"Placuit Deo": la Iglesia, el lugar donde recibimos la salvación traída por Jesús
Algunos religiosos y ciertos teólogos llevan muchos años hablando de la “Iglesia de los pobres”, contraponiéndola a la “Iglesia jerárquica”, que debe de ser la Iglesia de los ricos y poderosos. Esta dialéctica entre las dos iglesias no cabe duda que tiene unas claras raíces marxistas.
Pero dicha dialéctica, en los últimos años, ha mutado: ahora tenemos por un lado la iglesia de los pobres, la iglesia de la misericordia y la compasión; y en frente, a la iglesia de los rigoristas, de los apegados a las leyes y a las normas, de los que tenemos cara de pepinillos en vinagre… Por una parte están los que dan prioridad a la pastoral inclusiva, los que quieren que los homosexuales sean bendecidos en la iglesia, los que quieren que los adúlteros puedan comulgar, los que propugnan que puedan comulgar también los luteranos; los que ponen la conciencia individual por encima de la norma universal; los que consideran que el concepto de transubstanciación es algo del pasado que hoy ya no tiene validez; los que se saltan los mandamientos y la tradición de la Iglesia a la torera; los que, apelando a una falsa misericordia, aparcan la moral y la doctrina de la Iglesia; los que propugnan un nuevo paradigma donde ya no hay pecados ni condenación; los que consideran que cumplir los mandamientos o que el matrimonio cristiano son ideales casi inalcanzables (porque no tienen fe ni creen en la gracia de Dios); los que quieren acabar con el edificio de la moral de la Iglesia en nombre de un situacionismo herético… Y por otro, estamos los que nos seguimos reafirmando en la fe de la Iglesia y defendemos la moral, los sacramentos y la totalidad de la doctrina que hemos recibido a través de la tradición y de la revelación.
Nosotros no creemos que se puedan realizar cambios de paradigmas en la Iglesia (Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre: Dios no cambia con los tiempos) ni creemos que sea imposible cumplir los mandamientos ni admitimos el divorcio ni estamos dispuestos a que se juegue con los sacramentos: especialmente con el sacramento de la Eucaristía. La Santa Comunión es sagrada y no se toca. El dogma de la transubstanciación no admite discusiones ni transacciones con los luteranos ni con nadie. Comulgar no es un derecho de nadie. Para poder comulgar hay que profesar previamente la totalidad de la fe de la Iglesia Católica, recogida en el Catecismo. Y además, hay que estar en gracia de Dios; es decir, hay que pasar por el sacramento de la penitencia con cierta frecuencia (siempre que uno esté en pecado mortal). Si un luterano o cualquier protestante, budista o ateo comulga, se está cometiendo un grave acto sacrílego, que no se debe consentir en ningún caso. Sería una blasfemia y un escándalo intolerable.
Si los obispos alemanes, los de Buenos Aires, los de Malta o los de cualquier otro país del mundo se apartan de la verdadera fe de la Iglesia, ellos sabrán lo que hacen pero ya no los podremos considerar católicos. Es así de fácil. Nadie puede decir que no se pueden cumplir los mandamientos sin incurrir en herejía grave. No se puede dar la comunión a quien vive en pecado mortal o a quien defiende públicamente políticas abortistas o a quien vive abiertamente al margen de la moral católica. Tampoco se puede ni se debe dar “bendiciones” a quienes viven objetivamente en pecado mortal. Dicen que si se bendicen animales, casas o coches, ¿por qué no bendecir parejas homosexuales? Pues muy sencillo: porque los coches, los animales o las casa no pueden pecar y las personas, sí. Quienes propugnan tales aberraciones, lo único que consiguen, como muy bien señala el P. Thomas G. Weinandy, es que “la Iglesia se convierta en una parodia de sí misma”. Ahora, al parecer, el llamado C9 parece que pretende que las conferencias episcopales tengan nuevas atribuciones, “incluyendo también alguna auténtica autoridad doctrinal”. Pues nada: que Dios nos coja confesados.
Placuit Deo
Tal vez para hacer frente a todos estos modernistas (aunque no voy yo a hacer ningún juicio de intenciones al respecto), la Congregación para la Doctrina de la Fe acaba de publicar hoy, 1 de marzo de 2018, la carta Placuit Deo, que acabo de leer y no tiene desperdicio. Les recomiendo vivamente que la lean. Les resumo algunas de las ideas más importantes – a mi juicio – de esta carta. En ella, se refutan dos de los errores más extendidos hoy en día en la Iglesia y que forman parte de lo que hemos llamado “modernismo”: el pelagianismo y la gnosticismo.
- Los neo-pelagianos consideran que el individuo, radicalmente autónomo, puede salvarse a sí mismo. La salvación se confía a las fuerzas del individuo o a las estructuras puramente humanas, incapaces de acoger el don de la gracia de Dios. Son los del “tenemos que”, “hay que”, “otro mundo es posible”, “te necesitamos para cambiar el mundo”, etc., etc., etc. Puro voluntarismo.
- Los neo-gnósticos, por su parte, presentan una salvación puramente interior, encerrada en el subjetivismo, que consiste en elevarse “con el intelecto hasta los misterios de la divinidad desconocida”. Se pretende, de esta forma, liberar a la persona del cuerpo y del cosmos material, en los cuales ya no se descubren las huellas de la mano providente del Creador, sino que ve sólo una realidad sin sentido, ajena de la identidad última de la persona, y manipulable de acuerdo con los intereses del hombre.
Tanto unos como otros deforman la confesión de fe en Cristo, el Salvador único y universal.
Comienza diciendo esta carta que “el mundo contemporáneo percibe no sin dificultad la confesión de la fe cristiana, que proclama a Jesús como el único Salvador de todo el hombre y de toda la humanidad”. Para nosotros, “la salvación consiste en nuestra unión con Cristo, quien, con su Encarnación, vida, muerte y resurrección, ha generado un nuevo orden de relaciones con el Padre y entre los hombres, y nos ha introducido en este orden gracias al don de su Espíritu, para que podamos unirnos al Padre como hijos en el Hijo, y convertirnos en un solo cuerpo en el «primogénito entre muchos hermanos» (Rm 8, 29)” (Placuit Deo 4).
Cada persona busca a su modo la felicidad, que muy a menudo coincide con la esperanza de la salud física, con el deseo de un mayor bienestar económico o con la necesidad de paz interior y de una convivencia serena con el prójimo. A veces la salvación se presenta como la resistencia y superación del dolor. (Placuit Deio, 5).
Pero la fe en Cristo nos enseña, rechazando cualquier pretensión de autorrealización, que el hombre solo se puede realizar plenamente si Dios mismo lo hace posible, atrayéndonos hacia Él mismo. La salvación completa de la persona no consiste en las cosas que el hombre podría obtener por sí mismo, como la posesión o el bienestar material, la ciencia o la técnica, el poder o la influencia sobre los demás, la buena reputación o la autocomplacencia. Nada creado puede satisfacer al hombre por completo, porque Dios nos ha destinado a la comunión con Él y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Él. (Placuit Deo, 6).
Según el Evangelio, la salvación para todos los pueblos comienza con la aceptación de Jesús. La buena noticia de la salvación tiene nombre y rostro: Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador.
El lugar donde recibimos la salvación traída por Jesús es la Iglesia. Y esa salvación no se consigue solo con las fuerzas individuales, sino a través de las relaciones que surgen del Hijo de Dios encarnado y que forman la comunión de la Iglesia. (Placuit Deo 12). La salvación sólo se consigue con el auxilio de la gracia y dentro de la comunión de los santos: “la primacía absoluta de la acción gratuita de Dios; la humildad para recibir los dones de Dios, antes de cualquier acción nuestra, es esencial para poder responder a su amor salvífico” (Placuit Deo, 9).
La participación en la Iglesia en el nuevo orden de relaciones inaugurado por Jesús sucede a través de los sacramentos, entre los cuales, el bautismo es la puerta y la Eucaristía, la fuente y cumbre. La fe confiesa que somos salvados por el bautismo, que nos da el carácter indeleble de pertenencia a Cristo y a la Iglesia. Estamos llamados a una vida nueva conforme a Cristo. Con la gracia de los siete sacramentos, los creyentes crecen y se regeneran continuamente, especialmente cuando el camino se vuelve más difícil y no faltan las caídas. Cuando, pecando, abandonan su amor a Cristo, pueden ser reintroducidos, a través del sacramento de la Penitencia, en el orden de las relaciones inaugurado por Jesús, para caminar como ha caminado. De esta manera, miramos con esperanza el juicio final, el que se juzgará a cada persona en la realidad de su amor, especialmente a los más débiles. (Placuit Deo, 13)
Gracias a los sacramentos, los cristianos pueden vivir en fidelidad a la carne de Cristo y, en consecuencia, en fidelidad al orden concreto de relaciones que Él nos ha dado. Este orden de relaciones requiere, de manera especial, el cuidado de la humanidad sufriente de todos los hombres, a través de las obras de misericordia corporales y espirituales (Placuit Deo 14).
¡Qué hermosa es la verdadera doctrina de la Iglesia! ¡Qué alegría da leer un documento como este, que nos reafirma en el verdadero magisterio perenne de la Iglesia!
Espero y deseo que este documento, aprobado por el Papa Francisco y firmado por Monseñor Luis F. Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y por el secretario de dicha Congregación, Monseñor Giacomo Morandi, no caiga en saco roto y sea el priemero de otros muchos que contribuyan a poner luz en medio de tanta confusión.
Así termiana esta carta:
“La salvación integral del alma y del cuerpo es el destino final al que Dios llama a todos los hombres. Fundados en la fe, sostenidos por la esperanza, trabajando en la caridad, siguiendo el ejemplo de María, la Madre del Salvador y la primera de los salvados, estamos seguros de que «somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio» (Flp 3, 20-21)".
¡Gloria a Dios!
26 comentarios
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Pedro L. Llera
Tengo por norma no mencionar al Papa, salvo si dice, escribe o hace algo que merezca la pena. El Papa es Pedro y yo respeto lo que representa y lo respetaré siempre.
Si mi padre hace o dice algo bueno, se lo reconoceré. Si mi padre hace o dice algo que no me guste, me callaré: es mi padre... Y si no tienes nada bueno que decir de alguien a quien quieres, vale más callar.
No confunda la cobardía con el amor filial. Yo soy católico: no cismático.
1. Su primera norma si se vulnera su doctrina es dar la cara por JESUCRISTO y en segundo lugar por el Santo Padre, eso es cosa elemental que debiera saber. Defender la doctrina tradicional de la iglesia no es cisma, sino es una harta obligación de alguien que se precie ser católico.
2. Como no es un secreto, el papa francisco ha hecho y dicho cosas que contrarían la fe incluso de un simple católico y no las enumeraré acá porque es ampliamente conocido. entonces como no es una cosa ni dos sino al extremo de vulnerar los derechos de DIOS específicamente al callar o al poner un alto para que se permita dar la comunión a divorciados o a protestantes. Si va a callar entonces es un cómplice más de esta trama modernista y liberalista. Es a DIOS quien usted y yo debemos adoración y si el obispo de roma está incurriendo en esta trama no hay por que callar....usted tendrá que dar cuentas personalmente a JESUS de estas omisiones suyas.
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Pedro L. Llera
1.- Yo siempre he dado la cara por mi Señor. Y siempre he defendido la santa doctrina de la Iglesia. Lea mis artículos: no creo que quepa ninguna duda.
2.- Yo no me callo ante los errores. O no sabe leer o no se quiere enterar. ¿Cómplice del modernismo? No creo que haya ningún bloguero ni ningún articulista, al menos en España, que haya escrito más contra el modernismo que yo.
Para denunciar los errores modernistas no hace falta poner de vuelta y media al Papa, que es lo que parece que usted echa de menos. Y por supuesto que todos debemos dar cuentas a Nuestro Señor: de nuestras omisiones y, sobre todo, de nuestra soberbia y nuestra falta de caridad.
“9. No os procuréis oro, ni plata, ni cobre en vuestras fajas;
10. ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento.“
Y para los pobres...
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva.”
Debe de ser que Cristo era un Marxista hereje...
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Pedro L. Llera
Eso es una bobada, con todo respeto. Lo que yo denuncio es la aplicación de la dialéctica marxista a la Iglesia. Iglesia solo hay una: no hay una de los ricos y otra de los pobres; ni una iglesia jerárquica frente a una iglesia profética. Ese era el planteamiento marxista de Leonardo Boff en Iglesia, carisma y poder, por ejemplo.
La Iglesia es una, santa, católica y apostólica. La Iglesia no es de los ricos ni de los pobres: la Iglesia es de Jesucristo, que llama a todos a la conversión.
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Pedro L. Llera
Es que acusarme a mí de modernismo, tiene mucha guasa... Teniendo en cuenta que llevo... ¿Cuánto? ¿Más de un año escribiendo semana tras semana contra el modernismo? Debo de llevar decenas de artículos contra el modernismo.
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Puede ser un intento de poner paños fríos.
Pero yo me inclino a suponer que este copiaypega de textos de buena doctrina aumenta la confusión, porque quien esto afirma no puede defender a Lutero ni proponer las comuniones sacrílegas sin caer en la esquizofrenia.
Además es pisto para los lobos: ya verás cómo citarán y nos refregarán estos raptos de ortodoxia para "demostrar" que no hay heterodoxos en el Vaticano.
Beber. Precisamente. ¡Beber! Que para eso luego vendrá la gracia.
Ponme otro de cinismo con cola zero, anda.
Y creíamos haberlo leído todo. Dios nos defienda.
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Pedro L. Llera
¡Con lo mal que lo pasa usted en este portal! ¿Qué hace usted dando el coñazo aquí? ¿Por que no se va a dar una vuelta por Religión Digital? Es usted muy "jartible"...
"El lugar donde recibimos la salvación traída por Jesús es la Iglesia,"
No dice "uno de los lugares donde recibimos la salvación traída por Jesús es la Iglesia", ni siquiera "el lugar donde recibimos de la mejor manera la salvación traída por Jesús es la Iglesia".
ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento.“
Al parecer segun algunos hay palabras de Cristo que se aplican sin posibilidad de excepción alguna y otras nos la pasamos por el forro y hasta molestan y parecen hereticas cuando un papa nos la recuerda.
Curiosa manera de seguir a Cristo.
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Pedro L. Llera
¿Y por qué da usted por supuesto que yo me "paso por el forro" la opción por los pobres? ¿por qué da usted por supuesto que a mí "me molesta" que me recuerden la exigencia de caridad con los pobres? Usted no tiene ni idea de lo que está hablando. Pero ni idea... Y cuando uno no sabe de qué está hablando, mejor se calla. ¿Acaso sabe usted algo de mí y de si yo estoy o dejo de estar comprometido con los más pobres? ¿Se cree usted que yo soy rico? Es que no sé ni por qué me molesto en contestarle...
De todas formas no ha pillado usted el fondo de mi comentario. Mejor así.
Lo retiro, por cierto, porque en el fondo me apena.
Que es exactamente lo que hace el actual pontífice.
Ni siquiera nos gusta nada que no le guste de hecho a media humanidad, normalita completamente por tanto.
Y ya para los que piden a gritos rizar el rizo, alguno hay que hasta ha llegado a multiplicarse por la vía ordinaria; sobre todo alguna, que lo tiene más que "a huevo".
Lo que pasa es que pudiera ser que haya "bromas" de tintes altamente "autoindiscretos", pero eso allá cada cual. Quod scripsi, scripsi. Yo ya he dicho que me he desmarcado.
supongo que con algunos comentaristas se están ejercitando en la penitencia por la Cuaresma, incluida la práctica de algunas de las obras de misericordia. Sin duda, sus buenas obras darán fruto, pues están al nivel de lo cuasi-heroico.
Aunque se trata solamente de una Carta, por el origen (Doctrina de la Fe) es una clarísima y breve advertencia que hay algunos temas Teológicos y Dogmáticos que son un camino de perdición, la Carta refiera nada más ni nada menos que a la salvación que es el objeto único inescindible de la venida de Cristo.
La Carta dice "La Salvación en la Iglesia, cuerpo de Cristo. El lugar donde recibimos la salvación traída por Jesús es la Iglesia, comunidad de aquellos que, habiendo sido incorporados al nuevo orden de relaciones inaugurado por Cristo, pueden recibir la plenitud del Espíritu de Cristo (Rm 8, 9). Comprender esta mediación salvífica de la Iglesia es una ayuda esencial para superar cualquier tendencia reduccionista".
Los Obispos deben "comprender" y aceptar a Cristo plenamente. Pelagio y "Agnóstico" son errores gravísimos que hay que estudiar y conocer para refutar, poder explicar a los fieles y en defintiva condenar para que nadie caiga en la trampa.
Recordemos que la enorme ventaja que tenemos con relación al Tentador es qué no conoce el resultado de la tentación, eso permite estar siempre atentos a pedir "no nos dejes caer en la tentación", la Gracia (habitual, actual, eventual o la que elijan) está desde siempre y es eterna.
Es imposible adherirse a esta carta sin rechazar todo lo que últimamente se nos dice y cuenta. Y me da igual quién lo diga, escriba o cuente, sea homilía, exhortación, entrevista... La Verdad es La Verdad y es la única que nos hará libres y plenos en cuerpo y alma.
Y el Papa Francisco no es una excepción.
Hace un rato estaba ojeando una web tradicionalista, y criticaban un montón de cosas que hizo Juan Pablo II y que el resto de católicos pasaba por alto, se lo perdonaban (rezos multireligiosos en Asís, besar el Corán, decir que los judíos seguían siendo el pueblo de la Alianza, etc.).
En realidad pocas cosas del papado de Francisco son nuevas, todo se ha ido cocinando a fuego lento desde hace décadas.
Pero ahora a Francisco los que nunca se han definido como tradicionalistas ni sedevacantisras, digamos los " católicos normales de toda la vida", han decidido no pasarle ni una.
Ahora Franciso besa un Corán y le meten fuego al Vaticano.
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Pedro L. Llera
No se preocupe, querida amiga: usted no es "cansina" ni "jartible". Usted hace comentarios sensatos con los que aprendo mucho. Pero con la estupidez tengo un margen de paciencia cada día más limitado.
Lo cierto es, sin lugar a dudas, que por causa de nuestros propios medios mal administrados, nadie puede salvarnos, otro que no se Dios. (Mt.19,26;Lc 18,27)
Mas me pregunto yo: ¿Alguien sabe, cuál es, en qué consistirá la transformación física del cuerpo humanos para que pueda ser visto y comprendido en ese ideal de salvación carente de dolor y lágrimas?
¿Alguien sabe cómo, -dentro de su cosmogonía de cielo y tierra nuevos- será el planeta Tierra como última residencia de los bienaventuradamente resucitados?
¿Alguien sabe en qué consistirá ese "restablecer todas las cosas" de las que Jesús habla cuando se refiriere al profeta Elías, ya venido al mundo para este cometido? ( Mc.9, 11-13; Mt. 17, 11-13)
¿Soy yo un neo-gnóstico? O no es más cierto que si bien, -en modo y manera de tiempo y lugar- siendo todos distintos; Iguales somos para Dios en la medida que cumplimos con su mandato?
El primer error grave , que es implícitamente herético, es la frase "Salvación cristiana", que implica que hay una salvación aparte de Cristo y hace que la única salvación, que es Cristo, sea meramente una especie de salvación en general.
En segundo lugar , la traducción al inglés sigue el uso de los ateos ateos al negar la capitalización honorífica a la Naturaleza Divina, el Mediador, etc., a lo que los católicos están acostumbrados.
Tercero, la carta cae en el error de la metafísica de Gnosticismo / Heráclito cuando dice: "La enseñanza sobre la salvación en Cristo debe ser siempre profundizada". Como si hubiera algo insuficiente o ineficaz en la clara predicación del Evangelio contenida en las Escrituras y Tradicion
En cuarto lugar, la Carta cae en la confusión de género cuando dice: "Aferrándose a la mirada del Señor Jesús, la Iglesia se vuelve hacia todas las personas con amor maternal" Porque la Iglesia es femenina y Cristo es masculino y eso colorea su visión.
Quinto, la Carta establece un nuevo depósito de la fe ("la mayor tradición de la fe y con particular referencia a las enseñanzas del Papa Francisco") que es tanto objetiva como ontológicamente diferente de la Escritura y la Sagrada Tradición.
Estos 5 puntos muestran que la Carta es formalmente gnóstica, mientras que afirma denunciar el "gnosticismo". Este es un documento muy engañoso y peligroso. ¡Advertimos a todos los fieles que lo rechacen!
Sexto , la Carta avanza los errores del Personalismo, que infectan los Institutos Pontificios en Roma, y que redefine la salvación como la salvación de la persona humana, más que del alma, y el cuerpo solo en virtud de la Resurrección en el mundo venidero.
Séptimo, la Carta en II, 2, presenta una soteriología ontológica divorciada de todas las causas y efectos morales, como si el pecado y el arrepentimiento de ella no fueran esenciales o temas clave en la verdadera soteriología. Esto es puro gnosticismo del tipo clásico.
Ocho, a pesar de sus intentos de evitar el neo-Pelagianismo, la letra en II, 4, cae en el Pelagianismo clásico cuando escribe, "para que podamos unirnos al Padre como hijos en el
Noveno, la Carta reitera un error clave del Personalismo cuando escribe en III, 5 "El hombre se percibe a sí mismo, directa o indirectamente, como un misterio", esto confunde los Misterios de la revelación y la religión verdadera, con concepciones existencialistas de la individualidad y la existencia.
En décimo lugar, la Carta cae en los errores del americanismo al afirmar que todos los hombres buscan la felicidad y la persiguen. La enseñanza católica es que todos los hombres, heridos por el pecado original, ya no buscan la bendición sino imágenes idólatras de ella, a menos que sean salvos por la gracia de Cristo.
Comentario del lector: Ted escribe: "En realidad, el punto diez es falso. Incluso Santo Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles, señala que "por necesidad, todo hombre desea la felicidad" (S. Theol., Primera Parte de la Segunda Parte, Q, 5, Ar 8, resp.). El americanismo simplemente sigue lo que es evidente por sí mismo ".
Undécimo , la Carta intenta exponer incomparablemente una antropología cristiana sin confesar que hay un Creador del hombre, que la parte principal del hombre es su alma, ¡y que la salvación consiste tanto en una conversión ontológica como moral!
Duodécimo, la Carta en III, 7 cae en la posición implícitamente herética de decir que el mal viene del corazón del hombre, cuando la Fe Católica sostiene desde el principio que el mal proviene del orgullo de Lucifer que sedujo a los Ángeles y que puede tener poder sobre las cosas materiales .
Decimotercero, en III, n. 8 de la Carta tiene una incongruencia, “Por lo tanto, la salvación divina lleva en el orden de las criaturas compartido por toda la humanidad y acompaña su viaje concreto de la historia.” Mediante el cual se introduce una soteriología cosas irracionales para apoyar el marxismo ecológico.
Decimocuarto, en III n. 8, repite la noción descuidada de B16 de que Ser cristiano es un encuentro, cuando de hecho, Trent enseña que comienza con la justificación y la santificación que es el resultado de la Acción Divina, no simplemente un encuentro.
Decimoquinto, en IV, n.9 encontramos 1 párrafo católico, que contiene una explicación correcta, pero está ideológicamente aislado del resto de la Carta, cuyos errores no refuta suficientemente.
Decimosexto, en V, n. 12, la Carta no identifica correctamente a la Iglesia Católica y omite escrupulosamente la palabra "Católico" y por lo tanto da soporte al error de que hay una buena esperanza para la salvación fuera de la Iglesia Católica.
Decimoséptimo, en V. 12, la Carta reitera el panteísmo bergogliano cuando dice: "En ella tocamos la carne de Jesús, especialmente en nuestros hermanos y hermanas más pobres y más sufrientes". Confundir sarx con somata para promover la elevación del eros al nivel de caritas.
Decimoctava, en V. 14, la Carta cae en el error de afirmar que las relaciones humanas son necesarias para la salvación, ¡aunque muchos ermitaños santos hablaron y no hablaron con nadie durante décadas y el resto de sus vidas!
Decimonovena, en VI, 15, la Carta repite la absurda y absurda doctrina de la Salvación por Diálogo, y omite la referencia directa a predicar la necesidad evangélica de aceptar a Cristo o ser condenado, como Cristo mismo dijo, no dialogar: ¡Arrepiéntete y cree!
Finalmente, si un estudiante en un curso de teología en una Universidad Pontificia hubiera escrito este documento, VC les daría un 3 de 10 por su pobre intento de reiterar la Doctrina Católica sobre los errores clave de nuestros días.
Por favor comparta esta crítica porque tantos "eruditos" han sido engañados por este documento, muy hábilmente escrito para introducir la herejía en la mente de católicos desprevenidos y no alertas.
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