La reforma no es solo labor de Roma (I)
Los esfuerzos que deben reconducir la interpretación sesgada y desviada de las constituciones y decretos del Concilio Vaticano II, que se ha producido en estos últimos cuarenta años, hacia posicionamientos en comunión con la tradición de la Iglesia, necesitan, por utilizar un símil físico, de una palanca y de un punto de apoyo. Es insuficiente e injusto esperar que la reforma venga toda de Roma, de la Curia, de las decisiones canónicas de Papa Benedicto XVI. La Iglesia no es un mecanismo teledirigido desde Roma por medio de botones e interruptores. Es necesario el concurso de la Iglesia de Barcelona, es decir de los sacerdotes y seglares de esta Archidiócesis, el coadyuvar en esta renovación. La reforma gregoriana iniciada en el siglo XI que liberó progresivamente la Iglesia en Cataluña de las manos usurpadoras del poder civil proporciona sugerentes analogías y ejemplos, que actualizados a las categorías actuales, pueden ser de gran utilidad para la tranquilidad de muchos espíritus inconformistas con la mayoritariamente funesta realidad eclesial actual de Barcelona. Seguiremos en la exposición de los hechos objetivos al eminente historiador eclesiástico ausonense Dr. Antoni Pladevall i Font, discípulo del Dr. Eduard Junyent i Subirà, a la vez discípulo del gran Josep Gudiol i Cunill.