Procesión de San José

Es ciertamente reconfortante pasar por las calles de Barcelona y constatar que no está proscrita la religión en nuestra ciudad, por más que lo digan los medios, por más que se esfuercen en propagar y magnificar cualquier movilización de rechazo, por más que muchos católicos hagan como si se lo creyesen para recluirse temerosos en los templos. Por más que los anticatólicos de la ciudad, numerosos y especialmente poderosos, hagan todo lo posible por escenificar su odio y aprovechen las grandes oportunidades, como por ejemplo la visita del Papa a Barcelona, para sobreactuar y las cámaras de la mayoría de los medios para enfocar esos espectáculos: a fin de dar una imagen “oficial” de odio y rechazo de todo lo que tenga que ver con las tradiciones religiosas sobre las que se ha construido nuestra civilización.

Pero la verdad es que esa imagen oficial y universal tan largamente trabajada por los enemigos de la Iglesia, con la frecuente complicidad de las instituciones y con alguna que otra piedra sobre nuestro propio tejado procedente de la misma Iglesia, esa imagen se diluye como un azucarillo en cuanto sale a la calle un grupo de jóvenes católicos valientes y sin complejos, como los Jóvenes de San José, y organizan en el corazón de Barcelona, desde Gracia a la Sagrada Familia, una procesión multitudinaria, que no se sustenta en el folklore (como un gran número de procesiones de Semana Santa), sino únicamente en la devoción de los fieles.

Viendo el pasado día 18 de marzo la nutridísima procesión de San José, ¡la primera en muchos decenios! en pleno Ensanche, magníficamente organizada, en sumo orden, con la banda de música de la Unión Seglar precediendo, con toda la representación corporativa en perfecta formación ante la imagen de San José de la Montaña, y con una sólida masa de fieles detrás llenando la calle (aunque es difícil calcular, me atrevo a decir que alcanzábamos el millar); una procesión muy bien rezada, muy bien cantada, muy bien acompañada por la banda, y con muy pocos y aislados actos de rechazo de vecindario y transeúntes; al ver esto se le ensancha a uno el alma y respira con más sosiego: así, Barcelona no es tan ferozmente anticatólica como la pintan. Así, Barcelona tiene también sus momentos de religiosidad. Así, no es tan verdad la elaborada imagen de paganismo irredento de Barcelona.

Viendo esa gran multitud por las calles de Barcelona, viendo tantos sacerdotes vestidos como corresponde en una procesión, viendo la participación de tanta juventud, viendo esa exhibición solemne pero humilde y sin ostentación de la forma más popular y más tradicional del culto católico, entiende uno que la nueva Evangelización de Barcelona es posible; más aún, que está en marcha.

Lo dijo claramente el cardenal en su homilía: que para esta gran obra de su pontificado contaba con los Jóvenes de San José. Se lo dijo el presidente de esta Asociación al cardenal en su breve alocución de agradecimiento: que para la Nueva Evangelización contase plenamente con ellos. Era evidente la satisfacción del cardenal Sistach al ver que gracias a la procesión de San José de la Montaña, que consideró como parte de la celebración del Día del Seminario vinculada a la festividad de San José, la basílica ofrecía un aspecto de lleno, a pesar de la cantidad de espacio disponible en las naves laterales. Era evidente que los Jóvenes de San José habían contribuido con su iniciativa a darle a esta festividad un esplendor y sobre todo un arraigo popular que la diócesis no era capaz de conseguir por sí sola. El refuerzo que le aportaba a Barcelona la vecina diócesis de Tarrasa desembarcando con sus mejores efectivos, era digno de agradecer. Y al cardenal se le veía agradecido.

Toda la estampa de la procesión tan digna, ¡tan rezada!, me transportó a los tiempos de las rogativas. ¿Rogativas para que llueva o para acabar con la peste? No, ya no: de lo primero se ocupan los meteorólogos, que no cuentan con la intervención divina; y de lo segundo, las autoridades sanitarias, que tampoco. Esas rogativas, que tendrían que crecer e intensificarse, las necesita la Iglesia para hacer crecer su semillero, so pena de agostarse en esta misma generación. Rogativas para que surjan vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.

El espectacular éxito de esta procesión y su aceptación con el corazón abierto por todos: por la ciudad, que la aceptó en respetuoso silencio; por los fieles que participaron en ella procedentes de toda la archidiócesis; por el cardenal, que no dejó dudas al respecto; este éxito y esta aceptación nos hacen abrigar a todos la fundada esperanza de que todos los años en lo sucesivo se repetirá la procesión de San José, que se convertirá en la anual procesión de rogativas de toda la archidiócesis de Barcelona por las vocaciones sacerdotales.

Si crece este clamor al cielo, si sus impulsores son los jóvenes más sanos y valientes de la archidiócesis, si en este objetivo continúa la colaboración sincera entre las diócesis que la componen, es muy posible que se sirva Dios del crecimiento ejemplarizante de este torrente de oraciones para suscitar en el corazón de los mejores la vocación para el sacerdocio: para el culto de Dios y el cultivo de lo que confiere al hombre dignidad y nobleza: el alma. Por eso hemos dicho siempre de ellos que se dedican a la “cura de almas”. Por eso los llamamos “curas”.

Hasta la próxima procesión de san José. Esperamos que Dios lo quiera.

Virtelius Temerarius

NOTA DEL DIRECTORIO DE GERMINANS GERMINABIT

Hemos recibido una carta al Directorio en el que se explican unos desagradables incidentes en las puertas de entrada de la Sagrada Familia, por el trato que recibieron algunos representantes de la plataforma “Barcelona es Vida". Recomendamos su lectura en este enlace