¡Qué vachaché!
Una de las connotaciones que caracterizan el pontificado barcelonés del Cardenal Sistach es la incoherencia. La diócesis podría estar mejor (o mucho mejor) pero al menos hallarse regida por un criterio congruente. Al contrario, el mandato de Sistach se parece muchas veces al tango “Qué vachache”.
Cada semana brota el “ya murió el criterio” del tango. Tanto en lo menor como en lo mayor. En lo anecdótico como en lo fundamental. Pero ¿cómo va a tener criterio nuestro Cardenal sí una semana abraza al Cardenal Amigo y a la siguiente al Cardenal Cañizares? O en los viajes que se pega, en los que no declina invitación alguna, ya sea en Sevilla para hablar de las hermandades o en Burgos para hablar de las morcillas. Esto en lo anecdótico, porque en lo fundamental, no solo tiene al Muec congelado, sino que a su propio contable y amigo de la infancia, Antoni Matabosch, le ha entrado un ataque de tiritera al vislumbrar que la diócesis entra en ruinas el próximo 2009. Obviamente, Matabosch no tiene soluciones. Lo suyo solo es recaudar y mirar de no gastar. Pero, el contable sabe qué parroquias (dentro de una misma zona y poder adquisitivo) recaudan más y cuales menos. Sabe qué parroquias o santuarios o templos tienen más feligreses. Curiosamente son los templos llevados por los sacerdotes más ortodoxos. Pero, no, prefiere tirar pelotas contra su propio tejado, que reconocer una realidad dura y palpable: El inmenso fracaso de aquellos sacerdotes más progresistas y más nacionalistas. La pena que dan muchísimos de sus templos. Existen mil ejemplos. Matabosch los tiene en los números que recauda. Que no se queje de lo que se avecina.