23.01.10

A Sistach se le vió el plumero

Sentadito en un banco compartido con otros cuatro fieles, he asistido a la beatificación del Dr. Josep Samsó Elias en la Basílica de Santa María de Mataró. Yo, pobre fiel del pueblo de Dios aquí bautizado y confirmado, pero algo entendido en las cosas de su Iglesia, he vivido con mucha emoción el anuncio de la glorificación pública de quien nunca conocí, pero a quien siempre admiré, he procurado imitar y al que muchas veces me he encomendado.

La ceremonia ha empezado con cierto personaje desafinando, que no cantando, por el micrófono (el mismo que animó el Concilio Provincial Tarraconense y la mano derecha de Sistach en su pontificado en Tarragona): “Oh màrtirs del Crist”, como siempre se hace en esta mal atendida iglesia y contra lo que aconsejan todos los peritos musicales. El Legado Pontificio ha aparecido en traje coral. Evidentemente, el Legado tenía que presidir, aunque no fuera cardenal, la celebración. Tal como está mandado incluso en los Concilios Ecuménicos y aunque el Legado no sea ni Obispo. Pero Sistach no lo ha permitido. Él tenía que ser la estrella. Amato el Legado sí, que cumpliera sus funciones “burocráticas” ya que el Papa había tenido la descortesía de no nombrarle a él Legado, pero no tenía que ofuscarlo.

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21.01.10

Sistach enerva a todos con la Beatificación

Luís XIV Martínez-Sistach, el Escenógrafo

A solo tres días de la beatificación podemos hacer ya una breve síntesis de lo que ha sucedido hasta ahora.

La organización de la beatificación primero ha estado paralizada y posteriormente hipotecada y obstaculizada por Sistach. Su aportación ha sido en todo momento una rémora que ha disgustado enormemente a los parroquianos de la Basílica de Santa Maria de Mataró, quienes cada vez más se manifiestan con palabras más y más duras a medida que conocen al interfecto.

Han importunado enormemente, hasta el enfado general, su retraso en el inicio de la organización de los actos, su mala planificación posterior, sus elecciones poco meditadas y alejadas de todo contacto con la realidad local, sus miedos y intereses personales, sus palos a las ruedas constantes cada vez se le proponía una iniciativa, su tardanza en dar respuestas, la supeditación de todo –hasta los detalles mas nimios- a su última palabra y decisión, su voluntad de convertirla en un escenario artificial de una normalidad eclesial diocesana que no existe en Barcelona(como por ejemplo la colocación de los contados jóvenes en puestos muy visibles para que el nuncio los vea) la centralización enfermiza de decisiones en su persona y su nula capacidad de delegación, su elección de colaboradores en personas generalmente incompetentes como el egocéntrico vicetiple Arenas -personaje capaz de poner un yo en el sujeto, verbo y predicado de la misma oración- o en el vicario episcopal-florero Segis, (silenciado con las ayudas del obispado a la restauración de su templo parroquial), su rechazo a tener en la comisión de organización a eclesiásticos diligentes y de reconocido prestigio, residentes ahora en Barcelona pero naturales de Mataró –para que no le hagan sombra-,como el párroco de la Inmaculada Concepción, o el de Santa María Reina, hombres de brillante formación y capacidad, su trato mal educado, su patológica y servil tendencia a buscar la aquiescencia de las autoridades civiles públicas y medios de comunicación, su desprecio hacia los colaboradores seglares pencaires (los currantes), su insultante sentido de superioridad, su pretensión de pretender sentarse sobre las gradas que conducen al altar que a modo de tarima lo eleva del nivel del presbiterio para que la asamblea lo vea mejor, sus impertinentes chascarrillos y comentarios frivolizando la beatificación ( como por ejemplo “que la próxima sería la suya propia” o que nadie vendrá a rezar a la tumba del beato) en una palabra, sencilla y llanamente: su incapacidad para elevar hacia un plano más sobrenatural el sentido de la beatificación.

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19.01.10

Amigo, Uriarte, Danneels... falta Sistach


Los últimos nombramientos episcopales por parte de Su Santidad Benedicto XVI no pueden ser más esperanzadores. No sólo se está nombrando a buenísimos obispos sino que en su nombramiento está implicito un rechazo a sus antecesores, una ruptura total con esos obispos que no han sido merecedores de la confianza de Roma.

Si yo fuera n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach, no estaría muy tranquilo, es cierto que, como Zapatero, no finaliza su mandato hasta el año 2012, pero está muy claro que la linea de nuestro prelado, como la de otros similares (Amigo, Uriarte, Danneels…) no cuenta con las simpatías romanas.

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Miró i Ardèvol versus Oriol Domingo

La doble página de religión de La Vanguardia venía este domingo con una sorprendente novedad: un artículo a cinco columnas de Josep Miró i Ardèvol titulado “Los católicos catalanes y su Iglesia: una fotografía”. El artículo era una contestación voluntarista al reportaje emitido por el mismo rotativo el día 11 de enero, titulado “Catalunya es menos católica”

No voy a adentrarme en el contenido de ambos artículos. Los dos se refieren a estadísticas y ya se sabe que pasa con las estadísticas y los pollos.

Más que el artículo en sí, lo que constituye una auténtica noticia es que la doble página de religión de La Vanguardia, que en los últimos años solo ha tenido un dueño y señor: Oriol Domingo; pueda albergar otras voces que se hallan en las antípodas del titular de la página.

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17.01.10

Ideas que afloran



Verdaderamente hay ideas que afloran en la tupida selva de la información religiosa.  Voy a remarcar sólo dos: una, referida a mosén Francisco Romeu, la otra, al rechazo de un nutrido número de curas al nombramiento de Munilla.

1.-El sacerdocio debe ser sólo por un tiempo

Don Francisco Romeu es el “periodista” y sacerdote de Barcelona que, junto con otros dos presbíteros, escribió defendiendo entre otras cosa las uniones homosexuales. Ahora, en el último número de la revista “Foc Nou”, dedicado al sacerdocio, acaba de pedir – no se sabe a quién – que el sacerdote pueda serlo sólo “por un tiempo”, dejando a parte todas esas cosas de la consagración y de la ontología del presbítero, para los religiosos. El cura secular, pues, debería serlo ad tempus y que pueda volver luego, si así lo desea, a la vida seglar. Y en esta revista escriben un vicario general, José M. Domingo, de San Feliu, y el rector del Seminario de Barcelona, José M. Turull.

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