6.04.09

Evocaciones de la Semana Santa

Cuando España se gloriaba del título de católica la Semana Santa era el período más importante del año no sólo religioso sino civil. Y de esto no hace mucho. Las generaciones que hoy son de mediana edad todavía recordarán una niñez marcada por las tradiciones de la que era llamada con razón la “Semana Mayor”. En las distintas partes de España, la conmemoración de los grandes misterios de nuestra redención se preparaba ya con antelación según el genio y las costumbres de cada región: en Andalucía, por ejemplo, las cofradías aderezaban los pasos de las procesiones; en Valencia la cremà de las Fallas en el día de San José marcaba el final de los festejos de la primavera y el ingreso real y de lleno en la cuaresma; en Cataluña, donde las procesiones no son tan vistosas ni están tan arraigadas como en el sur, la vida cotidiana, sin embargo, estaba imbuida del espíritu austero del tiempo penitencial.

La Semana Santa iba precedida de la Semana de Pasión, caracterizada por cubrirse con velos morados los crucifijos y las imágenes de las iglesias como señal de luto anticipado por la Muerte de Jesucristo, próxima a conmemorarse. El Viernes llamado de Dolores, dedicado a los padecimientos y la soledad de la Virgen, era ya la antesala de la Semana Santa. En estos días que la precedían las familias se apresuraban a adquirir las palmas y palmones para el gran día del Domingo de Ramos. Los niños se entusiasmaban con la perspectiva de llevar esos entrelazados adornos que constituían para ellos una experiencia fuera de lo común en un tiempo en el que la imaginación infantil se bastaba con las cosas sencillas.

En muchas parroquias, la bendición y distribución de los ramos se llevaba a cabo en un oratorio, capilla o ermita de su circunscripción para, a continuación andar en procesión hasta la iglesia principal. Algunas veces, se montaba sobre un borriquito una imagen de Nuestro Señor bendiciente, que iba delante del clero, siguiendo el desfile de los fieles, que iban agitando sus palmas. Una ceremonia que desapareció con las reformas litúrgicas, pero que era muy impresionante consistía en golpear tres veces las puertas cerrada del templo de destino con el astil de la cruz procesional, hasta que a la tercera se abrían, dejando paso al Rey de la Gloria, acompañado de los procesionantes. Entretanto, un coro dentro de la iglesia había ido cantando alternadamente con otro que iba en la procesión las hermosas antífonas gregorianas, produciendo un efecto dramático y sobrenatural. Durante el evangelio de la misa, los fieles volvían a agitar sus ramos y palmas.

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4.04.09

Reformas como la del Abad Cisneros

Reproduzco un interesantísimo artículo de D. Luis Fernando Figari aparecido en la web oracioncatólica.info sobre el espíritu reformador del que fuera abad de Montserrat Dom Cisneros. Espíritu de un auténtico hombre de Iglesia que marcó con auténtica grandeza la historia de nuestra renovación cristiana.

Cuando desde Germinans a menudo abogamos por una Reforma radical de la Iglesia en Cataluña y por antonomasia en Barcelona, lo hacemos convencidos de que la endogamia que se crea en nuestras diócesis con el nombramiento y gobierno pastoral de obispos con demasiadas “relaciones peligrosas” in situ, establecidas ya desde el pasado y que por una parte los mantiene maniatados y por otra les condiciona su examen de la realidad, en una palabra les priva de perspectiva y de libertad. Uno de los grandes problemas del Cardenal Martínez Sistach cara a una renovación de la Iglesia en esta Archidiócesis es justo ese: que es demasiado de aquí y que tiene demasiadas amistades a las que servir.

El que se convertiría más tarde en el Abad Cisneros, amén de ser una persona de una formación intelectual y una talla espiritual extraordinaria, hacia gala de un profundo anhelo de santidad en la tan necesaria reforma de la Iglesia de su tiempo. Le casta le venía al galgo, pues su tío el cardenal Cisneros pasará a la historia como uno de los más grandes y válidos reformadores de todos los tiempos.

Espero que una lectura atenta de este artículo llegue a perfilar a nuestros lectores el boceto de Reforma por el que también suspiramos nosotros en nuestros días. Triste e inevitablemente cuando marche Sistach. Y el nuncio Monteiro y el cardenal Re también.

“Un maestro de oración, García Giménez Cisneros”, por Luis Fernando Figari

Hacia 1493 una docena de monjes, cansados del largo camino desde Valladolid, ascendía trabajosamente hacia el santuario de Nuestra Señora, en Montserrat. Entre ellos iba quien sería elegido prior, y más tarde abad del monasterio de Montserrat, García Giménez. Poco tiempo antes, los Reyes Católicos habían logrado que el Papa Alejandro VI anexionase Montserrat al monasterio de San Benito el Real de Valladolid.

Nacido en la villa de Cisneros, del antiguo Reino de León, en 1455, García o Garsías será conocido como de Cisneros. Hacia el inicio de la década de los 70 ingresó al monasterio benedictino San Benito, de Valladolid, en el que llegó a ocupar el cargo de segundo prior. San Benito era ya entonces centro de lo que se ha dado en llamar la reforma vallisoletana. Fundado en 1390 por auspicio real fue desde un principio destinado a convertirse en un centro de restauración de la estricta observancia.

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3.04.09

Taltavull empieza maniatado

Decía Juan Belmonte que el parar, mandar y templar de la tauromaquia se podía aplicar a todos los órdenes de la vida; de tal suerte que no podía haber mando, ni temple, sí previamente no se había parado. Esta lógica belmontina le ha sido aplicada a rajatabla a Monseñor Taltavull, desde el primer día de su consagración episcopal. Nuestro nuevo obispo auxiliar pudo notar enseguida quién manda en esta diócesis y como manda en ella. Le han parado los pies desde un inicio. Al menos, no podrá llevarse a engaño. Antes de la ceremonia, ya tuvo que presentar su discurso de bienvenida al nihil obstat sistachiano. Para tremenda sorpresa de Taltavull, los cinco folios de su alocución se vieron reducidos a dos. Existía verdadero pavor en el Carrer del Bisbe a que se repitiese la polémica del sermón inaugural de Monseñor Pardo como obispo de Gerona, en el que tuvo menciones de agradecimiento para todo el mundo (¡incluido Don Marcelo!), salvo para Sistach. La cura de adelgazamiento de las alusiones de Taltavull fue tan radical que hasta quedó sacrificado - cual bien recordaba Antoninus Pius – nuestro llorado obispo Carrera. A pesar de ser su inmediato predecesor y haber fallecido hace solo cinco meses.

¿Cómo pueden haber tenido la osadía de desaprobar una mención al obispo Carrera? Muy simple: Era un auxiliar que iba por libre. Libertad que jamás implicó deslealtad. Al revés, tuvo una lealtad tan extrema que no pudo gozar de las mieles de la jubilación, porque no se designó nuevo auxiliar, durante los tres años y medio que transcurrieron desde su renuncia. Tres años y medio en los que siguió ejerciendo su cometido episcopal, hasta el punto de sufrir el mortal derrame cerebral mientras impartía ejercicios espirituales.

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2.04.09

Tarragona mueve ficha

El arzobispo de Tarragona, Don Jaume Pujol Balcells ha decidido mover ficha y realizar un cambio total en su equipo de gobierno. Es cierto que el cambio ha tardado más de lo que algunos hubiéramos deseado, pero se ha demostrado que a pesar de la grandísima prudencia de Don Jaume, no está dispuesto a que las cosas siguen perpetuándose indefinidamente en su diócesis.

El cambio no es un puro maquillaje, porque se han cambiado a todos los vicarios episcopales y sobre todo al vicario general, ninguno de los anteriores continúa en ningún cargo. Lo más significativo, sin duda, es la substitución del Rvdo. Miquel Barberá (foto derecha) por el Rvdo. Joaquim Fortuny (foto izquierda). Solamente mirando las fotos que ilustran el artículo ya se puede apreciar que el cambio es para bien. No sólo porque el Rvdo. Fortuny viste de sacerdote y no con corbata como el Rvdo. Barberá, sino porque representa una nueva generación de sacerdotes (fue ordenado por el mismo Juan Pablo II en Valencia en 1982).

En cambio el Rvdo. Barberá representa el pasado, un estilo de cargo diocesano, que afortunadamente está empezando a pasar a la historia en la mayoría de las diócesis catalanas. Son los eternos “episcopables", los delfines de obispos que nos han dejado una Iglesia catalana desolada, esos obispos que intentaron promocionarlos al episcopado, como sus “dignos” sucesores, pero que no han “colado” en Roma para bien de nuestras diócesis. A algunos como en el caso del Rvdo. Barberá ya se les ha pasado el arroz, otros como el caso del Rvdo. Joan Torra en Vic, perdieron ya su oportunidad, a pesar de que Don Josep Maria Guix quería que fuera su sucesor y se llevó un disgusto monumental cuando el elegido por Roma fue el bueno de Don Román Casanovas.

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Obispo Taltavull: ¡Debe aprender a serlo de todos!

La primera consideración que Germinans desea hacer en esta valoración global sobre la ordenación de Mons. Taltavull el pasado sábado 21, nace de un profundo sentido de la eclesialidad: acogemos con apertura de espíritu y profundo respeto al nuevo obispo auxiliar de nuestra Archidiócesis.

Tras esta bienvenida inicial es necesario proceder a una serie de consideraciones de fondo y de forma.

En primer lugar afirmar que para los propulsores y patrocinadores del evento la ceremonia fue un autentico éxito. Los que apoyaban desde un inicio la candidatura de Don Sebastián exteriorizaban una nada disimulada alegría. La cuestión fue bien patente: las sonrisas de oreja a oreja, los aplausos y los “Tià arriba, Tià abajo” eran una muestra más que evidente de ello.

En segundo lugar reiterar que la elección de Taltavull entra en las coordenadas a las que nos tiene acostumbrados últimamente la Santa Sede en cuanto a los nombramientos de obispos en Cataluña: que no causen sorpresa y que no sean recibidos con hostilidad por el clero mayoritario, más aún, que respondan al perfil que la mayoría del clero acepta gustoso.

El nombramiento de Sistach como arzobispo de Barcelona, los obispos de Lérida y Gerona, ahora el auxiliar Taltavull, dan buena fe de ello.

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