Capítulo 4º: El gesto de la Ofrenda: La Elevación
La elevación es esencialmente el gesto simbólico del que ofrece alguna cosa. En la misa son tres las elevaciones propiamente dichas:
1ª: La de la hostia y el cáliz en el ofertorio, con la que el celebrante presenta a Dios las oblatas del sacrificio. No es antigua; fue introducida en el siglo XIII, en relación con las dos oraciones del ofertorio que la acompañan: la “Suscipe Sancte Pater, hanc immaculatam hostiam” y la “Offerimus tibi calicem” (1)
2a. : La que sigue inmediatamente a la consagración del pan y del vino. La primera, como es sabido, fue instituida a principios del siglo XIII en París por el obispo Eudes de Sully (+1208), a causa de la crisis teológica provocada por el monje y teólogo herético francés Berengario de Tours, y se extendió rápidamente por todas las Iglesias occidentales; la otra le siguió poco tiempo después. Las dos elevaciones no tienen evidentemente un carácter simbólico, sino que sirven solamente para mostrar a los fieles las especies consagradas, con el fin de excitar en ellos un acto de fe y de adoración.