El Papa con el Niño Dios
Ya lo veis: en el mismo plano que la maravilla arquitectónica de la Sagrada Familia, en ese mismo plano ha puesto el Papa la Obra Benéfico Social del Niño Dios. No os vayáis a pensar que es una de las grandes instituciones asistenciales de Barcelona, orgullo de la Ciudad Condal. Nada de eso. Es un humilde centro pensado especialmente para niños con deficiencias, que abarca una escuela especial en la que a día de hoy son atendidos 124 niños, una residencia con 11 ancianos y un centro de día que atiende a 9 alumnos. Es de lo más modesto. Creado y sostenido por las humildes hermanas franciscanas de los Sagrados Corazones, es una de tantas manifestaciones de la fe, de la esperanza y de la caridad cristianas.
Fíjaos que no va al Hospital de San Pablo, otra joya del modernismo catalán, patronato también de la Iglesia, tan bello en su género como lo es la Sagrada Familia en el suyo. Y gran institución sanitaria. Ni va a los grandes hospitales y clínicas regentados por religiosos y religiosas, que están en la mente de todos. No va a estos sitios, porque ha desaparecido de ellos la impronta cristiana, como ha desaparecido de la mayoría de los colegios religiosos de la Barcelona que ha venido a visitar el Papa. Esta visita tan singular es un indicio muy claro de que Su Santidad sabe muy bien a qué Barcelona ha venido.