Manresa se ha convertido estos días en un centro de esperanza para la Iglesia católica en Cataluña. El Congreso sobre la Nueva Evangelización que se ha celebrado en esta ciudad ha sido un verdadero éxito, se han desbordado todas las previsiones y cientos de sacerdotes, religiosos y seglares, mayoritariamente jóvenes acudieron a la llamada de los también "jóvenes" obispos Don Romà Casanovas y Don Xavier Novell, con el deseo de apostar por nuevas formas de Evangelización que rompan con la dinámica suicida que hasta ahora ha seguido una buena parte de la Iglesia catalana. Y ese modelo no es otro que el de Monseñor Dominique Rey y el de tantos otros obispos valientes que han optado por la renovación y por el apoyo a los movimientos evangelizadores verdaderamente católicos.
Contrasta esta ilusión y este deseo de cambio en positivo con los que se enrocan en posturas totalmente fracasadas, y que se niegan a aceptar los nuevos tiempos para la Iglesia, poniendo todo tipo de barreras a la renovación eclesial. Son aquellos que ni hacen ni dejan hacer, mientras la Iglesia agoniza en aquellos lugares o instituciones confiados a este tipo de personas o grupos "progresistas" que todavía campan por nuestras tierras, aunque estén en clara decadencia, por sus edades avanzadas y por la falta de recambios.
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