Domingo postula a Vives como candidato de CIU
Oriol Domingo el domingo pasado en La Vanguardia (pág. 42) ha seguido la senda iniciada hace quince días por Jordi Casabella en El Periódico cuando este último dedicó un artículo sobre la sucesión de Sistach y ha aportado un nuevo matiz. Aparte del retraso, Domingo, en su artículo, añade a este debate una dimensión nacionalista que va en detrimento de la mayor clarividencia que demuestra Casabella en centrar la cuestión sucesoria en el marco más global de la revisión sobre cómo se ha interpretado el Vaticano II y sus consecuencias.
El empobrecimiento analítico a la que Oriol Domingo somete la cuestión es fruto, a semejanza del nacionalcatolicismo eclesial catalanista, entre otras causas de lo limitado de su mundo, de lo poco viajado y leído que está.. Pobreza que ha servido para que el progresismo eclesial a lo parásito, se instalara en casa catalanista, gozando de calefacción pero sin pagar la factura de la luz.


Se sorprenden muchos lectores del resquemor que nos produce la persona de Monseñor Vives Sicilia. Un prelado tan ortodoxo, nos dicen algunos. Un obispo tan encantador, nos manifiestan otros. Se asombran también los seguidores que tenemos en la diócesis de Urgel, donde jamás le han tenido por progresista. Es más, aunque su territorio sea una balsa de aceite -mayormente por su despoblación- si alguna oposición ha hallado procede del lado más heterodoxo. Es cierto que en el ámbito vaticano, en la conferencia episcopal o en su páramo diocesano, el arzobispo-obispo hace gala de una rectitud doctrinal y pastoral intachables. A veces simples mohines, porque Vives es tributario de un pasado. De un pasado barcelonés, firmante de manifiestos, miembro del "Forum Home i evangeli", muy progre rector del seminario, persona clave en el desmantelamiento de lo que es hoy en día la diócesis de Sant Feliu de Llobregat. ¿Cómo sería el nuevo Vives en Barcelona?
A la derecha del Cardenal, Mn. Matabosch y el canciller Mn. Gordo, a su izquierda, Bernades y el Sr. Pere Alegrí.
Basílica constantiniana de la Natividad en Belén (333-335)