2.09.11

Capítulo 31: Los accesorios del altar (y 3): Candelabros y velas

En el centro, el altar con las tres gruesas velas ardientes. Thabraca

 

Un tosco mosaico sepulcral de los siglos IV o V hallado en Thabraca (Túnez), y que representa el interior de una basílica cristiana de tres naves, trae, entre otras cosas, la figura del altar, sobre el cual arden tres gruesas velas. Se trata del más antiguo documento sobre este punto; sin embargo, acerca de su valor documental puede dudarse, ya que ningún escritor de aquella época hace alusión a candelas o candelabros que se pusieran sobre el altar conforme a la práctica litúrgica vigente. El primer testimonio auténtico relativo a un servicio de luces ( cereostata ) directamente ordenadas a la celebración de la misa, se contiene en una rúbrica del I OR. Describiendo el rito de la misa papal en la iglesia estacional, dice que en el cortejo que acompaña al pontífice desde el secretarium hasta el altar, septem acolyti illius regionis cuius domus vel dies fuerit, portantes septem cereostata accensa, praecedunt ante Pontificem usque ante altare (1). Algunos liturgistas, entre ellos Batiffol, han visto en los siete cirios una práctica inspirada en la visión apocalíptica del Hijo del Hombre entre los siete candeleros de oro; otros, más verosímilmente, como dijimos, los relacionan con la costumbre, propia del protocolo ceremonial romano, de hacer que precedan a ciertos altos magistrados, cuando entran en la sala de audiencia, cierto número de lacayos con antorchas encendidas y un oficial con el Líber mandatorum, es decir, el código. El libro se colocaba luego encima de una mesa delante del magistrado, y a los dos lados se dejaban los candelabros encendidos.

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1.09.11

También el 25 de agosto

abortoBuena señal, muy buena: para la defensa de la vida no hay vacaciones. Éramos en torno a los 150 los que nos dimos cita ante la fachada principal del Hospital de San Pablo para romper el silencio en torno a la abominable política de la muerte, que está ganando las conciencias de forma horripilante. Tanto, que hasta la jerarquía eclesiástica calla, dice que “prudentemente”, ante el auge que están tomando en sus propios hospitales (los de patronato eclesiástico) tanto el aborto como la eutanasia. La administración de la muerte abriéndose camino también en territorio sagrado. Los fieles protestando en la calle, y el cardenal y los obispos enterándose por la prensa. Es lo que se lleva.

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31.08.11

El beato Josep Samsó, una llamada a la reconciliación interna

Pese a que las diversas “gallofes” y gallofines, los calendarios u ordos litúrgicos sea en catalán o castellano de las diversas editoriales después de un año y medio de su beatificación no lo recogen, este jueves, primero de septiembre la Iglesia celebra la festividad del beato Dr. Josep Samsó i Elias (Castellbisbal 1887- Mataró 1936), párroco y mártir.

El Santo Padre dispuso que la beatificación del Dr. Samsó coincidiera con el Año Sacerdotal que se celebró en 2009-2010, con motivo de los 150 años de la muerte y nacimiento al cielo del Santo Cura de Ars, Juan Bautista Mª Vianney.

La causa del Dr. Samsó no se instruyó dentro de otra que recogiera otros mártires asesinados durante la persecución religiosa de 1936-1939, sino que desde su inicio se tuvo en consideración que la muerte martirial fue la culminación de una vida sacerdotal por ella sola era ya ejemplar.

El arzobispado de Barcelona, y por extensión de cercanía toda Cataluña, vio beatificar al Dr. Samsó el pasado 27 de enero de 2010 en una magna celebración en la basílica de Santa Maria de Mataró. Pese a ello, el cuerpo del nuevo beato sigue sin exhumarse para, como es costumbre, en una nueva urna, facilitar la devoción de los fieles. Ni el boletín del obispado se acuerda de él. Solo algunos fieles, contra viento y marea, mantienen la llama de su recuerdo.

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30.08.11

Historia de la JOBAC (4): Los cachorros de la Jobac... y de Sistach

El "cachorro jobaquero" Mn. Enric Termes (a la izquierda), reconvertido en uno de los hombres de confianza del cardenal Martínez Sistach.

 

Los discípulos de los "jobaqueros" mencionados la semana pasada, empezaron a entrar en un Seminario concebido a su medida, puesto al servicio del Movimiento. En una primera etapa con Mn. Josep Maria Jubany como vice-rector, y sobretodo en la etapa Vives, con Joan Enric Vives como rector ayudado por sus antiguos compañeros de Jobac y similares (Mn. Josep Maria Domingo, Mn. Joan Nadal, Mn, Salvador Bacardit…). Los seminaristas que no tenían nada que ver con la JOBAC eran destinados rápidamente a parroquias "jobaqueras", incluyendo aquellos que eran más "conservadores" pasando un verdadero suplicio en su camino espinoso hacia el sacerdocio. Afortunadamente los que no eran "jobaqueros puros" mayoritariamente se alejaron del movimiento y de sus ideas una vez ordenados sacerdotes, pero los demás continuaron fieles a sus principios dirigidos y protegidos por sus mentores. El nombramiento primero de Mn. Ramon Corts y posteriormente de Mn. Francesc Prieto como rectores del Seminario por parte del cardenal Carles, puso punto final a aquella desdichada aventura y a la formación "jobaquera" de los seminaristas. Con ese cambio, la especie se extingue, entre otras cosas porque se va quedando estéril de jóvenes y consecuentemente de futuribles seminaristas, y los jóvenes "cachorros" pasan a la oposición adhiriéndose a los grupos de presión contra el obispo valenciano. Pero cuando parecía que estos "cachorros" iban a pasar a la historia sin pena ni gloria, es entonces cuando llega a Barcelona el arzobispo Sistach y empieza a reclutarlos para cargos importantes de la diócesis. Con esa jugada Sistach intenta matar dos pájaros de un tiro: colocar sacerdotes jóvenes en su gobierno y a la vez, ganarse el aprecio de sus protectores y mentores, todas esas generaciones de sacerdotes progresistas y nacionalistas que hicieron la vida imposible a su antecesor el Dr. Carles.

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29.08.11

Vargas Llosa: Un magnífico -y sintomático- artículo

Confieso que Mario Vargas Llosa es uno de mis escritores predilectos, ya sea con sus primigenias obras La ciudad y los perros o Conversación en la Catedral como en su contemporánea La fiesta del Chivo. Recuerdo que alguien calificó su creación, con notable acierto, como literatura en carne viva. El premio Nobel que se le ha concedido este año ha sido un acto de verdadera justicia al más grande de los escritores vivos en lengua española. Por ello, me ha llenado de satisfacción el artículo publicado este domingo en El País titulado La fiesta y la cruzada , dedicado a la Jornada Mundial de la Juventud que acaba de celebrarse en Madrid. De Vargas Llosa no admiro solo su escritura sino su postura ética (con desprecio la tildan de neoliberal): su oposición férrea a toda tiranía y a sus correlatos: fanatismo, caudillaje o el mismo nacionalismo, que según él es la peor construcción del hombre. Prevengo a algunas almas cándidas que el escritor peruano, además, se confiesa agnóstico, pero a ver que católico, con su nivel literario, ha podido diseccionar el evento de la última JMJ con estos dos párrafos:

" Es difícil imaginar dos personalidades más distintas que las de los dos últimos Papas. El anterior era un líder carismático, un agitador de multitudes, un extraordinario orador, un pontífice en el que la emoción, la pasión, los sentimientos prevalecían sobre la pura razón. El actual es un hombre de ideas, un intelectual, alguien cuyo entorno natural son la biblioteca, el aula universitaria, el salón de conferencias. Su timidez ante las muchedumbres aflora de modo invencible en esa manera casi avergonzada y como disculpándose que tiene de dirigirse a las masas. Pero esa fragilidad es engañosa pues se trata probablemente del Papa más culto e inteligente que haya tenido la Iglesia en mucho tiempo, uno de los raros pontífices cuyas encíclicas o libros un agnóstico como yo puede leer sin bostezar (su breve autobiografía es hechicera y sus dos volúmenes sobre Jesús más que sugerentes)."  

"El sueño de los católicos progresistas de hacer de la Iglesia una institución democrática es eso, nada más: un sueño. Ninguna iglesia podría serlo sin renunciar a sí misma y desaparecer. En todo caso, prescindiendo del contexto teológico, atendiendo únicamente a su dimensión social y política, la verdad es que, aunque pierda fieles y se encoja, el catolicismo está hoy día más unido, activo y beligerante que en los años en que parecía a punto de desgarrarse y dividirse por las luchas ideológicas internas."

Son solo dos párrafos, pero si se lee detenidamente el artículo se comprobará, a través de la excelente prosa del último Nobel, que se destaca la tremenda incoherencia de apostar por el fin del catolicismo (sobre todo del catolicismo más tradicional) cuando el mismo acaba de convocar en Madrid (¡en pleno Agosto!) a un millón y medio de jóvenes.

Cuando resaltaba lo sintomático del artículo del autor arequipeño era porque el tremendo éxito de la JMJ madrileña ha conseguido la admiración de numerosas personas alejadas de la fe, cuando no abiertamente agnósticas. Han sido muchos los que se han mostrado conmovidos ante el maravilloso espectáculo de una juventud creyente, limpia y culta que abarrotó la capital de España en plena canícula. Que se ha sentido impresionada ante el silencio sepulcral de esos jóvenes en la adoración eucarística del aeródromo de Cuatro Vientos. Que se ha rendido ante el poder e influencia de este papa anciano, inteligente y tímido, al que un millón y medio de jóvenes vitorean con entusiasmo. Ha sido uno de los verdaderos milagros de esta JMJ. Dejemos aparte las ridículas y patéticas manifestaciones agresivas de los llamados "indignados"; nada jóvenes, poco cultos y escasamente limpios. Han sido numerosísimos los no creyentes que han sucumbido ante el tremendo ejemplo de la juventud cristiana y de un papa genuflexo ante el Santísimo, revestido de una gótica capa pluvial. Hemos soportado durante años la cansina canción de que la Iglesia debía modernizarse para atraer a las masas y resulta que su verdadera vis atractiva se produce cuando muestra su rostro más tradicional.

También en el reducido espacio catalán (especialmente en su vertiente nacional-progresista eclesial) se han tenido que rendir a la evidencia. Quien ha visto y quien ve a Llisterri o incluso a Francesc Romeu hablando bien de estos actos de los que antes se mofaban. Será una de las pocos legados positivos que nos deje el cardenal Martínez Sistach: el abandono de las críticas progresistas hacia el Vaticano. Luego está el orate dominical de La Vanguardia que va a su bola y nos habla de toros y de Mourinho, pero está claro que en él no cabe milagro alguno.

Curiosamente donde mayores recelos he hallado ante la JMJ ha sido en los propios sacerdotes. Mayoritariamente se quejan de no ver a esta multitud de jóvenes en sus parroquias. No digo que no sea cierto, pero probablemente la culpa se halle en la indolencia de los mismos curas. Un millón y medio de jóvenes se han desplazado, en pleno agosto, a la llamada de la fe. Muchos de ellos, desde lejanos países, han sido acogidos en diócesis muchos días antes, en parroquias y colegios habilitados. Con un afán de oración y de ortodoxia impensables. ¿No se les puede mover para atraerlos cada domingo a misa? ¿No será que a muchos sacerdotes les incomoda que su núcleo parroquial se vea modificado de la noche a la mañana? ¿No será que perderán su carácter activista, por una religiosidad más centrada en la piedad y la oración? ¿No puede ser que teman que esa juventud dinámica les quite su minúscula parcela de poder, su consejo parroquial domesticado? ¿No les es más fácil seguir mandando con las cuatro abuelas de siempre? La juventud está allí. Solo hace falta salir a buscarla. El papa Benedicto XVI lo ha entendido perfectamente. Muchos agnósticos se han sacado el sombrero. ¿Por qué siguen siendo reticentes algunos de los nuestros?

Oriolt