Germinans da la cara
Mariano Arnal Arnal |
“El fiscal solicita un año de prisión y 3.880 euros de multa para tres personas acusadas de falsear los datos para contratar en 2008 el traslado de un dominio de Internet gestionado por un colectivo ultracatólico de clérigos y laicos” (El País 13/04/2012).
Las tres personas somos el abajofirmante, Mariano Arnal Arnal y un matrimonio amigo totalmente inocente. Pensando en ellos sobre todo, escribo ahora estas declaraciones que decepcionarán a los conspiranoicos. Sin embargo ahí ofrezco mi percepción de la verdad.
Allá por el pleistoceno, la casualidad me llevó a conocer a un sacerdote con el que coincidí en la crítica de cuestiones de la Iglesia en Cataluña, que a los dos nos parecían graves. Pero lo más grave era que oficialmente había una total unanimidad tanto en el clero como entre los fieles, respecto a tanta desviación. Fue entonces cuando le sugerí la necesidad de hacer públicas esas críticas para darlas a conocer a quienes veían la realidad con nuestros mismos ojos, que tenían que ser muchos con seguridad, pero que al no formar parte de la oficialidad, estaban condenados al silencio.
Me explicó el sacerdote que él ya trabajaba en esa dirección con una página titulada “ De bello pállico ”, pero que sería bueno emprender algo de mayor envergadura y con más personas implicadas. Ese nuevo emprendimiento se llamó Germinans germinabit , y se diseñó en mi casa, fungiendo de informático uno de mis hijos: le pagué religiosamente. Ante el acoso que sufriría la publicación, por razones de seguridad decidimos cambiar la domiciliación y el hosting. Al no estar disponible mi hijo en aquel momento, encargué la gestión a nuestro amigo Mario Solsona, que se maneja muy bien en ese terreno, a lo que accedió gustoso.
Y puesto que la web tenía como objetivo dar a conocer informaciones y opiniones, y no promocionar (o poner en la picota) a informantes y opinantes, decidimos que, siguiendo una táctica generalizada y admitida en todo el ámbito internet, trabajaríamos con nicks de principio a fin. Fue así como el propietario de la página resultó ser un José ( de Joseps, Joans i ases, n’hi ha a totes les cases : Josés, Juanes y asnos los hay en todas las casas) apellidado Matamala porque el Restaurante Matamala en la salida de la estación Paseo de Gracia de la línea II del Metro, muy cerca de Plaza Cataluña, fue uno de nuestros lugares de encuentro en el centro de Barcelona. Y como era inevitable, resultó que el nombre inventado “casi” coincidió con el de un personaje real, un tal Josep María Matamala Orta, para más inri diácono de la iglesia mayor de Santa Coloma de Gramenet.
Y como en un anterior proceso de persecución de Germinans tuvieron que renunciar a la querella por injurias, porque tal como había enfocado el juez las diligencias salían trasquilados, perseverando en u intento persecutorio, armaron otro proceso con el invento ése de supuestísima suplantación de personalidad del pobre diácono. Porque en esa suplantación de personalidad coincidía la mitad del nombre sólo uno de los dos apellidos, no coincidía el DNI, ni tampoco el domicilio. ¡Valiente suplantación! Y eso es lo que les queda para montar el gran juicio universal contra Germinans. Creer que una página como ésta sea firmada por un diácono como Matamala, del que yo desconocía su existencia, pues es completamente desconocido fuera de su reducido círculo, y al que no nos hemos referido nunca, es un absurdo!
El inconveniente es que han ido a pillar a unos que pasaban por allí, a ese matrimonio aludido, que no tiene nada que ver con Germinans, absolutamente nada, porque no ha escrito en la web ni una sola línea. ¡Cárcel y multa a unos amigos que prestaron ocasionalmente su tarjeta para abonar los 82,13 euros exigidos para el traslado del dominio! Qué horror. Se lo hemos hecho saber al Cardenal y a su entorno, pero él, erre que erre, a por nosotros, porque sabe que nos hace mucho daño yendo contra un inocente en el doble sentido: porque dar un nickname (un apodo o sobrenombre) no tiene en Internet nada de delictivo ni siquiera de malicioso, y porque este buen matrimonio tampoco tiene nada que ver con Germinans. Ésa es la razón por la que hicimos saber al cardenal a través de un intermediario, que estábamos dispuestos a cerrar la página si retiraba la querella contra este buen hombre y su mujer (ella es la titular de la tarjeta de crédito con cargo a la cuenta de la que son cotitulares y que se usó para pagar el dominio).
Por eso, porque esos piadosos clérigos que rigen nuestra Iglesia están persiguiendo con verdadera saña a un par de inocentes a sabiendas de que lo son, y piden para ellos cinco añitos de cárcel y 17.190 euros (diecisiete mil ciento noventa euros) , yo, Mariano Arnal, que fui el inductor de esos que dicen graves delitos, me personé en la querella como inductor de esos actos (porque efectivamente lo fui) y acepté desde el primer momento que se negociara incluso el cierre de Germinans con tal de librar a nuestros amigos de la zozobra de tan injusta persecución.
Pero puesto que el Cardenal, rehusando toda negociación, persiste en la persecución absurda de esos inocentes (porque sabe que nos duele en el alma a todos los miembros de Germinans), nos vemos obligados a dar a conocer la verdad de las cosas. Y puesto que en varios órdenes me toca a mí dar el primer paso, aquí estoy dando la cara.
Soy Mariano Arnal, padre de familia, miembro y profundo amante de la Iglesia. Se da la circunstancia de que nací en brazos de la Iglesia, fui acogido siempre amorosamente por ella (de internado en internado), y lo mejor de mi formación, de ella lo he recibido. De hecho, la Iglesia ha sido para mí una madre.
Y ya ven, amigos, de una madre uno nunca reniega, así que aquí me tienen, peleando por ella cuando veo que algunos de sus miembros la arrastran por el barro. Se me abren las carnes cuando la prensa, al delimitar los campos en que nos hallamos unos y otros, pone a Germinans y a sus forofos entre los antiabortistas, dejando al cardenal y a todo su equipo entre los que no son antiabortistas, porque consideran que ésta es una nota por la que se identifican los conservadores. Y estos otros, ¡claro está!, son progresistas.
Se han preocupado tanto de que no se les identifique con los antiabortistas, que finalmente han conseguido que la opinión pública los absuelva de la lacra del antiabortismo. Eso era lo que yo percibía: que intentaban parecer lo más proabortistas posible, y los medios así lo testifican (véase El Punt / Avui de ayer 28-04-12).
Pues miren por dónde, a los católicos que estamos bajo el Magisterio de la Iglesia, el aborto y sobre todo su promoción (especialmente desde tribunas eclesiásticas) nos parece un crimen cuya socialización hemos de denunciar. Por eso, yo que participo activamente en los movimientos Pro Vida (en la foto soy el que aparezco con el micrófono), me he dedicado a mantener encendida en Germinans la antorcha en defensa de la vida. Siempre bajo seudónimo, porque ya ven lo bien vistos que están los eclesiásticos proabortistas, y qué bien les caen a los medios los indiferentes ante el aborto. Sí, yo soy Cesáreo Marítimo, como yo soy el coautor de algunos Directorios (el equivalente de los editoriales) de la misma manera como por mis manos han pasado multitud de artículos de otros autores sobre los que se me ha pedido opinión y sugerencias. He dedicado con ilusión al menos un par de horas cada día. También la corrección gramatical y sintáctica de mis entrañables compañeros Quinto Sertorius y Guilhem de Maiança, que redactan en castellano con un estilo tan perfecto como yo en serbocroata. ¡Y después nos llaman anticatalanes!
Yo soy alguien en Germinans, claro que sí. Pero yo no soy Germinans. Y esto no ha hecho nada más que empezar.
Mariano Arnal Arnal