Rebelión en la Facultad de Teología
Con el inicio del próximo curso lectivo, el decano de la facultad de Teología de Cataluña, Armand Puig Tàrrech, cumplirá dos trienios en el cargo, por lo cual, según la normativa vigente, ya no puede optar a la reelección. Cual sucedió en los precedentes relevos es usual que la designación se produzca antes del verano, al objeto de que el nuevo decano se halle al frente del centro docente una vez se inicie el año académico. En tal caso, es preceptivo que el claustro de profesores presente una terna al cardenal Martínez Sistach, en su calidad de Gran Canciller de la facultad, siendo costumbre que se admita y designe al primero de la terna. Sólo ha existido un precedente en el que tuvo que decidir el arzobispo, concretamente en la elección de Armand Puig, que quedó empatado con el doctor Manuel Claret, delegado de Pastoral Familiar.
Pero Sistach, a pesar de su formación canonista, ha decidido esta vez saltarse la norma a la torera y proponer una tercera elección de Armand Puig. La postura del cardenal ha sentado como un tiro al claustro profesoral, cuyos miembros -en su práctica totalidad- se han decantado por rebelarse contra la determinación del Gran Canciller y, ni cortos ni perezosos, han votado la nueva terna y han pasado a presentarla, cual exige la normativa. El primero de los tres nombres corresponde al actual vice-decano, el sacerdote gerundense Joan Planellas Barnosell.
Que nadie piense que se trata de un motín del clero más ortodoxo contra el obispo barcelonés. En el claustro de la facultad conviven representantes de todas las tendencias, desde Santiago Bueno, Ramón Corts o González Padrós a Jaume Fontbona o Antoni Nello pasando por Xavier Morlans o Antoni Babra. Tampoco el propuesto Planellas es un conspicuo conservador, al revés en muchos más aspectos es más progresista que Puig. Ciertamente el hasta ahora decano no ha sido muy bien visto por el estamento académico, pero la insurrección de los profesores ha sido más bien interpretada como una postura firme ante el intento de cacicada de la jerarquía.
Siempre se ha considerado al biblista Armand Puig como un adlátere de Sistach, al que ha intentado promocionar como obispo auxiliar e incluso como obispo de Solsona. Llegó con él de Tarragona y fue designado párroco de la iglesia de San Justo y San Pastor. Dicha parroquia se hallaba regentada, en aquel entonces, por el rector de Santa Maria del Pi, cuidándose de la misma en la práctica el oratoriano Francisco García Fillat, más conocido como Padre Paco. La vinculación de Mn. Armand Puig con la Comunidad de San Egidio, a la que entregó materialmente los locales de la parroquia, ayudó a incrementar los recelos del mundo progre. Después, su elección como decano gracias al dedo de Sistach que propició el desempate con Claret, contribuyó a un mar de fondo contrario al teólogo tarraconense. Además su nombramiento venía a romper en parte la línea de los anteriores decanos: Tena, Matabosch, Gaspar Mora, Joan Busquets y Oriol Tuñí. Sin embargo, ahora ha sido el empecinamiento del cardenal en una nueva -e irregular- reelección el hecho desencadenante de la rebelión de los teólogos.
Es sintomático que las primeras contestaciones que recibe Sistach se produzcan cuando ya está cerca el inicio de su período de descuento. El tiempo añadido a su mandato que va a tener lugar a partir del próximo 29 de abril favorecerá inevitablemente situaciones similares. Ya ha sufrido otra oposición por parte de los arciprestes que se han negado a que en la Sagrada Familia se vuelvan a realizar celebraciones eucarísticas por zonas pastorales. Esta negativa ha producido -por ahora- que no exista un calendario de celebraciones en el templo gaudiniano, cual sucedió el pasado año. Volvemos a tener la basílica consagrada por el papa Benedicto XVI como un templo en el que casi no se celebran misas. Tamaña incoherencia la quiso evitar el cardenal con un programa "ad hoc", pero su ansia de control y su incapacidad en delegar han producido el efecto contrario. No ha existido ni una celebración en la Basílica que no haya sido presidida por Sistach, a excepción del último domingo de ramos, en el que estuvo Taltavull.
Se trata del conocido síndrome del "pato cojo", acuñado en los Estados Unidos para los últimos meses de un presidente de la República que ya no puede optar a un tercer mandato. La diferencia está en que en Norteamérica se sabe el día exacto de las elecciones y cuando tomará posesión el nuevo presidente. Aquí sólo conocemos la fecha en que Sistach va a presentar la renuncia. A partir de ahí empezarán cábalas y rumores, desconociéndose el "dies a quem". Con el agravante de que en esta diócesis se han larvado tantos problemas con la "pax sistachiana" que están empezando a estallar y a salir de su letargo. El "pato cojo" puede sufrir una agonía cruel. E indeseada. Por el bien de todos.
Oriolt