Arcadi Oliveres arenga a las masas de Plaza Cataluña

El hombre que aparece en el centro de la fotografía con micrófono en mano (al estilo Turull) es Arcadi Oliveres Boadella, actual presidente de Justícia i Pau (Justicia y Paz), una ONG católica y uno de los máximos representantes del Progresismo eclesial catalán, puede verse claramente como arenga a las masas concentradas en la Plaza Cataluña de Barcelona (en el mismo estilo que en Plaza del Sol de Madrid), con un discurso totalmente incendiario que provocó grandes aplausos, vítores y felicitaciones efusivas de los allí concentrados.

Una imagen vale más que mil palabras y una contraimagen vale más que mil contrapalabras. ¿De verdad que la Conferencia Episcopal no ha encontrado mejor alegoría del sacerdocio que esta bellísima fuente natural, ciertamente ideal para promover el ecologismo y otras hierbas? Ni que fuese un alzacuello (o un clergyman, como los llaman), ni que fuese una estola, un manípulo, una casulla. ¿Acaso no son buenas alegorías del sacerdocio cada uno de los 7 sacramentos o todos juntos? O la imagen de alguno de los grandes sacerdotes que han dado vida y prestigio cristiano a la Iglesia. El Cura de Ars, sin ir más lejos. ¿Es que han agotado ya los obispos todas las alegorías, todas las imágenes, todos los iconos que representan al sacerdocio, para ir a buscar semejante icono?
Les decía en mi artículo de la semana pasada que los sacerdotes barceloneses habían perdido el miedo a disentir de su arzobispo (¡y del ambiente políticamente correcto eclesial!) y ya no les paraba nadie. En alguna otra ocasión, ya les he recordado que el cronómetro está puesto y no hay marcha atrás. Cada semana se están sucediendo los ejemplos. Lo que empezó de manera timorata, anecdótica, casi limitada a esta web, está alcanzando visos de seriedad. Hoy les traigo a colación dos hechos (que no tienen nada que ver uno con otro) pero que ejemplifican que el clero jasp barcelonés ha decidido revelarse, dar un puñetazo en la mesa y empezar a enseñar sus poderes, que no son otros que sus templos llenos, una inmensa labor social, la economía de sus parroquias saneadas, una ortodoxia doctrinal y un estilo valiente, audaz y dinámico. 
