22.05.09

La clave del lince

“NO A LA GUERRA”, “ACABEMOS CON LA PENA DE MUERTE”, “SALVEMOS AL LINCE y a las focas y a las ballenas”, “No hay peros ni explicaciones que valgan”, “Hay que ser intransigentes con esas formas de inmoralidad no contempladas en la moral tradicional”, gritan hoy los progresistas. Para desgañitarse luego gritando con todas sus fuerzas: “SÍ AL ABORTO”. SÍ hasta en sus formas más truculentas: basta que sepamos explicarlo, que se den determinados supuestos, que tengamos buenas razones; o a falta de éstas, buenos pretextos. ¿Para el aborto? No, que el aborto es un derecho humano de género, adoctrinan, que no necesita más pretexto que la voluntad de la embarazada. Las buenas razones son para las formas más horripilantes e inhumanas del aborto; son para abortar bebés que están ya en condiciones de nacer, envenenándolos o descuartizándolos previamente, para que no le den a la madre el disgusto de nacer vivos. He ahí la moral progresista: todo para el lince no nacido, nada para el niño no nacido.

Y todo ello en nombre del progreso de la humanidad. He ahí la mayor de las paradojas de nuestra civilización, que viene empeñándose desde hace unos siglos en erradicar las guerras y toda forma de violencia, incluso la legítima del Estado, para evitar la muerte provocada por la mano del hombre. Y actúan así para dejar asentado e inamovible que ninguna persona ni institución tienen legitimidad para disponer de la vida de un ser humano. La paradoja está en que los acérrimos enemigos de la guerra, de la pena de muerte y de cualquier forma de maltrato a los animales, sean tan amigos y defensoresde LA PENA DEL ABORTO.

Es igualmente paradójico que al mismo tiempo esta civilización del 0,7%, antropófila y filantrópica donde las haya, recorra el mundo del uno al otro confín buscando pobres y desvalidos en los que volcar su ideología y sus políticas de solidaridad: porque esta sociedad tan bondadosa se siente corresponsable de la muerte por violencia, enfermedad o pobreza de cualquier ser humano, dondequiera que ésta se produzca. Es la filantropía en estado puro, convertida en solidaridad universal. Es la gloria del progreso.

Sigue la paradoja de esta inexplicable e inexplicada sociedad en el despliegue científico, tecnológico y económico jamás igualado, para combatir el hambre, la enfermedad y la muerte en todo el mundo. El objetivo sigue siendo el mismo: alargar la vida de cada uno de los que han conseguido hacerse un hueco en esta poderosísima sociedad, y extender esos beneficios a todo el universo.

Y finalmente, para que no le falte la guinda a la paradoja, esta filantrópica sociedad ha proyectado su antropofilia a la Madre Tierra y a todas las especies tanto animales como vegetales que en ella se crían. Los corazones de esta sociedad dedican especial ternura a las especies en peligro de extinción y a sus crías, y sangran de dolor ante las prácticas de encarnizamiento a la hora de dar muerte a los animales. “No desratizarás con cepos por evitarles el estrés a las ratas”, reza la ética moderna. Por eso y por el agujero de ozono y por el cambio climático y por las especies en peligro de extinción, esta sociedad tan exquisitamente sensibilizada, está dispuesta a soportar altos niveles de represión y está decidida a renunciar a espacios de libertad. Porque según reza su progresista doctrina ecologista, donde empiezan los derechos de supervivencia del planeta Tierra y de las especies que lo habitan, justo ahí terminan los derechos del hombre.

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21.05.09

El obispo: ¿Buen pastor o asalariado?

El Concilio Vaticano II en su afán de renovación de la Iglesia trazó el ideal de lo que deben ser los obispos en el decreto Christus Dominus, promulgado el 28 de octubre de 1965:

“En el ejercicio de su ministerio de padre y pastor, compórtense los Obispos en medio de los suyos como los que sirven, pastores buenos que conocen a sus ovejas y son conocidos por ellas, verdaderos padres, que se distinguen por el espíritu de amor y preocupación para con todos, y a cuya autoridad, confiada por Dios, todos se someten gustosamente. Congreguen y formen a toda la familia de su grey, de modo que todos, conscientes de sus deberes, vivan y obren en unión de caridad.

“Para realizar esto eficazmente los Obispos, “dispuestos para toda buena obra” (2 Tim., 2,21) y “soportándose todo por el amor de los elegidos” (2 Tim., 2,10), ordenen su vida y forma que responda a las necesidades de los tiempos.

“Traten siempre con caridad especial a los sacerdotes, puesto que reciben parte de sus obligaciones y cuidados y los realizan celosamente con el trabajo diario, considerándolos siempre como hijos y amigos, y, por tanto, estén siempre dispuestos a oírlos, y tratando confidencialmente con ellos, procuren promover la labor pastoral íntegra de toda la diócesis.

“Vivan preocupados de su condición espiritual, intelectual y material, para que ellos puedan vivir santa y piadosamente, cumpliendo su ministerio con fidelidad y éxito. Por lo cual han de fomentar las instituciones y establecer reuniones especiales, de las que los sacerdotes participen algunas veces, bien para practicar algunos ejercicios espirituales más prolongados para la renovación de la vida, o bien para adquirir un conocimiento más profundo de las disciplinas eclesiásticas, sobre todo de la Sagrada Escritura y de la Teología, de las cuestiones sociales de mayor importancia, de los nuevos métodos de acción pastoral.

“Ayuden con activa misericordia a los sacerdotes que vean en cualquier peligro o que hubieran faltado en algo.

“Para procurar mejor el bien de los fieles, según la condición de cada uno, esfuércense en conocer bien sus necesidades, las condiciones sociales en que viven, usando de medios oportunos, sobre todo de investigación social. Muéstrense interesados por todos, cualquiera que sea su edad, condición, nacionalidad, ya sean naturales del país, ya advenedizos, ya forasteros. En la aplicación de este cuidado pastoral por sus fieles guarden el papel reservado a ellos en las cosas de la Iglesia, reconociendo también la obligación y el derecho que ellos tienen de colaborar en la edificación del Cuerpo Místico de Cristo”
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20.05.09

El cardenal Sistach en TV3

Nuestra televisión pública tripartita (TV3) volvió a invitar de nuevo a n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach en otro “tête à tête” con el periodista Josep Cuní conductor del programa “Els matins” de la cadena autonómica. Ayer alrededor de las nueve de la mañana y durante 22 minutos intensos se le preguntó sobre todas las cuestiones de actualidad, como por ejemplo el tema del día (las subvenciones a los vehículos) en la que nuestro obispo reconoció “no entender del tema", o sobre el Barça (nuestro cardenal se reconoce “culé", y estará en Roma el día de la final de la Champions League, aunque no en el estadio olímpico) pasando lógicamente por las cuestiones que afectan a la Iglesia, que son las que ocuparon la mayoría del tiempo. Como ayer nos recordaba Oriolt su pelo era mucho más blanco que en las fotografías oficiales.

Reconozco que nuestro arzobispo es un buen “botiguer” (tendero), si no hubiera llegado al sacerdocio hubiera sido fantástico vendiendo sus productos detrás de un mostrador. En este caso “vendió” bien su producto, que no es otro que ser cristiano en la compleja situación que nos ha tocado vivir. Siempre sin irritar a los gobernantes (los de aquí y los de Madrid), en un estilo prudente, dialogante y sonriente, cualidades que hacen que seguro que volverá a ser llamado por los dirigentes de la televisión en otras ocasiones.

Pero nuestro cardenal no se escondió en las cuestiones delicadas, consciente de que algún monseñor (y no me refiero al Rvdo. González Agápito) también lo estaba viendo en directo, defendió la doctrina de la Iglesia en cuestiones tan comprometidas como la ampliación de la ley del aborto o la posibilidad de abortar sin consentimiento paterno a las menores de 18 años, la píldora del día después, también la defensa del Sumo Pontífice, a quien el Sr. Cuní acusó de haberla “pifiado” en diversas ocasiones. Su lenguaje y sus ejemplos concretos eran comprensibles, claros y directos algo que agradece el televidente, acostumbrado a que algunas autoridades eclesiásticas se van a veces por los cerros de Úbeda, o utilizan un lenguaje ininteligible.

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19.05.09

Las canas de nuestro Cardenal

Aunque no lo parezca, entre las dos fotos solo han pasado cinco años. La primera es la foto oficial de nuestro arzobispo, al inaugurar su pontificado en la diócesis. La segunda es una foto reciente. Salta a la vista la conversión de su cabello lacio y azabache en un pelo entrecano, con ribetes níveos. Las malas lenguas aducen que se trata de un abandono del tinte capilar. Otras consideran que se trató de una promesa, de dejar la anilina, al recibir la púrpura cardenalicia. Incluso hay quien lo demora al nombramiento de auxiliar. Yo no me lo creo. Las canas de nuestro Cardenal son debidas a las numerosas preocupaciones que le asolan como Pastor de Barcelona. Siempre he pensado que lo peor de Sistach no es él, sino su camarilla: los Sistach-macoutes. Nuestro arzobispo inició su pontificado, con la obsesión de terminar con la división de la diócesis barcelonesa, que tanto daño había hecho en la era del cardenal Carles. Para ello pactó con los sectores progresistas y entregó su confianza a un hombre de su generación (Matabosch) y en quien veía que era su alter ego (Turull). Con ellos al frente, tendió puentes a la antaño belicosa Unió Sacerdotal y se congració con los pocos jóvenes progresistas que quedaban (Romeu y Cabot, no hay más). Estaba convencido que dominando el avispero progresista, no iba a tener el menor problema y que el sector más ortodoxo no le iba a causar ningún peligro. Pensaba que a la Barcelona que regresaba era la misma que dejó para ir a Tortosa. Pero habían pasado quince años. Y en estos quince años había surgido una generación de sacerdotes jóvenes, trabajadores y eficaces que no estaban dispuestos a ver languidecer la diócesis. Asimismo la fuerza laical se hallaba incardinada a través de los nuevos movimientos. No los conocía y a ambos no solo los ignoró, sino que los despreció olímpicamente. El resultado está a la vista: Una diócesis partida en dos, absolutamente dividida en dos mitades, que no pueden ni verse. Esta es la realidad que ha hecho encanecer a nuestro mitrado. El intenta despistar culpando a Germinans, pero esta reacción es similar a la del niño que cuando trae malas notas a casa, culpa al profesor de que le tiene manía. Es una reacción infantil, propia del que señala el dedo y no la luna.

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16.05.09

¿Por qué existimos?

# Porque nos negamos a resignarnos ante una forma de hacer Iglesia en la que quedan excluidos o aparcados los mejores sacerdotes, los que tienen sus templos llenos de niños tomando la comunión en este mes de mayo, los que trabajan para que el sacramento de la confirmación no pase a ser historia en nuestra Archidiócesis.
# Porque nos negamos a que sea rector de nuestro seminario aquel que se manifestó megáfono en mano contra una decisión del Vaticano.
# Porque nos negamos a que se mire para otro lado cuando un sacerdote de nuestra diócesis declara en un periódico que ha pagado abortos.
# Porque nos negamos a que la formación de nuestros laicos esté en manos de quienes no están en comunión con la fe de la Iglesia.
# Porque nos negamos a que nuestra Iglesia sea un elemento decorativo más de ese plan que quiere arrancar a nuestra tierra del mapa de España.
# Porque nos negamos a callar ante la frialdad en el trato de nuestro n.s.b.a Cardenal hacia sus sacerdotes, a quienes despacha como si fueran funcionarios del Estado en vez de hombres que han entregado su vida a servir a Dios y su Iglesia.
# Porque queremos una Archidiócesis más católica, más cercana a todos sus fieles, independientemente de su lengua materna, su procedencia y su destino.
# Porque queremos una Iglesia local activa, evangelizadora, optimista, viva.
# Porque, en definitiva, amamos a Cristo. Por eso no callamos. Por eso no nos taparán la boca. Somos conscientes de que a veces nos equivocamos y cometemos errores. Incluso alguna injusticia. Pero la web de Germinans germinabit sigue siendo hoy necesaria. Si no existiera, habría que inventarla.

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