26.02.11

[DE] Capítulo 7º: Las iglesias bizantinas (2ª parte)

Basílica de San Marcos en Venecia

 

En la Europa occidental ésta se mantuvo durante largo tiempo solamente en la construcción de los baptisterios, mientras influyó poco en el plano de los edificios sagrados propiamente dichos. De éstos, en Italia ha dejado dos espléndidos ejemplares: la iglesia de San Vital, en Rávena, y la basílica de San Marcos, de Venecia. La primera, edificada en el 547, presenta la forma de un octógono con cúpula cónica central; la segunda, consagrada en el 1072, es en forma de cruz griega, cubierta por cinco cúpulas, levantadas una sobre el crucero y las otras sobre cada uno de los brazos. Las partes inferiores de los muros están revestidas de mármoles policromados; el mosaico cubre las superiores y las vueltas. La luz es escasa, pero los reflejos del oro y de los mármoles crean como una atmósfera áurea y grave que no parece terrestre. Con sus ventanas profundas y la selva de columnas, con sus pináculos, con las riquezas y las profusas añadiduras durante los siglos, el edificio parece un maravilloso joyel salido como por encanto de las aguas del mar, lleno, como éste, de luces y de reflejos infinitos.

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24.02.11

¿De gustibus non est disputandum? (II)

Respuesta de Lucas L. al escrito de ayer de Guilhem de Maiança "Por qué necesitamos Democracia Cristiana y no partidos católicos (II)"

Este escrito de Don Guilhem me parece algo contradictorio con el que publicó en la primera entrega por varios motivos. Empezó usted hace una semana estableciendo que en política hay cuestiones opinables y otras que no lo son, y que convenía mucho saber diferenciarlas bien, que hay un déficit de formación considerable en los católicos españoles sobre cuestiones temporales (y, por tanto, no han entrenado su discernimiento sobre cuestiones esenciales y opinables), y en ambos acababa con la tesis de que necesitamos una democracia cristiana (sin especificar qué cosa sea eso) y no partidos católicos. En éste parece ser que el planteamiento de una “democracia cristiana” (sin que sepamos qué pueda ser tal cosa) viene dado porque usted piensa, o más bien se imagina, que el tradicionalismo politico español, que es una alternativa enteramente diferente, adolece de contaminación idealista y hegeliana.

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23.02.11

Por qué necesitamos Democracia Cristiana y no partidos católicos (II)

La existencia de los partidos políticos es en sí misma lícita y honesta en cuando sus doctrinas y sus actos no se opongan a la Religión y a la moral , pero a la Iglesia no se le debe ninguna manera , identificar o confundir con algunos de ellos , ni se puede pretender que ella intervenga en los intereses y controversias de los partidos para favorecer a unos con preferencia a otros. (…)

No es lícito a nadie acusar o combatir como si fueran católicos no verdaderos o no buenos a quienes por legítimo motivo, con recto fin, sin abandonar nunca la defensa de los principios de la Iglesia , quieren pertenecer y pertenecen a los partidos políticos hasta ahora existentes en España. (…)

Para evitar mejor cualquier idea inexacta en el uso y aplicación de la palabra" liberalismo " hay que tener siempre presente la doctrina de León XIII en la Encíclica " Libertas", del 20 de junio de 1888, así como las importantes instrucciones comunicadas de orden del mismo Pontífice, por el eminentísimo Cardenal Rampolla, secretario de Estado, al Arzobispo de Bogotá y a los demás Obispos de Colombia en la Letra "Pluri e Columbia", del 6 de abril de 1900 donde, entre otras cosas, se lee: "En esta materia hay que tener a la vista lo que la Suprema Congregación del Santo Oficio hizo saber a los Obispos de Canadá el día 29 de agosto de 1877, es decir: que la Iglesia al condenar el liberalismo no ha intentado condenar todos y cada uno de los partidos políticos que acaso se llaman liberales. (…)

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22.02.11

Las extrañas alianzas cardenalícias de Sistach

Ayer mi buen amigo Oriolt comentaba la posibilidad de que n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach podría convertirse en vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española. Formaría tandem con S.E.R el cardenal Antonio Mª Rouco que ocuparía la presidencia. Esta opción estaría bien vista desde Roma, porque significaría por una parte dar una imagen de unidad en el episcopado español y porque representaría un final conjunto de ambos cardenales en sus diócesis (las más importantes de España) y en la cúpula de la Conferencia Episcopal, propiciando a continuación una verdadera y clara renovación de los pesos pesados de la Iglesia en nuestro país, es decir un final de ciclo.

Personalmente esta opción me parece catatrófica porque significaría prorrogar aún más la agonía de nuestra castigada diócesis de Barcelona, porque se alargaría el pontificado de nuestro arzobispo que además estaría más tiempo fuera que dentro de la archidiócesis. Algo parecido sucedió ya con la vicepresidencia de Don Ricardo Carles, pero entonces habían aquí cinco obispos auxiliares (aunque algunos pésimos), actualmente sólo hay uno (Don Sebastià Taltavull) y nuestro cardenal no le deja ni dar un paso sin su permiso.

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21.02.11

Sistach será el número dos de Rouco

Se puede confirmar ya (salvo sorpresa de última hora) que en la próxima asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal , que arranca el venidero 28 de febrero, se va a reelegir al cardenal Rouco como presidente. No existiría impedimento estatutario alguno en reelegir, para otro trienio, al actual vicepresidente, Monseñor Ricardo Blázquez. Sin embargo tal posibilidad se descartó desde un inicio. Hasta hace pocos días se venía postulando firmemente la candidatura del arzobispo de Valencia, Carlos Osoro. Por el contrario, al final, el arzobispo de Madrid ha optado porque su número dos sea el cardenal Martínez Sistach. Malas lenguas insinúan que se ha obstruido la candidatura del prelado valenciano, dado que Rouco no veía con buenos ojos su ansías de promoción, ya sea en pos de una futura presidencia de la CEE o de su sucesión en la archidiócesis madrileña. En estos momentos, Sistach no representa ninguna amenaza para el poder de Rouco. Además, la idea de incluirlo en la candidatura partió del propio obispo barcelonés, a lo que el madrileño respondió encantado. Efectivamente: al cardenal de Barcelona le caducaba su cometido en el comité ejecutivo de la CEE , el verdadero centro de poder de Añastro. Al único puesto al que podría optar (descartada la presidencia) es a la vicepresidencia. Su elección colmará su conocido ego, que habría sufrido evidente menoscabo, al quedar como único cardenal sin presencia real en donde se cuecen las decisiones más trascendentales de la Iglesia en España.

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