Tarragona mueve ficha
El arzobispo de Tarragona, Don Jaume Pujol Balcells ha decidido mover ficha y realizar un cambio total en su equipo de gobierno. Es cierto que el cambio ha tardado más de lo que algunos hubiéramos deseado, pero se ha demostrado que a pesar de la grandísima prudencia de Don Jaume, no está dispuesto a que las cosas siguen perpetuándose indefinidamente en su diócesis.
El cambio no es un puro maquillaje, porque se han cambiado a todos los vicarios episcopales y sobre todo al vicario general, ninguno de los anteriores continúa en ningún cargo. Lo más significativo, sin duda, es la substitución del Rvdo. Miquel Barberá (foto derecha) por el Rvdo. Joaquim Fortuny (foto izquierda). Solamente mirando las fotos que ilustran el artículo ya se puede apreciar que el cambio es para bien. No sólo porque el Rvdo. Fortuny viste de sacerdote y no con corbata como el Rvdo. Barberá, sino porque representa una nueva generación de sacerdotes (fue ordenado por el mismo Juan Pablo II en Valencia en 1982).
En cambio el Rvdo. Barberá representa el pasado, un estilo de cargo diocesano, que afortunadamente está empezando a pasar a la historia en la mayoría de las diócesis catalanas. Son los eternos “episcopables", los delfines de obispos que nos han dejado una Iglesia catalana desolada, esos obispos que intentaron promocionarlos al episcopado, como sus “dignos” sucesores, pero que no han “colado” en Roma para bien de nuestras diócesis. A algunos como en el caso del Rvdo. Barberá ya se les ha pasado el arroz, otros como el caso del Rvdo. Joan Torra en Vic, perdieron ya su oportunidad, a pesar de que Don Josep Maria Guix quería que fuera su sucesor y se llevó un disgusto monumental cuando el elegido por Roma fue el bueno de Don Román Casanovas.
Estamos por tanto ante una buena noticia, las cosas aunque lentas, están empezando a cambiar positivamente en casi todas las diócesis catalanas. No tengo ninguna duda de que, también a su debido momento, Don Francesc Pardo irá introduciendo cambios en aquella arrasada diócesis de Girona. La mayor parte de los actuales obispos catalanes han dado pasos en buena dirección.
Barcelona es la excepción, porque incluso Don Jaume Traserra ha hecho cosas positivas en Solsona, y eso que algunos no nos lo pensábamos, cuando fue elegido. Pero lo de n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach es triste y doloroso. Aquí las cosas siguen como siempre. El arzobispo mantendrá su gobierno hasta el final, a pesar de que muchos han demostrado su incapacidad o nulidad para según que cargos. Nada de renovación, nada de apostar por nuevas generaciones fieles al Magisterio. Siguen los mismos de siempre, y los protegidos de éstos. Pero no hay mal que cien años dure. En Tarragona los cambios han tardado casi cinco años. En Barcelona dentro de cinco años también habrán cambios y de los gordos.
Antoninus Pius