortal puede ejercer juicio de sangre, con tal que para inferir la vindicta no proceda con odio, sino por juicio, no incautamente, sino con consejo», reiterada en Catecismo de Trento y S. Pío X), y su justificación, también es formalmente herética por caer de lleno en el evolucionismo teológico, condenado por Pío X en la encíclica Pascendi y por Pío XII en la Humani generis.
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Pedro L. Llera
Está usted en un error. Y está mezclando churras con merinas. Un dogma es el de María, como Madre de Dios y otro el de la Inmaculada Concepción. Obviamente, María no es Madre de Dios hasta que no es Madre de Dios. Pero María es santa desde el momento en que ella fue concebida. María no solo nace santa, sino que es concebida santa. Negarlo es una herejía grave. Y no es mi opinión: es dogma de la Iglesia. Lea usted el texto de San Juan Pablo II.
Es decir, se puede afirmar que tal o cual frase es heterodoxa, pero no tenemos autoridad alguna para anatematizar a un Papa. De hecho, nadie la tiene.
“Así como es lícito resistir al Pontífice que agrede al cuerpo, así también es lícito resistir a aquel que agrede a las almas o destruye el orden civil o, sobre todo, trata de destruir la Iglesia. Digo que es lícito resistirle no haciendo lo que ordena e impidiendo la ejecución de su voluntad. No es lícito, sin embargo, juzgarlo, castigarlo o deponerlo”.
San Roberto Belarmino, De Romano Pontifice, libro II, cap. 29
1. En María, llena de gracia, la Iglesia ha reconocido a la “toda santa, libre de toda mancha de pecado, (…) enriquecida desde el primer instante de su concepción con una resplandeciente santidad del todo singular” (Lumen gentium, 56).
En San José, y todos deberíamos orar su protección, para que en el momento de nuestra muerte, sea también nuestra muerte, santa. Que muerte tan santa tuvo San José, al lado de Jesús y de María Santísima.
Sabemos, porque la fe, el amor, la doctrina de la Iglesia Católica, nos ha confirmado sobre la santidad de la Santísima Virgen María, incluso antes de nacer. No pudo tener tentaciones, por ser completamente la Llena de gracia. Más tarde, el demonio quiso tentar a Jesús, pero nada consiguió, siendo Dios en la Segunda Persona.
San José, leemos en San Mateo 1,19, que era un hombre justo, un fiel observante de la Santísima Voluntad de Dios, muy humilde también, por lo que el demonio, no puede tentar a los humildes de corazón, no era un pecador, pues llegamos a creer lo que nos dice San Mateo.
José Luis. (OFS)
No se da esa circunstancia en este caso.
En otras palabras, decir algo heterodoxo no convierte automáticamente a nadie en heterodoxo. Deben darse otras condiciones.
* Francisco es el papa reinante.
* Francisco ha dicho una herejía. De manera oblicua, cierto, pero aquí las maneras son lo de menos, pues en el fondo de lo que ha dicho subyace una herejía grande como un pino.
* Además, esa herejía supone un menoscabo contra la dignidad de Nuestra Madre del Cielo, lo cual agrava la cosa.
* Pero a Francisco, por ser papa, nadie de acá abajo lo puede juzgar y menos condenar.
* Lo podrían corregir - en teoría - los cardenales, príncipes de la Iglesia. Pero visto el desprecio que ha propinado a los cardenales de las dubia, a quienes ni siquiera ha contestado, eso en la práctica es imposible, pues pareciera que Francisco sólo atiende a los cardenales de su cuerda. Y en cuanto a los obispos, ellos están obligados a defender la fe de su rebaño y a tal efecto, deberían hacer las aclaraciones públicas del caso sin faltar a la caridad y a la obediencia, lo cual es perfectamente posible, y este artículo de Pedro es un ejemplo. Sin embargo los señores obispos no parecieran estar por la labor.
* Pero nosotros, simples fieles, sí podemos y debemos desobedecerle en esto, negándonos a aceptar lo que dijo por ser falso de falsedad absoluta.
* Y de paso, podemos y debemos pedir que se saque la tal herejía, oblicua y grave, del portal oficial del Vaticano.
Bien, ya me diréis si he entendido bien los aportes que aquí se han volcado, los cuales mucho agradezco pues me han servido para ver más claro. Así como agradeceré también las correcciones que sean pertinentes.
Para no ser considerado como tal, bien dices que se exige que en vez de insistir en el error, en cambio rectifique. Yo creo que Francisco no va a hacer ni una cosa ni la otra, a tenor de su estilo. Y además y si se dieran las condiciones, ¿quién le va a poner el cascabel al gato?. Creo que ésa es una vía muerta.
Lo que sí hay que proclamar es que la Ssma. Virgen fue santa AÚN ANTES DE NACER. Que Su Santidad el Papa Francisco Primero ha dicho lo contrario y que por lo tanto contradijo un dogma -eso se llama herejía -, el cual debe rectificar. Y que nosotros en ese punto no estamos obligados a obedecerle ni a seguirle.
Como tampoco estamos obligados a seguirlo en las herejías oblicuas que haya dicho o vaya a decir en el futuro. Sea Francisco o sea cualquier otro papa.
María es Virgen ,Inmaculada Concepción ,es decir preservada de toda culpa de pecado desde el primer instante de su concepción.
María es Santa siempre desde su concepción y sigue siendo Santa al nacer y toda su vida,
No hay momento que no fuera Santa ,ni que se hiciera Santa en otro momento distinto a su concepción .
Dios la hizo Santa por su plan y designio sobre ella y como humana creció en gracia,verdad y mayor santidad.
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