Los obispos catalanes y el acto del Cerro de los Ángeles
En esta web somos simples narradores de hechos eclesiales y debemos contar las noticias como son, sin aditivos, ni colorantes. Viene ello a cuento porque a algunos ha sorprendido la presencia del obispo de Urgell, Monseñor Vives, en el acto del domingo en el Cerro de los Ángeles. Que no se equivoque nadie, el copríncipe acudió al acto en representación de la llamada Conferencia episcopal Tarraconense, que no es nada más que las reuniones de los prelados de las diócesis de las provincias eclesiásticas de Tarragona y Barcelona. Los otros prelados le comisionaron y él los representó a todos. No existe otra explicación. Además, no le tocó a Vives por ninguna gracia especial, sino porque es el secretario de aquella pseudo-conferencia episcopal.
Dicho lo anterior, debe ponerse de relieve que nuestros obispos se cuidaron de enviar a Vives como representante, pero ahí finalizó su ahínco. El acto del Cerro de los Ángeles fue retransmitido en directo por televisión para toda España, menos para Cataluña. Aquí se practicó la desconexión con el circuito catalán de televisión y se vio la misa de cada domingo que celebra Mossèn Manuel Valls. Obviamente, esa misa dominical se retransmite siempre que no hay otro evento religioso singular, que entonces tiene preferencia. No les digo las celebraciones desde la Santa Sede. Aquél día no hay desconexión.
Cuento todo esto, porque parece que la presencia de Vives (recuérdese como representante de los demás obispos) suponga un reconocimiento especial a la celebración del nonagésimo aniversario de la consagración de España al Sagrado Corazón. Pues no. Esa celebración fue censurada por televisión española en Cataluña, con el consentimiento de los obispos catalanes. Se ensombreció Cataluña respecto al acto del Cerro.
Fuera de Cataluña no se entenderá esta tropelía, pero los que somos de aquí comprendemos perfectamente que ello viene a ser consecuencia natural de un determinado estado de cosas. Solo hace falta contemplar las chanzas y mofas que se han venido vertiendo sobre el acto del domingo. Ya sea con la insistencia machacona de Enric Juliana en La Vanguardia, que suele repetir gustándose siempre los mismos mantras y que realizó tres crónicas previas al acto, con tan nula información, que decía que el único representante de los obispos catalanes sería Saiz Meneses, hasta que en la de hoy ha tenido que rectificar. Esa es la tónica habitual de Juliana. Un periodista que se las da de muy bien informado, que repite sonsonetes a machamartillo, pero que no suele dar pie con bola. Solo debemos recordar su terquedad en repetir la idea del “català emprenyat”, que debía significar un fiasco electoral para el PSOE en las últimas elecciones generales y que, en cambio, tuvo una victoria electoral arrolladora en Cataluña. Fino olfato, el de Juliana.
A él debemos unir los habituales Llisterri, El Triangle et allí, formando todos una mezcolanza en aras a ridiculizar el acto, por retrogrado y español. En mi opinión, sobre todo por lo segundo. La alergia a lo español es sumamente contagiosa por estos pagos. Que nadie piense que se trataba de un menosprecio al Sagrado Corazón. Sí se celebrase una efemérides similar a la catalana, se habría llevado a cabo con la misma pompa y retransmitida por televisión. No, se censuró el acto simple y llanamente porque decía: “Renovación de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús”. Lo que molestaba era la palabra España, no la palabra Sagrado Corazón de Jesús.
Ahora bien, nuestros obispos son tan equilibristas que ponen un pié en cada acera. Se potencian los sarcasmos e incluso las vilipendias, pero se envía a un obispo en representación. Siempre jugando a dos barajas. ¡Qué cucos son!
Oriolt