Educatio Servanda: adoctrinamiento en ideologías ilegales y clases de ganchillo

“Porque se dicen discurriendo desacertadamente: «Corta es y triste nuestra vida; no hay remedio en la muerte del hombre ni se sabe de nadie que haya vuelto del más allá. Por azar llegamos a la existencia y luego seremos como si nunca hubiéramos sido. Porque humo es el aliento de nuestra nariz y el pensamiento, una chispa del latido de nuestro corazón; al apagarse, el cuerpo se volverá ceniza y el espíritu se desvanecerá como aire inconsistente. Caerá con el tiempo nuestro nombre en el olvido, nadie se acordará de nuestras obras; pasará nuestra vida como rastro de nube, se disipará como niebla acosada por los rayos del sol y por su calor vencida. Paso de una sombra es el tiempo que vivimos, no hay retorno en nuestra muerte; porque se ha puesto el sello y nadie regresa.

Venid, pues, y disfrutemos de los bienes presentes, gocemos de las criaturas con el ardor de la juventud. Hartémonos de vinos exquisitos y de perfumes, no se nos pase ninguna flor primaveral, coronémonos de rosas antes que se marchiten; ningún prado quede libre de nuestra orgía, dejemos por doquier constancia de nuestro negocio; que nuestra parte es ésta, ésta nuestra herencia.

Oprimamos al justo pobre, no perdonemos a la viuda, no respetemos las canas llenas de años del anciano. Sea nuestra fuerza norma de la justicia, que la debilidad, como se ve, de nada sirve.

Tendamos lazos al justo, que nos fastidia, se enfrenta a nuestro modo de obrar, nos echa en cara faltas contra la Ley y nos culpa de faltas contra nuestra educación. Se gloría de tener el conocimiento de Dios y se llama a sí mismo hijo del Señor. Es un reproche de nuestros criterios, su sola presencia nos es insufrible, lleva una vida distinta de todas y sus caminos son extraños. Nos tiene por bastardos, se aparta de nuestros caminos como de impurezas; proclama dichosa la suerte final de los justos y se ufana de tener a Dios por padre.

Veamos si sus palabras son verdaderas, examinemos lo que pasará en su tránsito. Pues si el justo es hijo de Dios, Él le asistirá y le librará de las manos de sus enemigos. Sometámosle al ultraje y al tormento para conocer su temple y probar su entereza. Condenémosle a una muerte afrentosa, pues, según él, Dios le visitará.»

Así discurren, pero se equivocan; los ciega su maldad; no conocen los secretos de Dios, no esperan recompensa por la santidad ni creen en el premio de las almas intachables. Porque Dios creó al hombre para la incorruptibilidad, le hizo imagen de su misma naturaleza; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen.”

Sabiduría, 2

El pasado 22 de marzo, Lola González firmaba un artículo en Infovaticana, titulado “La Fundación Educatio Servanda, en el punto de mira del lobby LGTB”, en el que afirmaba que la Asociación Arcópoli exigía al gobierno regional de Madrid que investigara los “valores e ideario” de la Fundación Educatio Servanda, tras el apoyo de esta institución a Carlos Martínez, director del Colegio Juan Pablo II de Alcorcón.

De la noticia me llamó especialmente la atención este párrafo:

“La asociación LGTB señala que el director de este colegio católico podría estar transmitiendo una “ideología ilegal” en los centros de la Fundación Educatio Servanda y “adoctrinando” al alumnado con el respaldo de la dirección”.

En primer lugar, los valores y el ideario de nuestros colegios es público y está al alcance de cualquiera que tenga interés por conocerlos. Nuestra página web está en Internet y nuestros colegios están abiertos para cualquiera que quiera conocernos. No somos una secta ni una sociedad secreta ni hay nada escondido que haya que investigar como si ocultáramos algo…

Nuestros valores son los del Evangelio y nuestro ideario es el Catecismo de la Iglesia. Nuestros colegios son confesionalmente católicos: eso tampoco es ningún secreto. Y que yo sepa, de momento, ni la Biblia ni el Catecismo han sido ilegalizados en España… Porque, digo yo que si hubieran sido ilegalizados, la Iglesia habría pasado a la clandestinidad – como en China, por ejemplo – y no se nos permitiría ser titulares de ningún Colegio…

Les voy a explicar brevemente en qué consiste la “ideología” sospechosa de ser “ilegal” con la que “adoctrinamos” en nuestros colegios.

A primera hora de la mañana, yo “adoctrino” a los más pequeños cogiéndolos en brazos en la “Puerta Verde” (así se llama la puerta por la que entran y salen nuestros alumnos al Colegio: pueden verla en la imagen) para consolar a los que lloran porque les cuesta separarse de sus madres. Y el resto del día procuramos cumplir el mandamiento que Jesús nos enseñó: amar a cuantos nos rodean y servirles en todo aquello que podemos. Es fácil. Consiste en confortar a los que están tristes, animar a los que pierden la esperanza, enseñar a quien no sabe, corregir al que se equivoca, curar al que se lastima, dar de comer a más de una familia que no tiene ingresos ni para eso, comprar uniformes a quienes no pueden por falta de recursos; tratar de alentar – o, al menos, acompañar – a las familias que están pasando por malos momentos a causa de las enfermedades, el paro, el fallecimiento de algún familiar, las separaciones, los divorcios… Hay mucho sufrimiento en este mundo y hace falta repartir cariño a manos llenas a todos aquellos que lo necesitan. Y ¿quién no necesita una palabra de aliento, un gesto de complicidad o de ternura, una caricia, un abrazo? Además de una Colegio, también somos en cierto modo – como gusta decir al Papa – una especie de hospital de campaña.

Amar hasta el agotamiento. Esa es nuestra doctrina. Esa es la doctrina de la Fundación Educatio Servanda. Ese es el trabajo de todos los profesores de mi Colegio. Ese es el trabajo de mi Equipo Directivo: el de Manolo Colón y Ana Mari Benítez que son personas y maestros ejemplares y trabajan hasta la extenuación día tras día, sin estridencias y sin pedir reconocimientos ni medallas. Ese es el trabajo de mi secretaria, Mari Ángeles Lozano, que es un encanto y trata a todo el mundo con un cariño ejemplar. Trabajar nueve, diez, once horas diarias y hacerlo por amor y con amor. Y esto no se paga con dinero ni está estipulado en ningún convenio colectivo. Pero cuando los niños te ven por el patio o por la calle y corren a abrazarte o te echan los brazos para que los cojas; cuando los padres, las madres o los abuelos te agradecen de corazón la labor que realizamos cada día; entonces, todo ese amor que recibes te compensa todas las preocupaciones, todas las horas de trabajo, todo el cansancio acumulado. Esa es nuestra paga más preciada. Porque cuando amas a las personas, cuando amas a los niños, no hacen falta palabras: eso se transmite de corazón a corazón. El amor más que predicarlo hay que practicarlo. No somos perfectos: metemos la pata, cometemos errores… Pero amamos a nuestros niños y mucho.

No obstante, el amor a Cristo implica cumplir sus mandamientos. No puedes decir que amas a Dios si vives como un pagano. El amor cristiano es servicio, es generosidad, es entrega, es desgastar la propia vida por y para los demás; es olvidarse de uno mismo para entregarse a los demás sin esperar nada a cambio. El amor a Cristo te convierte en testigo de la Verdad. Y la Verdad resulta incómoda y molesta para quienes viven en la oscuridad del pecado:

“Tendamos lazos al justo, que nos fastidia, se enfrenta a nuestro modo de obrar, nos echa en cara faltas contra la Ley y nos culpa de faltas contra nuestra educación […] Es un reproche de nuestros criterios, su sola presencia nos es insufrible, lleva una vida distinta de todas y sus caminos son extraños. Nos tiene por bastardos, se aparta de nuestros caminos como de impurezas; proclama dichosa la suerte final de los justos y se ufana de tener a Dios por padre”.

Nosotros, los católicos, vivimos con perspectiva de eternidad y eso cambia mucho la percepción de la realidad y la manera de entender la vida. Nuestra preocupación principal es la salvación de las almas: que todos vayan al Cielo. Sí: nosotros creemos que hay un Cielo y un Infierno. Creemos que necesitamos la gracia de Dios para ser santos, que es la vocación universal de todos los cristianos. Sin Cristo, nosotros no podemos hacer nada. Pero con Él, lo podemos todo. Por eso, para poder amar a nuestros niños y a sus familias; para poder amarnos entre nosotros, necesitamos que el Sagrado Corazón de Jesús, realmente presente en el Sagrario, nos transforme cada día en hostias vivas, para que también nosotros podamos ser instrumentos del amor de Dios para todos cuantos nos rodean.

Claro… Esto, para los que no tienen fe, suena absurdo… Lo sé:  

“Corta es y triste nuestra vida; no hay remedio en la muerte del hombre ni se sabe de nadie que haya vuelto del más allá. Por azar llegamos a la existencia y luego seremos como si nunca hubiéramos sido. Porque humo es el aliento de nuestra nariz y el pensamiento, una chispa del latido de nuestro corazón; al apagarse, el cuerpo se volverá ceniza y el espíritu se desvanecerá como aire inconsistente. Caerá con el tiempo nuestro nombre en el olvido, nadie se acordará de nuestras obras; pasará nuestra vida como rastro de nube, se disipará como niebla acosada por los rayos del sol y por su calor vencida. Paso de una sombra es el tiempo que vivimos, no hay retorno en nuestra muerte; porque se ha puesto el sello y nadie regresa”.

Para quien no cree en Dios, para quien cree que la muerte es el final de todo y que no hay nada más allá, todo lo que acabo de escribir carece de sentido. Para vosotros, la vida no tiene sentido y a lo único que podemos aspirar es a disfrutar al máximo de los placeres de este mundo y a evitar el sufrimiento en lo posible. En el caso de los comunistas, lo que puede dar sentido a la vida es la justicia social, la igualdad, la revolución… Pero su utopía es puramente inmanente y esas utopías, sin Dios, acaban convirtiéndose en ideologías totalitarias y represoras que, tras prometer en cielo en la tierra, acaban convirtiendo la tierra en un infierno: a la historia me remito; y también a la actualidad de China, Corea del Norte, Venezuela, Cuba…

Nosotros no pertenecemos a este mundo. Vivimos aquí como exiliados. En estos días de Semana Santa, celebramos lo central de nuestra fe: que Jesús fue apresado, humillado, torturado, condenado a muerte y crucificado; que fue abandonado por todos y murió despreciado por el mundo. Pero Cristo resucitó. La muerte no tiene la última palabra. El amor de Dios ha vencido al pecado, al Demonio, al mundo. Esa es nuestra esperanza: que el amor triunfa sobre el mal y sobre la muerte y que estamos llamados a la vida eterna, junto a los santos que nos han precedido, para dar gloria a Aquel que murió para salvarnos del mal, del sufrimiento, de la desesperación, de la injusticia.

Nosotros somos de Cristo. Y si Cristo fue perseguido, despreciado y humillado, nosotros no podemos esperar otra cosa del mundo. El discípulo no es más que su Maestro. “Bienaventurados cuando os persigan por mi causa”. El camino hacia el Cielo pasa por la cruz. La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo. Pero el Cuerpo de Cristo es un Cuerpo torturado y destrozado. No es raro, pues, que el mundo que mató a Cristo quiera también destrozar a su Iglesia. No es de extrañar que el mundo nos desprecie, nos humille, nos difame y nos insulte: ¡Bendito sea Dios!

Seguiremos amando incluso a quienes se mofan de nosotros, a quienes blasfeman, a quienes realizan actos sacrílegos, a quienes mienten y nos injurian para humillarnos y atacarnos; seguiremos pidiendo a Dios por la salvación de las almas de quienes nos persiguen: “Perdónalos, Señor, que no saben lo que hacen”.

Ayer, martes santo, se publicaba en El Mundo y en El País otra noticia en la que se informaba de la denuncia de Podemos de Alcorcón al Colegio Juan Pablo II de esa localidad por ofrecer una extraescolar de ganchillo solo para niñas. Se trata de otra noticia falsa y de una manipulación manifiesta, pero ¿a quién le importa? El caso es lanzar infamias y difamaciones sobre nosotros: ¿qué me van a contar a mí? La campaña que tuvimos que sufrir en Puerto Real contra nosotros hace dos años fue memorable… Satanás es el Príncipe de la Mentira. La Fundación Educatio Servanda es fiel a Cristo y eso molesta a los enemigos: el Maligno se revuelve contra nosotros, como no podría ser de otra manera. Esa es buena señal: señal de que estamos en el buen camino.

Por último, y parar ser justo, he de dejar claro que, en Puerto Real, mi relación con don Antonio Romero, alcalde de Podemos, es más que cordial: Antonio es buena persona donde las haya y siempre me ha tratado con la mayor amabilidad. Y aprovecho para recordarle a nuestro alcalde que tiene una invitación pendiente para visitar nuestro Colegio: a todos nos haría mucha ilusión. Yo invitaría también a sus correligionarios de Alcorcón a visitar nuestro Colegio de allí. El Amor y la Verdad son capaces de derrotar al odio y a las mentiras. El bien triunfará sobre el mal. De hecho, ya ha triunfado en Cristo, nuestro Señor.

Que la Santísima Virgen María nos acompañe siempre en nuestro caminar y nos cuide con su amor de Madre.

Gloria a Dios