Uno de los dramas de la España católica es la distancia que existe entre las grandes manifestaciones visibles de su Fe y la concreción como sujeto social colectivo políticamente relevante o influyente. Somos o hemos sido el país de la unidad religiosa, el referente internacional de país católico y en cambio ha existido y existe una enorme debilidad y delgadez de su cultura política demócrata cristiana.
Andalucía, el país de la espectacularidad de la Semana Santa, ha votado sistemáticamente hasta ahora el PSOE, partido que la ha convertido en un feudo. Sin menospreciar la Fe andaluza de muchos y su ejemplaridad, no me negaran que la falta histórica de una sociedad civil articulada le ha pasado factura en no poder convertirse, esa maravillosa y bella región meridional, en algo parecido a la Sicilia donde nació Don Sturzo. Sin las condiciones necesarias de que hubiera Demos y que hubiera Iglesia independiente realmente del Gobierno no pudo crearse el substrato social católico donde puede florecer la Democracia Cristiana, como sensibilidad política, la DC en mayúsculas.
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