El nacionalismo eclesial cotiza a la baja
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Los últimos nombramientos de obispos en las diócesis vascas han evidenciado que la Santa Sede ya no apuesta por la carta nacionalista en aquel territorio. El cambio se inició pausadamente con la designación de Monseñor Blázquez, pero se ha desencadenado de forma fulgurante con las promociones de los obispos Munilla e Iceta. Se trata de una modificación radical del poder eclesial vasco. Roma otea el horizonte, luego inicia un proceso de "decantazione" (a veces excesivamente lento y moroso) pero cuando decide inclinar la balanza lo efectúa de modo inexorable. Tengo la impresión que a ello ha influido notablemente el declive de la banda terrorista ETA. Mientras se hallaba pujante -es triste reconocerlo- ninguna voz episcopal se le enfrentó directamente. Al revés, hubo colaboración desde algunas sacristías y una actitud absolutamente farisaica en muchos púlpitos. Tampoco hubo una beligerante actitud desde el Vaticano. Los nombramientos de Setién, Larrea, Larrauri o Uriarte fueron siempre gratos al entorno abertzale y tampoco cabe olvidar que todo un cardenal de la Curia , el vasco-francés Roger Etxegaray, se ofreció en más de una ocasión como mediador. Por suerte, este triste episodio eclesial ya es historia. Sea por una causa o por otra, la Santa Sede ya no apuesta por el nacionalismo en el País Vasco.

El entierro del obispo Deig en la catedral de Solsona
A escasos 15 meses de que nuestro n.s.b.a. Cardenal presente la preceptiva renuncia como Arzobispo de Barcelona la situación en la que se encuentra nuestra Diócesis es de coma casi irreversible. Y de ello se dan cuenta desde el primero hasta el último de los agentes pastorales de esta Iglesia, sean estos laicos o sacerdotes. Lo perciben los seglares de todas las corrientes y sectores, desde los que trabajan en las parroquias y arciprestazgos hasta los más estrechos colaboradores de los ámbitos de acción pastoral diocesana, parálisis de ilusiones, encefalograma plano en los proyectos y sobredosis de autocomplacencia en las palabras y actitudes del Cardenal, pagado de sí y de sus logros. Típico del autócrata que no toca con las manos la realidad, que no pisa con los pies en el suelo. Demasiado empacho para poderlo digerir. ¿Punto del plan Pastoral para este año? Como conocer, vivir y celebrar mejor la Palabra de Dios. Con conferencias de Salvador Pié y de alguno de estos biblistas tipo el pesado de Rius Camps arriba y abajo, amén que alguna otra monja iluminada. Y sonrisa de Netol y mirada de corneja… 
Mn. Josep Maria Turull Garriga, actual rector del Seminario de Barcelona, entre otros muchos cargos y responsabilidades diocesanas, cumplió el pasado sábado sus cuarenta y cinco años. Tal como están las cosas en la Iglesia barcelonesa nadie puede negar que se trate de un sacerdote joven, aunque los años van pasando como queda demostrado con la fotografía que ilustra este artículo donde podemos ver a un jovencísimo Turull, en un alarde de nacionalismo junto al expresidente Jordi Pujol, al que también lógicamente vemos más joven.
Para que no digan que Germinans Germinabit solo destacamos lo malo, felicitamos esta vez y de todo corazón al párroco Joan Barat Graell de Santa María por haber plantado cara a ese rodillo llamado TV3 que cree tener patente de corso para hacer y deshacer como le da la gana en casa de los demás. Asimismo por decir NO a un Ayuntamiento, “acollonit” (acongojado) ante la cadena de TV catalana, gobierno municipal que no está acostumbrado a que nadie le enmiende la agenda y menos por unos párrocos por lo habitual bastante domesticados (vicario episcopal Segis, el anterior párroco Cussó, el propio Barat o el prodigio de Socías, que por no hacer ni dice Misa los días laborables en Mataró y creemos que en ningún otro lugar).