10.01.10

Germinans, año cuarto: lo que nosotros somos

Siempre he experimentado un desesperado amor por la palabra escrita. La historia de Germinans, a las puertas de este cuarto año de aventura, es preciso que la relate yo, a mi manera, como mejor sepa, y con el tono que me es propio.

Esta historia puedo decir que la hemos vivido día a día, como las estaciones de un calvario modesto y personal, como las etapas de un duro viaje en el cual las piedras han desollado a los peregrinos –un viaje que no ha terminado- un rudo viaje en verdad, pero un viaje en el cual los ojos de los caminantes no se han apartado de la estrella, y la estrella nunca ha abandonado a los viajeros.

Y en ese viaje “cada uno da lo que puede”, como dice el adagio popular. Porque existen cien maneras de trabajar por el bien de la Iglesia, cuando uno permanece esencialmente ligado a ella, y a falta de ser “un alma iluminada”, es un alma de buena fe. Es en virtud de estas humildes razones por lo que, por nuestra parte, siempre hemos querido corresponder con nuestros obispos, confiarnos a ellos, explicarles las profundas miserias y los dolores de los cuales nos hacemos eco, en particular de tantos sacerdotes y laicos que sufren – a quienes se les ha pretendido cerrar la boca- y que no tienen más voces que las nuestras para expresarse.

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9.01.10

Capítulo 7º: Ejercicio de santa indiferencia entorno al latín

En los apuntes correspondientes al 26 de octubre de 1962, el P. Martín Descalzo anota:

“En todas las conversaciones conciliares de estos días -dentro y fuera del Aula- gira incesante el tema del latín, punto para muchos fundamental en toda reforma litúrgica. Valdrá la pena que nos detengamos en él para revisar cuánto en estos días se dice en su favor y en contra suya”.

Tras realizar una ponderada síntesis histórica sobre el uso del latín como lengua litúrgica en la Iglesia, nuestro cronista concluye acertadamente afirmando:

“… la Iglesia, que mantiene el latín en Europa cuando ve las lenguas vulgares aliadas a ideas heréticas, tiene la mano abierta para quienes lo piden por el verdadero bien de los fieles. Y así tenemos, en 1713 y 1736, dos concesiones de celebración en lengua vulgar para armenios y maronitas”.

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7.01.10

Los lemas episcopales

Revisando unos datos sobre la vida del Dr. D. Gregorio Modrego Casaus (para conmemorar los 110 años de su nacimiento en este 2010 y el 75º aniversario de su consagración episcopal en 2011), nos hemos encontrado con un dato muy interesante que da la medida de su gran talla humana: su lema episcopal. Normalmente, las divisas o lemas que figuran en los escudos son indicadores de un ideal, de un programa de vida, de una virtud exigible a quien lo ostenta en su blasón. El del que fuera arzobispo de Barcelona durante largos y decisivos años estaba tomado del Evangelio: “VT VNVM SINT” (Que sean uno), palabras que dirigió Nuestro Señor Jesucristo al Padre Celestial en su oración sacerdotal.

En la biografía exhaustiva que le dedican los eclesiásticos Francesc Muñoz Alarcón, Josep Maria Martí Bonet y Fidel Catalán Catalán se leen a propósito de este lema del escudo del Dr. Modrego estas interesantes y reveladoras palabras: “Conviene que tratemos aquí sobre el lema del doctor Modrego, ya que posiblemente nos dará el punto de partida para exponer otros aspectos y acontecimientos de su largo pontificado. El lema es la síntesis de un posible programa de posteriores actuaciones pastorales. En primer lugar hay que decir que hay quien afirma que el doctor Modrego cumplió a la perfección su lema hasta el final de su vida. Así, un sacerdote diocesano declara: «El entierro del doctor Modrego reflejó el significado de su escudo episcopal, “Ut unum sint” , porque a él asistieron sacerdotes de todas las tendencias, desde los más conservadores hasta los de mayor vanguardia… Fue impresionante”. Es muy cierto que el “Ut unum sint” dio muestra, al menos, de la preocupación por la unidad en el clero, la diócesis (los fieles), religiosos y religiosas. También incluiría la unidad de los cristianos y el deseo de que muchos entrasen dentro de la unidad de la Iglesia (misiones). Después de esta tan amplia definición nos encontramos perplejos ante la unidad del pontificado del doctor Modrego. Nos preguntamos si la cumplió de manera plena» . Más adelante, y después de presentar datos concretos, los autores concluyen: «Ciertamente a lo largo de su pontificado el doctor Modrego procuró cumplir el lema de su escudo».

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De la pastoral Tampax a la corsetería: los maristas en Cataluña

En 2003 los Maristas en España se dividieron en cuatro provincias (Compostela, Ibérica, Mediterránea y l’Hermitage). Cada instituto religioso tiene libertad para organizarse como le convenga y por tanto de segregar Cataluña del resto de España y unirlo a Francia. La provincia de l’Hermitage esta formada por Cataluña, Francia, Suiza, Hungría, Grecia y Argelia. Es decir que solo el territorio español es el que se divide ya que el resto son unidades estatales. Pero cada instituto, como se ha dicho, tiene libertad para organizarse como le de la gana.

Pero como las realidades estatales necesitan de organismos estatales, pues uno no vive en el mundo de las ideas sino en el de la burocracia, los maristas tuvieron que crear la CME, la Conferencia Marista de las Provincias con obras en España, con sede en el Centro Marista de la calle Xaudaró de Madrid, organismo que reúne como dice el kilométrico nombre las provincias maristas con obras en España (Compostela, Ibérica, L´Hermitage y Mediterránea). Algunos pensaran que es una estrategia de los de por aquí para largarse de España, aunque solo sea a nivel del Instituto. Otros, que es un camino para salvar los muebles de una agónica Francia marista –la cuna-, en vías de extinción. El hecho que la provincia del Mediterráneo se sustente en el levante y sur español e incluya Italia entera -país donde el Instituto agoniza como en Francia-, lo corroboraría. En resumen, se desgaja la España marista para apuntalar la Europa occidental marista.

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5.01.10

La batalla contra Munilla también se libra en Cataluña

El progresismo y el nacionalismo eclesial se están jugando mucho con el nombramiento de Don José Ignacio Munilla como obispo de San Sebastián. Saben que es la pieza clave que va a decidir el futuro de la Iglesia en comunidades como Vascongadas y Cataluña. Si la carta Munilla sale bien, no sólo habrán perdido una batalla, sino que habrán perdido la guerra, desde ese momento las cosas van a cambiar totalmente. Desde Roma ya no se amedrentarán más, y el modelo de obispo condescendiente con los abusos del progresismo y de linea más nacionalista que pastoral habrá pasado a la historia. Después de Don José Ignacio vendrán otros como él y poco a poco va a quedar atrás una etapa oscura de la Iglesia en estos territorios históricos que ha dejado al catolicismo en sus niveles más bajos.

Por eso la batalla contra Munilla no sólo se juega en tierras vascas, donde han puesto toda la carne en el asador, sinó también aquí, porque la sombra de Munilla es alargada y la imagen de un “Munilla catalán” está planando sobre las preocupadas cabezas de los progresistas-nacionalistas catalanes. Por aquello de “cuando veas las barbas de tu vecino…” algunos se están empezando a poner muy nerviosos.

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