8.07.09

Cambios de destinos parroquiales en Barcelona, Terrassa y Sant Feliu

Por estas fechas se hacen públicos los cambios de sacerdotes en nuevos destinos parroquiales para el próximo curso. Habiéndose oficializado los citados nombramientos en las tres diócesis de la provincia eclesiástica de Barcelona, como primer titular puedo decir que los de Barcelona me parecen para echarse a llorar, los de Terrassa me parecen fantásticos y los de Sant Feliu responden a la compleja situación que describí en mi artículo de la semana pasada, una diócesis en la que el bueno de Don Agustín tiene muy poco margen de maniobra a la hora de poder hacer nombramientos.

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7.07.09

El vicario episcopal Segis

Segismundo (en los carteles Segimón y para los amigos Segis) García Ramiro es una sacerdote nacido en Rollán (Salamanca) el día 21 de enero de 1941. Estudió en el Seminario barcelonés y fue ordenado por el Doctor Modrego, en fecha 19 de diciembre de 1964. Ha sido vicario de la parroquia de San Luis Gonzaga (cuando participó en la manifestación de sacerdotes de la Vía Layetana de 1966) y párroco de Sant Pere Ermengol, San Paulino de Nola, Sant Ambròs y Sant Pere de Masnou. En el año 2004, al inicio del pontificado de Sistach, fue designado vicario episcopal de la zona del Maresme. En el año 2008 fue nombrado rector de la parroquia de Sant Josep de Mataró, en sustitución de Mossèn Jordi Cussó Porredón (de la Casa de Santiago), que llevaba nueve años de párroco.

En su último artículo, mi admirado Antoninus Pius nos daba la noticia que el pasado día 27 de Junio, en su parroquia se invitó a la excéntrica monja Teresa Forcades a celebrar una cena-coloquio. El tema de debate era sugerente: ni más ni menos que “El placer”. Ya conocen las estrambóticas teorías de la religiosa mediática. Recordemos que, según ella, la relación entre la madre y el feto es tan singular, que solo la madre tiene poder de decisión sobre aquél. Bajo el eufemismo de ese omnímodo poder de decisión, no se esconde otra cosa que una “comprensión” de la profesa Forcades ante el aborto. Aunque más inocuas, no dejan de ser extravagantes sus peregrinas teorías acerca del inmenso poder de las empresas farmacéuticas, convertidas en una serie de expendedores de cicuta. No llego a entender como esas descomunales dislocaciones pueden ser producto de una fluida capacidad en un ser racional, no digamos ya en una religiosa meramente alfabetizada, pero, en definitiva, son las opiniones propias y personales de Teresa Forcades. Es obvio también que los medios de comunicación tiendan a resaltar y dar pábulo a una monja con pantalones, que defiende el aborto. Lo grave, lo inusitado, lo intolerable es que la acojan los católicos de a pie y le monten saraos “ad maior gloria Forcades”. Pero lo que ya resulta inadmisible, a la par que nos conduce a la desazón, es que la invitación a la monja mediática se celebre en la parroquia de un Vicario episcopal de la diócesis.

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6.07.09

Dos sacerdocios, dos Iglesias irreconciliables (por ahora)

El pontificado del Cardenal Martínez Sistach polariza desde el primer momento la Iglesia barcelonesa en dos bandos irreconciliables. Progresismo y anti-progresismo centrarán, con la aparición de Germinans, una lucha continuada, sin límites, sin fronteras. La mente clara y los pasos decididos marcados por Benedicto XVI, a quien con enorme dosis de hipocresía dedicó su mensaje semanal el Cardenal Sistach, como siempre dos actitudes, dos guiños, dos caras, nos indican cual es el verdadero modelo de sacerdote que necesita la Iglesia.

Comúnmente llamada “progresista” es la Iglesia de Mn. Joan Cabot, párroco de Nuestra Señora de Lourdes en Pueblo Seco, a quien vemos sentado con pantalones cortos y gesto circunspecto ante la alocución que el Abad de Montserrat dirigió a sus feligreses en la Romería de este año. ¡Así se presenta un párroco encabezando una peregrinación de su feligresía, si señor! ¡Con dos botarrones!

Pero hay más. Porque esa fotografía es un reflejo de la Iglesia que construye Cabot y el progresismo barcelonés. Vacíos los templos de vida de piedad y sacramental, los llena con presentaciones de libros, en el que el párroco hace de presentador y técnico de luces y sonido o con alguna Maratón por alguna causa solidaria en la que los niños cantan o danzan en el templo, u organizando un concierto folk o rock de “nueve a doce”, con la batería delante del altar.

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5.07.09

Capítulo 31: El "Pater Noster"

De unas palabras de Optado de Milevi contra los donatistas podemos sacar que con mucha probabilidad el “Pater noster” se decía como preparación para la comunión al principio del siglo IV. Lo da como costumbre general para toda la Iglesia, San Agustín, y de él hablan como cosa corriente San Jerónimo y San Ambrosio. Parece que este último se refiere a la liturgia romana. En cambio, en España, por documentos de época bastante posterior, se advierten algunas vacilaciones sobre el aceptarlo definitivamente en el culto. Cuando San Agustín admite excepciones, como se ve en la Epístola 149, l6 (PL 33, 637) y en los Sermones 17, 110 y 227, probablemente se está refiriendo a España.

Verdad es que el Leoniano omite el Paternóster; pero como contiene el embolismo, la omisión no quiere decir que no se rezaba, sino que, por lo conocido que era su texto, ni se detenía a mencionarlo en el Sacramentario.

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4.07.09

Los "Abortables"

He compuesto este nombre a imagen y semejanza de “LOS DESECHABLES”, un espécimen humano que conocí en Medellín. Por obra y gracia de las leyes abortistas, todo ser humano pasa por la condición de ABORTABLE, y muchísimos de ellos son en efecto abortados bajo la mirada autocomplacida de una sociedad que sin brújula ya y desnortada, está convencida de que ha encontrado por fin el sentido de su existencia en las leyes de la muerte. 

Es el caso, que hace una década vi en Medellín, desde una autopista elevada, una calle hundida y sin salida, abarrotada de gente de muy mal aspecto. Pregunté a mi anfitrión qué suceso era aquél y qué hacía allí tantísimo personal. “Son LOS DESECHABLES”, me dijo con indiferencia. Al percibir que no me daba por informado, me explicó que se trataba de los marginales de la ciudad: drogadictos, borrachos, enfermos de SIDA, vagabundos, maleantes. Y para redondear la información añadió que todos los días morían ahí algunos violentamente sin que interviniese la policía para nada. Así eran las cosas en aquel entonces.
 

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