El vicario episcopal Segis
Segismundo (en los carteles Segimón y para los amigos Segis) García Ramiro es una sacerdote nacido en Rollán (Salamanca) el día 21 de enero de 1941. Estudió en el Seminario barcelonés y fue ordenado por el Doctor Modrego, en fecha 19 de diciembre de 1964. Ha sido vicario de la parroquia de San Luis Gonzaga (cuando participó en la manifestación de sacerdotes de la Vía Layetana de 1966) y párroco de Sant Pere Ermengol, San Paulino de Nola, Sant Ambròs y Sant Pere de Masnou. En el año 2004, al inicio del pontificado de Sistach, fue designado vicario episcopal de la zona del Maresme. En el año 2008 fue nombrado rector de la parroquia de Sant Josep de Mataró, en sustitución de Mossèn Jordi Cussó Porredón (de la Casa de Santiago), que llevaba nueve años de párroco.
En su último artículo, mi admirado Antoninus Pius nos daba la noticia que el pasado día 27 de Junio, en su parroquia se invitó a la excéntrica monja Teresa Forcades a celebrar una cena-coloquio. El tema de debate era sugerente: ni más ni menos que “El placer”. Ya conocen las estrambóticas teorías de la religiosa mediática. Recordemos que, según ella, la relación entre la madre y el feto es tan singular, que solo la madre tiene poder de decisión sobre aquél. Bajo el eufemismo de ese omnímodo poder de decisión, no se esconde otra cosa que una “comprensión” de la profesa Forcades ante el aborto. Aunque más inocuas, no dejan de ser extravagantes sus peregrinas teorías acerca del inmenso poder de las empresas farmacéuticas, convertidas en una serie de expendedores de cicuta. No llego a entender como esas descomunales dislocaciones pueden ser producto de una fluida capacidad en un ser racional, no digamos ya en una religiosa meramente alfabetizada, pero, en definitiva, son las opiniones propias y personales de Teresa Forcades. Es obvio también que los medios de comunicación tiendan a resaltar y dar pábulo a una monja con pantalones, que defiende el aborto. Lo grave, lo inusitado, lo intolerable es que la acojan los católicos de a pie y le monten saraos “ad maior gloria Forcades”. Pero lo que ya resulta inadmisible, a la par que nos conduce a la desazón, es que la invitación a la monja mediática se celebre en la parroquia de un Vicario episcopal de la diócesis.
Ya no se trata ahora de pedir que el obispo de Sant Feliu de Llobregat entre en un conflicto jurisdiccional con la superiora del convento de Teresa Forcades; ahora se trata de que un vicario episcopal del Cardenal Martínez Sistach ha acogido en su parroquia a la monja que defiende el aborto. ¿Es coherente, entonces, que nuestro Cardenal haga múltiples esfuerzos condenando el aborto, cuando en la parroquia de uno de sus vicarios episcopales se invita a una persona, en este caso religiosa, que lo defiende? ¿No se contradice la clara y contundente postura de nuestro prelado con que en la parroquia de un vicario episcopal se ampare a la monja díscola? Recuérdese, además, que ya no se trata de cuestiones teológicas o discusiones sobre el gobierno de la iglesia, se trata, pura y simplemente, de la defensa de un crimen y no solo (según la doctrina Forcades) en unos supuestos legales y tasados, sino en una suerte de aborto libre, habida cuenta que la madre es la dueña del feto.
Podrá entender nuestro Cardenal que estas tremendas incoherencias causen escándalo entre muchos creyentes. Pasó con el asunto Pousa. Pasa ahora con el asunto Forcades. El primero se intentó solucionar con una mísera y confusa nota del arzobispado. El segundo no solo no se ha intentado solucionar, sino que a los pocos días de la polémica entrevista televisiva, se celebra la conferencia en la parroquia de Mossèn Segis, sin que el vicario episcopal se atreva a suspenderla. Estoy seguro que García Ramiro debía armarse de valor para desprogramar el acto. No en vano, la parroquia de Sant Josep está fiscalizada desde hace años por un coordinador general, que, muchas veces, manda más que el párroco. Este comandante es Ramón Salicrú, miembro del PSC y coordinador del grupúsculo Cristianisme Segle XXI. A nadie se le escapa que Salicrú y sus adláteres han sido quienes han invitado a la hermana Forcades. Seguramente - prefiero pensarlo así- han puenteado a su párroco. No sería la primera vez. Existen parroquias en que se ha conferido tanto poder a unos laicos (solo a unos y de una determinada orientación) que cuando viene un rector nuevo no puede ni chistarles. Cuantos sacerdotes se han visto amargados por unos feligreses que se consideran los amos de la parroquia.
Pero esto no puede pasarle a todo un vicario episcopal, porque es evidente que, entonces, no tiene el suficiente carácter, ni la suficiente personalidad para ejercer eficazmente los poderes que le ha conferido el obispo. Si no puede gobernar su parroquia, como va poder regir la zona episcopal.
En Mossèn Segis, lamentablemente, se cumplen estos parámetros. Él ya no quería ser vicario episcopal, incluso ha amenazado en más de una ocasión con que deja un cargo, que le supera a todas luces.
No es culpa suya, existe una tremenda responsabilidad “in eligendo” en nuestro cardenal. El caso Forcades lo ha ejemplificado.
Oriolt