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26.05.09

Sant Josep Oriol, una parroquia en absoluta decadencia

El pasado día 20 de mayo se celebraba el primer centenario de la canonización de mi santo patrón: San José Oriol. Un santo eminentemente barcelonés. En la parroquia que tiene dedicada en la ciudad de Barcelona, se anunciaba la conmemoración de la efemérides, mediante el anuncio de una misa solemne. Llegué con antelación al templo y mi primera sorpresa recayó en el poco movimiento que se observaba. Temí haberme equivocado de día, pero no, era 20 de mayo y, por tanto, la fecha señalada. Sin embargo, el altar mayor no aparecía engalanado, ni se había encendido su iluminación. Al poco tiempo, me percaté que la misa “solemne, tal como se anunciaba, se iba a celebrar en el altar del Santísimo, situado en el extremo norte de la iglesia. Para quienes no conozcan el templo (que goza del título de basílica menor) deben saber que el precioso altar mayor, se halla cubierto por un baldaquino y que, detrás de él, en la girola que rodea el ábside, se halla un pequeño altar, donde se halla permanentemente expuesto el Santísimo, con cinco bancos destinados a la oración. Allí se celebró la “solemne conmemoración”. Cinco bancos que, claro está, se hallaban llenos, pero que –me entretuve a contarlos- no albergaban ni a sesenta personas. Como sea que el altar se halla pegado a la pared y no se iba a cometer la tremenda fechoría de celebrar la misa por el rito extraordinario, se habilitó como altar una pequeña mesita, en la que se suele colocar la hoja dominical y la información parroquial. No cabe decir que el párroco Mossèn Josep Boix Puig (que presidía junto a otros tres co-celebrantes) no se revistió de casulla y ni tan siquiera se dignó a hacer una genuflexión al presentarse delante del sagrario.

Pero a estas ridículas transgresiones litúrgicas ya estamos acostumbrados. No fueron lo que más pena me dio, sino el nulo poder de convocatoria de esta parroquia en la celebración de una conmemoración tan importante. 60 personas, sin tan siquiera poder celebrarla en la nave principal del templo, ante el temor de que aquello pareciera un auténtico desierto. Porque la parroquia de Sant Josep Oriol no es una parroquia cualquiera. Aparte de su monumentalidad (único templo del Eixample barcelonés de planta basilical romana) siempre ha sido la iglesia mayor de uno de los barrios más típicos de Barcelona y tiene el honor de llevar el nombre de uno de los arciprestazgos de mayor dimensión. Pero a la par de ello, su rector, Mossèn Josep Boix Puig, que regenta la parroquia desde el año 1977, ha sido uno de los más típicos adalides de la progresía clerical barcelonesa. Vicario episcopal con el Cardenal Jubany y conspicuo detractor del Cardenal Carles. Tan opositor fue del anterior arzobispo, que hasta uno de los grupúsculos que le hicieron la vida imposible se llamaba Fórum Oriol, por haber nacido en aquella parroquia. Además, cuentan con el “privilegio” de poseer un equipo pastoral de tres laicos, designados por el Arzobispo, como colaboradores del rector. Es una de las pocas parroquias que ha llevado a cabo el invento de los equipos de pastoral, que no gozan, precisamente, de un éxito muy relevante. Tampoco es que sus miembros posean mucho predicamento, pues ni han sido escogidos, ni designados, para su presencia en el Consejo Pastoral diocesano.

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25.05.09

Inminentes nombramientos en la Curia y el Cabildo

El fallecimiento del Dr. Jaume Riera Rius, Pro-Vicario General de la Archidiócesis, a los 82 años de edad y tras un largo proceso de enfermedad nos llena de tristeza por la perdida de un gran sacerdote y un gran canonista que supo servir a la Iglesia con generosidad y altura de miras allí donde su largo ministerio le reclamó.

El largo proceso cancerígeno que le condujo a una lenta necrosis dermatológica no ha sido en ningún momento obstáculo para que se mantuviera hasta los últimos días siempre al servicio de nuestra Archidiócesis.

Hombre de gran formación académica y de talante liberal y sagaz siempre hizo gala de una gran humanidad que se tradujo en su disponibilidad y espíritu de acogida hacia todos los sacerdotes, abierto al consejo y a la confidencia personal pero no abandonando jamás la profunda hilaridad y el fino tono de sarcasmo incluso ante las situaciones más complicadas que él sabía ponderar con equilibrio y realismo, adornándolas con los más variopintos ejemplos, la mayoría referidos a su prolongado ministerio como estrecho colaborador de Mons. Tulio Botero, Arzobispo de Medellín.

Su pérdida abre grandes interrogantes en la Curia barcelonesa pues el delicadísimo cargo que con tantos aciertos y prudencia ejerció el Dr. Riera ahora puede caer en manos de un hombre falto de escrúpulos y lleno de ambición: el vicario episcopal Joan Galtés Pujol, párroco de San Gregorio Taumaturgo, uno de los personajes más controvertidos del gobierno de Sistach y a la vez el más fiel peón curial donde éste se ha apoyado en los últimos tiempos, preparándolo desde lejos para sustituir a Riera en la Pro-Vicaría General.

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23.05.09

La Misa Romana. Capítulo 26: “Supplices”

La oración siguiente “Supplices te rogamus ac petimus”, con la petición de que los ángeles presenten en el ara del cielo nuestra oblación, se encuentra resumida en una sola frase en el fragmento del canon que nos ha conservado San Ambrosio, intercalada en la misma oración. Dice allí: “…ut hanc oblationem suscipias in sublimi altari tuo per manus angelorum tuorum, sicut suscipere dignatus es…” (que recibas esta oblación en tu sublime altar por manos de tus ángeles, así como te has dignado recibir las ofrendas de tu siervo…)

Se conoce que la idea de expresar por última vez la súplica de aceptación mediante esta bella imagen tomada de Apocalipsis 8,3-5 cayó tan bien en el siglo V que la transformaron en oración independiente, acentuando el dramatismo de la frase: “Te suplicamos, humildemente, ¡oh Dios Todopoderoso!, mandes sean llevados estos dones por mano de tu (santo) Ángel a tu sublime altar, ante el acatamiento de tu Divina Majestad” (nótese que la adición del epíteto “santo” no se añadió sino después de adoptar los francos la liturgia romana).

La idea que bulle en esta imagen es que no se puede considerar el sacrificio como aceptado, y por tanto quedaría inacabado, de no haberlo tomado por suyo Dios Nuestro Señor. Esto es lo que se quiere expresar y se suplica con la imagen del altar celestial, lugar de entera propiedad de Dios, mientras que el altar terrenal todavía es de los hombres. El que de un modo en nuestra ofrenda intervengas los ángeles, parece muy natural y conveniente, aunque en concreto ignoremos la naturaleza de esta intervención. Hay sin embargo un dato curioso y es que al constituirse esta oración en autónoma en el siglo V, se puso en vez de “angelorum tuorum” (tus angeles) “Angeli tui”. Señal evidente que en la antigüedad se le daba a la frase una interpretación más concreta, refiriéndola a Cristo. Resulta aleccionador comparar nuestro texto con el introito de la Misa del Día de Navidad “Puer natus est”, redactado también en el siglo V, en el que basándose en el texto de Isaías se nombra a Cristo como “Angelus Magni Consilii” (Angel del Gran Consejo). Es más que probable que interviniera en ambos pasajes el papa San León.

Otros, influenciados por la liturgia galicana, querían ver en esta oración la “epíclesis” romana, por lo que aplicaron lo del Ángel al Espíritu Santo.

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22.05.09

La clave del lince

“NO A LA GUERRA”, “ACABEMOS CON LA PENA DE MUERTE”, “SALVEMOS AL LINCE y a las focas y a las ballenas”, “No hay peros ni explicaciones que valgan”, “Hay que ser intransigentes con esas formas de inmoralidad no contempladas en la moral tradicional”, gritan hoy los progresistas. Para desgañitarse luego gritando con todas sus fuerzas: “SÍ AL ABORTO”. SÍ hasta en sus formas más truculentas: basta que sepamos explicarlo, que se den determinados supuestos, que tengamos buenas razones; o a falta de éstas, buenos pretextos. ¿Para el aborto? No, que el aborto es un derecho humano de género, adoctrinan, que no necesita más pretexto que la voluntad de la embarazada. Las buenas razones son para las formas más horripilantes e inhumanas del aborto; son para abortar bebés que están ya en condiciones de nacer, envenenándolos o descuartizándolos previamente, para que no le den a la madre el disgusto de nacer vivos. He ahí la moral progresista: todo para el lince no nacido, nada para el niño no nacido.

Y todo ello en nombre del progreso de la humanidad. He ahí la mayor de las paradojas de nuestra civilización, que viene empeñándose desde hace unos siglos en erradicar las guerras y toda forma de violencia, incluso la legítima del Estado, para evitar la muerte provocada por la mano del hombre. Y actúan así para dejar asentado e inamovible que ninguna persona ni institución tienen legitimidad para disponer de la vida de un ser humano. La paradoja está en que los acérrimos enemigos de la guerra, de la pena de muerte y de cualquier forma de maltrato a los animales, sean tan amigos y defensoresde LA PENA DEL ABORTO.

Es igualmente paradójico que al mismo tiempo esta civilización del 0,7%, antropófila y filantrópica donde las haya, recorra el mundo del uno al otro confín buscando pobres y desvalidos en los que volcar su ideología y sus políticas de solidaridad: porque esta sociedad tan bondadosa se siente corresponsable de la muerte por violencia, enfermedad o pobreza de cualquier ser humano, dondequiera que ésta se produzca. Es la filantropía en estado puro, convertida en solidaridad universal. Es la gloria del progreso.

Sigue la paradoja de esta inexplicable e inexplicada sociedad en el despliegue científico, tecnológico y económico jamás igualado, para combatir el hambre, la enfermedad y la muerte en todo el mundo. El objetivo sigue siendo el mismo: alargar la vida de cada uno de los que han conseguido hacerse un hueco en esta poderosísima sociedad, y extender esos beneficios a todo el universo.

Y finalmente, para que no le falte la guinda a la paradoja, esta filantrópica sociedad ha proyectado su antropofilia a la Madre Tierra y a todas las especies tanto animales como vegetales que en ella se crían. Los corazones de esta sociedad dedican especial ternura a las especies en peligro de extinción y a sus crías, y sangran de dolor ante las prácticas de encarnizamiento a la hora de dar muerte a los animales. “No desratizarás con cepos por evitarles el estrés a las ratas”, reza la ética moderna. Por eso y por el agujero de ozono y por el cambio climático y por las especies en peligro de extinción, esta sociedad tan exquisitamente sensibilizada, está dispuesta a soportar altos niveles de represión y está decidida a renunciar a espacios de libertad. Porque según reza su progresista doctrina ecologista, donde empiezan los derechos de supervivencia del planeta Tierra y de las especies que lo habitan, justo ahí terminan los derechos del hombre.

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21.05.09

El obispo: ¿Buen pastor o asalariado?

El Concilio Vaticano II en su afán de renovación de la Iglesia trazó el ideal de lo que deben ser los obispos en el decreto Christus Dominus, promulgado el 28 de octubre de 1965:

“En el ejercicio de su ministerio de padre y pastor, compórtense los Obispos en medio de los suyos como los que sirven, pastores buenos que conocen a sus ovejas y son conocidos por ellas, verdaderos padres, que se distinguen por el espíritu de amor y preocupación para con todos, y a cuya autoridad, confiada por Dios, todos se someten gustosamente. Congreguen y formen a toda la familia de su grey, de modo que todos, conscientes de sus deberes, vivan y obren en unión de caridad.

“Para realizar esto eficazmente los Obispos, “dispuestos para toda buena obra” (2 Tim., 2,21) y “soportándose todo por el amor de los elegidos” (2 Tim., 2,10), ordenen su vida y forma que responda a las necesidades de los tiempos.

“Traten siempre con caridad especial a los sacerdotes, puesto que reciben parte de sus obligaciones y cuidados y los realizan celosamente con el trabajo diario, considerándolos siempre como hijos y amigos, y, por tanto, estén siempre dispuestos a oírlos, y tratando confidencialmente con ellos, procuren promover la labor pastoral íntegra de toda la diócesis.

“Vivan preocupados de su condición espiritual, intelectual y material, para que ellos puedan vivir santa y piadosamente, cumpliendo su ministerio con fidelidad y éxito. Por lo cual han de fomentar las instituciones y establecer reuniones especiales, de las que los sacerdotes participen algunas veces, bien para practicar algunos ejercicios espirituales más prolongados para la renovación de la vida, o bien para adquirir un conocimiento más profundo de las disciplinas eclesiásticas, sobre todo de la Sagrada Escritura y de la Teología, de las cuestiones sociales de mayor importancia, de los nuevos métodos de acción pastoral.

“Ayuden con activa misericordia a los sacerdotes que vean en cualquier peligro o que hubieran faltado en algo.

“Para procurar mejor el bien de los fieles, según la condición de cada uno, esfuércense en conocer bien sus necesidades, las condiciones sociales en que viven, usando de medios oportunos, sobre todo de investigación social. Muéstrense interesados por todos, cualquiera que sea su edad, condición, nacionalidad, ya sean naturales del país, ya advenedizos, ya forasteros. En la aplicación de este cuidado pastoral por sus fieles guarden el papel reservado a ellos en las cosas de la Iglesia, reconociendo también la obligación y el derecho que ellos tienen de colaborar en la edificación del Cuerpo Místico de Cristo”
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