[DE] Capítulo 7º: Las iglesias bizantinas (2ª parte)
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En la Europa occidental ésta se mantuvo durante largo tiempo solamente en la construcción de los baptisterios, mientras influyó poco en el plano de los edificios sagrados propiamente dichos. De éstos, en Italia ha dejado dos espléndidos ejemplares: la iglesia de San Vital, en Rávena, y la basílica de San Marcos, de Venecia. La primera, edificada en el 547, presenta la forma de un octógono con cúpula cónica central; la segunda, consagrada en el 1072, es en forma de cruz griega, cubierta por cinco cúpulas, levantadas una sobre el crucero y las otras sobre cada uno de los brazos. Las partes inferiores de los muros están revestidas de mármoles policromados; el mosaico cubre las superiores y las vueltas. La luz es escasa, pero los reflejos del oro y de los mármoles crean como una atmósfera áurea y grave que no parece terrestre. Con sus ventanas profundas y la selva de columnas, con sus pináculos, con las riquezas y las profusas añadiduras durante los siglos, el edificio parece un maravilloso joyel salido como por encanto de las aguas del mar, lleno, como éste, de luces y de reflejos infinitos.

Basílica de San Marcos en Venecia
Respuesta de Lucas L. al escrito de ayer de Guilhem de Maiança "Por qué necesitamos Democracia Cristiana y no partidos católicos (II)"
Se puede confirmar ya (salvo sorpresa de última hora) que en la próxima asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal , que arranca el venidero 28 de febrero, se va a reelegir al cardenal Rouco como presidente. No existiría impedimento estatutario alguno en reelegir, para otro trienio, al actual vicepresidente, Monseñor Ricardo Blázquez. Sin embargo tal posibilidad se descartó desde un inicio. Hasta hace pocos días se venía postulando firmemente la candidatura del arzobispo de Valencia, Carlos Osoro. Por el contrario, al final, el arzobispo de Madrid ha optado porque su número dos sea el cardenal Martínez Sistach. Malas lenguas insinúan que se ha obstruido la candidatura del prelado valenciano, dado que Rouco no veía con buenos ojos su ansías de promoción, ya sea en pos de una futura presidencia de la CEE o de su sucesión en la archidiócesis madrileña. En estos momentos, Sistach no representa ninguna amenaza para el poder de Rouco. Además, la idea de incluirlo en la candidatura partió del propio obispo barcelonés, a lo que el madrileño respondió encantado. Efectivamente: al cardenal de Barcelona le caducaba su cometido en el comité ejecutivo de la CEE , el verdadero centro de poder de Añastro. Al único puesto al que podría optar (descartada la presidencia) es a la vicepresidencia. Su elección colmará su conocido ego, que habría sufrido evidente menoscabo, al quedar como único cardenal sin presencia real en donde se cuecen las decisiones más trascendentales de la Iglesia en España.