¿Sistach a la curia?
Aún no ha llegado el 29-A y Barcelona es un hervidero de rumores en relación a la sucesión del arzobispo Martínez Sistach (en la fotografía, junto al Presidente Mas, en la Diada de Sant Jordi de ayer). Hace días que se viene murmurando un nombramiento curial que aceleraría el relevo en la archidiócesis. Cuando lo escuché me pareció sumamente descabellado: ¿Sistach a la curia, con 75 años, sin que existan precedentes de un traslado romano tras presentar la renuncia por edad de una importante diócesis metropolitana? Sin embargo, el bisbiseo se ha venido intensificando. Y la argumentación que se ofrece no parece desdeñable: como sea que el melón sucesorio de Rouco no se va abrir hasta que le caduque el cargo de Presidente de la Conferencia Episcopal en 2014, Roma - tan amante del equilibrio- iba a ofrecer una salida elegante al cardenal barcelonés que no pudiese ser interpretada como un agravio. El clásico promoveatur ut removeatur. Incluso existen algunos atrevidos que sitúan a nuestro obispo en el cargo de cardenal bibliotecario. La visita a Barcelona a primeros de este mes del cardenal Farina; los 78 años de edad de éste; su más que anunciada sustitución y la cierta ilusión que le haría a Sistach, que obtendría un destino curial nada complicado y que ya tuvo un prefecto catalán como fue el benedictino Anselmo Albareda, abonarían la plausibilidad del rumor.
Ahora bien lo que es bueno para Sistach, no significa que sea bueno para la diócesis. En especial, porque parece que el traslado curial no conllevaría una inmediata designación de residencial barcelonés, sino que la demarcación episcopal sería regida por una administración apostólica, que quedaría en manos del auxiliar Sebastià Taltavull. Es más, parece que ese régimen interino sería algo así como un sometimiento a prueba al obispo menorquín, a fin de comprobar si daría la talla como titular real de la diócesis. Cosa que en Roma no tienen claro. Ello explicaría la promoción que se viene haciendo últimamente de nuestro obispo auxiliar. Desde su alumbramiento con fórceps, sin ser el candidato preferido de Sistach; Taltavull ha permanecido oscurecido en Barcelona. Todavía recuerdo el año pasado, a la salida de una conferencia del cardenal Ruini en el Seminario, en la que éste hizo ademán de invitarle a subir al coche con Sistach y él, debiendo apartarse Taltavull, porque el cardenal barcelonés prefería la presencia de su secretario. El prelado balear tuvo que seguir a la comitiva en su modesto utilitario. Ahora parece que Sistach ya le ha concedido la venia y el auxiliar preside la celebración del domingo de ramos en la Sagrada Familia ; abre los actos del cincuentenario del Concilio Vaticano II y sale a menudo en los medios de comunicación. Él que sólo había concedido declaraciones a Catalunya Cristiana.
Monseñor Taltavull está siendo un buen obispo auxiliar. Nada sectario, querido por todas las tendencias y que jamás tiene un no por respuesta. Una forma de ser totalmente opuesta a la del cardenal. Pero ser un buen auxiliar no significa que sea un buen residencial. No tiene nada que ver un cometido con el otro. También fue Carrera un auxiliar querido por todos y a nadie se le ocurrió promocionarlo. Por otra parte, una vez desechada la opción Vives, por la que ya no apuesta ni él, el sector progresista ha decidido jugar la baza Taltavull. Ello podría explicar la prevención romana. Con todo, un período de interinidad en la diócesis podría resultar letal. El pontificado de Sistach va a dejar numerosos problemas sin resolver e infinidad de heridas sin cicatrizar: los paupérrimos números del Seminario, la lacerante división entre los sacerdotes de la diócesis, el envejecimiento vertiginoso del presbiterio, los graves problemas económicos, el cierre de parroquias que tarde o temprano va a tener que afrontarse, el futuro de la Sagrada Familia , la presencia de la Iglesia en hospitales en los que se practican abortos o la rebeldía de algunos sacerdotes, que han llegado incluso a declarar huelga de misas. Son demasiados problemas que han quedado aletargados bajo la égida de Sistach, no porque el prelado fuese un cuidadoso protector, sino porque (¡como era de los nuestros!) todos se conocían y nadie osaba levantar la voz. Entre ellos existe un lenguaje de sobreentendidos, que les hace comprenderse sin pestañear e inmunizarse de riesgos foráneos. Encontraron en Sistach el mejor bálsamo. Pero, después de él…. Después de él, puede hacer mucho frío ahí afuera.
Sólo me he hago eco de un rumor. Y de su posible explicación. Aunque sigo creyendo que el relevo va para muy largo, por la simple cuestión que no existe un claro sucesor. Para nadie. Lo que sí ha empezado a cundir es el nerviosismo. Y aún no ha llegado el 29-A.
Oriolt