Apreciado Dom Gregori Maria:
Conocí a Martin Descalzo en Alemania siendo yo joven, casi un adolescente. Del grupo de Cabodevilla, Javierre et alii. Leí cosas de todos ellos de una gran espiritualidad y formas entonces relativamente innovadoras de expresión. Eran personas muy vivas y enamoradas de la Iglesia. Pero nunca tuve la impresión de que conociesen el mundo en el que se debatían. Ni las conexiones subrepticias que se dan entre lo uno y lo otro. La nueva Liturgia pudo ser recibida en un primer momento con optimismo por lo novedoso de la misma. Pero pronto la realidad se imponía, y el mismo clero, tan optimista, reaccionaba en espantada. A la vez que los fieles irían atemperando su práctica - sin prisas pero sin pausa. La nueva Liturgia y la crisis sacerdotal iban estrechamente unidas. No soy clérigo, pero por azares de la vida me encontré haciendo una tesis doctoral sobre la Sociología de la Religión de Max Weber con un Profesor de la Facultad de Teología Católica de Múnster . Desde mi posición como doctorando de esa Universidad alemana a mediados de lose 60′, cuya Facultad de Teología Católica era probablemente la más importante entonces (Rahner, Kasper, Metz, Ratzinger, etc.), llena de clérigos y seminaristas procedentes en su mayoría de Roma, un buen número de ellos españoles, lo que puedo testificar es el fenómeno de una estampida, a modo de una “deshabillé” de hábitos y sotanas - que por lo demás no ha cesado - y que hacían buenos los análisis del entonces famoso filósofo polaco, Leszek Kolakowski, en su "Metafísica del strip-tease".
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