Esfuerzo cuaresmal por comprender a Sistach
Los que continuamente nos interrogamos no tanto sobre los hechos en sí sino sobre las causas y motivaciones de estos, repetidamente hemos intentado ponernos no sólo en la complicada mente del cardenal Sistach sino también el tortuoso mundo afectivo que lo mueve y sostiene.
Está claro, como he intentado dejar claro en otras ocasiones, que nuestro arzobispo más que un hombre de principios es un hombre instrumentos, es decir sus facultades intelectuales y volitivas no se sustraen a la tentación de pensar que el fondo el verdadero y único camino es el que, plagiando a Machado, “se hace al andar”
En una palabra, sic et simpliciter, Sistach participa de aquella visión y concepción de la verdad, común a la llamada “nouvelle theologie”, según la cual esta ya no se concibe como la conformidad del intelecto con la realidad y sus leyes inmutables sino como la conformidad del intelecto con las exigencias de la acción y de la vida humana que siempre evoluciona. A la filosofía del ser u ontología se la sustituye por la filosofía de la acción que define la verdad no ya en función del ser y sus principios sino de la acción. De esta manera se acerca al presupuesto modernista, tan actual en muchos sectores de la Iglesia contemporánea: la verdad evoluciona con el hombre. Este es el resultado de la filosofía de la acción y el fundamento de la crisis de la apologética contemporánea: haber caído en las ilusiones del idealismo con todos los riesgos que comporta para la fe.