Un episodio más del "asnobismo" frívolo de la Casa de Santiago
El marqueting es lo que se lleva. Existe el marqueting empresarial, el marqueting político y el marqueting eclesial. Vender un chocolate que adelgaza; vender un político paquete sin experiencia profesional ni formación académica como un crack; vender una imagen de una Iglesia que funciona pese a una deriva patética que se dirige al naufragio.
Sistach, hombre demasiado de su tiempo, es un maestro del marqueting, aunque no pasaría una auditoria eclesial romana, que es lo que necesitamos urgentemente. Y que no lo avisen, que si no monta clacas de recibimiento. Todo es un gran decorado de una normalidad irreal. “Catalunya Religió”, la web de Romeu y Llisterri, sin que Sistach se lo pidiese, también camina con el mismo objetivo pese a dar por muerto al obispo emérito de Lérida.
Saben, todos ellos, que hay que dar la imagen de normalidad para dejar sin argumentos a los que piden, visto el desastre, un golpe de timón para la Iglesia. Un cambio de rumbo que los dejaría sin prebendas (los Matabosch, Arenas etc…) o sin las potenciales prebendas que conseguirían, de frustrarse la variable Vives o similares. Digámoslo claro, combaten por la imagen, porque es un camino de alcanzar poder e influencia.

En pleno debate sobre la ubicación de residuos nucleares en territorio catalán, me viene a la memoria aquella gran campaña contra la energía nuclear que se realizó hace unos años (y que aún colea) en todos los países y en todos los idiomas y que tenía como principal logotipo un sol rojo sonriente sobre fondo amarillo con la pregunta: "¿Nuclear?" y la respuesta: "No, gracias". Aprovecho aquella inteligente campaña para recuperar aquella insignia que se popularizó en miles de vehiculos de todas las naciones, para expresar mi sentimiento y el de tantos católicos catalanes y no catalanes, de que no queremos ver al Rvdo. Josep María Turull como obispo ni en pintura.

El lector tendrá en estas líneas un ejemplo monstruoso del estado de espíritu actual en nuestra Archidiócesis de Barcelona y sus instituciones. Los responsables pastorales al frente de la mayoría de los centros e instituciones “de Iglesia” (así los llaman): Facultad de Teología, Delegaciones Diocesanas, Seminario, Centros de Estudios Pastorales y de Pastoral Litúrgica, Fundación Joan Maragall y demás, llevan a cabo un proceso dialéctico muy sutil. En ellos se encuentran mezclados, como en el marxismo, los objetivos desvelados y los fines últimos inconfesados. Los objetivos desvelados son: ir hacia los hombres, conocer la Palabra de Dios y hacerla vivir, hacer comprender la Liturgia, facilitar la práctica religiosa, establecer unos cauces de diálogo entre la sociedad civil y la Iglesia, contribuir al desarrollo integral de nuestro mundo con las aportaciones de la fe cristiana, potenciar unos lazos de fraternidad, hacer la unidad y propagar la paz. Con este lenguaje tal cual. 
