El culto al Sagrado Corazón de Jesús
Los sectarios jansenistas creían que para perfeccionar al hombre había que arrancarle el corazón, es decir los afectos y sentimientos, causa principal de su caída y de sus males. Por ello, al ver que el Corazón del Hombre-Dios, símbolo y órgano de su Amor, recibía la adoración de la Cristiandad, se apresuraron a negar el corazón en el hombre para de esta manera negarlo en Cristo mismo. “El amor aleja al temor” (perfecta charitas foras mittit timorem 1ª Jn. 4,18) había afirmado el discípulo bien amado, aquel que en la última Cena había reposado su cabeza en el Corazón del Salvador; el culto al Sagrado Corazón de Jesús aleja del horrible destino (la monstruosa idea de la predestinación), ídolo implacable con que la secta jansenista había sustituido la dulce imagen de Aquel que ama todas las obras de sus manos y quiere que todos los hombres se salven…