14.05.09

13.05.09

Eduard Subirà, el jefe de protocolo que se saltó el protocolo

Hace unos meses cuando elaboré un artículo sobre el “lobby convergente” que n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach ha recolocado en cargos diocesanos, después de su salida del gobierno convergente, no hice mención del Sr. Eduard Subirà i Rocamora que pasó de ser jefe de protocolo de importantes actos de la Generalitat de Catalunya a jefe de protocolo del arzobispado de Barcelona.

Pero su nombre ha vuelto otra vez a saltar a la palestra, a raíz de la propuesta del gobierno tripartito de colocar el “CAT” y la bandera catalana en la matrícula de los vehículos. En algunos medios de comunicación ha aparecido la fotografía del Sr. Subirà que reproducimos en este artículo, en la que muestra sonriente la multa que le pusieron hace unos años por llevar ilegalmente el CAT en su matrícula. Aunque prosperara la propuesta del gobierno catalán lo que hizo el Sr. Subirà continuaría siendo delito porque no se puede tapar bajo ningún concepto la “E” de España, en la matrícula, como máximo podría añadirse el “CAT” en el lado derecho.

El protocolo sirve para que se cumplan unas normas (para la correcta colocación de personalidades), pero llama la atención que un jefe de protocolo se salte las normas y presuma de ello.

A pesar de ello, de su perfil transgresor con las normas y de su marcado carácter nacionalista, no ha sido ningún obstáculo para ocupar semejante cargo en nuestro arzobispado que se supone que debería ser un ejemplo de cumplimiento de las normas y los protocolos, alejado de cualquier tendencia o preferencia política.

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12.05.09

Dos años. 250.000 visitas

Cuando iniciamos esta web, jamás pudimos pensar que un ejercicio de ciberdisidencia eclesial, tan local y casi circunscrito a la archidiócesis de Barcelona, pudiera obtener tanta resonancia. Empezamos de forma humilde, 20.000 vistas en nuestros tres primeros meses. Al cumplir, un año teníamos 90.000. A finales de Junio de 2008, alcanzamos la mítica cifra de 100.000. Luego el crecimiento exponencial ha desbordado las expectativas más optimistas. Ese número se dobló en Febrero último (100.000 visitas en 8 meses), pero en solo tres meses –de Febrero a Mayo- ya hemos conseguido la mitad de esas 100.000. No hemos podido tener mejor regalo de aniversario: La visita número 250.000, al cumplir dos años de vida. Nunca mejor dicho: la popularidad ha sorprendido a la propia empresa.

¿Dónde radica el éxito de Germinans? Indudablemente en nuestros lectores. Ellos han hallado en esta web a un medio que canalizase un modo de entender la Iglesia, que hasta ahora se hallaba recluido y cuasi-clandestino. Especialmente, en Cataluña. No se trata solo de que expresemos –cada articulista con un estilo determinado- una corriente de opinión que no suele salir a la luz pública, sino que esa corriente de opinión goza de un nutrido predicamento. Muchas personas nos han hecho llegar su gratitud y su reconocimiento, por tener a mano un medio de comunicación que ocupase un hueco que hasta este momento se hallaba libre. Añádase a ello que se ha ejecutado gracias a la rapidez, limpieza, eficacia y gratuidad de esa magia que se llama Internet. Sin internet (y, por tanto, sin Germinans), los medios de comunicación se hallaban absolutamente dominados por una visión eclesialmente progre, sin fisura alguna. Una visión uniforme, gris y sin incentivos. En Cataluña, esta visión copa de una manera absoluta la información eclesial. Desde Germinans se ha suplido esta anomalía y, a lo que se ve, con un auge irrefutable y un acogimiento espectacular.

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11.05.09

Germinans: Tercer año de singladura

Los actuales problemas de la comunión diocesana

Durante estos dos años de existencia de Germinans que hoy se cumplen, nuestro Cardenal Arzobispo ha invocado la necesidad de desaparición de nuestra página y ha trabajado activamente con este fin, en aras a la preservación de una comunión diocesana, “diocesaneidad” dice él, que se encuentra gravemente amenazada con nuestra presencia en los medios.

Deseando afirmar, sin equívocos, la exigencia de la comunión eclesial que se funda sobre los mismos sacramentos de los cuales el Obispo es el canal de transmisión y la fuente (Decr. Presbyterorum Ordinis nn. 2, 7 ) deseamos subrayar que esa comunión debe ser verdaderamente eclesial, es decir, fundada en la caridad, incluso cuando ésta implica la relación de autoridad y obediencia. Ambos términos de la relación deben inspirarse en la comunión.

La crisis de la relación surge, por una parte, cuando no se acepta la idea de la sumisión y se tiende a sustituir el poder jerárquico con nuevas formas de poder mucho más absolutistas y despóticas que aquel; y por otra, cuando se comete un abuso objetivo de poder, incluso cuando éste es legítimo y las intenciones son rectas. Es necesario que desde todas las posiciones eclesiales existentes en nuestra archidiócesis, se reconozca que el ejercicio de la autoridad por parte de Martínez Sistach adquiere una desproporcionada forma de absolutismo, monolitismo y monopolio, formas muy alejadas del espíritu de la comunión eclesial. La lejanía psico-sociológica entre clero y el Cardenal es absolutamente real.

Por otra parte, los sacerdotes, jóvenes y no tan jóvenes, sentimos la repercusión en nuestro ánimo de muchos trazos que son característicos de una mentalidad, de una psicología que se suelen atribuir al “hombre de hoy” (usamos esta expresión un tanto genérica por comodidad práctica) y que quizá encuentran en las condiciones psico-sociológicas del sacerdote el terreno para su expresión más pura, más ingenua, más significativa, como hemos podido constatar en los últimos años.

Nos enfrentamos pues aquí a la raíz de la crisis: la nueva actitud del hombre de hoy frente a las instituciones y especialmente frente a la autoridad.

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9.05.09

La misa romana. Capítulo 24: “Unde et memores” (Recordando te ofrecemos)

En señal de respeto la palabra humana ha querido, al llegar el momento augusto de la consagración, desaparecer o aparecer lo menos posible para dejar espacio a la palabra divina que se asoma al relato maravilloso de la institución. Ahora, una vez pronunciadas las palabras divinas, de ellas brotan espontáneamente las humanas, como ampliación y cumplimiento de un mandato. El mandato fue que hiciéramos lo que hizo Cristo. Por tanto, las palabras con que los hombres reanudan su plegaria son expresión de haberse cumplido el mandato; en memoria suya se ha realizado la acción sacrificial. Es lo que queremos decir con el “…memores…offerimus”: (recordando…te ofrecemos). No decimos: “ofreciendo recordamos” ni tampoco “recordamos y ofrecemos”, porque ambas acciones no tienen el mismo valor: Cristo nos mandó como acción principal el sacrificio.

Esto no impide que la oración empiece con el recuerdo: “Por tanto, Señor…recordando la sagrada pasión del mismo Cristo, tu Hijo, Señor Nuestro, así como su resurrección de entre los muertos y también su gloriosa ascensión a los cielos…” No se trata aquí de recordar la vida de Cristo, lo que únicamente se quiere conmemorar es propiamente la redención, que no se limita a la pasión y muerte (como lo parecer suponer la liturgia galicana) sino que comprende también la resurrección, colofón que cierra la obra redentora de Cristo. Pasión y resurrección forman una unidad inseparable; por esto se les dio un único nombre que abarca ambas fases del misterio de la redención: “pascha”. Pascua fue la expresión para designar no sólo el Domingo de Resurrección, sino aún la Semana Santa. Antiguamente pascha era sinónimo de sacrificio, hoy lo es de solemnidad. ¡Esplendida profesión de fe en la fuerza victoriosa de la acción redentora de Jesús, que en la resurrección no cambia de signo, sino que continúa recta hasta llegar en línea ascensional al trono mismo de Dios!

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