[DE] Capítulo 55: El Pluvial

El pluvial (pluvialis, cappa) llamado así en los países meridionales después del siglo IX y capa en los países del Norte, según algunos tiene su origen en la antigua lacerna o virus, alargada por debajo de las rodillas. Otros piensan que el pluvial no es otra cosa que la transformación de la pénula, provista de capucha para la lluvia y con abertura delantera para una mayor comodidad. Son más que evidentes las analogías de forma entre la capa medieval y la lacerna romana, pero también resulta evidente que cuando el pluvial apareció entre las vestiduras litúrgicas allá por los siglos VIII-IX, hacía ya mucho que la lacerna había pasado de moda y no pertenecía a la indumentaria civil. La primera mención la encontramos en un inventario del monasterio de Obona en Asturias del siglo VIII. Braun en su Die liturgische Gewandung demuestra que el pluvial fue originariamente una capa provista de capucha ( cucullus ) que en los días más solemnes llevan los miembros más sobresalientes de la comunidad monástica, especialmente los primeros cantores.

Desde los monasterios, gracias sobretodo a la influencia de Cluny, se extendió rápidamente por toda la Iglesia. Mientras la casulla, por razones prevalentemente simbólicas, mantenía en la misa la forma tradicional, la capa pluvial, tan cómoda por el libre movimiento de los brazos, conquistó su lugar en las funciones menores (procesiones, incensación en Laudes y Vísperas ( de ahí el nombre dado por los alemanes de Rauchmantel o Vespermantel –“manto del humo-manto de vísperas”- ), las bendiciones o consagraciones solemnes. En el siglo I X pues, el pluvial había adquirido un uso generalizado.

Pluvial de Pienza s.XV don de Pío II

 

Es difícil precisar cuando el cucullus (capucha), accesorio de la capa, finalizada su función primitiva de protección para la lluvia, fue erradicado del uso litúrgico. En los pluviales del siglo XII-XIII o ha desaparecido del todo o al máximo, como se puede ver en el pluvial de Pienza, donado por Pío II (+1464) o en el de San Pablo de Karnten, ha quedado reducido a un simple trozo de tela triangular de proporciones minúsculas, que aparece más bien como elemento decorativo.

En el siglo XIV ese rudimentario resto de capucha empezó a ser más grande y a redondear los lados hasta convertirse en una especie de escudo ( clipeus) que se mantuvo suspendido de la orilla superior del pluvial, cerca de la nuca, o como no era otra cosa que una decoración, se cosió más abajo como en el uso romano a partir del siglo XVI.

 

Pluviales siglo XIV

 

La hebilla ( formale, pectorale ) que abrochaba sobre el pecho las dos partes de la capa, asumió rápidamente una importancia ornamental característica bajo forma de placa ancha, oval o rectangular, de oro o plata y a menudo enriquecida con esmaltes, piedras preciosas o cincelados de gran valor artístico.

 

Hebillas medievales

 

El ornato del pluvial comportaba ordinariamente un friso que a manera de festón recorría todo el borde superior de la capa, de manera que al revestirlo figurasen dos columnas verticales en la parte delantera, como en el pluvial de la catedral de Trieste de factura alemana del siglo XVI.

 

Pluvial de Trieste

 

También la capucha, después de aumentar de tamaño, fue el objeto donde el arte del bordado se explayó dando lugar a auténticas obras de arte.

 

Bordados en seda del borde y del capuchón

 

El pluvial nunca constituyó un ornamento propiamente sacerdotal. Desde el siglo XI lo llevan los cantores en el oficio coral y en los pontificales se revisten con él los portainsígnias (báculo y mitra).

Es preceptivo en las procesiones, en la exposición del Santísimo Sacramento, en las bendiciones de las candelas, de la ceniza, de Ramos, en las exequias, en la administración de la Confirmación y en las funciones pontificales por el presbítero asistente.

Dom Gregori Maria