La revista mensual El Senyal , editada por la delegación episcopal de medios de comunicación social del obispado de Gerona ha dedicado el número de septiembre a las JMJ 2011. En las siete páginas dedicadas a las Jornadas predomina el trato equilibrado y el “seny”. Incluida una entrevista a Mn. Jordi Callejón, Delegado de Juventud, que lleva por título “Ha sido una inyección de moral”
Pero llegados a la página 25 nos encontramos una antológica “pixarada fora de test” (decir algo fuera de tono o de lugar), esta protagonizada por Mn. Enric Tubert i Pagès (Banyoles, 1962), párroco de las parroquias de Santa Maria del Mar y Santa Eugènia de Palamós y profesor del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Gerona.
Con aquello de dejar espacio “al pluralismo”, Mn. Tubert obsequia al lector con un texto que es una verdadera proclamación dogmática de credo progresista que podrían firmar muchos sacerdotes de Barcelona y allén de los mares. Toda la verdad es relativa menos su opinión y su sueldo a fin de mes.
Reproducimos, traducido al castellano, el artículo con comentarios nuestros entre corchetes. Las negritas también son nuestras.
¿Hacia donde va la Iglesia?
Después del espectáculo de masas ofrecido estos días con motivo de la Jornada mundial de la juventud católica, con toda su puesta en escena espectacular , con el gran supermercado ambulante de captación de vocaciones con “paradetes” (tenderetes) incluidos, ofreciendo carismas a diestro y siniestro, como aquel que vende un producto comercial , con los espectaculares actos litúrgicos, con tantos jóvenes parecían adoctrinados que no acompañados , uno siente desde dentro, y con todo el afecto y dedicación exclusiva, la preocupación sobre el futuro inminente de una Iglesia que en estos últimos años ha ido quedando secuestrada por los sectores beligerantes del catolicismo mas conservador.
Pertenezco a la generación que nació y creció con el Concilio Vaticano II pero que ve, con preocupación y tristeza, que puede morir con una Iglesia restaurada con un espíritu y una letra que nada tiene que ver con las grandes líneas de fondo que apuntó el Concilio sobre qué y como ha de ser la Iglesia en el mundo.
Siento una profunda desafección y disonancia cognitiva respecto a la Iglesia de la restauración; la que camina hacia la demostración de fuerza y de poder; la que prescinde de la lucidez de algunos teólogos; la que rehabilita y da apoyo a posiciones sectarias; la que ignora el mujer; la que no practica muchas veces en su interior el respeto y el pluralismo.
El tradicionalismo padece de falta de credibilidad, visto el desfase de sus contenidos teológicos, y tiende siempre al gueto social y a los grupos cerrados que se inmunizan de los contagios mundanos [debe hablar de los 2.000.000 de jóvenes de la JMJ y no de los grupúsculos progre eclesiales cada vez mas cerrados con falta preocupante de circulación de aire].
En épocas de crisis global resurgen, como una respuesta, las ortodoxias, y los fundamentalismos son más potentes cuando más fuerte sea la crisis de identidad. Estos grupos han sido favorecidos por sectores de la jerarquía [ya tardaba en aparecer el “papus” (el coco)] con mucha influencia y poder, que han hecho de ello el eje de la misión eclesial.
La tendencia a uniformar bajo un mismo patrón ideológico en nombre de la comunión eclesial es contraria al espíritu del Nuevo Testamento, del cual no se deduce una única estructura de Iglesia o comunidad sino más bien una Iglesia plural con un referente originario , Jesús de Nazaret, pero con unos destinatarios y un mensaje continuamente adaptado a las nuevas circunstancias de tiempo y lugar.
Ya desde los orígenes se puede hablar de comunidad de Marcos, de Mateo, de Pablo, de los apócrifos, etc., cada una con unas particulares maneras de actuar y de entender el Evangelio. Es evidente que un importante sector de la Iglesia está cada vez más identificado con un único modelo: el que prefiere la seguridad a la libertad, que necesita una institución segura que le muestre el camino, que le subministre certezas y que la proteja de la intemperie.
Estos días, el Papa ha pedido que surgieran del encuentro muchas vocaciones, tanto religiosas como matrimoniales. En conjunto todo tiene un aire de reconquista espiritual, de la voluntad de resurgimiento de una nueva cristiandad. Puede ser que los jóvenes de ahora pidan esto. Estaríamos delante de un nuevo paradigma. Un paradigma preocupante.
Realmente sincero y tocado por el shock que ha supuesto la JMJ a su imaginario progresista, no entendemos que hace Mn. Tubert en la Iglesia Católica con lo de iglesias protestantes que comparten sus posicionamientos. Tampoco qué seguridad formativa pueden gozar sus alumnos en el Instituto Superior (diocesano) de Ciencias Religiosas de Gerona (ISCRG) donde imparte la asignatura “Los orígenes del cristianismo: mito y realidad”.
El mismo resume su asignatura: “ Es habitual que todo movimiento o grupo social mire con frecuencia a sus orígenes para reafirmarse en su identidad y orientarse en sus retos futuros . También los cristianos lo hicieron y lo hacemos . En este curso pretendemos dar una visión general de estos orígenes liberándonos de todas las adherencias idealizadoras . Estudiaremos como el cristianismo y la Iglesia de la tradición paulina son los que prevalecieron . Otras formas entraron en vía muerta y acabaron por desaparecer . Es clave comprender la función histórica de Pablo en el desarrollo de estos inicios . Interrelacionando el acercamiento teológico con el sociológico , nos permite captar la función de Pablo teólogo y la del Pablo organizador , que son inseparables . Memoria y experiencia para la Iglesia de hoy y la de todos los tiempos ”.
Que duro debe ser reconocer, para los herederos de las “vías muertas”, que la vía tradicional –la que no reniega de la Tradición, de la Historia y de la presencia del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia a través de los siglos-, sea la que convoque tanta juventud.
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Mn. Enric Tubert-Pagès, (a la izquierda) de 49 años, profesor del ISCRG desde hace 9 años y párroco de Palamós (a la derecha) desde hace 1 año |
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Como dijo San Vicente de Paúl, todas las herejías han empezado pretendiendo revitalizar estas vías muertas presentándolas como las verdaderamente genuinas de un cristianismo puro en sus orígenes que fue luego ahogado por la tergiversación de la propia Iglesia católica.
Así resulta que aquellos que más acusan a los demás de idealizar la vida histórica de la Iglesia a lo largo de los tiempos, son los que más sujetos están a amoldar la Historia a sus ideas preconcebidas ignorando cualquier contradicción que proporcione la realidad, ni que la palpen. Es así como uno puede llegar a ver 2.000.000 de sonrisas creyentes y alegres en la JMJ y no entender nada.
Quinto Sertorius Crescens