Regalismo pujolista y galicanismo trasnochado en la Cataluña de finales del siglo XX: un círculo vicioso
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Una de las grandes plagas que hace estragos en el clero secular de Barcelona es su espíritu de burócrata.
De hecho, salvo unas cuantas honrosas y venerables excepciones, el clero barcelonés, especialmente de una cierta edad, parece una casta clerical que, aunque despliegue en ocasiones retórica progresista y discurso que se situa mas allá de lo que el magisterio dispone sobre el tema del sacerdocio universal de todo bautizado, humilla al laicado y lo repele, conservando, en la mayoría de casos, solo el que tiene afanes de protagonismo y/o problemas de afectividad.
¿Cómo es posible que este clero clericalizado haya podido monopolizar los cargos diocesanos en la época Juvany y Martínez pese a la apabullante falta de formación, meritos y capacidades en los ámbitos que les son y les han sido confiados?
En la mayoría de casos nos encontramos con sacerdotes nacidos de familias catalanas con ínfulas de casa bien. De “can sutano” o de “can menguano”. De estratos que consideran que ocupar cargos diocesanos es una consecuencia de su proveniencia. El “merito del pedigrí” como ha comentado en este web Marcelo.
Al mérito del pedigrí, una causa clasista, se unió otra que actuó en la misma dirección, el chollo de tener a favor el discurso del nacionalismo excluyente. Una Iglesia que se pretendía autogobernar de espaldas a Roma. Un galicanismo extemporáneo y ridículo.