De un organista en paro
Estimada redacción de Germinans:
Después de leer atentamente los artículos con que M.B.P. nos ha obsequiado a lo largo de este verano, quiero mostrar mi más sincero malestar por la situación en que se encuentra la música en las iglesias, en general, de nuestro país y agradecerle la información aportada.
Soy organista, pero de los que han pasado por el Conservatorio y con un esfuerzo nada desdeñable se ha sacado su titulo oficial. Pero me pregunto ¿para qué?, ¿para tocar en la iglesia? Creo que eso va a ser una causa perdida. Después de estos años de estudio veo horrorizado como la mayoría de parroquias e iglesias están ocupadas por personajes, que con muy buena voluntad (o no) realizan esa función sin tener el más mínimo conocimiento o con una formación verdaderamente deficiente. Con el consecuente resultado: unos oficios penosos, ridículos.